LA GANGSTERERA NO SE ACABA NUNCA

Podíamos leer un increíble editorial en El País de hace unos días, sobre la llegada al ayuntamiento de Reikiavik de un outsider que, tras fundar el Mejor Partido de Islandia, ganó las elecciones municipales de la capital islandesa con el 34,7% de los votos.

¿Sabéis cuál fue uno de los compromisos y exigencias que planteó a cualquier partido que quisiera gobernar en coalición con él?

Que todos sus miembros hubieran visto las cinco temporadas de la serie televisiva “The wire”.

Y, efectivamente, los miembros del partido socialdemócrata que pactaron con Jon Gnarr se vieron la serie de David Simon. ¡Hasta ahí llega la influencia de una de la serie más reverenciada, citada y glosada de la historia de la televisión!

Cuando nuestro querido y añorado Zeki hizo público que resucitaba la Gangsterera, de inmediato me volví a poner a sus órdenes.

Dentro de unos días me voy a la Semana Negra de Gijón. Creo que, con la de este año, van para nueve ediciones consecutivas de rendida visita a la Capital Mundial de la Novela Negra y Criminal. Y ello se lo debo, en buena parte, a Zeki y su Gangsterera, en la que empecé a publicar artículos, reseñas, entrevistas y reflexiones que llegaron lejos, muy lejos.

Por eso, cuando hablamos de escribir algo de cine para el primer número de la nueva etapa de la Gangs, era obligado empezar por esa serie, “The wire”, erigida en paradigma de una nueva Edad de Oro de la televisión.

Dicho y hecho.

AQUÍ tenéis esas reflexiones y, AQUÍ, la nueva Gangs.

Ponedla en Favoritos.

No os arrepentiréis.

Jesús Lens, siempre bajo escucha.

EL HUMO EN LA BOTELLA

“La mayoría de la gente se pregunta qué sería de su vida si no hubiera tomado ciertas decisiones equivocadas; si él anulaba todos los errores que había cometido, no le quedaría vida que cambiar.”

Pocas veces una frase puede describir tan bien, y de una forma sólo aparentemente sencilla, la existencia al límite de un loco, un chiflado. Porque los protagonistas de “El humo en la botella”, la última novela de Juan Ramón Biedma, recién publicada por la siempre atenta editorial Salto de Página, son todos unos dementes. Unos dementes de libro. Clínicamente certificados, o sea. (Más de Biedma, AQUÍ)

Locos de atar, como diría alguien que no conociera el fascinante, denso, abigarrado, oscuro y barroco universo literario de Juan Ramón Biedma. Como una cabra. Porque Juan Ramón nutre las páginas de su inquietante bibliografía con esos locos que, en un mundo como el que nos ha tocado vivir, quizá sean los más cuerdos. Los más clarividentes. Los más iluminados.

Sevilla, convertida en territorio mítico de un Biedma absolutamente desatado, presenta un aspecto tan desolado como desolador, oscura por los continuos apagones, miserable por cuanto a las casas en ruina, los desmontes, los solares abandonados, los edificios carcomidos, las calles desiertas en unas madrugadas que, por fortuna, nada tienen que ver con las famosas y angustiosas Madugrás…

Y en ese espacio, los Anube, Mengele, Peña, Boris o Eme se conducen en una aventura tan imposible como su futuro. Todos ellos son deshechos de una sociedad no apta para hipersensibles, hiperactivos, superdotados, esquizofrénicos y paranoicos. Porque los manicomios han cerrado y, ahora, los locos están en las calles. Pero ¿quiénes son los locos? Y, sobre todo, ¿por qué?

¿Y si es cierto que lo que genéricamente conocemos como “enfermedades mentales” no son sino los efectos colaterales de los superpoderes de unos cuantos elegidos por el destino para cambiar el curso de la historia? Y, de existir esos Todopoderosos, ¿qué institución querría captarlos para que hicieran proselitismo de su inmemorial ideología? ¿Qué institución se ha encargado, históricamente, del cuidado de los más desfavorecidos de entre los desfavorecidos de la sociedad?

