Triunfadores

La vimos en prensa, hace unos días.

 

¡Fantástica foto! (Pinchad la imagen para agrandarla y verla con detalle, por favor)

Podría ser Usain Bolt, tras batir un récord del mundo de velocidad. O Didier Drogba, tras haber marcado el gol definitivo en la final de la Champions.

El chándal Nike, las zapatillas de deporte en un costado y los brazos arriba. ¡Bien arriba!

Su mano izquierda podría sostener el ramo de flores que una linda azafata ha entregado al hombre más rápido de la tierra, nada más traspasar la línea de meta. O podría ser la camiseta que un rival ha intercambiado con el pichichi del campeonato mundial de fútbol.

Una persona, detrás, sonríe. Parece compartir el éxito de la superestrella. Y una bandera. Española. ¿Estaremos ante una nueva campaña a favor de la Marca España? ¿Será este sujeto un nuevo Ibaka, ganará anillos de la NBA y defenderá la brillante elástica de la Eñe?

Mucho nos tememos que la realidad es más prosaica. El triunfador de la foto no tiene nombre. Es decir, tiene nombre, pero nosotros no lo sabemos. Ni lo sabremos nunca, posiblemente. Se trata de un inmigrante. Un inmigrante sin nombre que, a buen seguro, no traerá consigo los ciento y pico mil euros que le permitirían comprar un activo tóxico del podrido inmobiliario español y, por ende, conseguir la nacionalidad rojigualda.

Su alegría, desatada, es más sencilla que todo eso.

Su alegría responde a algo más básico.

A que está vivo.

Un buen día, o quizá fuera uno malo, se subió a una barca hinchable de plástico, de juguete, y se lanzó a cruzar el Estrecho.

No debió de pasarlo bien, a la luz de su alegría al llegar a tierra, aunque fuera detenido por las autoridades y, seguramente, devuelto a África en poco tiempo.

Vivimos en una tierra endeudada que, sin embargo, sigue atrayendo a cientos, a miles de personas que huyen de la miseria, mucho más tóxica que los activos contables con los que aquí contamos.

Aunque no hubiera batido récord alguno, aunque no hubiera ganado la Champion’s, el Hombre sin Nombre, al menos, dormiría esa noche sobre un colchón, tapado con una sábana, después de haber cenado caliente. O de haber cenado. Y punto.

Jesús icónico Lens

Veamos otros Días de la Constitución, qué escribimos: 2008, 2009, 2010 y 2011

¡Mou, quédate!

Querido Jose, parece que el idilio que mantenías con Florentino Pérez, tu presidente y el mío, no pasa por el mejor de los momentos y anda un poco mustio y de capa caída. Frío, frío. Frío, como en “Juego de tronos”… se acerca el invierno.

Hasta ahora, con cada crisis institucional -cuando echaste a Valdano, cuando has fichado a paquetes portugueses que no ocupan ni el banquillo, cuando te has enfrentado a determinados jugadores, cuando casi le saltas el ojo a Tito Villanova, cuando mandas a Karanka a dar la cara por ti, etcétera, etcétera- Florentino te ha apoyado y te ha defendido, a capa y espada.

Parece que ahora, cuando la has liado parda con la cantera, has puesto en el ojo del huracán a Iker o a Sergio Ramos y andas enlodando la posibilidad de que Casillas aspire a algún reconocimiento por encima de Cristiano; a Florentino se le está acabando la paciencia.

Eso y que, desde primeros de septiembre, el Real Madrid tenga la Liga perdida, claro.

Por eso es momento de gritar, aullar, clamar y exclamar: ¡Mourinho quédate!

Querido Jose, quédate porque, desde que llegaste a la Casa Blanca, mi vida es intelectual y socialmente mucho más rica y fructífera que antes. Pero que mucho más. ¡Dónde va a parar!

Desde que te hiciste con las riendas del club de mis amores, creo que solo he visto dos o tres partidos, y siempre porque ha habido gente en casa. Algunos Madrid-Barça y quizá alguna eliminatoria de Champions, el año pasado. Pero poco más. Y eso, claro, ¿sabes la de tiempo libre que me deja?

Tiempo para leer, para jugar al Apalabrados, para ver series y películas, escuchar buen jazz y para disfrutar del baloncesto de la ACB (¡ese prodigioso Real Madrid, eléctrico y electrizante, de Pablo Laso!) y la NBA.

