Profesiones… ¿sin futuro?

Leo la siguiente noticia y solo espero que estos videntes-profetas no confíen su suerte a las quinielas:

“Seis de cada diez jóvenes de edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, el 63%, considera que las profesiones de agricultor, ganadero o pescador son anticuadas, caducas y en decadencia, según el estudio sobre ‘El sector primario desde la perspectiva del consumidor’ elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.”

Al 63%, me refiero.

Cuando se habla del cambio de paradigma, del capitalismo refundado del futuro, de la nueva economía, del cambio de modelo productivo… ¿a qué nos referimos, exactamente?

Porque si hay algo que los seres humanos, los ocho o nueve mil millones que habitamos este mundo, tratamos de hacer todos los días, es comer.

Si es caliente, mejor. Menos en verano, que nos gusta el gazpacho.

Lo comentaba con mi hermano y conveníamos en que esas profesiones, además de ser duras de cojones, han sido muy desacreditadas en los últimos tiempos. Los tiempos en que todos éramos ricos y los billetes de 500 euros parecían venir adosados a cada hornada de ladrillos que salían de la fábrica.

¿Quién iba a dedicar tiempo y esfuerzo a cultivar tomates, pudiendo hacerse millonetis en el sector inmobiliario?

Lo que me extraña es que ahora, justo ahora, en lo más crudo de la cruda crisis; los jóvenes piensen así. Ahora, que la moda son los huertos urbanos en los parques y terrazas de Nueva York. Ahora, que las acciones del Banco de Alimentos cotizarían más alto que las de la mitad de las empresas del Íbex 35. Ahora que los cultivos ecológicos se pagan mejor que las perlas cultivadas.

O, lo mismo es que a los jóvenes españoles, tan modernos y urbanitas, les pasa lo que decíamos que les pasaba a los yanquis: que se creen que los pollos y las escarolas nacen en las estanterías del Covirán.

En fin.

Que habría que hacerle un seguimiento a esa encuesta y ver, dentro de tres años, si las de agricultor, ganadero o pescador son profesiones en decadencia o, más bien, si iremos por ahí presumiendo de tener un amigo que cultiva las mejores patatas de la vega o un vecino que conoce los mejores caladeros de sardinas de la Costa.

Porque a otras costumbres y vicios será más o menos sencillo desacostumbrarse. Pero a comer… se me antoja complicado.

Jesús alimentario Lens

A ver, a ver qué blogueamos los 8 de octubre de 2008, 2009, 2010 y 2011.