Machismo asesino

El terrible caso del apuñalamiento de una menor de 14 años por parte de un individuo de 27 está sacando a relucir todas las contradicciones de la llamada lucha contra la violencia de género y sirve como el mejor ejemplo de por qué es necesario un Pacto de Estado que aborde la cuestión, de raíz y de una vez por todas. No es la primera vez que lo escribo. En esta columna de IDEAL, de hace menos de un mes, insistía en ello.

No se combate la violencia de género a base de Tuits precipitados, por ejemplo, como los de Susana Díaz y Mariano Rajoy en el caso de Juana Rivas. Máxime si la presidenta de la Junta de Andalucía le brinda a la mujer asesoría legal y ésta queda en manos de una persona que ni siquiera es abogada. ¿Cómo es posible que haya sido necesario que sus hijos acaben en Italia, con su padre, para que Juana Rivas cuente con un letrado de verdad, cabal y sensato?

 

El modélico periodismo de investigación que está desarrollando José R. Villalba en torno al caso de la niña maracenera apuñalada está destapando las carencias de la Justicia a la hora de proteger a las víctimas de una de las lacras que, como sociedad, nos debería abochornar.

Hasta tres menores habían denunciado por acoso a un individuo sobre el que ya pesaba una orden de alejamiento -quebrantada- de la chica apuñalada y una condena por malos tratos, en 2014, presentada por una antigua pareja. Denuncias por acoso que llevan más de un año a la espera de juicio.

 

Hablar de la lentitud de la Justicia española es un lugar común, una tautología que, en casos como el que nos ocupa, tiene consecuencias trágicas. De ahí la necesidad de un Pacto de Estado sustentado en dos pilares básicos: agilizar la justicia, dotando de más medios económicos y humanos a los Juzgados de Violencia contra la Mujer; y trabajar en la prevención a través de la educación, en todas las edades, instancias y estamentos.

 

No podemos sostener que vivimos en una sociedad moderna y desarrollada y, a la vez, soportar impávidos la violencia machista. No bastan los minutos de silencio, las declaraciones de condena, las concentraciones en las puertas de los ayuntamientos, las banderas a media asta ni los días de luto oficial.

Las más de 15 puñaladas asestadas a una niña que lucha bravamente por su vida nos deberían hacer despertar a todos y cada uno de nosotros.

 

Jesús Lens

¡Feliz Año Nuevo!

¿Cómo afronta usted, querido lector, este comienzo de año? Porque, digan lo que digan los calendarios, el año nuevo comienza hoy, 4 de septiembre, lunes y primer día -efectivo- del curso 2017/18.

Por mucho que la Liga de fútbol y la Vuelta a España hayan irrumpido en nuestra vida en pleno agosto y que “Juego de Tronos” y “Twin Peaks” hayan decidido que también había que ver la tele durante el estío, la realidad es que el año natural viene dado por los meses que transcurren entre el final de un verano y el comienzo del siguiente.

 

Pruebas de ello las tenemos a montones. No tienen más que pasar por un kiosco y ver las promociones de coleccionables -ahora se colecciona por tomos y no por fascículos- o por las librerías y comprobar el feliz despiporre provocado por los libros de texto… y por lo nuevo de Paul Auster.

El principio de año, en Granada, viene dado por las fiestas del Zaidín, su Festival de Rock y por la festividad de la Virgen de las Angustias, las dos caras de la moneda del ser granadino. ¿Se imaginan que, además de los atascos de tráfico propios de las fechas, el arranque del 2017/18 nos sorprendiera con el Metro… llevando gente? Eso sí que sería algo memorable.

 

¿Y en el mundo empresarial y de los negocios? En esos procelosos universos, el año también comienza hoy: si los primeros ocho meses del año no estuvieron a la altura de lo esperado, nos quedan septiembre, octubre, noviembre y diciembre para conseguir los objetivos marcados. Y si vamos de acuerdo con lo previsto, también hay que hacer un esfuerzo para no perder comba, que la competencia está ahí, arreando duro.

