METAMORFOSIS

«El origen está delante de nosotros»

Heidegger

 

 

El comienzo de «La metamorfosis», de Kafka, siempre me pareció aterrador: «Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto».

 

¿No da miedo?
¿No da miedo?

Además, siempre lo relacioné con el célebre -y repetido, parafraseado, copiado y adaptado hasta la saciedad -microrrelato de Augusto Monterroso: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».

 

Y es que siempre se ha dicho que el sueño de la razón produce monstruos.

 

Enero de 2010 está siendo un mes atípico, excitante y vertiginoso. El mes en que todo cambió. Uno de esos meses definitorios en la vida de una persona. El primer mes del resto de una vida.

 

Escribe Edgar Morin, en su «Elogio de la metamorfosis» el siguiente párrafo (que hay que leer con atención): «El nacimiento de la vida puede concebirse como la metamorfosis de una organización físico-química que, alcanzado un punto de saturación, crea una metaorganización viviente, la cual, aún con los mismos constituyentes  físico-químicos, produce cualidades nuevas».

 

Vale, vale.

 

Es un poco farragoso.

 

Pero el mismo Morin lo explica de una manera tradicionalmente natural: «¿Qué es una metamorfosis? La oruga que se encierra en una crisálida comienza así un proceso de autodestrucción y autorreconstrucción al mismo tiempo, adopta la organización y la forma de la mariposa, distinta a la de la oruga, pero sigue siendo ella misma».

 

2010: cucarachas, orugas, dinosaurios, mariposas…

 

Como dice Eduardo Galeano: «Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.»

 

Jesús Lens, desde la crisálida.

LA VIDA…

… no es que sean cuatro días. Es que se puede resumir en cuatro botellas. Y, como exclama Pedro, lo peor es que ya nos hemos bebido (y, por tanto vivida) un buen puñado de las terceras… (atentos a la Postdata)

 

 

¡Ay! La de botellas que ya llevamos vividas... y bebidas

PD.- Justo cuando estábamos entrando en una auténtica espiral depresiva, Abel, siempre al quite, nos ha echado un cable, tal y como podréis comprobar en esta imagen, linkada a su imprescindible comentario. Efectivamente… ¡¡¡ qué corra el alcohol !!! SALUD, compañeros, que no hemos llegado ni a la mitad de la existencia… 

CAFÉ DE LOS NAVEGANTES

Me encanta el nombre. «Café de los Navegantes».

 

¿Quién sabe dónde?
¿Quién sabe dónde?

Una pregunta: ¿Quién sabría decirnos en qué localidad se encuentra este Café? Venga, venga. ¡A buscar, queridos Sherlocks! Y no me seáis elementales… (ya llegaron las respuestas en los Comentarios. Más información, tirando hacia abajo…)

 

Aprovecho para poner esta otra imagen, que bien puede estar transcurriendo en cualquier Café del mundo, en estos momentos. Y es que soñar es tan bonito…

 

Soñar es tan bonito...
Soñar es tan bonito...

Jesús Lens, navegante con la imaginación.

 

PD.- Cuando resolvamos el enigma, citaremos la procedencia y autoría de la foto.

 

A ver. Efectivamente, el Café de los Navegantes está en Tánger, como esta foto, enviada por Abel y señalada por Pablo, nos demuestran. El copyright de la primera es de mi Cuate Pepe, realizada durante el viaje que los Cuatreros (Josefina, Panchi, Pepe y yo) realizamos a Tánger hace unas semanas. ¡Gracias por vuestra participación!

 

PERFIL DE DAVID AGUILAR: FOTO Y TEXTO

¿A qué catedrático de la Universidad pertenece este corcho, tan ilustrativo de una forma de ser abierta, poliédrica, curiosa, transversal y muy, muy moderna?

 

Efectivamente.

 

Se trata del corcho que David Aguilar tiene en su despacho. La foto la hizo Javier Barrera, colega de IDEAL, que estuvo entrevistando a Aguilar nada más dejar su cargo como cabeza visible del Milenio, de lo que hablamos en ESTA columna, el pasado viernes.

 

Sobre el corcho, Javier nos dice lo siguiente:

 

«Te mando la foto del corcho enmarcado que tiene David Aguilar en su despacho de catedrático de Anatomía Patológica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada. Es el que tiene a sus espaldas.

En ese corcho, al ojo de este tu amigo que es periodista, hay más información sobre David Aguilar que la que nunca conseguiría nadie.

Si te fijas, hay chistes de Forges, fotos de la familia, una postal de Washington, fotos de su familia, birretes, recortes de prensa monotemáticos sobre la formación de la juventud española, algo de Obama…

Fíjate bien, ahí tienes un perfil completo de David Aguilar que se puede completar con el siguiente detalle: en las estanterías mega-híper-súper-repletas de papeles, revistas y libros, hay numerosas fotos enmarcadas con birretes, con ex-Rectores, Catedráticos, doctorandos… Una sola con un tipo sin birrete, y además en blanco y negro. Imagino que la tiene puesta porque está orgulloso: se le ve a él y a Saramago. Es un retrato espectacularmente bello.»

