Periplo, una incitación al viaje

¡Cómo he disfrutado del festival Periplo, en el tinerfeño Puerto de la Cruz! Salí el viernes a mediodía del aeropuerto de Málaga y, al ganarle una hora al reloj, a las cinco y media de la tarde ya estaba escuchando a Gabi Martínez, embelesado, en la carpa situada frente al museo arqueológico.

Han sido apenas dos días, pero los he estirado como si fueran cinco, hablando y escuchando hablar sobre la relación entre el viaje, la literatura y la imagen

De los libros y los proyectos de Gabi, con la Caravana Negra como idea más reciente, me permitirán que les hable con más detalle en otra columna, que me parece un concepto apasionante, perfectamente exportable y con una inmensa cantidad de posibilidades creativas.

Hoy quiero hablarles de esa literatura de viajes que podría parecer abocada a la extinción por culpa de los foros de internet y que, sin embargo, está más viva que nunca. Lo decía Mariano López, el director de la revista Viajar que, en noviembre, cumple nada menos que cuarenta años: nuestro objetivo es incitar al viaje.

Me encantó la propuesta: incitar. Sobre todo porque entronca con lo que intenté hacer en Verano en Bermudas, la serie veraniega que publicó IDEAL durante los 31 días del pasado agosto: incitarles a conocer los rincones de nuestra provincia por los que iba pasando, además de hacerles partícipes de las historias con las que me encontraba.

Incitar al viaje. Provocar sensaciones y, por qué no, despertar recuerdos a través de la escritura. Y de la fotografía, por supuesto. O del cine, tema sobre el que versó mi conversación con Antonio Lozano y Eduardo García Rojas.

Foto: Pablo Martín Carbajal

Entre el viernes y el domingo asistí a una decena larga de conversaciones. Unas, sobre los viajes de placer, podríamos decir. Otras, sobre los viajes por obligación, con la inmigración como gran protagonista. Pudimos disfrutar del estreno oficioso de un documental del periodista Nicolás Castellano sobre  el llamado Drama-que-no-cesa y hacer un viaje al pasado de la mano de Rosa María Calaf y Carmen Sarmiento.

Un viaje a una televisión pública en la que todavía eran posibles programas documentales como “Los marginados”, a través de los que conocimos lacerantes situaciones de explotación y miseria, de las Mujeres-Jirafa de Birmania a la prostitución en Filipinas. Periplo, un festival que incita, también, a reflexionar.

Jesús Lens

El auténtico fascismo

Utilizamos con tanta alegría determinadas palabras que terminamos por devaluar su significado. Nos acostumbramos a ellas, las pronunciamos sin límite, normalizamos su escucha y las aplicamos tan generosamente que las desvalorizamos. Entonces, cuando el hecho que describen deja de ser una metáfora o una exageración y se produje realmente, cuando el auténtico significado ya no es un recurso dialéctico utilizado para epatar o insultar y se convierte en una amenazadora realidad; nos encuentra cansados y sin fuerzas, incapaces de reaccionar.

Nos está pasando con el fascismo, una de las palabras más ridículamente utilizadas en estos años de tontuna e idiocia intelectual, aplicada a las situaciones más variopintas, y que hemos hecho nuestra con una facilidad extrema.

Hemos banalizado tanto el concepto que, cuando el fascismo está llegando, el fascismo de verdad, no sabemos cómo reaccionar frente a él. Para unos, ilusos ellos, el fascismo es un resabio del pasado que, en forma de algaradas, sables y tacones militares, no representa amenaza alguna: no hay más que asomarse a la calle para darse cuenta de que no hay nada de eso en nuestro entorno.

Para otros, todo es fascismo. La Transición y la Monarquía son hijas del fascismo. La bandera es fascista. El PSOE tiene comportamientos fascistas. El PP es más fascista todavía. Ciudadanos, mucho más fascista aún. Los partidos nacionalistas son fascistas. La policía es fascista. La Guardia Civil es fascista. Y entonces llega Vox. Y cuando hace su aparición en escena, con su discurso claramente xenófobo y racista, ultranacionalista y belicoso; apenas nos quedan carnés fascistas para repartir, que ya estaban todos cogidos.

