Arterrorizado

Aterrorizado me quedé con algunas de las piezas de arte que integran la exposición “Incertitudes”, de Gorlob, que se puede visitar en el Cuarto Real gracias a la clarividencia de la Alianza Francesa de Granada.

¡Luego no me digan que no avisamos! Tienen que ir a ver esta exposición. Y punto. A sabiendas de que hay piezas espantosas. Que provocan espanto, quiero decir. Por ejemplo, cierta máquina para destruir el mundo que cuelga de la pared, como quien no quiere la cosa.

Arterrorizan, también, las piezas dedicadas a Nuestra Señora de la Comunicación, tanto las vidrieras como esa inquietante “Desearía hablar con Dios” en la que la telefonista informa que no es posible establecer la conexión porque todas las líneas están ocupadas.

Máquina para destruir el mundo, con contador de víctimas

¿En serio? ¿De verdad dan miedo? A mí, sí. Me arterrorizan las piezas creadas por Guillermo Rodríguez de Lema porque me invitan a reflexionar, a cuestionarme algunas de esas verdades inmutables que, a nada que pienso sobre ellas, se tambalean como un flan mal cuajado.

Todos y cada uno de los arte-factos de Gorlob son paradojas en sí mismos. Desde la radio con aspecto de deidad africana al trozo de iceberg contra el que chocó el Titanic. De los libros negros que nada bueno auguran a quien los lea -¿para qué tanto saber?- al plan de fomento de la lectura a medio germinar, congelado por falta de fondos.

¿Cuántos libros es necesario quemar para conseguir un buen café? ¿Cuáles son límites de la nouvelle cuisine a la hora de considerar comestible un plato? ¿No deberían arañar, y no picar, las arañas? ¿Se puede escribir un cuaderno de viajes con sentido si viajas con los mapas erróneos?

Gorlob nos arterroriza porque convierte en amenazadores elementos cotidianos de nuestra vida que, cuando cerramos los ojos y abrimos las puertas de la percepción, no se comportan como deberían. Un microondas que explota al introducir en su interior un libro de teatro francés; unos cruasanes de madera que, por tanto, están duros; la bombilla del eureka fuera de servicio que nos deja sin ideas; Smiley parapetado bajo una tapa de alcantarilla en Mayo del 68…

Deidad radial de una remota etnia patazónica

Si a usted le gusta el arte que va más allá de lo aparente, que le interpela y le sacude como espectador, las “Incertitudes” de Gorlob son la pregunta que estaba esperando, la respuesta que nunca esperaba haber hallado.

Jesús Lens

Tú tan cáncer y yo tan virgo

¿No les parece una virguería de título? Me llamó la atención cuando se alzó con el Premio Jaén de Narrativa Juvenil de este año y mucho más cuando, al abrirse la plica para conocer el nombre del autor galardonado, resultó que estaba escrito a cuatro manos.

Begoña Oro y Alberto J. Schuhmacher. No me sonaban de nada. Empezamos a buscar en internet información para la nota de prensa y la sorpresa fue mayúscula: Begoña ha dedicado su vida a “hacer lectores”, como ella misma señala. Es editora, traductora, experta en fomento de la lectura, escritora y, ahora, autora premiada.

¿Y Alberto? Alberto es un científico que dirige el grupo de Oncología Molecular del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón. Trabaja buscando nuevos métodos de diagnóstico y tratamientos contra los tumores más letales y soluciones para enfermedades raras conocidas como rasopatías. Una vida azarosa, la suya: en 2003 se vio obligado a marcharse de España ante la falta de oportunidades. Trabajó en Ginebra y en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York hasta 2013, cuando volvió a España, fichado por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) con sede en Madrid.

¿Cómo coinciden Begoña y Alberto y cómo se deciden a escribir un libro juntos? Ardía de curiosidad, lo confieso. Y en cuanto les tuve a tiro el pasado viernes, en el acto de entrega de los Premios Literarios Jaén de CajaGranada y Bankia, fui a degüello.

Como tenía que hacerles una entrevista, fue una de las primeras preguntas. En la respuesta, otra sorpresa: era Alberto quien quería escribir una novela para jóvenes con el cáncer como protagonista. Para desdramatizar. No en plan Mr. Wonderful o Coelho, sino desde su experiencia como médico e investigador oncológico. Porque el cáncer, hoy, en cada vez más casos, se cura. La identificación entre cáncer y muerte es algo del siglo pasado. Y nada mejor que una novela escrita a cuatro manos con una experta autora de narrativa juvenil para contárselo a la juventud y animarla, también, a adquirir determinados hábitos saludables, de forma sencilla, a modo de prevención.

Pero la gran sorpresa, la traca final, fue averiguar que Begoña y Alberto han donado los 10.000 euros del premio a la Asociación Española contra el Cáncer. De forma discreta, sin ruido ni alharacas. ¿Se puede ser más, más, MÁS…?