Además, como tus continuos lloriqueos, menosprecios, insultos y mal humor ya aburren hasta a las ovejas (el seguimiento que te hace la prensa deportiva es interesado: tienen que rellenar horas y horas; páginas y páginas de información intrascendente) las victorias y las derrotas del equipo nos dejan indiferentes y, en las barras de los bares, hablamos de cualquier cosa antes que de fútbol.

Antes, si íbamos a quedar para ir al cine o tomar unas birras, tratábamos de que el evento no coincidiera con un partido del Madrid. O, al contrario, nos juntábamos para verlo y disfrutarlo. Ahora, nos da igual. Nos trae al fresco. Al pairo.

Querido Mou: no te vayas. Gracias a ti, el Real Madrid de fútbol ha dejado de ser importante en mi vida y ha dejado tiempo y espacio para muchos intereses y aficiones que, antes, se veían constreñidos y condicionados por mi pasión blanca.

¡Florentino, no le largues! No largues al portugués iracundo para traer a cualquier entrenador que nos vuelva a hacer sentir y vibrar con el equipo. ¡No nos vuelvas a hacer interesante el fútbol y nos obligues a volver a tener interés por los partidos del equipo de nuestros amores!

Ahora que nos hemos acostumbrado al ser y a la nada… ¡no te vayas, Mou! ¡No nos obligues a volver a abrigar esperanzas, deseos o ilusiones con el Real Madrid de fútbol!

Jesús exblanco Lens

Media Maratón de Granada 2012: a ½ km. por año cumplido

Mi distancia favorita, corriendo, es la Media Maratón. Lo he dicho muchas veces y ahora mismo, nada más terminar la trigésima edición de la Maratón de Granada, doliéndome todos los músculos del cuerpo, lo reitero y me reafirmo: I love the 1/2s!

Este año, además de ser Olímpico, se da la curiosidad de que he cumplido los 42 tacos. Dado que una Media Maratón son 21 kilómetros (y casi un centenar de metros) salgo a medio kilómetro por año cumplido. Unos soplan velas y se hartan de tarta. Otros, nos soplamos decenas de kilómetros y nos hartamos de Alhambras Especiales. ¡Cada loco con su tema!

Ayer leíamos en la prensa que hoy podría ser un infierno para los atletas. Había un 85% de probabilidades de lluvia durante la carrera y un pronóstico muy ventoso. Nada de eso se cumplió.

El cielo de Granada, a las 8 de la mañana. ¡La Amenaza Fantasma!

Y me fastidia.

¡Vaya si me fastidia!

Porque, de haberlo hecho, habría utilizado el mal tiempo para justifica mi mal tiempo.

Y es que la carrera me ha ido fatal.

A ver. Con matices.

Terminar una Media Maratón tiene mérito. Que conste. Y la de Granada, con sus cuestas en el Camino de las Vacas y el letal Camino Bajo de Huétor, que no deja de picar para lo alto a dos kilómetros de meta; más aún.

Venía yo de entrenar fuerte durante el verano, habiéndome dejado 7 u 8 kilos desde mi apoteosis gijonesa de fabada, sidras y escalopines al cabrales en Semana Negra. Venía yo de hacer una aceptable 1 hora y 47 minutos en la durísima Media Maratón del Melocotón, en Guadix.

Y punto.

Llegando a meta. Foto de González Molero, de IDEAL

Porque, desde mitad de septiembre, apenas si hecho entrenamientos de más de 11 kilómetros. Y a ritmos perrunos. Y así, ¡no!

Lo que me gusta de las Medias Maratones es que son duras y exigentes. La diferencia con las carreras de 15 o 16 kilómetros son los últimos cinco. Y esto no es una perogrullada. Viendo mis parciales hasta el kilómetro 10, donde Silvia y David estaban al pie del cañón, son aceptables, todos por debajo de los cinco minutos.

La subida tampoco fue mal. Cuatro o cinco kilómetros a poco más de 5 minutos el kilómetro.

La Media, cuando iba entera. Foto de González Molero en IDEAL

Pero después… ¡ay, después! Después, cuando el terreno es teóricamente favorable, comenzó un infierno en el que los segundos se te clavan en las piernas como puñales.

Lo que hace grande una Media Maratón son esos últimos cinco kilómetros que, o los entrenas a conciencia, o te hunden.

