Turbulencias y (negros) presagios

Así comienza el sensato, clarividente, necesario e imprescindible artículo que el abogado y editor Jerónimo Páez publica en las páginas de opinión de El País:

En las últimas décadas una oleada de fanatismo, intolerancia e irracionalidad se está apoderando de numerosos sectores de población en algunos países, hasta el extremo de amenazar la convivencia entre distintas comunidades y, en algunos casos, poner en peligro la paz mundial. Se presenta embutida en un ropaje ideológico que se pretende progresista y enraizado en las más puras esencias de cada pueblo. En el fondo, son variantes de un mismo fenómeno: “nacionalismos integristas”, reaccionarios y excluyentes, ya sean de índole religiosa, étnica, cultural o identitaria.

No son, como a primera vista podría pensarse, exclusivos del mundo musulmán. Se dan también en muchas otras naciones que creíamos vacunadas de esta enfermedad. Es un fenómeno que está desvirtuando la naturaleza de estas sociedades y destruyendo los valores que cimentaban la convivencia entre comunidades que antaño vivían en relativa armonía. No son movimientos espontáneos. Durante años han sido apoyados, atizados y subvencionados por partidos políticos, Gobiernos y por determinados grupos y lobbies con mezquinos intereses.

Aquí puedes seguir leyendo «Un futuro de turbulencias y negros presagios», uno de esos serenos y reflexivos artículos ante los que solo cabe decir: ¡Amén! Y no porque nos guste el panorama que pinta, precisamente.

Jesús Lens

Felabration

Hoy es el día de Fela Kuti. Al menos, hoy se celebra, en Granada. Es curioso cómo sentimos o cómo nos afectan las cosas a los humanos. Seguro que a mucha gente, el décimo quinto aniversario de la muerte de Kuti le trae al pairo. Mayormente porque no tiene ni idea de quién fue aquel músico nigeriano.

 

¡Ni modo!

Hoy hay gente que siente intensa emoción al celebrarse la Hispanidad. Una celebración que, personalmente, no me dice mucho, la verdad. Aunque me parece fantástico que haya personas que disfruten con el desfile, los himnos y toda la parafernalia inherente a este Día del Pilar.

Si algo bueno tiene la Democracia es que nos permite disfrutar, el mismo día, de la Hispanidad y de la Felabration.

 

Sin embargo, me surgen dudas con las palabras de Wert de hace unos días sobre españolizar a los niños catalanes. Igual que me preocupa la obsesión nacionalista de algunas regiones españolas. Y digo que me preocupa cuando, en general, todos los nacionalismos me traen sin cuidado.

¡Qué complicación!

Y pienso: ¿qué tal si pongo en marcha una campaña para Felabricaros a todos? Ojo, no me refiero a colgar unos cuantos vídeos sobre Kuti y a contaros algunas cosas sobre su vida, su compromiso con los pobres de Nigeria o sobre aquel lugar misterioso y mítico, el Club Shrine de Lagos en el que nació el Afrobeat.

Me refiero a organizar una batería de actuaciones encaminada a que todos vosotros os hagáis de la República de Kalakuta, os guste más u os guste menos.

Ojo, que Kalakuta es algo muy chulo y molón. Ahora hago un copy/paste de la Wikipedia:

Kalakuta Republic es una productora musical nigeriana que funciona en régimen de cooperativa. Fue fundada por el compositor, cantante y activista en pro de los derechos humanos, Fela Kuti. La empresa está ubicada en su casa natal.

Fela Kuti consideraba su casa como parte de su vida y de su trabajo. El edificio está en el número 14 de la calle Agege Motor Road, en Lagos (Nigeria).

Levantó un gran muro rodeando su propiedad y la proclamó Estado independiente al que llamó Kalakuta Republic. Él se erigió como único soberano del mismo (lo que le produjo problemas con las autoridades que no vieron con buenos ojos la proclamación de un Estado independiente en la propiedad de Fela Kuti).

En este Estado se ubicó la productora musical en régimen cooperativo, que agrupaba a un número relevante de artistas, que solían reunirse en el Hotel Empire que se constituyó como una sucursal de la Kalakuta Republic y funcionaba como club nocturno donde Fela actuaba regularmente.

Cuando Fela murió se le enterró en territorio de su Estado.

¿A que mola?

Hoy, desde el corazón del Zaidín, me siento tan español como Kalakutiano. Pero lo que no se me ocurre es ir a casa de mi hermano y bombardear a mis sobrinas con esta querencia mía.

En todo caso, les pondría un disco, un rato. Para que conozcan una música distinta, abrasadora y fantástica. Pero ya está.

Después, me iría al Planta Baja a gozar de la Felabration con otra gente aficionada al Afrobeat, a disfrutar de un género musical que recomiendo fervorosamente, pero que no se me ocurriría tratar de imponer a nadie como himno de obligada entonación.

