Los muros de la patria mía

¡Qué contraste, el de la portada del IDEAL de ayer domingo! Un gran titular, duro y amenazante: “Francia alerta de un 11-S europeo”. Justo debajo, una de las fotos más hermosas que los bibliófilos podemos imaginar: un poeta rodeado por miles de libros, en el estudio de su casa.

Muros de papel IDEAL

“Muros de papel”, ha titulado José Antonio Muñoz el reportaje, bellamente ilustrado por las fotos de González Molero. Muros. Los muros que acostumbramos a ver son los que aíslan, desde el famoso y trágico Muro de Berlín al que separa Israel de Palestina, pasando por el que delimita la frontera entre Estados Unidos y México. O, más precaria, la Valla de Melilla. Muros de la Vergüenza, la mayoría.

Hay otros muros que se han convertido en monumentos, Patrimonio de la Humanidad. El más famoso, la Muralla China. O el Muro de las Lamentaciones. Pero ninguno tan emocionante como ese muro de papel que conforma una buena biblioteca. Y a ellos me refiero en mi columna de hoy en IDEAL.

Porque los construidos utilizando libros como ladrillos son muros vivos, permeables, sólidos, en continuo crecimiento y transformación. Muros que hablan y que dicen mucho de quienes los han ido construyendo, con mimo y delectación, a lo largo de muchos, muchos años.

Muros de papel Lens

¡Mi patria es mi biblioteca! Somos lo que hemos leído. Estoy convencido de ello. También somos las películas y los cuadros que hemos visto. Y los discos que hemos escuchado. Por eso, cuando entro en una casa sin libros, siento una frialdad insoportable, aunque la calefacción esté echando bombas.

¡Qué gran idea, mostrar las bibliotecas de la gente de nuestro entorno! Y a nuestros intelectuales y profesionales rodeados de libros, comentando cuáles son sus favoritos. Cuando se habla de ejemplaridad, también es esto. ¿O no?

Siempre que viene alguien a mi casa por primera vez, lo primero que le enseño es mi estudio. Si de algo me siento orgulloso en esta vida, más allá incluso de los libros que he escrito, es de mi biblioteca. No lo voy a negar: disfruto como un niño pequeño viendo las caras que se les quedan a los amigos.

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Y no. Por supuesto que no he leído todos esos libros. Ni aspiro a hacerlo. Pero cada uno de esos títulos, incluso los que nunca leeré, son un pasaporte a la aventura y la sola posibilidad de su lectura ya resulta emocionante y enriquecedora.

Jesús Lens

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Miedo, escalofríos e indignación

El perturbado asesino Radovan Karadzic ha sido condenado a 40 años de prisión por Genocidio y Crímenes contra la Humanidad. Y a ello va dedicado mi artículo de hoy domingo, en IDEAL.

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Quiso la casualidad que me encontrara en Belgrado cuando se detuvo a esta mala bestia. Había llegado a la capital serbia tras haber pasado varios días en la hermosa capital de la vecina Bosnia, donde los estragos de los cerca de cuatro años del Sitio de Sarajevo seguían siendo visibles y perceptibles.

Y es que no es fácil olvidar a 12.000 personas muertas y a unas 50.000 heridas. Karadzic, psiquiatra de profesión, también fue el responsable de la masacre de Srebrenica en la que 8.000 bosnios fueron asesinados.

Durante el tiempo que pasé en Belgrado presencié concentraciones y manifestaciones exigiendo la libertad de este animal, un demente enfermo de nacionalismo, un genocida repugnante. Recuerdo que sentí miedo. Y escalofríos. Sobre todo, al ver a grupos de jóvenes enarbolando banderas con simbología fascista, gritando como descosidos. Y luego estaban los que, uniformados, pedían colaboración económica a los paseantes. ¡Y la de gente que les daba dinero…!

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Sentí miedo, sí. Pero, sobre todo, sentí indignación. ¡Maldito sea ese nacionalismo manipulador que convierte a personas supuestamente racionales en bestias sin entrañas! Ese nacionalismo que manipula torticeramente la historia y que enfrenta a las personas, a los hermanos y a los pueblos.

