Western Noir con acento andaluz

Si ustedes siguen las noticias de sucesos sabrán que esta semana ha habido otro tiroteo en la Costa del Sol, saldado con la muerte de un ciudadano francés con antecedentes penales.

Fue a las ocho y media de la tarde, en plena vía pública, en una de esas lujosas urbanizaciones propias de Marbella. Un hombre de 58 años de edad se dirigía a su casa cuando un motorista lo acribilló a balazos. El arma utilizada fue un AK-47, el famoso Kalashnikov, un fusil de asalto de fabricación rusa capaz de efectuar 600 disparos por minuto.

Desplazados al lugar de los hechos, los agentes del Grupo de Homicidios de la Udyco, la Unidad de Drogas y Crimen Organizado de la policía, han calificado los hechos como un probable ajuste de cuentas.

El western es un género netamente norteamericano que, dotado de una serie de características fundacionales, resulta perfectamente ampliable, adaptable y exportable. Entre sus características esenciales: los protagonistas, indomables e inadaptados. Y el paisaje. El espacio físico. El territorio. Sobre todo, el territorio de frontera. También los temas arquetípicos: la búsqueda y la persecución, la justicia, la venganza… y los robos. Los atracos. Y está la violencia. Las armas. Los tiroteos. Los disparos.

Y por todo ello me gustó que el excepcional novelista Justo Navarro definiera a la novela “En el vientre de la roca”, de Jerónimo Andreu, publicada por Salamandra Black, como una novela del Nuevo Lejano Oeste, jugando con la resonancia mítica de dicha conjunción de conceptos.

El protagonista de “En el vientre de la roca”, una de las mejores y más sorprendentes novelas negras del año, se llama Joseph Sánchez y está ya muy baqueteado. Tanto que hace todo lo posible por no beber alcohol, algo que su notable perímetro abdominal agradece sobremanera. Y por no jugar. Que de aquellos polvos… Sánchez fue poli. Y por eso, cuando se cruza con Stuart, un antiguo compañero, en un control policial, sostiene diálogos como este:

—¿Qué problema hay? Estoy limpio.

—Don’t mess with me, anda. Twenty scooters, man. Diez cartones en cada una. Te has caído con todo el equipo.

También ocurre que, un poco después, cuando le lleven frente a Marc Parody, tenga que escuchar lo siguiente:

—Joseph, siéntate. Qué alegría. ¿Cuánto hace desde la última vez? How’s life? ¿Una cocacolita o algo? It won’t take us too long. I have got something for you. An easy job, como en los old times…

Y es que Marc Parody es, efectivamente, el Honorable Chief Minister de Gibraltar, un tipo perfectamente adaptado al territorio y que maneja el “llanito”  (*) con toda soltura. Y tiene una propuesta para Joseph, al que han pillado contrabandeando en la Verja: localizar a una joven desaparecida, hija de un alto funcionario de Foreign Office que no quiere que la cosa trascienda.

En sus pesquisas, Joseph Sánchez podrá cruzar a uno y otro lado de la Verja con soltura. Tendrá libertad de movimientos. Lo que para un contrabandista… Aprovechará el conocimiento que tiene sobre el terreno. Y a sus contactos. Por ejemplo, a cierto secretario de un ayuntamiento gaditano de costumbres inconfesables. O a otro poli, español en este caso, con cierta querencia por las relaciones peligrosas.

Sánchez se dejará caer por los ambientes más lumpen de Algeciras y La Línea, que la chica desaparecida tenía querencia por la mala vida. Pero su investigación también le llevará hasta Marbella, donde se pondrá a prueba su pericia como husmeador. Una Marbella peligrosa y conflictiva, como hemos tenido ocasión de comprobar y como Jerónimo Andreu cuenta con profusión de datos e información, muy bien hilvanados en la trama. Una Marbella en la que diferentes clanes mafiosos están disputando una guerra que ha dejado de ser sorda y secreta.

“Y fue justo por esos días cuando un hombre llegó a Marbella haciendo preguntas incómodas con un acento que nadie terminaba de identificar. La respuesta que recibía era siempre la misma:

—Vete a tomar por el culo”.

Aun así, nuestro Joseph Sánchez continúa con una investigación que le llevará a descubrir algunos de los secretos mejor guardados de la Roca, convertida en espacio mítico, en ese territorio de frontera por el que transitan personajes de puro western. Western Noir, contemporáneo y muy de aquí, de nuestra tierra.

Durante la última edición de Granada Noir organizamos una mesa redonda sobre el género negro en Andalucía. Hubo opiniones divergentes entre quienes pensaban que sí, que hay un noir andaluz con características propias y definidas; y quienes sostenían que no. Que tal no existe.