Dejémoslo aquí. Y del Nobel de la Paz a la Unión Europea, hablamos en el otro momento.

Jesús felón Lens

¿Y los anteriores Días del Pilar? 2008, 2009, 2010 y 2011

Los políticos como problema

Siempre me ha gustado la siguiente frase: “O eres parte de la solución o eres parte del problema. Sino, formas parte del paisaje”.

Hace unos días, en su polémico Auto, el juez Pedraz puso el dedo en la llaga al hablar de la desafección que la ciudadanía siente por los políticos que deberían representarles. Desafección. Con lo bonita que es la palabra… ¡la de palos que le han caído a Pedraz!

Quizá fue improcedente que un juez, por una vez, quisiese ser algo más que un florero paisajístico, aun a pique de que le tilden de pijo ácrata. Quizá Pedraz confundió su trabajo de juez con el de notario, que da fe y levanta acta de la realidad de las cosas. Aunque, sinceramente, para una vez que la judicatura suscribe lo mismo que piensa la gente y se muestra apegada a lo que pasa en la calle…

Y no lo digo yo, ojo. Lo dice el CIS. ¡Cuánta tinta y cuánta saliva está provocando el último Barómetro según el cual, «uno de cada cuatro españoles perciben a los políticos como un problema para España”, la cifra más alta de la serie histórica. El “problema políticos”, en plural, solo es superado por el del paro y los económicos. ¡Ahí es nada!

Contrasta esta noticia con el esperpento que está protagonizando el alcalde de Otura, aferrado a su sillón, sí o también, aun cuando los concejales de su propio partido le han retirado la confianza y la dirección provincial del PP le ha exigido que se vaya.

Ahora podríamos traer a colación todo tipo de metáforas, fábulas y dichos populares, desde la manzana podrida a la excepción de confirma la regla, pero el hecho es que, si hasta hace poco, el cacareo de la mayoría de los políticos era como un molesto e inevitable ruido de fondo, como las conversaciones de los vecinos que se escuchan por el patio interior de casa; ahora se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza.

El ejemplo de Mas es el primero que se nos viene a todos a la cabeza, pero no el único. Expresiones como “barones territoriales” empiezan a ser considerados como una amenaza y el solapamiento de administraciones, una de las lacras que lasta nuestra economía y nuestra productividad.

Pero los políticos, como la crisis, como la tele-basura, como la fútbol-dependencia… no son fenómenos metereológicos ni maldiciones bíblicas; no son marcianos venidos de otro planeta para colonizarnos. Son un reflejo de la sociedad que los elige, los apoya y los mantiene.

El miedo es que este descontento con la clase política sirva para dar alas y predicamento a los grupos antisistema que, escorados hacia ambas extremidades, torpedeen una democracia que se encuentra en precario equilibrio y delicada situación.

Porque meter a todos los políticos en el mismo saco es tan injusto como mirar hacia otro lado y dejar que las cosas sigan como están. Por ejemplo, ¿cómo han reaccionado los dos grandes partidos a los resultados del Barómetro? Pues como no podía ser de otra forma: culpándose mutuamente del desaguisado.

Y es que siguen sin enterarse. Siguen sin ser conscientes de que, en la edad de internet, Twitter y Facebook; la gente ya no comulga con ruedas de molino y no comprende que, por ser de unos haya que defender a muerte el soterramiento y, por ser de los otros, haya que estar de acuerdo con dejar la estación del AVE en el quinto pino. Y viceversa.

Y, sobre todo, de lo que los prebostes no parecen darse cuenta es de que, en tiempos de crisis, cuando los unos tratan de desacreditar a los otros, lo que hacen es desacreditar a la casta completa y hundir un poco más la escasa confianza que los ciudadanos tienen en ellos. Quitarles el sueldo a los parlamentarios es quitarles legitimidad, pero llevar treinta años viendo los mismos caretos en distintas poltronas, desde luego, no ayuda ni favorece su imagen.

Escuchar a un parlamentario defender desde un puesto de responsabilidad lo mismo que criticaba desde la oposición resulta tan lamentable como escucharle criticar al gobierno que no haga lo que él no hizo cuando pudo. Y ejemplos de esto, los hay a montones. ¿Cuándo van a dedicarse a construir, en vez de a destruir(se)?

En fin. Que ellos verán. Pero que no deja de resultar doloroso que casi un 27% de los ciudadanos sientan que las personas que deben contribuir a sacarnos de la difícil coyuntura en que nos encontramos son, en sí mismos, un problema que contribuye a acentuar lo crítico de nuestra situación.

“¿Quién vigila a los vigilantes?”, leíamos en Watchmen.

“¿Quién nos rescata de los rescatadores?”, dice el CIS

Jesús sin-rescate Lens

Profesiones… ¿sin futuro?

