Sueldos por los suelos

Según la prensa económica y especializada, España ha salido de la crisis: llevamos cuatro años de crecimiento del PIB, el precio de la segunda residencia vuelve a estar por las nubes y las previsiones de futuro son halagüeñas, ergo… ¡au revoir, maldita crisis!

Las grandes cifras no mienten. Ni el escenario macroeconómico. Ni las estadísticas. Por ejemplo, las que señalan que el sueldo medio baja un 1,4% durante el último año, ajeno a la recuperación económica, tal y como leíamos en IDEAL hace unos días.

¿Cómo es eso posible? ¿No habíamos quedado en que la crisis había terminado? ¿Entonces? La cosa no parece tener mucho sentido, ¿no? Pero sí que lo tiene. Al menos, de acuerdo con la famosa Teoría del Pollo. Pongamos que vamos a un merendero de las faldas de la Sierra, usted y yo, estimado lector, y que pedimos pollo. Un buen pollo de corral, crujiente y muy asado.

Aprovechando que usted no para de hablar por el móvil, me doy prisa y me zampo el pollo entero, no dejando más que los huesos en la bandeja. ¿Qué diría la estadística de dicho acto de injustificable glotonería? Pues que nos hemos comido medio pollo cada uno, aunque yo haya pedido sales de fruta para hacer la digestión y a usted le rujan las tripas, rojo de indignación.

Sí. Es posible que haya terminado la crisis. Lo dice Mariano Rajoy y su gobierno. Lo constatan Juncker y las altas instancias de la Unión Europea, el FMI y el Banco Mundial.

El problema es que la crisis ha terminado bastante más para unos -los pocos de siempre- que para la inmensa mayoría de los otros. Dejando al margen las intolerables cifras de paro, que deberían sacar los colores a los que hablan del final de la crisis, el hecho de que el salario medio de los trabajadores siga bajando es buena prueba de la creciente precariedad en la que se ha instalado la economía de amplias capas de la población.

No es de recibo que, mientras las cuentas resultados de las grandes empresas dan beneficios multimillonarios y las del entorno macro muestran crecimientos continuados y sostenibles, el paro siga siendo el que es y los salarios, cada vez más bajos. Un círculo vicioso y empobrecedor que es necesario romper de una maldita vez, en vez de darles caña a los estibadores y controladores aéreos, de lo que ya hablé AQUÍ.

Jesús Lens

El Metro del Infierno

Una cosa buena ha hecho la Junta de Andalucía con el tema del Metro: generar expectativas. Todas malas, eso sí. Pero expectativas, al fin y al cabo. Y, como ocurre con las grandes citas, con las grandes ocasiones… no todo puede salir como está previsto, de forma que la expectación ciudadana se verá necesariamente defraudada. Lo que, paradójicamente, es bueno.

Disculpen el galimatías anterior, pero no se me ha ocurrido una forma más clara de exponer el caos y el sinsentido de todo lo que rodea a un Metropolitano que, por fin, echa a rodar. Con pasajeros en su interior. Porque, después de años y años de obras, cambios de trazado, túneles, soterramientos y pruebas; Ayuntamiento y Junta todavía no han tenido tiempo se sentarse a negociar lo de los transbordos, dándose un plazo de dos meses para resolverlo. Y los plazos, cuando se trata del Metro, ya sabemos a lo que tienden…

 

El caso es que, si hacemos caso a los peores vaticinios, que son los que baraja el 99% de la población granadina, el próximo jueves se producirá tal atasco en Granada que la puesta en marcha del Metro abrirá los telediarios de difusión nacional, internacional y hasta interplanetaria. El Gran Atasco será lo único que se vea desde el espacio, junto a la Gran Muralla China, los invernaderos de la Costa y otras leyendas urbanas por el estilo.

¿No es una parada fantástica?

Además, lo más probable es que se estrellen cinco o diez coches contra los vagones, antes de comer, que no funcionen los semáforos, que un pollino se coma el césped artificial y que el infernal invento tarde dos horas y media en atravesar el Camino de Ronda.

