Paseo por el Granada Gourmet

Cuando me preguntaron de IDEAL si quería echar una mano en el Granada Gourmet que arranca esta mañana, lo primero que hice tras aceptar tan jugosa propuesta fue encaramarme a la báscula. Y el susto fue morrocotudo: 99,5 kilos. De esto hace ahora 10 días.

Todos tenemos un límite psicológico en nuestra relación con la báscula. Un límite que consideramos infranqueable. Una línea roja que de ninguna manera podemos cruzar. ¿Adivinan cuál es mi tope? Efectivamente: los 95 kilos. Imaginen, pues, el estado de pánico en que entré.

Decidí ponerme a plan. A régimen, o sea. Solo que lo del plan suena mejor. A la vez, empecé a documentarme sobre el Gourmet. Que si la Guía Michelin y su historia, el Carnicero de las Estrellas y la carne de vaca gallega más selecta, Paco Morales, Noor y la cocina andalusí; los quesos de Lanjarón, Maracena y Montefrío galardonados internacionalmente… ¡Qué hambre, por favor!

Si leer sobre comida siempre da gusa, hacerlo cuando estás a régimen provoca ansiedad. Pero como uno es un profesional de tomo y lomo; seguí documentándome sobre las catas, ponencias, talleres, showcookings y gastrobares que, desde hoy, toman al asalto el Palacio de Congresos.

Y también aproveché para leer un tebeo: “El gourmet solitario”, de Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi, publicado por Astiberri. ¡Qué joya más deliciosa y encantadora! ¡Qué ganazas de hacer una ruta por los diferentes japos de la ciudad y ponerme al día con su fastuosa gastronomía! Y de viajar, también. Qué mono de viajar.

Además de pasar hambre, he aprovechado esta semana para salir a trotar con regularidad. Cuatro o cinco veces en diez días. Que no está mal. Eso sí: como hemos tenido jazz y una presentación literaria, por la barra del bar también he pasado. Y, aunque no he cedido a la tentación de pedir un buen plato de carne asada a la piedra del Alegría, algún cariño sí le he dado a mi cuerpo serrano.

¿Conclusión? Que a 24 horas del día G he bajado la nada desdeñable cantidad de… 200 gramos. Llego al Granada Gourmet, pues, al límite del explotío final. ¿Qué pasará entre hoy y el domingo?

Lo iremos viendo. Y contando. Eso sí: les espero a todos en el Palacio de Congresos, que unas cañas y unas gastrotapas habrá que echarse al coleto, digo yo…

Jesús Lens

17 muertos. 17 desaparecidos

¿Se imaginan el impacto que hubiera tenido la muerte de 17 personas en nuestras playas, de no ser inmigrantes que se han ahogado al tratar de cruzar el Estrecho? ¿Se imaginan la zozobra en la que estaríamos sumidos, si los 17 desaparecidos de las pateras hundidas ayer no pertenecieran a un grupo de magrebíes que trataban de entrar en España?

17 muertos. 17 desaparecidos. Un lunes cualquiera.

Hagamos autocrítica: de todas las memes y noticias; de todos los audios y links que ha recibido/enviado usted en las últimas 24 horas, ¿cuántos de ellos hacían referencia a la muerte de 17 personas en las costas españolas, entre Melilla y Cádiz? ¿Minutos de silencio? ¿Crespones negros? ¿Banderas a media asta? ¿Debates encendidos en los programas de máxima audiencia sobre el tema?

17 muertos. 17 desaparecidos. De una tacada.

¿Lo ha comentado usted en el bar, antes o después de hablar de Solari, Messi o del liderato del Granada CF? ¿Alguien ha hecho referencia al tema en su presencia, en un silencio entre Alsasua, Cospedal, Dani Mateo o la sorpresiva irrupción de Broncano y Dani Martín en El Hormiguero, un acontecimiento, éste sí, imprescindible?

No lo digo porque esos temas me parezcan banales o intrascendentes, sino por la menguante atención que le prestamos a eso que pomposamente llamamos El-drama-que-no-cesa, lo cada vez menos que nos afecta, lo poco que nos preocupa… excepto para exacerbar al xenófobo que llevamos dentro.

He repasado los timelines y los muros de gente de mi entorno y, con honrosas excepciones, nada. Ni una mención. Ni una referencia. Como si no hubiese ocurrido.

Miles y miles de personas muertas yacen en el fondo del Mediterráneo, ahogadas al tratar de buscar una vida mejor en Europa. Son tantas que, mueren 17 más, y apenas les prestamos atención. No tenemos tiempo. No encontramos siquiera un minuto para dedicarle un pensamiento a semejante ignominia.

Poco a poco, igual que hacen los estados y los gobiernos, nuestros corazones se van blindando con el acero y el espino de las vallas y las concertinas.

Jesús Lens