Jesús Lens

Agro vital

Con qué contundencia habló ayer Clara Aguilera sobre los retos del sector agroalimentario, en el Foro sobre cooperativismo organizado por las fundaciones Cajasol y CajaGranada.

Contundencia, claridad y mensajes diáfanos. Avisos a navegantes, incluso. Por ejemplo, sobre la cuestión del Brexit. Que puede parecer una relación distante y lejana, la de Downing Street y el campo andaluz; pero que no lo es. Porque el aleteo de una mariposa en Bruselas o Estrasburgo puede acabar con la polinización de nuestros olivares.

Habló Clara Aguilera de la cuestión de la despoblación y de la importancia de seguir contando con ayudas económicas comunitarias para fomentar el desarrollo rural, única forma de evitarla. Esencial que determinadas comarcas de Andalucía no sigan los pasos de Castilla-León, por mucho que chinche y rabie la ex-ministra Tejerina.

Habló también de la negociación de la PAC, esa Política Agraria Común en la que tanto nos jugamos en nuestra tierra. Una negociación a cara de perro que está vinculada al acuerdo sobre Gibraltar, el propio Brexit y hasta al presupuesto europeo. ¿No le pedían a Pedro Sánchez ser más español y muy español? Pues ahí tienen el órdago a la grande.

Aguilera, vicepresidenta de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Europarlamento, también habló de una reglamentación sobre prácticas comerciales desleales en el sector agroalimentario que se aprobarán a vuelta de año. Se trata de beneficiar y proteger al productor y al consumidor, controlando la cadena de distribución y evitando, por ejemplo, la venta a pérdidas que promueven determinadas compañías.

Acostumbrados a escuchar discursos sobre el cambio de modelo productivo, la economía del futuro o los desafíos del siglo XXI, corremos el riesgo de olvidar al campo y al sector agroalimentario, auténticos sostenedores de nuestra economía.

Ojo, que el agroalimentario también se enfrenta a esos retos y nuevos paradigmas. Sobre todo en lo tocante a la industrialización del sector. Que somos buenos productores, pero nos falta impulso para ser pieza clave en el resto de la cadena, sobre todo, en la comercialización y distribución. Importante que, a través de FAECA, cundan más ejemplos como el de La Palma, empresa líder en exportación.

El campo. No nos olvidemos del campo andaluz. Está bien que mimemos el turismo, la construcción y la cultura, pero siempre conviene recordar a ese sector que tanto y tan bien nos da de comer.

Jesús Lens

Casa Piolas

Casa Piolas: renovada cocina de vanguardia con productos de temporada

Situado en Algarinejo, el restaurante Casa Piolas colabora esta temporada con Diego Gallegos, el “Chef del caviar” de Sollo, establecimiento distinguido con una Estrella Michelín  (AQUÍ la edición online en el Gourmet de IDEAL)  

 

Dirección: C/ Calle Ramón y Cajal, 1. Algarinejo (Granada) Tfno. Reservas: 958 312 251 Jefe de cocina: José Caracuel Gámez. Jefe de sala: Lucía Caracuel Cáliz. Estilo de cocina: Producto de temporada con el sello personal de José Caracuel. Precio medio: A la carta: 35 euros. Menú degustación: 55 euros. Menú del día: No. Imprescindible: Aceitunas, choto y chuletillas Piolas. Capacidad: 40 comensales. Cierra: Lunes y martes. Cerveza: Damm. Café: Candela. Wifi: Sí. Aparcamiento: Aledaños.

El pasado mes de agosto salíamos de Casa Piolas tras una larga conversación con su chef, José Caracuel, en la que nos contaba las ideas que tenía para la nueva temporada. Su propósito era tomarse unas semanas de reflexión y, a la vuelta, ofrecer una renovada propuesta gastronómica que, sin renunciar a sus principios, fuera nueva y diferente. (Leer AQUÍ)

Efectivamente, así ha sido. Casa Piolas se ha reinventado para seguir ofreciendo una cocina de vanguardia que parte de los productos de temporada y de cercanía, siempre interpretados a través del personal sello de Caracuel, impulsor en Granada de la filosofía slow food.

De esta manera, Casa Piolas cambiará su menú cuatro veces al año, adaptándolo a las estaciones, jugando en cada una de ellas con los productos de cada temporada y aprovechando sus características más singulares.

Así por ejemplo, en la brillante y espectacular propuesta gastronómica de Casa Piolas para este otoño se puede disfrutar de un sensacional Ajoverde, pimiento dulce y gallina escabechada; un sorprendente y cromático Tartar de salchichón y betabel; unas tiernísimas, sabrosas y juguetonas Ancas de rana zarandeadas y un suculento bocado de Foie, chocolate y naranja que explota en la boca con toda la intensidad de sabor.

En esta nueva andadura, José Caracuel cuenta con la colaboración de un viejo conocido: el chef Diego Gallegos, cuya andadura profesional arrancó en Casa Piolas y que actualmente goza de una Estrella Michelín en su restaurante Sollo de Fuengirola. Una alianza que resulta perceptible en platos como el Esturión, patata y su jugo o en las increíbles Mollejas y caviar; dos guiños a ese Riofrío tan vinculado a Caracuel y Gallegos, al que no en vano se conoce popularmente como “el chef del caviar”.