 

Más allá están Sebastián Pérez y el PP, para quienes dicho escenario sería incluso benigno… Y no, oigan, no. Igual que la ciudad no se ahogó en alcohol tras el cierre del Botellódromo ni ha salido en los papeles por los monumentales atascos que iban a provocar las aperturas del PTS y del Nevada; podrá sobrevivir a la puesta en funcionamiento del Metro.

Costará trabajo, habrá disfunciones y tardaremos en acostumbrarnos. Pero terminará formando parte de nuestra vida cotidiana. Lo contrario sería un despropósito de tal calibre que debería llevar a más de uno a la cárcel.

 

De cara al jueves, aunque resulte aburrido, seamos optimistas: lo peor no terminará por ocurrir.

 

Jesús Lens

El periodismo en clave Noir

Tengo muchas ganas de preguntarle esta tarde a Quico Chirino si la novela negra le sirve para ir más allá de su actividad periodística o si mantiene separadas ambas facetas. Porque hoy miércoles, a las 20 horas, se presenta en el Cuarto Real de Santo Domingo su excelente “A la izquierda del padre”, publicada por Samarcanda. Y será uno de los temas que pongamos encima de la mesa. Aprovechen para leer la excelente entrevista que Pablo Rodríguez hace a Quico Chirino en IDEAL.

También tengo mucha curiosidad por saber qué opina Eduardo Peralta, director de IDEAL, sobre una novela muy negra en la que uno de los protagonistas es, precisamente, un periodista.

 

De hecho, era tanta la curiosidad que me suscitaba el tema que me he lanzado a interrogar a Quico Chirino, por adelantado. Y esto me dice: “En mi caso, mi novela poco tiene que ver con mi labor periodística habitual, aunque que está reflejada parte de mi experiencia como reportero en mis primeros años. En cambio, sí aprovecho la novela para reflexionar sobre el periodismo y a mis personajes para que digan cosas que en mí no resultarían políticamente correctas. Pienso que mi narración tiene mucho de crónica, o eso pretendo, y en la forma de documentarme sí se percibe mi labor periodística”.

Foto: FERMIN RODRIGUEZ. Quico Chirino, Periodista y escritor

Una respuesta muy interesante que abre caminos y me anima a ampliar el espectro de autores interrogados sobre la cuestión. Porque en la tercera edición de Granada Noir vamos a tener una mesa redonda, presumo que apasionante, con algunos periodistas que, más allá de su labor informativa e investigadora, escriben y publican género negro.

 

Por ejemplo, Javier Valenzuela, autor de “Limones negros”, publicada por Anantes y de la que ya hablamos en esta sección. Y que nos dice lo siguiente: “La novela negra es, desde su nacimiento, un modo excelente de contar con espíritu crítico la realidad del mundo capitalista. Lamentablemente, la creciente censura que hoy ejercen los poderes políticos y económicos sobre el periodismo hace que muchos profesionales tengamos que recurrir hoy más que nunca a la coartada de la ficción literaria para sacar a la luz cosas que sabemos que son ciertas”.

¿Es o no es un excelente punto de partida para una conversación sobre periodismo y literatura policíaca? En ese sentido, es muy interesante la opinión tanto de Quico Chirino como de Valenzuela sobre por qué han elegido este género para contar sus historias.

 

Nos dice Chirino: “Yo he querido hacer una crónica social, apoyado en la ficción. Y sucede que si te acercas a la realidad y la recoges sin aderezos es muy probable que te salga una novela negra. Como escritor no quiero ser políticamente correcto. Por eso, en mis escenarios, en los ambientes marginales que recreo, hay droga, quinquis y ratas que muerden a los niños en la cabeza. No solo flamenquitos y mucho arte; que también son una parte de la realidad, pero esa la dejo para otros escritores”.

