Despedida por Facebook

Sí. Es cierto: ese titular es falso. En realidad, por lo que han despedido a la individua que usted y yo sabemos, es por tonta. Además de por rastrera, miserable y repugnante. Pero a la elementa que escribió en su muro de Facebook lo de Inés Arrimadas -y que me niego a reproducir en esta columna- su empresa la ha despedido por imbécil.

Me ha resultado curioso leer sesudos ejercicios de reflexión sobre los límites de las redes sociales y sobre si es moralmente lícito que una empresa despida a un empleado por sus opiniones en Facebook. Creo que ese debate, en el caso que nos ocupa, es erróneo. Porque yo, perdónenme que insista, estoy convencido de que a la tipeja en cuestión la han echado por haber mostrado a todo el mundo -incluyendo a sus jefes y a sus compañeros de trabajo- que no da más de sí.

 

Imagino que la última palabra la tendrá el Juzgado de lo Social, donde se dilucidará la procedencia o no del despido, pero moral y éticamente, es lógico y comprensible que la empresa la haya echado. ¿Se imagina tener usted en su negocio a una empleada que se permite expresar en público animaladas como las de esta espabilá? ¿Se imagina que se sentara junto a usted y tuviera que verle el careto, todos los días?

Por supuesto que habrá mucha gente que piense barbaridades de semejante calibre. Y será penoso y lamentable. Pero, al menos, no tiene la desfachatez ni es tan descerebrada como para publicarlas en una red social, incitando al odio y a la violencia a la vez que provocando asco y repugnancia.

 

Lo siento, pero aquí no aplica el debate sobre los límites del humor -sic- ni de la libertad de expresión. Porque, libertad de expresión, toda. La misma que tiene una empresa para prescindir de una persona que escribe, publica y comparte según qué basura, en público y abiertamente, sin tener empacho en retratarse como un ser miserable y repugnante.

A ver si, poco a poco, vamos siendo conscientes de que las redes sociales son espacios públicos en los que hay que saber conducirse con un mínimo de decoro, elegancia, sentido común e inteligencia. De hecho, uno de mis propósitos para este año es eliminar de mis contactos a cualquiera que insulte o utilice lenguaje y maneras abusivas y faltonas.

 

Jesús Lens