TIEMPO

Vosotros, los europeos, tenéis los relojes,

pero nosotros tenemos el tiempo.

 

Proverbio africano.

 

 

Hay tres formas de medir el tiempo. Por un lado está la lineal, la de los calendarios occidentales según la cual la jornada de trabajo comienza a las 8 de la mañana y termina a las 3 de la tarde. Y como eso, todo: nacemos, crecemos, estudiamos, trabajamos, nos jubilamos y morimos. Y punto.  

 

Atados al tiempo
Atados al tiempo

Luego está la concepción circular del tiempo, de extracción oriental, en la que nada empieza o acaba, sino que todo está en movimiento continuo, reencarnaciones incluidas.

 

Y después estaría el tiempo simultáneo, constituido por los acontecimientos. Los calendarios no se basarían en periodos de tiempo concretos y cuantificados, sino en eventos más o menos memorables. Esta forma de entender el tiempo es propia de los pueblos negroafricanos.

 

Dígase lo que se quiere, nuestra vida está organizada en base a la primera formulación temporal: los calendarios y los horarios nos condicionan la vida, lo que, para un obseso del tiempo como soy yo, es una enorme fuente de problemas y origen de muchas e íntimas contradicciones.

 

Se nos deshace en las manos
Se nos deshace en las manos

Porque yo soy negro.

 

Hoy domingo, mientras escribo estas líneas, sólo tiene un sentido: ver a España ganar la medalla de oro en el Europeo de baloncesto. Desde que amaneció, nada tiene realmente importancia, excepto ese acontecimiento. Por tanto, paso el día haciendo esas cosas que me gustan: tomar un café leyendo IDEAL, escribir antes de salir a correr, ver «El Ala Oeste de la casa Blanca» mientras como y, después, pasar todo el resto de la tarde, escribiendo y escuchando discos. La rutina creativa, o sea. La soledad enricedora, en dos palabras.

 

Me da igual qué hora es o deja de ser. Lo mismo ahora me canso de teclear y me voy a la cama un rato, a leer el último inédito de Carlos Salem, al que acabo de hincar el diente. Este domingo, una vez tuve que descartar correr la Media Maratón de Motril, sólo existe en base a un acontecimiento: el baloncesto. Lo demás, es un añadido.

 

El tiempo, como un Caracol
El tiempo, como un Caracol

Y por eso me siento tranquilo y relajado, aunque haciendo un montón de cosas que me gustan, me satisfacen y me dan placer. Digamos que me siento taoísta: no estoy haciendo nada, pero no estoy dejando nada por hacer.

 

Por eso odio ser esclavo del tiempo. Y he ahí una de las grandes contradicciones de mi vida, siempre queriendo aprovechar hasta el último segundo. En la línea de Aldous Huxley: «por muy lentamente que os parezca que pasan las horas, os parecerán cortas si pensáis que nunca más han de volverá pasar.»

 

Pero esta forma de pensar es peligrosa y nos lleva a caer en alguno de los vicios de los que hablábamos hace unos días, como la impaciencia, por ejemplo. Burkina se ha hartado de repetírmelo: que soy un ansioso y un angustioso. ¡Me está costando aprender! Y es que me aterra pensar, como decía Marguerite Duras, que «muy pronto en la vida es demasiado tarde». Ahora bien, intentando llenar las horas y llegar a todos sitios… muchas veces termino naufragando, presa de la ansiedad. Y no merece la pena.

 

¡Carpe diem!

 

Verlo de otra manera
Verlo de otra manera

Hay que cambiar. Estoy cambiando. Es uno de mis empeños para este nuevo curso 2009-2010: ser menos esclavo del tiempo lineal e incidir en el simultáneo, de una forma tranquila y sosegada: lo que no pueda ser hoy, será mañana. Y no pasa nada.

 

O, como escribe Georges Poulet, «no es el tiempo lo que se os da, sino el instante. Con un instante dado, a nosotros nos corresponde hacer el tiempo».

 

Me encanta esa frase y ojalá sea capaz de aplicármela. Buscar los instantes, los momentos, para sacarles todo su jugo, disfrutándolos al cien por cien y, después, engarzarlos en el hilo de un tiempo memorable. Un tiempo precioso, tranquilo, sereno y sosegado. Si hace unos días, hablando de la perseverancia, nos declarábamos confucianos, hoy me declaro como un aspirante aristotélico: «Tiempo es la medida del movimiento entre dos instantes».

 

¡Nunca mais! Cruz de navajas al tiempo angustioso
¡Nunca mais! Cruz de navajas al tiempo angustioso

¿Seremos capaces de asumir esta modalidad de tiempo? Yo creo que sí… siempre que en el entorno seamos capaces de aplicar esa otra gran máxima, de Marcel Proust: «Los días pueden ser iguales para un reloj, pero no para un hombre».

 

Así las cosas y para empezar la semana de forma discursiva, ¿sois más Lineales, Circulares o Simultáneos con el tiempo? ¿Lo perdéis? ¿Os duele? ¿Sois agoniosos o generosos con el tiempo?

 

En conclusión, ¿quién se apunta a eso del Tiempo Simultáneo, basándonos en la premisa de Proust?

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.