 

Se supone que volvemos del verano descansados y con las energías renovadas; con nuevas ideas y proyectos… y con una férrea voluntad de, esta vez sí, cumplir con esos propósitos que tanto se nos resisten. Nos volveremos a apuntar a la academia de inglés y buscaremos en los cajones el carné del gimnasio, en el convencimiento de que podremos entender el cine en VO y conseguiremos desentrañar el misterio de la existencia -o no- de nuestros propios abdominales.

Hoy, 4 de septiembre, comienza todo. Otra vez. Y la pregunta es:¿empezamos ya a incumplir nuestros bienintencionados propósitos o les concedemos otra semana de vida?

 

Jesús Lens

Políticos clones

Pensé que no tendrían el morro de hacerlo, pero… ¡anda que han tardado! Fue publicar IDEAL este reportaje de Jorge Pastor sobre el lamentable estado de la Huerta de San Vicente y ahí estaba Antonio Granados, portavoz adjunto del grupo municipal del PP, haciendo la rutinaria visita de posado-denuncia a la residencia de verano de Lorca. (Leer, ver y escuchar AQUÍ)

Foto: Ramón L. Pérez

Los mismos posados-denuncia que en dos ocasiones anteriores protagonizó Francisco Cuenca cuando el PP gobernaba en la Plaza del Carmen y de los que hablaba ayer en esta columna de IDEAL.

Mientras, ahí está la Huerta de San Vicente, como la Puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo, dejada de la mano de Dios… y del hombre. Que es el responsable de su mantenimiento.

Tiene cuajo Antonio Granados, presentándose en uno de los lugares lorquianos por excelencia para denunciar algo a lo que el gobierno municipal del que él mismo formaba parte no hizo ni caso durante los muchos años que el PP gestionaba Granada. ¡Hasta saca a relucir el proyecto de climatización del inmueble, trabajos de carpintería metálica y arreglo de otros desperfectos que duerme el sueño de los justos… desde los tiempos de Juan García Montero, compañero suyo de bancada en el Ayuntamiento!

Foto: El País

“La Huerta de San Vicente es una prioridad absoluta del área municipal de Cultura, por lo que no vamos a eludir nuestra responsabilidad para trabajar en que este espacio luzca en su estado más óptimo y apropiado”.

¿A que suena bien? Son palabras de Juan García Montero. Palabras que datan de 2010. Sí. Lo han leído bien. Dos mil diez. En concreto, del 28 de diciembre. Quizá ahí radique la clave de toda esta historia. En una inocencia y candidez que, poco a poco, van mutando en hastío y hartazgo ciudadanos.

¿No se dan cuenta de lo ridículos que resultan con sus poses airadas, exigiéndose mutuas responsabilidades y amenazando con denunciarse los unos a los otros; cuando no son más que clones de sí mismos?

Luego se preocupan, los políticos, por el desapego de los ciudadanos. Por los elevados y crecientes índices de abstención en las diferentes citas electorales. Por la escasa participación. Y se devanan los sesos -o eso dicen- reflexionando sobre la desafección.

De ahí que la irrupción de Podemos o Cs, en su momento, fuera tan contundente como ilusionante. Lástima que, por acción o por omisión, hayan tardado tan poco en formar parte del mismo paisaje.

Jesús Lens

Ruinas lorquianas

¿Habrá vuelto Francisco Cuenca a visitar la Huerta de San Vicente, desde que es alcalde? A visitarla para conocer su actual estado, me refiero, que pueden conocer en este modélico reportaje de Jorge Pastor. Porque, cuando estaba en la oposición, bien que iba a la residencia de verano de Federico García Lorca para denunciar su lamentable aspecto. (Igual que acaba de hacer el PP, lo que me ha llevado a escribir esta otra columna en IDEAL, criticando su oportunismo)

Foto: Cadena SER

Debe ser complicado ser Francisco Cuenca. Y tiene que ser ingrato pasar de la oposición al gobierno municipal para, de repente, encontrarte con la responsabilidad de arreglar todos los desaguisados que denunciabas y de cumplir todas las promesas que hacías en las visitas a los barrios de la ciudad.

Leo que, en julio de 2015, Juan García Montero, concejal de cultura del PP, tildaba de manipulación las acusaciones realizadas por el PSOE acerca del bochornoso estado de la Huerta de San Vicente, anunciando que estaba previsto acometer, entre otras, las obras de climatización de un espacio emblemático de nuestra ciudad.