Entre peleas dialécticas, juegos florales y reparto de cartas de pureza democrática, los partidos tradicionales se enzarzan en folletaícas varias y discusiones estériles, pero no plantan cara de forma decidida a la auténtica ponzoña que contamina a los regímenes democráticos: la corrupción. Esa corrupción que indigna a los ciudadanos y asquea a los votantes, auténtico caladero de votos para políticos populistas que saben cómo canalizar el desencanto y el hartazgo de la gente.

La corrupción y la desigualdad creciente de las sociedades, el paro estructural y la pobreza de facto de amplias capas de la población; animan a más y más gente a decantarse por opciones políticas de corte indisimuladamente fascista, por mucho que se presenten con la barba bien recortada en vez de con afilado bigotito.

Jesús Lens

El sopor mágico de Granada

De nuevo estamos de enhorabuena. Tras la magnífica exposición sobre Lorca y la Residencia de Estudiantes, el Centro Lorca sigue haciendo honor a su nombre y a su cometido y organiza una nueva muestra con todo el sentido del mundo, exhibiendo algunos documentos del Legado que, por fin, descansa en casa. En su casa. En la casa que le construimos entre todos.

Lo escribía en este mismo espacio, hace unos meses: la muestra “Una habitación propia” le insufló vida al Centro Lorca, dotó de alma a lo que, hasta entonces, era un espacio cultural frío y desapasionado. “Desde el Centro. Federico García Lorca y Granada” abunda en esa vía y contribuye a dar calidez a la llegada del legado del poeta, imprimiendo firmeza y solidez a los pilares que cimentan el Centro de la Romanilla.

En este caso, además, la muestra funciona como un juego de espejos ya que  rastrea la huella de Granada en la trayectoria de Lorca y la influencia de nuestra tierra en su obra.

Igual que ocurriera con “Una habitación propia”, al margen de lo didáctico de los paneles informativos y de lo bien seleccionados que están los fragmentos con textos del poeta que visten las paredes del espacio expositivo, lo realmente emocionante de la muestra son los textos manuscritos por Lorca. Los originales de sus conferencias, por ejemplo, repletos de tachones correcciones y frases al margen. Y sus cartas. ¡Ay, sus cartas!

Estamos ante una exposición que muestra, a la perfección, la contradictoria relación de Lorca con Granada, a la que tanto necesitaba, de la que tanto obtenía… y de la que tan lejos se tenía que marchar, una y otra vez. No dejan de sorprender, por tristemente contemporáneas y actuales, sus arengas a nuestra tierra y a nosotros mismos, los granaínos: “¿Qué hacer, Dios mío, para sacudir a Granada del sopor mágico en que vive?”

Y su tesis sobre la estética del diminutivo, tan nuestro, entre el cafelillo, el vinito y la cervecita, viendo pasar las horillas: “Granada, solitaria y pura, se achica, ciñe su alma extraordinaria y no tiene más salida que su alto puesto natural de estrellas. Por eso, porque no tiene sed de aventuras, se dobla sobre sí misma y usa del diminutivo para recoger su imaginación…”.

No dejen de verla. Desde el Centro. En el Centro. Lorca. ¡Por fin!

Jesús Lens

Los improbables 7 museos

¿Un museo dedicado a la Semana Santa? ¿En serio? ¡Pero si Granada es un museo viviente de la Pascua en sí misma, con decenas de desfiles procesionales tomando sus calles los fines de semana, para solaz de los turistas! En Granada, la Semana Santa, en vivo y en directo, se alarga casi hasta diciembre, entre cornetas, cohetes, tambores y cera derramada…

No les voy a engañar: Tato me tuvo que sujetar cuando, tomando el primer café de la mañana en el Kaoba, vio que me ponía blanco y empezaba a marearme. Estaba acodado en la barra y la noticia me pilló de sopetón: los expertos abogan por la creación de un museo dedicado a la Semana Santa para apuntalar la candidatura de la capitalidad cultural.