A mí, me han hundido, como pueden dar fe mi hermano Jose, apostado en el Puente. O Irene, frente a las Angustias. O José Carlos y su mujer, también por la Carrera de la Virgen. O Ana, en el Paseo del Salón. O el colega del básket de Arabial. Lo mismo conseguí engañar a Paco, el Compadre, cuando enfilaba el Parque Almunia. O la fiel Paqui, ya a la llegada. Pero no.

Una Media es algo muy serio. ¡Y así tiene que seguir siendo!

Al final, me ha salido una hora y cincuenta minutos, en tiempo oficial. Algo menos, según mi Sr. G. (que ahora está cachondeándose de mí y de mis entrenamientos literarios, esos en los que, en vez de correr, voy pensando en mis relatos, mis artículos y mis cuentos. En el enlace, los parciales y el recorrido completo)

Pero el caso es que, si bien había descartado asaltar mi mejor marca, de hace cuatro años (1 hora 37 minutos y pico) y también había descartado bajar de la hora y cuarenta; me hubiera gustado rondar ese 1.45.00 que supone correr a 5 minutos el kilómetro.

¡Ni de coña!

 

Las Medias Maratones, para quién las entrena. Con seriedad. Los demás, con terminarlas, podemos darnos por contentos. Ejemplo de Flor, la Gacela, que lesionada en una pierna, ha hecho la hora y cuarenta y cinco. Y ya imagino los brutales tiempos de Edu, José Miguel, Manuel Puertas, Daniel, mi Álter Flores; de Javi, Antonio, Onio, Txomin y demás Verdes. O Luis y Jesús, esos Triatletas.

AQUÍ, todos los resultados e imágenes de la Media Maratón de Granada. AQUÍ las Galerías de imágenes de IDEAL, de los grandiosos González Molero y Ramón L. Pérez.

A mí me acaba de llegar mi resultado provisional: el 1.426 clasificado. Ea. Si el límite de inscritos estaba en 3.000, hemos quedado por debajo de la Media 😉

Media Maratón de Granada. Fotos González Molero

El puesto da igual. Lo importante es acabar. Y la lucha individual contra el crono, los kilómetros y el cansancio. Y esa vocecilla que te pide que te pares. Y los puñales en las piernas.

Ahora quedan los músculos cansados, la espalda destrozada, las piernas de cemento y un cierto atontolinamiento. Más de lo normal.

Ahora queda disfrutar de un merecido descanso, de una Alhambra Especial bien fría y de una buena película.

Ahora, como nos pasa a los adictos a esto del correr, nos queda empezar a pensar en la próxima.

Jesús mediomaratoniano Lens

¿Y los 4 de noviembre de 2008, 2009, 2010 y 2011?

Por un puñado de melocotones

Me gusta, al terminar una carrera, que los corredores sean agasajados con productos de la tierra, sobre todo, si son naturales. Como los espárragos de Huétor. O los Melocotones de Guadix.

Antes de estas carreras, siempre me gusta bromear sobre ello: los ganaremos con el sudor de nuestra frente.

¡Sobre todo en Guadix, cuya Media Maratón es durísima, pero fascinante! ¿Por qué será que las carreras que más me gustan son siempre las más duras y complicadas? Como la exigente Órgiva-Lanjarón-Órgiva. O la rompepiernas Carrera de las Dos Colinas.

Siempre se lo digo a mi Cuate, accitano de bien: ¿cómo es posible que, en 21 kilómetros, no haya un recto, llano o sin pendiente? Él se ríe. Pero uno de esos años conseguiré que corra esta carrera y ya veremos quién se ríe 😉

Un día excelente, un recorrido precioso y un puñado de kilómetros por recorrer. Al final, casi 21,5. Unos 300 metros más de una Media Maratón. Pero, en realidad, da igual. Nadie viene a correr a Guadix para hacer marca. Es imposible. Lo confirman dos máquinas de correr como el Trotanoches y compañero de trabajo Fernando Arco y el Hombre que Siempre Sonríe, Txomin. Es una carrera para terminarla, para curtirse. Para llevarse buenas sensaciones.

Y así ha sido. Llegamos a línea de salida con el tiempo justo, como es habitual, después de habernos quitado un buen peso de encima, por otra parte. La Gacela iba con hambre. Lo negaba. Lo dudaba. Pero su resultado final y su presencia en el pódium así lo atestiguan: 1h 42m y algún segundo. Sencillamente… ¡BRUTAL!