“Después de un año he vuelto a la Huerta de San Vicente, tal vez porque desde los atentados de Barcelona no hago más que escuchar y leer las palabras que Lorca escribió sobre las Ramblas. El calor era sofocante, una chica se desplomó en la habitación de la planta alta, sin que la persona que atendía al público se alterara demasiado: “Es la sexta en lo que llevamos de verano”, me dijo con toda normalidad. He preguntado por qué no se arregla la casa y la respuesta ha sido un levantar de hombros resignado. Así somos”.

Extraordinaria la Carta al Director enviada por Teresa García García a IDEAL el pasado jueves 31. Extraordinaria, dolorosa y muy, muy representativa de la relación de Granada con todo lo referente a Lorca: se nos llena la boca con él y lo celebramos de acontecimiento en acontecimiento, de efeméride en efeméride; pero a la hora de cuidar su patrimonio, no es más que un engorroso incordio, como la última polémica del derribado Hotel Montecarlo vino a demostrar y de lo que hablé en esta otra columna de IDEAL, hace unas semanas.

Foto: El País

¿Cómo es posible que no haya dinero para adecentar la Huerta de San Vicente? Sí. El Ayuntamiento está en ruina y los presupuestos están congelados, pero la Concejalía de Cultura sabe dónde rascar cuándo algo le interesa realmente. Y, a la vista está, la Huerta de San Vicente no se encuentra entre sus prioridades, por mucho que María de Leyva muestre una “tremenda preocupación” y pida disculpas porque las cosas sigan tal cual.

Jesús Lens

Vacaciones de mí mismo

Trece días me han durado las vacaciones de mí mismo. Unas sensacionales vacaciones de ese yo permanentemente conectado y on line, atento a la actualidad informativa, al teléfono y al correo electrónico; enganchado al blog y a las redes sociales.

Trece días de unas radicales vacaciones digitales en las que he disfrutado de mi yo analógico más tranquilo y pausado, hasta el punto de enterarme de noticias como la del fichaje de Kyrie Irving por Boston Celtics o de la muerte del maestro del cine de terror, Tobe Hopper, a través del IDEAL de papel, como antaño.

Lo primero que provoca olvidarse del vértigo de la información en vivo y en directo y desconectar de la siempre acuciante actualidad, es un brutal enlentecimiento del tiempo, de forma que las horas transcurren infinitamente más morosas, plácidas y serenas.

Vista del Cabo Sacratif. Por ahí nos gusta nadar a mi hermano y a mí.

Y, como consecuencia, el yo analógico, despojado de las prisas y las urgencias del yo digital, tiene más tiempo para concentrarse en la realidad, detenerse en los detalles… y recordar.

A mí, recordar, me cuesta. Mucho. De hecho, siempre he dicho que a mí me gusta recordar hacia delante. Pero estos trece días con mi yo analógico, en la playa de la Chucha, en chanclas y bañador, disfrutando de la familia y charlando con los amigos, invitaban a la rememoranza y a echar la vista atrás.

Sentarte a leer bajo el mismo pino, emblemático, que lleva cerca de 50 años dándote sombra, mientras escuchas a los pájaros cantar. Hacerte las tostadas en el mismo tostador de cuando desayunabas Cola-Cao, ponerte la camiseta con la que casi ganaste un torneo de volley playa en la adolescencia, encontrar en el tercer cajón de la cocina las dos piedras que, de niños, mi hermano y yo buscamos en el fondo del mar para que nuestra madre las usara a modo de mazo, para ablandar la carne antes de freírla…

Foto: José Lens

Trece días de calor, moderados vientos de levante y un Mediterráneo cálido y acogedor. Días de comer pescado, beber sangría y nadar en aguas abiertas, bajo las rocas del cabo Sacratif, a la caída de la tarde. Ese cabo Sacratif que da nombre al faro que, una noche más, hará girar su luz eterna, aviso para navegantes.

Esa luz de verano que tiene la virtud de devolvernos a un tiempo en el que todo estaba por escribir.

Jesús Lens