¡Mou, quédate!

Querido Jose, parece que el idilio que mantenías con Florentino Pérez, tu presidente y el mío, no pasa por el mejor de los momentos y anda un poco mustio y de capa caída. Frío, frío. Frío, como en “Juego de tronos”… se acerca el invierno.

Hasta ahora, con cada crisis institucional -cuando echaste a Valdano, cuando has fichado a paquetes portugueses que no ocupan ni el banquillo, cuando te has enfrentado a determinados jugadores, cuando casi le saltas el ojo a Tito Villanova, cuando mandas a Karanka a dar la cara por ti, etcétera, etcétera- Florentino te ha apoyado y te ha defendido, a capa y espada.

Parece que ahora, cuando la has liado parda con la cantera, has puesto en el ojo del huracán a Iker o a Sergio Ramos y andas enlodando la posibilidad de que Casillas aspire a algún reconocimiento por encima de Cristiano; a Florentino se le está acabando la paciencia.

Eso y que, desde primeros de septiembre, el Real Madrid tenga la Liga perdida, claro.

Por eso es momento de gritar, aullar, clamar y exclamar: ¡Mourinho quédate!

Querido Jose, quédate porque, desde que llegaste a la Casa Blanca, mi vida es intelectual y socialmente mucho más rica y fructífera que antes. Pero que mucho más. ¡Dónde va a parar!

Desde que te hiciste con las riendas del club de mis amores, creo que solo he visto dos o tres partidos, y siempre porque ha habido gente en casa. Algunos Madrid-Barça y quizá alguna eliminatoria de Champions, el año pasado. Pero poco más. Y eso, claro, ¿sabes la de tiempo libre que me deja?

Tiempo para leer, para jugar al Apalabrados, para ver series y películas, escuchar buen jazz y para disfrutar del baloncesto de la ACB (¡ese prodigioso Real Madrid, eléctrico y electrizante, de Pablo Laso!) y la NBA.

Además, como tus continuos lloriqueos, menosprecios, insultos y mal humor ya aburren hasta a las ovejas (el seguimiento que te hace la prensa deportiva es interesado: tienen que rellenar horas y horas; páginas y páginas de información intrascendente) las victorias y las derrotas del equipo nos dejan indiferentes y, en las barras de los bares, hablamos de cualquier cosa antes que de fútbol.

Antes, si íbamos a quedar para ir al cine o tomar unas birras, tratábamos de que el evento no coincidiera con un partido del Madrid. O, al contrario, nos juntábamos para verlo y disfrutarlo. Ahora, nos da igual. Nos trae al fresco. Al pairo.

Querido Mou: no te vayas. Gracias a ti, el Real Madrid de fútbol ha dejado de ser importante en mi vida y ha dejado tiempo y espacio para muchos intereses y aficiones que, antes, se veían constreñidos y condicionados por mi pasión blanca.

¡Florentino, no le largues! No largues al portugués iracundo para traer a cualquier entrenador que nos vuelva a hacer sentir y vibrar con el equipo. ¡No nos vuelvas a hacer interesante el fútbol y nos obligues a volver a tener interés por los partidos del equipo de nuestros amores!

Ahora que nos hemos acostumbrado al ser y a la nada… ¡no te vayas, Mou! ¡No nos obligues a volver a abrigar esperanzas, deseos o ilusiones con el Real Madrid de fútbol!

Jesús exblanco Lens