Polis y cacos

Cada arranque del año nos trae las previsiones del tiempo realizadas por los cabañuelistas: tras una sesuda observación del cielo y del concienzudo análisis de los datos recabados, son capaces de pronosticar que no lloverá en la próxima Semana Santa, pero que vamos a tener unos meses lluviosos de aquí al verano.

Permítanme que ejerza de cabañuelista, negro y criminal en este caso. El comienzo del año ha elevado a portada una serie de sucesos que reflejan la sociedad en que vivimos mucho mejor que el más científico y riguroso de los estudios del CIS.

En primer lugar, lo del atraco al cajero de Moreda. ¿Les gustan a ustedes las películas de robos, de ‘Atrapa a un ladrón’ a la saga de Danny Ocean? Pues lo de Moreda deja en nada las tramas urdidas por Hitchcock y los intrincados planes trazados por los Clooney y compañía.

Se lo resumo: se junta la banda de atracadores, le echan mano a un pedazo de excavadora en el pueblo de Darro. Trasponen los trece kilómetros que les separan de Moreda y allí usan el bicho para echar abajo la pared de una nave agrícola y hacerse con un tractor con remolque. Tiran para la oficina bancaria de la localidad, derrumban su fachada principal, cargan el cajero automático en el remolque y enfilan hacia Gobernador.

Hubo vecinos del pueblo que escucharon y presenciaron el robo. Cuando asomaron a ver qué pasaba, los atracadores les enfrentaron de una forma igualmente sofisticada, pura ingeniería del siglo XXI: a pedrada limpia, que para algo tenían cascotes y cascajo a mano y a ‘punta pala’. ¿Es o no es ilustrativo de una forma de ser, el modus operandi de un atraco que debería pasar a los anales de la historia negra y criminal de Granada?

De realismo mágico y criminal es también lo de Alicún, con los vecinos conjurados en plan Fuenteovejuna, todos a una, para detener a unos cacos que, después de robar en varias casas deshabitadas en Nochebuena, volvieron al pueblo a seguir haciendo de las suyas.

Lo siento por el CSI, los hackers y los ciberdelincuentes más posmodernos. Granada, para según qué cosas, sigue siendo única, analógica y chapada a la antigua.

Jesús Lens