Entre promesas y negaciones

Sé que debería hacer un estudio más serio y riguroso, pero no quiero que me acusen de meterle cocina a las peregrinas líneas que se aprestan ustedes a leer.

Ha arrancado la campaña electoral y, les hablo de memoria y sin tirar de Google; percibo dos tendencias bien diferenciadas entre unos y otros partidos.

PSOE y Adelante Andalucía le han escrito su carta a los Reyes Magos y traen ideas y propuestas de gobierno. Las promesas electorales de toda la vida. Del PSOE recuerdo cosillas en educación -más docentes para que baje la ratio entre alumnado y profesorado y más libros gratis- y también que va a mirar la ampliación del Metro en Granada y algo de las zonas rurales.

Adelante Andalucía está por la energía verde y la protección del medio ambiente por la zona de Doñana y ha defendido que Granada debe ser la gran abanderada de la ciencia en Andalucía.

Sin embargo, cuando pienso en las propuestas del PP y de Cs, solo se me vienen a la cabeza sus promesas de no dejar gobernar a Susana Díaz. Y tampoco consigo sacarme la imagen de Moreno Bonilla y Casado en el McDonalds.

Estoy seguro de que algo más habrán dicho. Sobre la corrupción, por supuesto. Y sobre la hispana españolidad andaluza. Pero, ¿alguna propuesta constructiva y concreta para nuestro futuro inmediato? No caigo… Ya les digo: sé que debería esforzarme más, pero ahora mismo, mi percepción es esa.

Aunque, bien pensado y dado que procuro leer cuatro periódicos al día, ¿no debería fiarme de mis percepciones? A ver si es que, efectivamente, son dos formas diferentes de afrontar la campaña y, mientras las izquierdas salen a defender el resultado a través de las clásicas promesas electorales; las derechas y los liberales afrontan el choque pensando más en desbaratar el juego del adversario que en desplegar el suyo propio.

Prometo estar más atento en los próximos días. Y anotar y analizar las propuestas tangibles de los diferentes partidos. Ojo. No me vuelto cándido, inocente y crédulo. No me voy a tragar acríticamente una ración de promesas electorales detrás de otra. Pero sí quiero constatar si unos tienen un discurso más constructivista -aunque no me crea ni la mitad de la mitad de sus propuestas- y los otros están más pendientes de bloquear, obstruir, enredar, negar y retranquear.

Jesús Lens

Una columna tóxica

No me lo esperaba, la verdad. La palabra del año, según el diccionario Oxford, es “tóxico”.

No sé a ustedes, pero a mí me impresiona -y asusta- bastante más que las de años anteriores: “Fake news” en 2017, “postverdad” en 2016 y el emoji de la risa en 2015.

“Tóxico” es una palabra muy fuerte, muy compleja y que tiene múltiples acepciones en el lenguaje contemporáneo. Precisamente por ello ha sido elegida por Oxford, trascendiendo la escueta definición de la RAE: “Que contiene un veneno o produce envenenamiento”.

¿Ha utilizado usted la palabra del año, más o menos frecuentemente, este 2018? Porque en la web de Oxford consta un incremento de un 45% en las consultas sobre su significado.

Por ejemplo, ¿ha hablado usted de agentes tóxicos? Yo sí. En concreto, en El Rincón Oscuro, la sección que dedicamos a la cultura negra y criminal, todos los jueves, en IDEAL. Fue al escribir sobre los envenenamientos de agentes secretos con material radiactivo y su traslación a las series de televisión.

Pero el término, efectivamente, ha crecido mucho y ahora es lugar común hablar sobre ambientes y/o relaciones tóxicas. Se utiliza mucho en psicología. Sobre todo, en la de barra de bar. Son tóxicas algunas relaciones de pareja y, también, ciertas relaciones laborales.

Sostiene Oxford que la palabra de marras “se evalúa para reflejar el ethos, el estado de ánimo o las preocupaciones del año que termina y que tiene potencial a largo plazo de convertirse en un término con significado cultural”.

Me pregunto, ¿hay correlación en inglés con el término “toxicomanía”, que aquí utilizamos como sinónimo de “drogodependencia”? Porque si el concepto “tóxico” puede convertirse en término con significado cultural, habrá que replanteárselo. ¿Y si los toxicómanos fueran, en el futuro, los adictos a las relaciones tóxicas? Porque haberlos, haylos.

Como las personas. Tóxicas. Otra definición muy de moda. Y muy compleja. Para mí, la gente tóxica tiende a enmierdar todo lo que toca. Complica las cosas, por sencillas que sean. Transmite pesimismo y negatividad. Resulta gris y cenicienta. Y te roba la vida. Te absorbe la fuerza vital. Pasas un rato con una y es como si hubieras envejecido un mes.

Sí. Por desgracia, no va muy desencaminado Oxford con su elección. De hecho, lo tóxico tiene hasta su propio Vengador, un superhéroe cinematográfico del que hablaremos pronto.