De aquel viaje guardo dos souvenirs. Uno me acompaña siempre. Es un bolígrafo que compré en un mercadillo de Sarajevo, fabricado con el casquillo de una bala. Me parece una preciosa metáfora del final de una guerra y la mejor materialización posible de la historia de la Espada y la Pluma.

El otro objeto es siniestramente kitsch: un mapa del Sarajevo en el que se celebraron los Juegos de Invierno de 1984, decorado con sus aros olímpicos y con el trazado de las pistas de esquí, la localización de los trampolines de saltos o la villa olímpica. Y, superpuestos a ese escenario idílico… los frentes del Asedio de Sarajevo: los puestos desde los que disparaban los francotiradores, los puntos de abastecimiento del ejército serbiobosnio, tanques y un aterrador etcétera. El paraíso y el infierno dándose la mano.

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Cada vez que escucho los cantos de sirena de los nacionalismos, de cualquiera de ellos, recuerdo el desmembramiento de los Balcanes. Su descuartizamiento. Y siento miedo. Y escalofríos. E indignación. Como aquellos días, en Belgrado.

Jesús Lens

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Maldita verdad

La verdad os hará libres.

Maldita verdad

Una de esas frases teóricamente incuestionables que, a nada que rasquemos en su superficie, se nos cae a pedazos.

La verdad jode, pero curte.

Otra perla del acervo histórico-cultural español. ¿Seguro que curte? ¡Ay, la sabiduría popular, qué osadamente ignorante puede ser! Y si no me creen, lean “Maldita verdad”, de Empar Fernández, publicada por la editorial Off Versátil.

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Conocer la vida de su hijo adolescente debería ser algo lógico para una madre, ¿verdad? Sobre todo, porque los adolescentes suelen ser como extraterrestres, aislados, irritables y cansados de (casi) todo.

Pero saber lo que hace, con quién va y a quién ve se torna especialmente importante si al muchacho en cuestión le ocurre algo grave. Entonces, puede convertirse en una obsesión.

Que le pregunten a Olga Bernabé, la madre protagonista de “Maldita verdad”. Que, como no tiene dinero suficiente para pagar a un detective privado que rastree en la vida de Daniel, su hijo de diecisiete años, decide contratar a un joven estudiante de criminología que está a punto de terminar la carrera.

Empar Fernández

Que no es la solución ideal, pero que algo es.

¿Son ustedes seguidores de series como “The Leftovers”? Por lo del dolor, me refiero. O como “Happy Valley”. Series que no hacen aflorar las lágrimas, sino que las dejan congeladas en los conductos lagrimales para que se te claven en los ojos y te provoquen un escozor casi insoportable. Pero irresistible.

(Sigue leyendo esta reseña en la maravillosa revista Moon Magazine)

Jesús Lens

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Nos aburrimos

Cuentan las leyendas que, en otros tiempos, el Viernes Santo era complicado de llevar, por las múltiples prohibiciones que imponía tan señalada fecha. Y que, para los niños, era uno de los días más mortalmente aburridos del año.

De todas las prohibiciones inherentes al Viernes Santo, la más conocida sigue siendo la de comer carne. Sin embargo, y haciendo de la necesidad virtud, los gastrónomos se las ingeniaron para preparar unas exquisitas recetas a base de potajes, pescado, dulces y hasta marisco; de forma que lo del ayuno se hizo mucho más llevadero.

El resto de prohibiciones también se suavizaron. De hecho, ya no es costumbre que todas las televisiones programen aquellas interminables películas históricas protagonizadas por sádicos romanos y voraces leones cuyo visionado podía considerarse como algo penitencial.

Y es que aburrirse ya no se estila: de todos los pecados, mortales y veniales, el del aburrimiento es uno de los peor considerados en las sociedades contemporáneas.

Más allá de esas interminables jornadas de diario, bien cargadas de obligaciones extralaborales y extraescolares; cuando llegan los fines de semana y los puentes, nos volvemos locos con eso que se ha dado en llamar “Actividades”, eufemismo que utilizamos para enmascarar programas más exigentes que un Maratón olímpico.