Comer en Casa Piolas es hacer un viaje. Un viaje que nos conduce por todos y cada uno de los rincones de nuestra Granada gastronómica, no en vano, el 80% de lo que comemos es de procedencia granadina y otro 15%, andaluza, que el movimiento slow food apela, además de a la calma y a la lentitud, a la relación de proximidad con los proveedores, ese Km. 0 que tanto favorece la economía circular.

En ese sentido, es una alegría constatar que el sensacional menú degustación de Casa Piolas sigue arrancando con una encendida reivindicación de la aceituna, un producto al que estamos tan acostumbrados que, en demasiadas ocasiones, no le concedemos la importancia que tiene.

¡Es flipante el muestrario de aceitunas con que comienza la comida! Todas diferentes, presentadas sobre un racial tronco de olivo, cada una de ellas portadora de una historia, de un sentido, de una explicación. Porque en Casa Piolas, cada bocado cuenta. Sin olvidar a la Gilda, otro de esos bocados a reivindicar y que se presenta en su doble vertiente: con la anchoa ahumada y al natural.

Decíamos que el menú degustación de Casa Piolas es una invitación al viaje que, partiendo de los productos más cercanos, nos conduce lejos. Por ejemplo, a México, con la Ternera de palancal, camote y curry; un plato enormemente evocador gracias a sus sabores de ultramar.

Y de vuelta al terruño, el plato de Lentejas y chuletas al estilo piolas, un homenaje de José Caracuel a su abuela y a la cocina casera que recupera los sabores de toda la vida. Un plato que demuestra que tradición y modernidad no están reñidas.

Una generosa selección de los premiadísimos quesos de la comarca sirven de transición al postre, un cremoso de Miel, polen y flores que se deshace en la boca, seguido de un Chocolate, almendra y granada repleto de matices y texturas.

Otro detalle del menú degustación de Casa Piolas: el exquisito cuidado de los vinos, por supuesto, con un trato muy cariñoso a las bodegas granadinas que mejor trabajo están haciendo. Porque el compromiso con la proximidad también es esto.

Resulta sorprendente cómo José Caracuel ha renovado por completo su menú degustación, aprovechando las sinergias de su colaboración con Diego Gallegos y utilizando Sollo Experience, su taller de I+D+i. Una reinvención que se apoya en la consolidada filosofía y sólidos principios de Casa Piolas para seguir avanzando en la senda de la excelencia, al punto de ofrecer ahora mismo una de las propuestas gastronómicas más excitantes de la provincia de Granada.

Jesús Lens

Inquietante propaganda

Llevo sin abrir la puerta de casa desde hace una semana. Tampoco contesto al teléfono fijo, por mucho que se empeñe en sonar. Lo reconozco: estoy acojonao.

Ojo: si viene con espárragos, sí le abro.

El primero en amenazar fue Llamadme Juanma. Dijo que iba a pedir el voto puerta a puerta en una campaña electoral basada en el Knocking the door, una táctica habitual de ingleses y norteamericanos. Y como parece que la idea ha calado, ahora es Susana Díaz la que se apunta a la moda de hacer tantos mítines y actos de campaña que es más fácil toparse con ella a la vuelta de la esquina que encontrar una oferta para el Black Friday imposible de rechazar.

Con la edad me estoy haciendo muy impresionable y, aunque no hay excesivas posibilidades de que Juan Marín se asome al Zaidín, prefiero no correr riesgos innecesarios, hacerle caso a los consejos maternos y no abrirle la puerta a desconocidos.

¡Ahí va! La cartera…

Pero es que ahora ha llegado, también, lo de la amenaza electoral a través del móvil. ¡Ya decía yo que tanto aceptar la ingesta de cookies a mansalva no nos iba a traer nada bueno!

Todavía no sé muy bien cómo va a funcionar la propaganda electoral a través del terminal telefónico, pero sería curioso y llamativo que, al igual que los teleoperadores te intentan colocar una batería de cocina, un seguro, una tarjeta o la portabilidad de la línea; podamos recibir una llamada en la que te intenten vender las bondades de Adelante Andalucía o te adviertan del peligro -y lo absurdo- de votar a Vox.

Los Dragones entran en campaña

Molaría poner a prueba el argumentario de los teleoperadores que te tratan de convencer de que Andalucía es imparable o de que Andalucía son más que una.

Sé que los tiros no van por ahí. Que la cosa será más sutil y científica. Recuerden que soy experto en Noir. Sé positivamente que el fraude a la vieja usanza, el tradicional pucherazo y la compra de votos ya no se estilan. Ahora serán la inteligencia artificial, los robots y las neurociencias quienes tengan la última palabra. Y eso sí provoca pánico.

Jesús Lens