Boqueando como pez fuera del agua y al borde de a apoplejía, Tato me hizo reaccionar:

—¡Tranquilízate, hombre! Que los expertos también proponen crear un museo de Arte Contemporáneo y otro dedicado a las Letras y a la Palabra…

Era cierto. De hecho, ¡hasta siete nuevos museos proponen crear! Los tres citados más uno dedicado a los Títeres, otro al Flamenco, a la Historia y a las Tradiciones y a la Arqueología Industrial. También se habla de un Museo de la Guitarra e, incluso, de crear espacios dedicados a diferentes figuras de la historia y la cultura granadinas.

Teniendo en cuenta el tiempo que ha llevado la reapertura del Arqueológico y lo escasa y diminuta que ha resultado ser su propuesta museística, plantearse la creación de siete nuevos museos en Granada suena tan a fantasía y ciencia ficción como la posibilidad de ver a un tren circulando por los raíles de la provincia.

¿De dónde piensa sacar el Ayuntamiento dinero para poner en marcha y mantener cualquiera de estos nuevos museos, al margen de su mayor o menor idoneidad? Porque la asfixia económica municipal es la razón aducida para no colaborar con diferentes iniciativas culturales que llaman a su puerta.

No me gusta ser pesimista ni agorero. Me encantaría que en Granada hubiera un museo de Arte Contemporáneo, pero la Diputación se lo curra muy bien con el Guerrero y Condes de Gabia. También fliparía con un buen museo dedicado a la Palabra y a la Literatura, pero ¿no cabría en el Centro Lorca? Por ir distinguiendo entre deseos, posibilidades y crudas realidades, mayormente.

Jesús Lens

Volver para retroceder

#Volverparaavanzar fue el iluso hashtag que utilizó el PSOE local para popularizar el fin de la LAC y la vuelta a las líneas de autobús de toda la vida. Pero no. En realidad, ha sido volver para retroceder.

Miren que le he echado paciencia al tema, pero no hay manera. Esta semana, dos veces ha fallado el 5, que antes funcionaba como un metrónomo. El martes por la tarde, nos dio con la puerta en las narices, sin una explicación del conductor, dejándonos a los vecinos del Zaidín con cara de gilipollas. Me tocó subir a toda leche a la Avenida de Dílar, donde la frecuencia de paso de los autobuses de la línea frecuente, además de infrecuente, es caótica, con largos tiempos de espera y, de golpe, flipar al ver dos 4 seguidos, uno detrás del otro. “Otro día que llegamos tarde al trabajo”, es fácil oír entre la gente que desespera, esperando al Godot-Bus por las mañanas.

Me lo decía una señora, compuesta y sin 5, cuando nos quedamos tirados en la parada de Félix Rodríguez de la Fuente: “No tengo fuerzas para subir a la Avda. de Dílar, que vengo reventada del trabajo. Qué invierno más malo me espera”, suspiraba con impotencia.

Ayer por la mañana salí con más de una hora de margen para ir a la Estación de Autobuses. El 5 hizo de las suyas nuevamente y pasó 15 minutos tarde. Llegué con 5 minutos de margen para coger el ALSA al aeropuerto de Málaga sin que hubiera un solo atasco o retención en las calles de Granada. Si no, no llego.

Estos días, Ayuntamiento y Rober se cruzan acusaciones en los medios de comunicación. Debe estar tensa la cosa, entre sentencias judiciales ganadas por la concesionaria, autobuses obsoletos, falta de inversión, etcétera. Entre tener la razón y tener razones, el hecho objetivo es que las prestaciones de los buses urbanos cada vez son peores. En pocas palabras: no te puedes fiar de ellos. Y eso es lo peor que se puede decir de un sistema público de transporte. Resulta imposible calcular el tiempo de espera en cualquier parada, lo que convierte en una odisea hasta el recorrido más sencillo, con el consiguiente cabreo del personal, todo el día pidiendo disculpas y dando explicaciones de por qué vuelve a llegar tarde. Otra vez.