Que si casas rurales y actividades al aire libre. Que si visitas guiadas a no sé dónde. Que si cursos intensivos de no sé qué. Que si jornadas de no sé cuántos… Y, por supuesto, procesiones hasta la madrugada y madrugones para aprovechar bien el día.

Por eso, y siguiendo la estela de mis anteriores recomendaciones para disfrutar de una Semana Santa diferente y alternativa, mi sugerencia para hoy es… aburrirse.

Sí, sí. Aburrirnos. Si por aburrirnos entendemos el despertarnos, levantarnos y no tener que hacer nada. Que no es lo mismo que no tener nada que hacer. Es decir, hacer lo que nos venga en gana y nos pida el cuerpo en cada momento, más allá de las obligaciones de cada uno. Obligaciones obligatorias, ojo. No esas obligaciones que nos echamos innecesariamente a las espaldas para tratar de justificar nuestro paso por la tierra.

Y, oiga, que si no surge nada más interesante, no es mal plan ver la hierba crecer, mientras los peques se las ingenian para sobrellevar el tedio. Que la muerte por aburrimiento todavía no ha sido diagnosticada ni certificada.

Jesús Lens

Han matado a Cines del Sur

Mi artículo de hoy en IDEAL habla de la suspensión de Cines del Sur y de la parte que afecta a las instituciones. Queda pendiente el que afecta a la Granada plañidera de la que hemos hablado otras veces. La que solo sirve para llorar lo que deja perder, por no defenderlo cuándo y dónde toca. 

La Junta de Andalucía ha anunciado la suspensión del Festival Cines del Sur justo la misma semana en que se ha hecho público que la oferta cultural de Granada no destaca en España ni por su calidad ni por su carácter innovador, ampliamente superada por Sevilla y Málaga.

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Paradójicamente, Cines del Sur era una de las propuestas culturales con mayor calidad de esta provincia. Y de las más innovadoras, al abrir una ventana a las cinematografías más desconocidas y menos habituales por estos lares. Atención a las explicaciones, por llamarlas de alguna manera, de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía: “Tenemos que redefinir qué enfoque darle y cómo impulsarlo. No es una decisión definitiva, pero por ahora está tomada”.

¡Qué cansancio provoca ese lenguaje neutro y funcionarial, vacuo y a la vez grandilocuente que, sin decir nada, certifica el asesinato de Cines del Sur!  Redefinir, impulsar, nuevo enfoque… palabrería impostada de la corrección política más rancia y castradora. ¿Y lo de no ser una decisión definitiva pero estar tomada por ahora? ¿Eso cómo se come? ¿Hasta cuándo dura el por ahora? ¿De qué hablamos? ¿De una moratoria? ¿De una cuarentena?

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Habrá que ver y analizar, despacio y con detalle, las partidas presupuestarias que la Junta de Andalucía dedica al cine en las diversas provincias de una Comunidad que, por desgracia y desde el punto de vista cultural, es cualquier cosa menos solo una. Veremos cómo va la cosa en Málaga y en Sevilla, que también tienen sus Festivales de Cine.

Y es que esto es un escándalo, un bochorno y una vergüenza. Aduce la Consejería de Cultura que Cines del Sur “no daba las cifras que se puede esperar y que no es rentable”.  ¿Rentable? ¿A qué rentabilidad se refieren? Sí. Es cierto. El cine iraní y coreano no atrae a las masas. Y el cine africano, ni les cuento. Aun así, la Plaza de las Pasiegas se llenaba, noche tras noche, para disfrutar de las proyecciones al aire libre.

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Para quienes creemos en la diversidad, Cines del Sur era un pasaporte que nos permitía conocer otros mundos y otras realidades. Ahora, esa ventana está cerrada. Otra más. Y con ello seguimos construyendo una Granada cada vez más cateta, más uniforme y más cerrada en la que el aire, enrarecido y pestilente, empieza a ser irrespirable.

Jesús Lens

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