El acoso como argumento

En la primera temporada de la heladora y soberbia serie “Happy Valley”, un personaje visita la cárcel con la intención de darle a un detenido una severa lección moral sobre los actos y sus consecuencias. Sin embargo, una vez enzarzados en la cuestión, resulta ser el preso quien escupa a la cara del visitante actos del pasado que han tenido graves y desgraciadas consecuencias en el presente. Para todos.

Acoso Happy Valley

El pasado. Qué importancia tiene el peso del pasado en la narrativa criminal. Pero, ¿hay un pasado más lejano que el escolar? En el consciente de las personas, me refiero. Posiblemente no. Al menos, si la persona ha vivido en un entorno familiar más o menos normalizado.

En el colegio se hacen los primeros grandes amigos, se aprende a convivir en grupo, se experimentan la diversidad, el miedo a los exámenes, la responsabilidad, el éxito, el fracaso, la ilusión, la decepción… Todo ello forma parte de hacerse mayor, madurar y aprender a vivir en sociedad. Pero en el colegio también se dan situaciones que, excediendo ese marco, convierten la vida de determinados estudiantes en un infierno: el acoso, también conocido por el anglicismo de bullying.

Acoso

Un libro, una serie y una película muy recientes y adscritos al Noir tienen al acoso como parte importante de sus tramas. Así, “Maldita verdad”, de Empar Fernández, se basa en la investigación llevada a cabo para tratar de determinar qué le pasó a un estudiante de instituto que sufre un serio, imprevisto e imprevisible percance en su casa. ¿Con quién salía? ¿Con quién dejó de salir y por qué? ¿Qué pasó con su Facebook y quién estuvo hurgando en sus interioridades?

Empar Fernández está escribiendo, ahora mismo, la novela negra más apegada a la realidad que podemos encontrar en el panorama editorial español. Tan, tan realista que algunos dicen que eso no es novela negra. Que sin pistolas, gángsteres, asesinos en serie o tramas de corrupción no cabe habla de novela policíaca. Nos da igual. Llamémosla gris asfalto, como ha empezado a conocerse a este tipo de narrativa. Pero leámosla. Porque es básica y capital.

Maldita verdad

Por cierto, ¿son ustedes de mirar hacia atrás y reunirse de vez en cuando con los antiguos compañeros del colegio o del instituto, para reverdecer historias y anécdotas del pasado?

El caso es que en las salas de cine se está proyectando una de las películas sorpresa de la temporada: “El regalo”. Sería muy cruel contar cualquier cosa sobre el argumento de un filme que atrapa al espectador para ir llevándolo de la mano y con los ojos cerrados hasta un final tan inquietante como apoteósico. Solo diremos que todo comienza cuando un antiguo compañero de instituto aparece en la vida de una joven pareja de profesionales, que estrenan casa nueva, flamante y con unas vistas extraordinarias.

Acoso el regalo

Pero la serie que tiene como eje central la cuestión del acoso y del abuso escolar es la angustiosa, poderosa e imprescindible segunda temporada de “American Crime”, creada, escrita y dirigida por John Ridley.

Ridley, cineasta y novelista afroamericano, ganador del Oscar al Mejor Guion Adaptado por “Doce años de esclavitud”, ha provocado un terremoto en el universo seriéfilo, gracias a unas tramas filmadas con estética de falso documental que enfrentan a la sociedad americana a sus peores contradicciones.

Acoso American Crime

Todo comienza con la llamada de una mujer a emergencias, denunciando una violación. A continuación, la presentación de los personajes. Varios de ellos son jóvenes estudiantes de un prestigioso instituto privado y miembros de su exitoso equipo de baloncesto. Y están los profesores. Y el claustro. Y los compañeros. Y están los padres. Y los hermanos. Y los tíos. Y los vecinos. La gente normal, o sea. Solo que el concepto de normalidad está sobrevalorado, como no tardaremos en ir descubriendo.

“American Crime” es una de las series más poliédricas y humanamente complejas del actual espectro televisivo. No es tanto que sus personajes no sean ni buenos ni malos. Es que son buenos y malos a la vez. Personajes creíbles, de carne y hueso que, con sus contradicciones y sus miedos a cuestas, yerran tanto como aciertan en su toma diaria de decisiones.

Acoso American Crime 2

Una serie que provoca preguntas, dudas e interrogantes a un espectador que se descubrirá, como los personajes, enfrentado a sus propios prejuicios, dudas y zozobras.

Jesús Lens

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Rascarse el bolsillo

De vez en cuando, algún conocido me pregunta si me sobra una entrada para el partido de turno del Covirán Fundación CeBé Granada. ¿Sobrarme? ¿Cómo me va a sobrar una entrada? Yo, lo que tengo, es mi carné de socio. En primera fila. Que para algo fuimos mi Cuate Pepe y yo a las oficinas del club nada más abrirse el plazo. Para sacar los mejores abonos de temporada posibles.

Rascarse el bolsillo CB

En realidad, cuando alguien pregunta lo de si te sobra una entrada, lo que quiere saber es si le puedes colar de alguna manera, dándole igual el cómo. Además de presuponer que tú entras gratis, por supuesto.

Pues no, mire usted. ¡No! No me sobra ninguna entrada. Ni entro gratis al baloncesto. ¡Es que ni se me ocurre hacerlo! Porque no me parece ético ni moral. Y es que, como aficionado al deporte de la canasta, quiero ver al mejor equipo posible. Y eso, cuesta. Dinero. Pasta. Parné. ¡El rukiki!

Y sí. Está muy bien que pongan dinero las instituciones y los patrocinadores. Y las familias de los chavales de la cantera. Pero, tener o no tener un buen equipo de baloncesto, también es responsabilidad de los aficionados.

En el mismo sentido, como amante del jazz, soy miembro de Ool Ya Koo, una combativa asociación que lleva tres años programando jazz en vivo en el Club Magic de la Plaza de Toros, todas las semanas.

Rascarte el bolsillo Ool Ya Koo

Las subvenciones, ayudas y contribuciones están muy bien. Pero los proyectos, para convertirse en una feliz realidad, sostenible y perdurable, necesitan del apoyo de la gente. De la Sociedad Civil, que le dicen. Los socios, mecenas y crowdfunders aportan fondos. Los voluntarios, esfuerzo, tiempo y dedicación. Los amigos, apoyo moral y asistencial. Los seguidores internautas, difusión y ruido mediático.

Todos ellos hacen falta, resultando imprescindible y necesario su concurso. Pero, sobre todo, se necesitan espectadores. Gente que dedique tiempo y dinero a disfrutar de la programación cultural, deportiva, artística e intelectual. El Festival de Música y Danza, por ejemplo, es lo que es por el apoyo que tiene entre la ciudadanía, con llenos casi absolutos en cada una de sus propuestas.

Rascarse el bolsillo festival

Sí. Son tiempos duros. Pero las aficiones cuestan. Y para mantener vivos a nuestros equipos deportivos favoritos o a los festivales que más nos gustan, hay que rascarse el bolsillo. ¡Es lo que hay!

Jesús Lens

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