Como persona que huye de todo lo que huela a nacionalismo, me traen sin cuidado las partidas de nacimiento, pareciéndome mucho más literarias las partidas de cartas. Pero sí es destacable cómo escritores de la talla de Lorenzo Silva o, ahora, Jerónimo Andreu; visitan Andalucía y prestan atención a historias, paisajes, relaciones y conversaciones que, después, transforman en apasionantes novelas negras muy apegadas a lo que ocurre en nuestro entorno. Algo a tener muy en cuenta…

(*) Que esos diálogos en llanito no alarmen al lector. Los hay con cuentagotas, son descacharrantes y están muy bien dosificados.

Jesús Lens

Monstruos vs. perfección

¿Cómo pasó usted la tarde del martes 20N más tensa de los últimos tiempos? Yo, entre monstruos. Unos monstruos mucho más interesantes que esos fachas nostálgicos empeñados en pasear el cadáver corrupto de un dictador.

Pasé el 20N entre dos monstruos del tebeo, Juan Díaz Canales y José Luis Munuera, en un lugar tan improbable para ello, apriorísticamente hablando, como la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UGR. Pero ahí está el talento de Alejandro Romero, organizando un seminario sobre cómics relacionados con las materias de estudio del alumnado.

En el caso que nos ocupa, el tema era “Monstruos en la sociedad perfecta”, partiendo de esa joya que es “Fraternity”, cómic de Munuera y Canales que, editado por Astiberri, sigue cosechando éxitos y reconocimientos. Traté de volver a leerlo antes de nutrida la sesión de trabajo, pero me quedé a mitad. Y estoy deseando terminar estas líneas para volver a rematarlo, que no vean ustedes la cantidad de interpretaciones que surgieron de la conversación entre los autores y los estudiantes.

Para empezar, la génesis del proyecto y el proceso creativo, algo que siempre me resulta especialmente fascinante. “Un western con un monstruo” fue la premisa que Munuera le planteó a Díaz Canales para empezar a trabajar juntos. El resultado: un doble álbum de género. De aventura ideológica. ¡Toma ya!

Aventura ideológica. Creo que una descripción así haría las delicias de mi añorado Jefe Taibo, ese Paco Ignacio que ahora va a tener enormes responsabilidades culturales en México, tras la victoria de MORENA en las elecciones.

Me encanta la definición: aventura ideológica, no en vano, “Fraternity” habla de socialismo utópico, religión, educación y feminismo; del miedo a la libertad, del buen salvaje, de la civilización enfrentada a la naturaleza… y todo ello, sin cargantes discursos innecesarios. En un tebeo.

Alquimia que fusiona texto, color e imagen y cuya percepción sensorial seduce y atrapa al lector, con la elipsis entre viñetas como superpoder y gran aliada narrativa. Munuera define de forma inmejorable la esencia de qué es un cómic. Así que, ya saben: ¡pongan tebeos en sus vidas!

Jesús Lens

Profesionales nómadas

Apasionante el Espacio Knowmad que se celebró ayer en el Teatro CajaGranada, con diversas ponencias sobre el presente y el futuro inmediato del entorno laboral, sea dentro de la empresa o, sobre todo, como desafío autónomo. De ahí lo de Knowmad, una de esas brillantes palabras inglesas que fusionan dos términos tradicionales para alumbrar un concepto nuevo y diferente.

“Know” significa saber, conocer. Y “nomad”… pues eso. Nómada. Nómadas del conocimiento. Un neologismo que invita a ser innovadores, imaginativos y creativos; que fomenta el trabajo abierto y en colaboración con diferentes personas, en cualquier momento y lugar.

Lo que caracteriza a un buen knowmad es su conocimiento, su bagaje y su experiencia. Es él mismo, sus cualidades y su impronta personal, lo que marca la diferencia con el resto de trabajadores.

A lo largo de las diferentes ponencias escuchamos hablar de un montón de conceptos que conviene tener presentes a la hora de conducirnos por la vida. Sobre todo cuando de trata de cuidar nuestra huella digital. Si ustedes son lectores habituales de esta columna sabrán a lo que me refiero: somos lo que Google dice que somos. Y punto. Somos lo que tuitamos, lo que posteamos en las redes sociales, lo que publicamos en nuestros blogs.

Pero hay que serlo de verdad, que el postureo es muy fácil de detectar. Sobre todo por los responsables de recursos humanos. Como señaló una ponente del encuentro propiciado por Fundación Cajasol, los departamentos de personal utilizan Facebook para descartar candidatos a un puesto de trabajo sin tener que pasar por el engorro de la entrevista personal.

Me gustó especialmente la visión de Andrés Pérez Ortega, basada en cómo sobrevivir al apocalipsis profesional. Es un gran defensor de la marca personal como herramienta para poner en marcha esos proyectos paralelos que nos permitan ganarnos la vida fuera de las vías tradicionales.

