Tener acceso a

Tengo, tengo, tengo / tú no tienes nada / tengo tres ovejas / en una cabaña. ¿Se acuerdan de la célebre tonada infantil? Gracias a aquellas ovejas, el pastor tenía mantequilla, leche y lana para toda la semana. ¿Cómo le habrá ido al protagonista de la canción? ¿Seguirá en su pueblo o habrá emigrado a la ciudad, liquidando su cabaña ganadera y añadiéndole un granito de arena más a la España vaciada?

Tener es uno de los verbos cuyo significado más ha cambiado en los últimos años, sobre todo, en los crecientes paisajes vaciados de los que tanto se habla ahora. El análisis numérico que hacía ayer Juanjo Cerero sobre la provincia, por ejemplo, es demoledor. (Leer AQUÍ)

Para que la Granada rural no siga vaciándose, empieza a resultar más importante tener acceso a bienes y servicios que tener propiedades. De ahí que se vendan pueblos enteros a precios irrisorios. O que haya localidades en las que se regale vivienda a familias con hijos para darle vida al entorno y/o para completar los ratios que permiten mantener abiertos los colegios, por insistir en una de las últimas polémicas sobre la despoblación y el abandono.

Tener acceso a la sanidad, a los servicios financieros o a la educación es imprescindible para que comarcas enteras dejen de perder población. En muchos casos, el desarrollo de las tecnologías de la comunicación lo facilitan enormemente. Una conexión fiable a internet permite el acceso a la banca electrónica, a Netflix y a las retransmisiones deportivas en directo. Es algo básico e imprescindible, pero no suficiente. Es la diferencia entre tomarte una caña en el bar, charlando con los parroquianos mientras disfrutas de una tapa recién cocinada; y beber solo en casa, por mucho que acompañes la mejor añada de tu vino favorito con excelsas viandas compradas a través de la web y servidas en menos de 48 horas por un mensajero.

En cuestiones como la educación o la sanidad, las Apps y la educación a distancia han avanzado una barbaridad, pero hay un componente psicológico en lo presencial y lo comunitario que la tecnología no puede suplir. Es uno de los grandes desafíos éticos, sociales y políticos para los próximos años.

Jesús Lens