Jesús Lens

Hoy, libren

Ayer, que era el Día Mundial de la Filosofía, solo sabía que no sabía nada. Como cualquier otro día. Nada, excepto una cosa: que esta columna tenía que hablar de las librerías, que hoy es su día señalado.

La semana pasada trataba de dar con un lema que nos sirviera a Katha y a mí para diseñar una pieza alusiva al Día Internacional de las Librerías, pero no estaba yo muy imaginativo. Quería que tuviera que ver con ese Noir que tanto me gusta, pero sin sangre ni violencia, que ya tenemos preparada una pieza especial para celebrar el Black Friday ese.

En busca de inspiración, releí “Cosas raras que se oyen en las librerías”, un regalo de mi Cuate Pepe y encontré la frase que estaba buscando: “Cliente: ¿no os agobia estar todo el día rodeados del libros? A mí me daría pánico pensar que van a saltar de la estantería para matarme”.

¿No es maravillosamente inquietante? Pero, como les digo, no queríamos teñir de rojo la efeméride. Fue inevitable volver a pensar en la similitud fonética entre libro y libre y, como la gente negra y criminal que somos, decidimos centrar la pieza en la fuga de libros, convirtiéndonos en sus cómplices y animando a la peña a acudir, hoy, a su librería más cercana. Y a pagar el rescate exigido para sacar en libertad los ejemplares elegidos, por supuesto.

¿Para qué, más libros, con todos los que tienes sin leer?

Esa pregunta, recurrente, no se merece siquiera una respuesta, como todos los buenos aficionados sabemos. Esa pregunta solo se merece una mirada despectiva, enarcando una ceja, desde la superioridad moral que te otorga estar por encima de pensamientos tan reduccionistas. ¿Por qué, una cerveza más, con todas las que te has bebido? ¿Otro concierto más? ¿Otra carrera?

La pregunta adecuada, en un día como hoy, la plantea un niño:

“—Mami, ¿me compras este libro?

—Pregúntale a tu padre.

—¡Papá! Mami dice que si no me compras este libro no podrás acostarte con ella esta noche”.

Cosas extraordinariamente raras que se oyen en las librerías…

Jesús Lens

Alhambra Palace como icono

Hay llamadas sorprendentes que te alegran la vida. La del pasado sábado fue una de ellas: se está grabando un documental sobre el hotel Alhambra Palace y me preguntaron si quería participar, hablando de cine y la presencia e influencia del hotel en películas como “Días contados” o en el proyecto fallido de Orson Welles sobre Lorca.

El mítico Agustín Penón de Enrique Bonet, también estuvo en el Palace…

Hoy fue el día y, aunque estaba citado a las 12, llegué una hora antes para darme el gustazo de desayunar en una de las grandes terrazas de Granada. Como estaba nublado, hacía fresco y era tarde, no había un alma. ¡Qué gustazo, disfrutar de aquella vista y de aquella soledad! Háganme caso: dense el lujo. El capricho. Regálense a ustedes mismos una hora en la terraza del Alhambra Palace. Por el precio de un café o una caña, disfrutarán como enanos.

El Palace forma parte de skyline de Granada. Su rojo berbellón es tan reconocible como el blanco nuclear de la Fundación Rodríguez Acosta. Y qué gran partido le sacó Imanol Uribe en su brutal adaptación de la novela del maestro Juan Madrid: el Palace como símbolo del amor más tórrido y abrasador.

¿Sabían ustedes que Douglas Fairbanks y Mary Pickford se alojaron allí? Es un dato que me emociona: entrar en el Palace es como hacer un viaje en el tiempo. ¡Más de cien años lo contemplan! Casi la misma edad que tiene el cine.

Leo el libro sobre la historia del Hotel Alhambra Palace que se presentó hace unos meses y disfruto de cada página, desde el prólogo de Rafael Guillén: “Al hablar del patrimonio cultural de una ciudad, muy raramente se menciona un hotel. Sin embargo, esta forma de hospitalidad para con el viajero o visitante, imprescindible en cualquier circunstancia, pocas veces tiene el merecido realce”.

Cómo se nota que Rafael pertenece a la estirpe nómada de buenos viajeros que, teniendo puerto al que regresar, disfruta de cada etapa del viaje. Ahora que viajo menos, tomar un café en el Palace me reconcilia conmigo mismo y con mi pasión por por los horizontes lejanos.

Jesús Lens

Las viñetas más negras de BCN Noire

¡Qué pedazo de proyecto! 23 historietas de género negro ambientadas en la ciudad condal. Publicado por Norma Editorial, el tomo “BCN Noire” es una declaración de amor/odio de medio centenar de guionistas y dibujantes a la ciudad de Barcelona.

