ELOGIO DE LA CARCAJADA

Hoy escribimos una columna que, algunos pensarán, es de coña. Y, sin embargo, la risa es una cosa muy seria…

¿Habrá algo más sano que reírse a mandíbula batiente y de forma desaforada? Quizá. Pero ahora mismo no se me ocurre. Es verdad que esta época no invita a la risa, precisamente. De hecho, estamos inmersos en las circunstancias más apropiadas para sufrir un humor negro, fúnebre y siniestro. Años difíciles, confusos, caóticos y sin mucho sentido, pero tenemos que ponerle al mal tiempo buena cara y la mejor es la que se ríe y se carcajea libremente, sin disimulos ni cortapisas.

Será por eso que, este otoño, la oferta cinematográfica busca la comedia como valor-refugio ante la que está cayendo. El AulaCine de CajaGRANADA ofrece un ciclo de humor basado en algunas de esas películas de corte loco, absurdo y surrealista que, sin saber cómo ni porqué, nos arrancan sonoras carcajadas sin sentido.

¿Por qué no se harán más películas como “Amanece que no es poco”, por ejemplo? Un hito cinematográfico que, veinte años después de su estreno, sigue estando de plena actualidad, con páginas en Facebook y rutas guiadas por los pueblos albaceteños en que se filmó. Una película de culto que sigue enamorando y sorprendiendo, a partes iguales, con esa pléyade de personajes tan imposibles como memorables.

A veces, parece que el cine de humor y las comedias tienen que pedir perdón por existir. En los grandes Festivales están absolutamente proscritas y, en los Oscar, no suelen llegar muy lejos. De hecho, todavía hay gente a la que le sigue pareciendo infantil e inmaduro ver “una de risa”. Una pérdida de tiempo. Una tontería. Pobre gente.

Menos mal que, poco a poco, esa ranciedad va pasando de moda. Este año, el inminente Festival de Jóvenes Realizadores de Granada apuesta por la nueva comedia española, con dos ejes vertebrales: por una parte, el típico y tópico humor “made in Spain”. Por otra, el esperpento, el humor negro y el cambio de roles producido en la sociedad contemporánea, con sus inevitables equívocos, desajustes y contradicciones.

El otoño viene cargado de carcajadas. Y no es fácil hacer reír. Ni mucho menos. Fijémonos en la publicidad: ¿no resultan mucho más habituales los anuncios lacrimógenos, tiernos y emocionantes que los puramente cómicos y divertidos? Y, de estos, ¿cuántos no terminan resultando patéticos e insufribles?

Unas imágenes ñoñas, una musiquita apropiada y todos llorando como magdalenas, frente a la pantalla de turno. El buen humor, sin embargo, es mucho más difícil de conseguir. ¿Hace cuánto que no te ríes? Una risa de verdad, sincera y abierta. Haz un esfuerzo por recordar y piensa si, desde entonces, te ha pasado algo más reconfortante, más ilusionante o felizmente más memorable que esa carcajada.

Quizá esté equivocado, pero siempre he pensado que el mejor regalo posible es hacer reír a alguien. O, al menos, conseguir que sonría, que el kilo de carcajadas se ha puesto por las nubes esta temporada, con la consabida crisis de las narices.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.