Leo la siguiente noticia y solo espero que estos videntes-profetas no confíen su suerte a las quinielas:

“Seis de cada diez jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, el 63%, considera que las profesiones de agricultor, ganadero o pescador son anticuadas, caducas y en decadencia, según el estudio sobre ‘El sector primario desde la perspectiva del consumidor’ elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.”

Al 63%, me refiero.

Cuando se habla del cambio de paradigma, del capitalismo refundado del futuro, de la nueva economía, del cambio de modelo productivo… ¿a qué nos referimos, exactamente?

Porque si hay algo que los seres humanos, los ocho o nueve mil millones que habitamos este mundo, tratamos de hacer todos los días, es comer.

Si es caliente, mejor. Menos en verano, que nos gusta el gazpacho.

Lo comentaba con mi hermano y conveníamos en que esas profesiones, además de ser duras de cojones, han sido muy desacreditadas en los últimos tiempos. Los tiempos en que todos éramos ricos y los billetes de 500 euros parecían venir adosados a cada hornada de ladrillos que salían de la fábrica.

¿Quién iba a dedicar tiempo y esfuerzo a cultivar tomates, pudiendo hacerse millonetis en el sector inmobiliario?

Lo que me extraña es que ahora, justo ahora, en lo más crudo de la cruda crisis; los jóvenes piensen así. Ahora, que la moda son los huertos urbanos en los parques y terrazas de Nueva York. Ahora, que las acciones del Banco de Alimentos cotizarían más alto que las de la mitad de las empresas del Íbex 35. Ahora que los cultivos ecológicos se pagan mejor que las perlas cultivadas.

O, lo mismo es que a los jóvenes españoles, tan modernos y urbanitas, les pasa lo que decíamos que les pasaba a los yanquis: que se creen que los pollos y las escarolas nacen en las estanterías del Covirán.

En fin.

Que habría que hacerle un seguimiento a esa encuesta y ver, dentro de tres años, si las de agricultor, ganadero o pescador son profesiones en decadencia o, más bien, si iremos por ahí presumiendo de tener un amigo que cultiva las mejores patatas de la vega o un vecino que conoce los mejores caladeros de sardinas de la Costa.

Porque a otras costumbres y vicios será más o menos sencillo desacostumbrarse. Pero a comer… se me antoja complicado.

Jesús alimentario Lens

A ver, a ver qué blogueamos los 8 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011.

¡Acción! ¡Acción! ¡Acción!

Me ha gustado mucho, en el Desayuno con Líderes que han puesto en marcha CajaGRANADA e IDEAL, escuchar a David Jiménez Blanco cuando decía que no podemos levantarnos por la mañana, ver que la Prima de Riesgo ha subido 10, 20 o 30 puntos, y echarnos ese peso a la espalda. ¡Cómo si pudiéramos hacer algo, nosotros, contra ella!

La saturación de información, de cifras y de datos puede llegar a aplastarnos. Hay que leer buenos artículos y análisis de fondo. Hay que leer libros de historia. Hay que parar, mirar, hablar con la gente. Hay que ver, analizar, decidir… ¡y ejecutar!

Me recordaba a una cosa que leía ayer: «Valls Taberner presumía de que su principal objetivo como presidente era ser prescindible… su tiempo lo dedicaba a conversar con colegas, directivos, clientes, accionistas e incluso, aprendices de periodista. Asistía a reuniones como la comisión ejecutiva o el consejo, pero su aspiración era no asistir. La clave de su acierto, según él, fue que cada vez dedicaba más días laborables a la contemplación estratégica alejado de Madrid.”

Me gusta la expresión: contemplación estratégica, fuera del ruido y la furia del día a día, que nos devoran las entrañas.

Y, sin embargo, la acción es necesaria. No se puede caer en la parálisis por el análisis, uno de los grandes males de lo que, hace unos días, llamábamos los Pasivos Tóxicos.

Hay que hacer cosas. Y, si no salen bien, hacer otras distintas. Prueba y error.

Pero no podemos quedarnos inermes, paralizados, estólidos y estupefactos; mirando.

Ser un voyeur, hoy y como están las cosas, es ser cómplices de la situación. Y, como señala David, de la crisis vamos a salir empujando desde abajo hacia arriba. Esto no es un mal momento coyuntural que, como un fenómeno metereológico, termina pasando y desvaneciéndose, sin más.

Esta crisis no se va a pasar si no luchamos contra ella. Cada uno tenemos que combatir la parte de la crisis que nos afecta. Y tenemos que estar preparados para vivir en el mundo de un futuro próximo que no se parecerá, ni por asomo, a ese pasado que ya hemos dejado atrás.

2014/2015 no serán como como 2004/2005.

Adaptación al cambio.

Y… ¡acción, acción, acción!

Jesús Lens