Y ahí es donde entra otra posible acepción de Knowmads: locos. Porque “Mad” significa eso: chiflado. Y hay que estar un poco zumbado para salirse de los caminos más trillados y tratar de vivir dignamente a través de actividades diferentes a las convencionales, olvidando las oposiciones o los trabajos para toda la vida. Sobre todo, porque eso ya no existe.

Me ha gustado descubrirme como Knowmad, una mezcla entre profesional inquieto, colaborador externo con vocación de nómada… y tocado con un punto de locura.

Jesús Lens

¡Que le corten la cabeza!

Las cabezas cortadas están de moda. La culpa podría distribuirse entre la Alicia de Lewis Carroll y los “Juegos de tronos” de George R. R. Martin. También podríamos remontarnos a la Revolución Francesa y al episodio bíblico de Salomé y San Juan Bautista, si hablamos de cortar por lo sano y de bandejas de plata, pero tampoco es cuestión de escribir una tesis doctoral.

El caso es que fue empezar la campaña electoral, salir publicados los resultados de las encuestas y empezar a correr el runrún de que la cabeza de Susana está en peligro. Que podría ser el tributo que exigiría Adelante Andalucía para permitir al PSOE formar gobierno, dado que Cs y PP no sumarían mayoría suficiente para acceder a San Telmo.

¿Susana? ¿Has escrito “Susana” así, al natural, sin añadirle el Díaz de su apellido? Sí. A propósito. Con premeditación y alevosía. Para hacer notar la distinta vara de medir con la que seguimos tratando a los unos y a las otras. ¿Se acuerdan de las primarias del PP, en las Pablo Casado se las veía con la coloquial Soraya? Pues en Andalucía, igual.

¿Por qué no se habla de Juanma o de Juan, en plan compae? En concreto, lo del líder -sic- del PP andaluz resulta ilustrativo, con el Bonilla siempre adosado al Moreno. Como si de un árbitro se tratara. Ya saben. Mateu Lahoz, Sánchez Arminio y así.

Ellas, sin embargo, son Susana. O Teresa. A secas. ¿Usamos sus nombres de pila por cercanía y familiaridad o, sencillamente, porque las consideramos accidentales, una anomalía que pasaba por allí? Quizá es que hay tan pocas Susanas o Teresas en puestos de responsabilidad que no es necesario emplear sus apellidos para identificarlas…

¿Qué razones se aducirán, en su caso, para exigir la cabeza de Susana Díaz? Razones, ojo. No hablo de filias y fobias; de simpatías y antipatías. ¿Se trata de imitar a la CUP o hablamos de un ejercicio de maquiavelismo interno impulsado por el propio PSOE, al estilo Borgia? O será, quizá, que hay quienes no se acostumbran a las presidentas.

Jesús Lens

Lecciones de baloncesto

El pasado sábado vi tres partidos de baloncesto en poco más de doce horas. Comencé a mediodía, que mi sobrina Julia jugaba un amistoso. Pertenece a la cantera del CB Granada y resulta increíble ver a las pitusas pelear por cada balón, buscar pases imposibles a sus compañeras mejor situadas, entrar a canasta con ambas manos y, cuando cae una rival al suelo, ir todas a levantarla. Aunque hablar de rivales resulta exagerado, que a estas edades impera un buen rollo y una deportividad encomiables.

Por la tarde fui a ver a los mayores. A ese CB Granada que hizo un primer cuarto memorable, desplegando un juego coral ejecutado a velocidad de vértigo, con un nivel de acierto brutal y una defensa a prueba de balas.

Resulta obligatorio, eso sí, personalizar la victoria en Guille Rubio, una máquina de hacerlo todo bien. El veteranazo anotó, reboteó en defensa y en ataque, subió el balón cuando los bases estaban atascados, metió canastas importantes, forzó faltas y anotó los tiros libres. Aunque dicen que son odiosas, creo que la comparación con Jesús Fernández aplica a la perfección, con un Rubio imbuido del espíritu del Gran Capitán.

Si le unimos las efectivas manoletinas y letales remanguillés de Sergio Olmo, solo falta que lleguen los mantecados a casa de Devin Wright para que tengamos el juego interior más demoledor de la categoría.

Y por la noche le llegó el turno al Warriors-Dallas, un partidazo de la NBA que sirvió para catapultar a Luka Doncic al firmamento de las estrellas. El choque contra los vigentes campeones estuvo muy disputado y al final, cuando llegaban los momentos decisivos, la televisión norteamericana proyectó cartelas con las efigies de los cracks que se aprestaban a saltar a la cancha: Klay Thompson, Kevin Durant, De Andre Jordan y… Luka Doncic, un chavea de 19 años.

Lo de Doncic es descomunal. Tiene un inimaginable futuro por delante y, a sus espaldas, ya lleva las Ligas, Copas y Euroligas ganadas con el Real Madrid, un Europeo con Eslovenia y una innumerable cantidad de MVPs conseguidos a título individual.

¡Enhorabuena a todas y a todos!

Jesús Lens