Por la lejanía, se nos intuye

Yo, que hice 1h 47m y 48s, estoy tan contento como destrozado. Me duelen desde las uñas de los pies hasta la nuca, con paradas especiales en estaciones especialmente dañadas como las piernas y la espalda.

Jodido, pero contento. (AQUÍ, que cada cuál mire sus tiempos)

He llegado el 360 de unos 800 atletas que tomaron la salida. El 77 de mi categoría.

Bien.

Y si pensamos que, hace dos meses, a mi vuelta de Semana Negra, estaba en los 100 kilos, muy bien. El verano de entrenamientos ha rendido.

No creo que pueda volver a mi estado de forma de hace cuatro años, cuando hice mis mejores marcas. En realidad, da igual.

La recompensa, hoy, es estar aquí contando la carrera de esta mañana. Partido y acalambrado. Pero orgulloso y contento. ¡Y admirado por la carrera de esa Gacela a la que ví alejarse en los primeros metros de la carrera y a la que no volví a tener delante hasta que, en la meta, me esperaba con una cerveza en la mano!

¡Y ya había recogido su Bolsa, la tía salvaje!

¿Lo hemos dicho ya? BRUTAL.

Me dio mucha alegría chocar los cinco con Víctor, que ya iba de vuelta cuando yo aun subía hacia la maravillosa Catedral de Guádix, antes de entrar en esa preciosa plaza porticada donde estaba la meta. Y me dio mucha rabia no ver a mi Alter, que me adelantó allá por el kilómetro 11 y al que no fui capaz de encontrar en la meta.

Mención aparte merece la extraordinaria organización de la carrera. Modélica. Agua en los sitios preciosos y, al llegar, ningún atasco o problema para recoger la Bolsa, en la que nos esperaba una camiseta técnica de lo más cómoda. Una XL, en mi caso, que es efectivamente grande.

No quise marcharme de la muy Noble y Dolorosa Ciudad de Guadix sin saludar a Pablo, el responsable de deportes de Diputación que está haciendo un magnífico trabajo con este Circuito, mejorando la participación en cada carrera en un 20% aproximadamente, con lo que ello supone como reto organizativo.

Nos hubiera gustado quedarnos por la zona, como hemos otras veces, comiendo cordero y bebiendo las más que merecidas Alhambras Especiales. Pero África nos esperaba esta tarde, también.

Así que, sintiendo aun el asfalto de las carreteras accitanas y quemados por el sol, partimos hacia Sudáfrica, para conocer la historia de Steve Biko.

Eso sí, esta noche, un par de buenos melocotones caerán en la cena. Unos melocotones ganados con el sudor de nuestra frente, la tensión de los músculos y la fuerza de voluntad que siempre se requiere para terminar una carrera tan dura como esta.

¡Hasta el año que viene!

Y, entretanto… ¡Seguimos!

Jesús melocotones Lens

¿Y los 16 de septiembre de 2008, 2009, 2010 y 2011?

Con la polla de correr

Me había bebido un litro de Aquarius, dos tercios de Alhambra Especial y más de un litro de agua cuando, más por rutina que por ganas, fui al baño, antes de acostarme.

El célebre dicho tan español, “ir a mear y no echar gota” se hizo carne en ese momento. Daba igual los líquidos que le hubiera metido al cuerpo: eran insuficientes. Solo que, si seguía chutándome bebidas, corría el riesgo de enguachinarme, por hablar con términos científicos. Y, entonces, el remedio hubiera sido peor que la enfermedad; por continuar tirando del refranero popular.

El sábado pasado publicábamos este aPostado, animando a la gente a inscribirse en la Media Maratón de Granada. Cosa que está muy bien, pero… ¡ojo!

Precisamente para entrenar las Medias Maratones del otoño granadino: Guadix, Motril y Granada; y aprovechando que este agosto lo pasamos en casa, trabajando y escribiendo, hemos puesto un intenso plan de entrenamiento que, además que sacarnos el sobrepeso de un mes de julio absolutamente excesivo, nos deje en la mejor situación para afrontar una prueba preciosa, pero larga, dura y exigente: los 21 kilómetros y 97 metros que conforman la mítica media distancia atlética.

Hace un par de domingos, la Gacela y yo cumplimentamos 20 estupendos kilómetros, a un ritmo alegre y con una cierta comodidad. La idea era haber ido desde el Zaidín a la fuente de Pinos Genil (lo que popularmente se conoce como “hacer un Pinillos) y vuelta, pero un programa doble de cine, “Invictus” y “District 9” nos retrasó y, en vez de los 23 kilómetros que hacen del Pinillos un reto atlético de primer orden, nos quedamos en los 20. Que no está nada de mal… pero que no es un Pinillos.

