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Porque hoy tampoco va a hacer uno de los mejores días del año, precisamente. Y teniendo en cuenta que aún está por llegar la parte mollar de la Semana Santa, ¿qué mejor plan que quedarse en casa, leyendo? Ese es mi consejo en mi artículo de IDEAL de hoy. Leer.

Los caballeros orden toledo

La pregunta con la que abro esta columna es típica de las entrevistas de verano. ¡La de postureo intelectual que permite! Aún recuerdo a un entrevistado, sosteniendo que iba a releer el “Ulises”, de Joyce. ¡Ahí, ahí! Con un par. ¡A releerlo! Y es que, si leer viste mucho, releer te reviste de un hálito intelectual que no se puede aguantar.

Dicho lo cual, les confieso que yo también voy a aprovechar estos días para releer. ¡En serio! ¡De verdad, de verdad de la buena! Y no es postureo. Voy a releer “La araña del olvido”, la imperial novela gráfica de Enrique Bonet publicada por Astiberri.

Los surcos del azar humillación

Y es que la historia de Agustín Penón y su investigación lorquiana con la que abrí el año literario vuelve a llamarme a gritos, tras la excelente presentación que su autor hizo en Salobreña uno días atrás. Quiero leer de nuevo ese tebeo y reparar en los mil y un detalles de un libro que, como los buenos vinos, va a mejorar con el tiempo.

Quiso la casualidad que a aquella presentación también acudiera Juanfran Cabrera. Y tuve la fortuna de que me regalara unos tebeos a los que llevaba tiempo queriendo echar mano. Que su saga de “Los caballeros de la orden de Toledo”, editada por Arian, ganó hace unos meses el premio a la mejor obra nacional en Expocómic. Con guion de Javierre, las tres entregas de la serie nos conducen a aquella mítica Residencia de Estudiantes en la que coincidieron Lorca, Dalí y Buñuel. Entre otros.

Los caballeros orden toledo Dalí

¡Aquello sí que fue un acontecimiento histórico e interplanetario! Y divertido, si hacemos caso a los tebeos. Que debemos hacérselo. Que Antonio Orejudo Utrilla ya lo contó en su mágica e inolvidable “Fabulosas narraciones por historias”. Dos he devorado. Me queda el tercero. Y me apunto al crowdfunding por el cuarto, pero ya.

Y como el talento literario granadino no se agota, también les recomiendo “La botella de Bukowski”, de Rafael Ruiz Pleguezuelos, publicada por IAO Arte Editorial.

La botella de Bukowski portada

Una novela iniciática sobre la pulsión creativa y la necesidad de escribir, de la que pronto hablaremos más en extenso.

Jesús Lens

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Calle Cloverfield 10

A mí me sonaba una película anterior que llevaba un Cloverfield en el original, pero que en España se estrenó con uno de esos títulos neutros que lo mismo sirven para una comedia de enredo que para una película de superhéroes. (Era «Monstruoso» y la comenté en el anterior Pateando el Mundo, pura arqueología emocional hasta en los colores).

Y como vi que el cartel de “Calle Cloverfield 10” incorporaba el nombre de JJ Abrams como productor, el viernes de Dolores lo tuve claro y me fui al cine a darle la bienvenida a la Semana Santa.

Calle Cloverfield 10

Insisto: en estos tiempos de sobreexposición informativa, hay que tratar de ir al cine de la forma más inocente posible, sabiendo lo mínimo sobre el argumento de las películas, para disfrutar de las sorpresas que guionistas y directores te tienen reservadas.

Y, en “Calle Cloverfield 10” te esperan muchas sorpresas. Muchas y buenas. Te esperan giros prodigiosos en la trama, descubrimientos increíbles y golpes de efecto que se dejan noqueado.

No. No puedo contarte nada sobre de qué va, para no arruinarte ni uno solo de los milimétricamente medidos 103 minutos de metraje. Porque la clave de la ópera prima del director Dan Trachtenberg está en las sorpresas. En esos giros inesperados de una trama que hace de la mezcla de géneros una gran virtud.

Cloverfield 10

Eso sí: no llegues tarde al cine. Ni un minuto. La película, para disfrutarla en toda su grandeza (que la tiene) y si quieres participar del juego que plantea, requiere de tu presencia en la butaca desde el arranque. ¿Estamos?

Al no poder hablar del guion ni de la historia, destaquemos el ritmo, endiablado, de la película. Que no quiere decir que vaya todo el tiempo al límite de velocidad, sino que el director y los montadores le han dado el ritmo preciso que la misma requiere, dependiendo de la secuencia. Una película que resulta felizmente morosa en unos momentos. Endiablada en otros. Opresiva, liberadora, cómica, dramática, terrorífica, fantástica…

Y los sustos. Que los sustos, compartidos en un cine, se disfrutan mucho más. Que ya saben ustedes que no es lo mismo ver una película que ir al cine.

(Sigue leyendo esta reseña en mi espacio Lensanity)

Jesús Lens

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