 

Javier Valenzuela, por su parte, abunda en el mismo sentido: “Empecé a ejercer el oficio de periodista porque hacía posible que me pagaran por tres cosas que siempre me han encantado: escribir, viajar y combatir las injusticias. En “El País” debuté como cronista de sucesos en el Madrid de los años quinquis y luego fui corresponsal de guerra en Beirut, Teherán, Sarajevo y otros lugares, así que terminar escribiendo novela negra me parece un colofón de mi carrera bastante lógico. Por lo demás, ya leía a Hammett, Chandler y compañía hace cuarenta años, no tuve que esperar la llegada de los escandinavos para pensar que este es el género literario más crítico, realista y entretenido de nuestro tiempo”.

 

Como ven, no les falta retranca, humor e ironía a ninguno a unos Quico y Javier que compartirán conversación, en la última mesa redonda de #GRN3, el sábado 7 de octubre (*), con otros dos pesos pesados del periodismo español: Mariano Sánchez Soler e Íñigo Domínguez, autor de una impresionantes e imprescindibles “Crónicas de la mafia”, publicada por Libros del K.O.

Mariano Sánchez Soler, periodista y escritor de raza, autor de “El asesinato de los marqueses de Urbina”, Premio L’H Confidencial de 2013 y publicada por Roca Editorial, nos explica que “mis libros no tendrían sentido si no fueran instrumentos de conocimiento, de revelación. No escribo historias tan oscuras porque me diviertan. Si quisiera escribir novelas adaptadas al consumo literario tendría que ir por caminos distintos que no me interesan absolutamente nada. A mis 59 años, me considero un escritor radical; sigo escribiendo sobre lo que me gustaría leer y con ello trato de responder a la realidad que me ha tocado en suerte. La escritura es para mí una actividad total en la que cabe el periodismo, el ensayo, la narrativa, la poesía, etcétera. Son distintas parcelas de una única posición ante el mundo y la vida… Desde el punto de vista profesional, soy un cronista, un narrador, un periodista literario. Uso la palabra escrita como herramienta absoluta”.

Y sobre su método de interrelacionar periodismo y literatura, Mariano Sánchez Soler es igual de contundente y radical: “Ningún tema está escrito. Somos narradores de un tiempo en ebullición. Ficción y realidad se funden en mis libros. La creación ha sido siempre como un péndulo. Cuando la investigación periodística no llegaba hasta sus últimas consecuencias, en vez de conformarme y pasar a otra cosa, utilizaba esos materiales para escribir ficciones en las que construía la historia que podría haber escrito si hubiera conseguido los datos precisos, o si hubiera demostrado los hechos que buscaba en mi investigación”.

¿Dónde están los límites entre el periodismo y la literatura? ¿Dónde termina uno y comienza la otra? De todo eso y de mucho más empezaremos a conocer esta tarde, en la charla con Quico Chirino y Eduardo Peralta. Y, desde el 29 de septiembre, en Granada Noir.

 

Ya saben: el crimen sería perdérselo…

 

En la web www.granadanoir.com pueden consultar el programa completo de #GRN3.

 

Jesús Lens

Estólido Estulin

¡La que ha liado el tal Estulin al decir que los andaluces somos unos vagos irrecuperables que no trabajamos nunca y que, de Madrid para abajo, esto es África del Norte! Según el sesudo analista, ex agente del servicio de contrainteligencia ruso metido a tertuliano de televisión, nadie quiere apoyar a Andalucía y, además, nadie sabe lo que es España por ahí fuera. Sin embargo, según él, en Europa todo quisque sabe qué es Cataluña. (Ver AQUÍ)

Un cachondo, el lituano, especialista en todo tipo de conspiranoias, empezando por el famoso Club Bilderberg, del que dice haber escrito su historia definitiva, y siguiendo por otros enigmas, como el instituto Tavistock o el Club de los Inmortales. Aunque a mí, el libro suyo que más me podría interesar es “Sabiduría china para hablar en público”… ¡allá cada uno con sus paranoias y perversiones!