Dejamos el reto para el pasado domingo. Pero volvió a hacerse tarde así que hicimos otro recorrido con series y, dado que el miércoles era fiesta, optamos por darnos la traca el martes por la tarde.

¡Primer error!

A partir de aquí, y como aviso para navegantes, viene un compendio de lo que NO se debe hacer. Lo que NO se debe hacer si no quieres terminar odiando esto de correr, abominando de las zapatillas y arrepintiéndote del primer día que pensaste que no estaría mal salir a echar un trotecillo por aquello de hacer deporte.

No conviene plantearte un desafío importante para el final de una jornada de trabajo, en mitad de la semana, cuando ni has dormido bien ni estás mentalizado, preparado y concentrado en dicho reto. Noches de mal dormir, de madrugar para ir trabajar y tardes dedicadas a la literatura, sin apenas descanso no son la mejor manera de prepararse para cumplimenta un recorrido duro y exigente.

Y, por supuesto, lo que resulta del todo inadmisible es no alimentarse de forma conveniente, antes, para hacer 23 kilómetros de una atacada. Que si una tortillita, que si unas cañas y unas tapas, que si unos yogures… ¡por favor! ¡Más seriedad, hombre de dios! Sin gasolina, la máquina no funciona. Que le pregunten a los pilotos de Ryanair y sus aterrizajes de emergencia, por haber sido cicateros con el combustible…

¡Y el agua! Por mucho que uno esté acostumbrado a correr en pleno verano a mediodía, con temperaturas extremas, las tardes del mes de agosto siguen siendo calurosas y correr 23 kilñometros por encima de los 30 grados, desgasta. Y deshidrata. Aunque bebas en la salvadora fuente de Pinos Genil. Para hacer una salida como ésta, hay que beber, mucho y bien, muchas horas antes de empezar a correr.

Y la hora, claro. Que los días ya van acortando. Y si sales pasadas las ocho de la tarde, la oscuridad empezará a cercarte cuando todavía estés entrando en Pinos. Y la vuelta te tocará hacerla a oscuras, con el desgaste que tiene para tendones y articulaciones el ir sorteando obstáculos apenas vistos, evitando tropezar con piedras o metiendo los pies en los hoyos del camino.

¡De noche, sin luz, se corre fatal!

Y queda la opción pararse. Y andar. Una vez descartado el acortar el recorrido, si las piernas no van, si la espalda se quiebra, si está corriendo más cerca de los 7 minutos el kilómetro que de los 6… queda pararse. Aunque, para algunos, en realidad, no sea opción.

En fin.

Que cuando se hacen las cosas mal, cuando se improvisa, cuando uno se confía y se cree más fuerte de lo que en realidad es… viene el Tío del Mazo y te arrea fuerte. Y te deja para el arrastre. Y te cagas en todo: en las zapatillas, en el recorrido, en la comida, en el ansia… ¡con la polla de correr! Con lo bien que se está tumbado, viendo los Juegos Olímpicos por la tele, con una birra fresquita.

Luego llega la noche. Mal dormir, dar vueltas, pasar sed… Y llega la madrugada. El dolor de piernas, la fatiga muscular, el cansancio general… Y llega la hora del café, de la tostada y la prensa. Y la de ponerse a escribir. La de seguir bebiendo.

Y los malos recuerdos empiezan a difuminarse, claro. Y una idea empieza a formarse en la cabeza: para el próximo Pinillos, lo que voy a hacer es…

Porque somos así. Y ya es difícil que cambiemos.

Jesús empajarotao Lens

¿Qué mas aPostados llevamos, este mes de agosto?

El caballero oscuro

Ejército enemigo

Ryan Giggs

Cerveza Alhambra

Prometheus

La ciudad de los ojos grises

Dejarse ir

De dioses y hombres

Garabatos y Nuevas Tendencias en Salobreña

La mano invisible

Media Maratón de Granada 2012

Vuelve el Tirano

Añejas referencias literarias de los políticos de hoy

Cenital

¿Y qué escribimos los pasados 15 de agosto, posiblemente, el día más absurdo e irreal e improbable del año? Posiblemente, nada… 2008, 2009, 2010 y 2011.