23 historias que muestran aspectos muy diferentes de una de las capitales del mundo, una ciudad en permanente proceso de cambio y transformación, sometida a todo tipo de tensiones y siempre en el foco de la actualidad más palpitante.

23 visiones diferentes sobre el lado oscuro de Barcelona, la ciudad del diseño por antonomasia. 23 perspectivas alternativas al discurso oficial, de uno y otro lado. 23 historias protagonizadas por personajes mucho más reales que esos otros cuyos discursos y proclamas nos tenemos que tragar un día detrás de otro.

Como siempre ocurre con las antologías y los proyectos colectivos, unas historietas me gustan más que otras. Por ejemplo, simpatizo más con las protagonizadas por mendigos, putas e inmigrantes que con las tramas de mafiosos de altos vuelos.

Escribe Cristina Fallarás en el prólogo de BNC Noire un perfecto resumen de lo que encontrará el lector a medida que avance en la lectura de sus páginas: “Llegué a Barcelona en los años ochenta, cuando todavía se llamaba a las cosas por su nombre y nosotros no fingíamos creer en la igualdad. Este volumen excelente es un compendio de drogas, sangre y putas. Las cosas por su nombre”.

Efectivamente. Las cosas por su nombre. Por ejemplo, en “Servesa bier amigo” de Salva Rubio + Diego Olmos, una de las historias que más me han gustado, protagonizada por un inmigrante paquistaní que no tardará en saber el precio de ser otro tipo de Messi, en Barcelona.

O la pira funeraria que, por Sant Joan, montan unos okupas. Que hay muchas tribus urbanas representadas en BCN Noire. Si es que a los skin heads más fachas, protagonistas de dos o tres tramas, se les puede denominar así. Aparecen, por ejemplo, en “Bajo presión”, una historieta escrita por Damián Campanario y dibujada por nuestra Natacha Bustos.

Me apropio de “nuestra” Natacha Bustos por dos razones: nacida en Ibiza, estudió Bellas Artes en nuestra fértil y feraz UGR y su obra forma parte de la exposición “Rueda de reconocimiento: la huella del noir en el cómic granadino” que La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea y Granada Noir estrenaron en la tercera edición del festival patrocinado por Cervezas Alhambra y que seguirá en cartel hasta mitad de diciembre, en La Madraza.

En “BCN Noire” hay una historia que homenajea a “Taxi Driver”, algún crimen perfecto que no termina de salir muy bien y venganzas. Muchas y sentidas venganzas. También es una gozada descubrir una crítica certera y afilada a las nuevas y posmodernas modalidades del célebre timo de la estampita y a costumbres del siglo XXI tan ridículas como el Balconing o el Reto del Takifugu: comerse el ponzoñoso pez globo que, mal cocinado, puede ser letal… y subirlo a las redes sociales.

Y hay droga. Mucha droga. Porque la droga forma parte del paisaje de nuestras ciudades y pueblos. De la coca y el caballo a la maría, pasando por la droga caníbal que convierte a los hombres en bestias. También hay locos, pirados, zumbados y chalados; elemento propio de las grandes urbes. Y ojito con ellos, que sus cerebros, más agujereados que un queso gruyere, tienen sinrazones que sus corazones no son capaces de ponderar.

En BCN Noire hay, en fin, brillantes historias de grandes maestros como Andreu Martín o Sánchez Abulí, dos de los padres del género negro en nuestro país.

En su brillante epílogo a este más que recomendable volumen, el padre del proyecto, Raule, explica su génesis: “Se me ocurrió que sería fantástico escribir unas cuantas historietas de género negro ambientadas en Barcelona y que las dibujasen diferentes artistas de la ciudad. Por la eterna falta de tiempo y los muchos proyectos que llevo entre manos, pronto deseché la idea de escribir yo solo todas las historias, así que contacté con mis camaradas guionistas y los sumé al proyecto”.

¡Qué maravilla, encontrar el empuje y la complicidad de tanta buena gente y de semejante caudal creativo para sacar adelante un proyecto de tamaña envergadura!

Y otro apunte importante que hace Raule: “Tuve claro desde el principio que la Ciudad Condal iba a ser un personaje más y que los autores tenían que conocerla como la palma de su mano, por lo que me autoimpuse unas directrices: todos los autores debían llevar muchos años viviendo en Barcelona (aunque no hubieran nacido en ella), ser profesionales del cómic y tener cierta experiencia o trayectoria en el género negro”.

Con esas mimbres, es lógico que Norma Editorial apostara a ciegas por el proyecto: el resultado es de una gran calidad y las 23 propuestas que componen “BCN Noire” permiten hacerse una magnífica idea de las muchas caras alternativas a la oficial de una de las grandes ciudades del mundo.

¿Se imaginan, un libro así basado en Granada, con la cantidad de talento creativo que hay en nuestra ciudad? Ejem, ejem. Ahí lo dejo…

Jesús Lens