Lo de la proverbial pereza andaluza, el tal Daniel lo sustenta en un dato que, para el muy contrainteligente analista, es irrefutable: en nuestra tierra hay un 70% de desempleo. ¡Tócate los cojones, Estulin!

 

Por seguir con el símil de los vagos rascapelotas: antes de ir a una tertulia a soltar majaderías, ¿no deberías haberte molestado en mirar los últimos datos de desempleo, para justificar opiniones tan demagógicas? O, lo mismo, el vago impresentable que no pega un palo al agua y no tiene ganas de trabajar, eres tú, estólido Estulin…

 

El final de agosto ha dejado en Andalucía 831.612 desempleados. Que ya son, ojo. Que son muchos. ¡Muchísimos! Pero que, en porcentaje, supone… un 25% aproximadamente. Que es un porcentaje intolerable, sin duda. Y muy alarmante. Pero que acudir a un programa de televisión a soltar la imbecilidad de que el desempleo en Andalucía es del 70%, es una canallada.

Son mamarrachos como el tal Daniel Estulin los que contribuyen a generar tensiones innecesarias entre la gente. Porque, por desgracia, sigue habiendo muchas personas que se creen todo lo que oyen en la televisión y no se molestan en contrastarlo, repitiéndolo después en la barra del bar, como si fuera un mantra infalible.

 

-Que sí. Que los andaluces son unos vagos de mierda. Que lo ha dicho un ruso muy listo que de esto sabe un huevo. Que ha dado hasta cifras. ¡El 70%, cobrando el paro! ¡Y el PER! ¿Veis como España nos roba?

 

Y así vamos. Así seguimos…

 

Jesús Lens

Patriotismo tributario

Habrán visto la foto, replicada hasta la saciedad: los dos número 1 del tenis mundial, Garbiñe Muguruza y Rafa Nadal, posando con una bandera de España, lo que ha henchido de orgullo a un montón de gente.

A mí me alegra, como a (casi) todo el mundo, el triunfo de los llamados nuestros deportistas. Los españoles que compiten en el concierto internacional bajo la bandera rojigualda son la versión extendida y ampliada de los clubes y los equipos de nuestros amores. Y ya se sabe que con nuestro equipo como con la madre: con razón o sin ella.

 

Pero es de justicia contextualizar la foto de marras. Es de justicia para esos deportistas que, pudiendo domiciliarse en el extranjero, deciden “quedarse” en casa… y pagar aquí sus impuestos.

 

Garbiñe, de forma absolutamente legal, cambió su residencia a Suiza en 2016, por lo que no tributa en España. De esa manera, ni un euro de lo que ha ganado en concepto de premios por sus victorias en Roland Garros, Wimbledon y demás torneos del circuito WTA o de lo ingresado por sus contratos publicitarios, repercute en las arcas españolas.

Muguruza me parece una tenista descomunal y extraordinaria, me alegro por sus triunfos y le deseo lo mejor. Pero, desde que sé que tributa en Suiza, le tengo tanto aprecio y simpatía… como a las hermanas Williams: el que siento por una estupenda deportista. Nada menos. Pero nada más. En cuestión de afectos, me resulta más cercana nuestra Mireia Belmonte, sin ir más lejos.

 

O el propio Rafa Nadal que, tras sus tiras y aflojas con Hacienda y su domiciliación fiscal en el País Vasco, “volvió” a radicarse en su Manacor de toda la vida.

 

Es cierto que la vida productiva de los deportistas, además de ser corta, está sujeta a muchos riesgos y vaivenes. Que traten de maximizar sus ingresos tributando fuera es una tentación… que les debería alejar del cariño y la simpatía de los ciudadanos de a pie que tributamos y cotizamos en nuestro país, ganando mucho menos dinero en toda nuestra vida laboral de lo que ellos ganan en un año.

Porque, por lo general, los que tributan fuera son los grandes cracks y no la inmensa mayoría de voluntariosos y sufridos deportistas que, de Suiza, es más fácil que se traigan una navaja roja multiusos que un domicilio fiscal.

 

Jesús Lens