En todo este maremágnum, al abogado Set Santiago le encargan la búsqueda de Eme, uno de los loquitos, fugado de una “casa de reposo” de lujo tras recibir un ejemplar de una novela misteriosa: “La orden de la buhonería” e iniciar la búsqueda de su misterioso autor. Peña, por su parte, anda preparando el secuestro del hermano de Eme. Con la ayuda de Mengele. Y de Anube. Al que le proponen participar en el atraco de un banco ilegal de dinero negro proveniente de la economía sumergida. Y más. Mucho más.

Pero si la acción, la trama y el argumento pintan tan bien, lo mejor es la prosa de Biedma. Como balazos en la frente. Pinceladas brutales para definir a cada personaje. Sus historias, sus orígenes. Sus motivaciones. Párrafos de una intensidad sin parangón en la moderna narrativa escrita en castellano, hasta el punto de que, si al libro le quitaras las pastas y cualquier otro elemento identificativo… daría igual: el lector siempre sabría que estaría leyendo una novela de Biedma. Todo un clásico.

¡Qué me alegro de que Juan Ramón haya vuelto a publicar! Otro novelón. Como nos viene acostumbrando.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA CUARTA ESPADA

Sí. Me impresionó. Si habéis seguido este Blog durante mi viaje al Perú y a la vuelta, sabréis que la exposición de fotografía sobre el conflicto entre Sendero Luminoso y las fuerzas paramilitares me dejó tocado. (Ver AQUÍ) Hasta ESTE comentado relato, escribimos.

Por eso me fui a una librería de Larcomar y me compré sobre la marcha “La cuarta espada”, subtitulado “La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso”, un libro apasionante, un ensayo perfectamente documentado que se lee como el thriller más adictivo que imaginarse pueda.

Lo primero que me llamó la atención es que el autor del libro se convierte en personaje del mismo. Porque la historia de Sendero Luminoso le toca muy de cerca, especialmente, desde la contradicción de ser hijo de una familia muy de izquierdas, en cuya casa había mucho tipo barbado al que no le temblaba la voz a la hora de pronunciar términos como “revolución”, por ejemplo.

Tras varios años en el exilio, cuenta Santiago Roncagliolo que volvió a Lima justo cuando los senderistas iniciaron una masacre de perros, a los que ahorcaban por la noche de tal manera que las calles amanecían decoradas con el siniestro espectáculo de decenas de cadáveres de perros colgados de farolas o señales de tráfico, con la leyenda “Deng Xiao Ping hijo de perra”.

Y es que el reformismo iniciado en uno de los “paraísos” comunistas por excelencia no contaba con el beneplácito del “Pensamiento Gonzalo”, como pasó a denominarse la doctrina oficial de los comunistas revolucionarios del Perú.

Impresiona leer cómo los mejores ideales y las mejores y más puras personas acaban protagonizando brutales actos de violencia, rayanos en el genocidio, en pos de la consecución de un mundo nuevo. Porque el núcleo duro de Sendero estaba compuesto por maestros y profesores que, en zonas como Ayacucho, no soportaban presenciar las condiciones de vida de los campesinos sin intentar hacer algo por cambiarlas. Y mejorarlas. Aunque, después, Sendero terminara convertido en látigo y pesadilla de esas personas a las que quería salvar, ganándose el odio de comunidades completas de las cordilleras andinas.

Equidistantemente, Roncagliolo pasa revista a los desmanes cometidos por las fuerzas gubernamentales y por las milicias paramilitares que, en una campaña de terrorismo de estado sin precedentes, terminaron de sangrar al Perú, sumiéndolo en una Guerra Civil larvada cuyos efectos aún son visibles y perdurables.

Un libro en que se penetra en la mente del terrorista, intentando desentrañar el cómo y el porqué de un comportamiento aberrante. Y, como decíamos, contado a través de una narración trepidante en que la detención, los interrogatorios y el juicio de Guzmán están contados como en la más adictiva novela negra y criminal.

Así, no es de extrañar que nada más terminar la lectura de “La cuarta espada” (primero fueron las de Marx, Lenin y Mao) haya encargado “Abril rojo”, la novela que Santiago presentó hace unos años en Semana Negra de Gijón, con la que ganó el Premio Alfaguara y que le lanzó a la fama. Una novela en que se cuenta cómo es el Ayacucho post-Sendero Luminoso. Ya ardo por leerla.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

MANTIS

“Sesos de consejero delegado con espinas de rosa y clavos a la grasa de cerdo sobre lecho de cardos”.