 

Y como poco más puedo decir, os dejo el Perfil de David Aguilar que hizo para IDEAL Andrea G. Parra y que nos sirve para conocer un poco más al Hombre al que no dejaron dirigir el Milenio.

 

Jesús Lens.

TENIENTE CORRUPTO

¡Qué rabia me da tener que escribir lo que voy a escribir sobre una película de Werner Herzog, posiblemente, el cineasta más singular del actual panorama cinematográfico mundial!

 

Hace unos días, repasando nuestro querido libro «Hasta donde el cine nos lleve», para ESTA presentación en Salobreña, vi que habíamos incluido, entre las películas esenciales, varias de este singular director, como «Aguirre, la cólera de Dios» o «Grizzlie man», sin que nos diera tiempo a hablar sobre una joya como «Encuentros en el fin del mundo», en que cuenta su visita a la Antártida.

 

Me encantan los directores visionarios que montan proyectos personales y cuyos resultados, después, son tan singulares como atractivos. Werner Herzog es uno de ellos y tengo muchas ganas, este 2010, de recuperar algunos otros de sus clásicos como «Fitzcarraldo», «Cobra verde» o «Grito de piedra», en que se cuentan las homéricas proezas de hombres tan locos y desmesurados como el director alemán, que desafían los límites de lo humanamente posible.

 

Por eso estaba tan contento cuando vi que en Granada se estrenaba «Teniente corrupto», la primera película puramente de género (negro) de Herzog, en la que tenía fundadas expectativas -aunque Boyero ya nos había puesto sobre aviso con su mala crítica de hace unos meses.- Y por eso, por las expectativas defraudadas, la decepción es mayor.

 

Y la culpa de todo, en este caso, yo creo que la tiene una persona con nombre y apellidos: Nicolas Cage, imponiéndose un juego de palabras entre el apellido del actor y lo que hace últimamente: cagarla con todo el equipo, que el sobrino de Coppola es IMPRESENTABLE, con sus muecas, gesticulaciones, carcajadas y grititos histéricos.

 

¡Qué risa más natural!
¡Qué risa más natural!

A estas alturas ya sabemos que «Teniente corrupto» es un remake de la película homónima que el perturbador Abel Ferrara filmara hace unos años, con un impresionante Harvey Keitel en el papel de policía politoxicómano total. Por eso, lo de Cage canta aún más. ¡Qué diferencia entre la brutal intensidad de uno y el empacho gestual del otro!

 

¡Éste sí que sí!
¡Éste sí que sí!

Y el caso es que la idea de partida es excelente, al trasladar la acción a esa Nueva Orleans post-Katrina, sumergida en la podredumbre y la corrupción, como si el huracán hubiera sido un castigo divino. Las relaciones entre los personajes, la tensión, la atracción, la repulsión… todo ello habría sido genial si no hubiera estado Cage para fastidiarlo.

 

Porque el guión me gusta. Y la ambientación, con unos escenarios bien acordes a la trama. Y Eva Mendes. Y esa ausencia de violencia en una película muy violenta. Y, sobre todo, la capacidad de seducción de Herzog a través de imágenes tan surrealistas como poderosas, como las del cocodrilo o las de las iguanas, por ejemplo. Impresionante la capacidad de transmitir sensaciones físicas a través de esa cámara que escruta la rugosidad de la piel de los lagartos. O el baile final, tras la muerte…

 

Esas iguanas...
Esas iguanas...

Lo mejor de Herzog es que, en todas sus películas, siempre filma imágenes de una belleza o una potencia tan brutales que se quedan grabadas en la retina del espectador. «Teniente corrupto» tiene algunas de ellas. La lástima es que, en buena parte por culpa de su protagonista, la película diste muy mucho de ser la obra maestra que a todos nos hubiera gustado.

 

Pero lo bueno es que el prolífico director ya tiene otras dos películas filmadas, pendiente de estreno: «My Son, My Son, What Have Ye Done» (producida por David Lynch e interpretada por William Dafoe, sobre la historia del asesino Mark Yavorsky y sus conexiones clásicas con el Orestes de Sófocles) y «El afinador de pianos», adaptación de la novela homónima de Daniel Mason Lee, filmada en Birmania.

 

Lo malo es que su distribución en España y, desde luego, su llegada a los cines granadinos, será una pura quimera. Confiemos que su libro, «La conquista de lo inútil», sobre la filmación de «Fitzcarraldo», si sea más accesible…

 

Valoración: 6

 

Lo mejor: las surrealistas y poderosas imágenes oníricas de cocodrilos, iguanas y bailes.

 

Lo peor: el infame Nicolas Cage.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.