No. No pongas esa cara. Porque si hubieras tenido ocasión de encontrar mesa en “Barbantesa”, algo harto difícil dado que la lista de espera de ese restaurante llegó a ser más larga que la de El Bulli en su momento, tú también hubieras probado ese plato.

Bueno, lo habrías probado si hubieras tenido la suerte de encontrar mesa exactamente el único día en que la afamada Teresa, dueña de “Barbantesa”, preparó uno de sus deslumbrantes, sorprendentes e inigualables Platos Efímeros, creaciones que no estaban en la carta habitual del restaurante y que se hacían una sola vez, derroche creativo y lujurioso que reportó a Teresa el Premio Nacional de Gastronomía de hace unos años.

Barbantesa y Teresa. ¡Cuánto se escribió de ambas, el restaurante y su dueña! ¡Cuánto se habló de ellas en las radios y las televisiones, antes de que su extraña desaparición dejase huérfano el local más de moda de la España de los últimos años!

Y, claro, ¡qué no se dijo cuando se supo la procedencia de la materia prima principal de aquellos Platos Efímeros, como las “Menudencias de joven artista con rebozado de galletas maría, acompañadas de palomitas de patatas fritas y salsa de refresco de naranja” o los “Brotes de azul ultramar con labios de fresa”! ¡Qué escándalo! ¡Qué espanto! ¡Qué horror!

¿Cómo pudo engañar a todo el mundo durante tanto tiempo? Y eso que Teresa, no se escondía. ¡Si hasta montó un estudio en su siniestro palacete, en el que grababa un programa de televisión semanal!

Teresa, Teté, como ella odiaba que la llamaran y cuya vanguardista leyenda gastronómica arrancó con la reivindicación de uno de los platos españoles por antonomasia. Como cuenta Mercedes Castro en “Mantis”, biografía no autorizada de Teresa Sinde Valverde inició su ascenso al firmamento de las Estrellas Michelín al “haber sabido hacer de las croquetas un arte, hasta encumbrarlas como el manjar más innovador. Ella solita ha logrado exportar hasta Tokio y Nueva York una de nuestras más típicas recetas, convirtiéndola en genial icono de la gastronomía actual”.

“Mantis”, por tanto, escarba en uno de los escándalos más sonados de la historia de la posmoderna gastronomía española, en la que la comida, las relaciones sociales y la desaparición de personas cercanas a Teresa saltaron hace unos años a los titulares de todos los periódicos. ¿Quién era realmente Teresa Sinde? ¿Por qué hizo lo que hizo? ¿Qué insania la condujo a actuar de aquella manera? ¿Qué secretos se escondían en su palacete madrileño, a orillas del Retiro? ¿Qué tuvo que ver con el robo de incunables de aquella exposición?

Mercedes Castro, cuyo debut literario con “Y punto” celebramos hace un par de años, vuelve a centrarse en un personaje femenino, fuerte, duro, misterioso y contradictorio en esta “Mantis” de adictiva lectura en la que se pone en jaque la pamema de esa nueva gastronomía de VISA y diseño en la que no importa lo que se come sino el poder contar que se ha comido. En “Barbantesa”, claro. Como en tantos otros restaurantes inaccesibles para la mayoría del gran público y cuyas “creaciones” ocupan cada vez más espacio en las páginas y suplementos culturales de los periódicos progresistas de este país. Incomprensiblemente.

“Mantis”. Una despiadada sátira sobre la posmodernidad española peor entendida en la que Mercedes Castro no deja títere con cabeza. Ni falta que hace. Porque, como diría el Tío la Vara, aquí hacen falta libros como éste, que contribuyen a luchar contra tanta tontería que nos invade.

Muy, muy recomendable.

Tras su lectura, el no ir a restaurantes pijos y gilipollas en los que te cobran un sorbo de aire a precio de oro, se convierte más en motivo de orgullo y satisfacción que no de dolor o frustración.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.