RÉQUIEM POR LA BAILARINA DE UNA CAJA DE MÚSICA

Hoy hablamos de una novela muy especial, recordando un desgraciado episodio y un lamentable malentendido ocurrido en esta Pantalla hace unas semanas. Y, de acuerdo con ESTA entrada de ayer, en la Margen Derecha abrimos una consulta en la que puedes participar…

La novela se llama «Réquiem por la bailarina de una caja de música», su autor es José Ramón Gómez Cabezas y para leerla has de pasar por AQUÍ. Dejamos unas notas…

«Además de saber quién mató a la hermosa bailarina de la caja de música, lo realmente importante es conocer el porqué. Bien sabe el autor, excelente crítico y conocedor del género negro, que la clave para que una buena novela policiaca funcione es detenerse en los porqués. El «quién lo hizo» es un divertimento. Un juego de lógica. Un pasatiempo. Lo que marca la frontera entre la pura anécdota y las historias llamadas a trascender es el porqué. Y en el caso que nos ocupa, el porqué tiene mucha enjundia.»

 

Jesús Lens.

BOSQUE FRÍO

Así comienza la reseña de la novela «Bosque Frío», de Patrick McCabe, que publicamos en una de nuestras webs hermanas, «La Balacera» de Ricardo Bosque. Un tipo que, desde luego, de frío no tiene nada.

 

¡Ay, Irlanda, Irlanda! La Verde Erín, el Tigre Celta, la madre de Ryanair, la patria de la Guinnes, pueblo de escritores, poetas, músicos y dramaturgos sin igual, cuna de Premios Nobel de Literatura, origen de esa música que envuelve los sentidos… Irlanda, escenario de gestas mitológicas sin igual, protagonizadas por seres proteicos como Dadga o Cuchulain. Irlanda, la tierra de «El hombre tranquilo», Innisfree y Dulces mañanas. Irlanda, protagonista de uno de esos milagros económicos que, como el español… ha terminado convirtiéndose en auténtica pesadilla.

Irlanda.

Una reseña en que aparece una Cristina, un país fascinante y una historia terrible y que podéis seguir leyendo AQUÍ.

MUERTE EN ESTAMBUL

Lo comentaba hace muy poco. En vez de estar escribiendo para mi proyecto Café-Bar Cinema, fui cazado, in fraganti, tumbado en el sofá de cualquier manera, sosteniendo entre las manos «Muerte en Estambul», de Petros Markaris, el autor griego más vendido de estos tiempos. Y confesé: «es que pocos placeres más grandes que coger una buena novela negra de género, protagonizada por un policía consciente y metódico que sabe bien lo que se trae entre manos».

Jaritos. Kostas Jaritos. Así le puse de nombre a uno de mis portátiles, años ha, después de leer «Defensa cerrada». Y es que me gusta bautizar a algunos chismes de uso cotidiano con el nombre de los detectives, inspectores y protagonistas de las novelas que más me gustan.

Y, claro, si al bueno de Jaritos le unes que la investigación que le toca desarrollar en esta ocasión acontece en Estambul, una de esas ciudades que son un mundo en sí mismas, el placer, el deleite de la lectura son aún mayores, por lo que no es de extrañar que haya buscado cada rato que he podido para, literalmente, devorar esta «Muerte en Estambul».

Aunque también se podría haber titulado «Muerte en Constantinopla», que es como los griegos aún llaman, en pleno siglo XXI, a la antigua Bizancio. Y es que una ciudad que ha tenido tres nombres y ha sido capital de tantos imperios, también puede ser escenario para los crímenes más brutales que imaginarse pueda. Aunque sean ejecutados a través de un arma tan improbable… como una empanada de queso.

Pero, ¿cómo llega Jaritos a Estambul? Pues, como tantos cientos de miles de turistas… llega en avión. Con su mujer. Para conocer una ciudad fascinante que, sin embargo, para los griegos resulta contradictoria, no en vano, su historia y convivencia nunca ha sido fácil. Y ahí radica precisamente el meollo de «Muerte en Estambul», uno de los mejores ejemplos de que en la buena novela negra no importa tanto el quién lo hizo como el porqué lo hizo. A lo largo de sus 250 páginas, asistiremos a un repaso por la historia más reciente de la relación entre griegos y turcos, a los vaivenes políticos, las emigraciones en masa, a la resistencia numantina de una ínfima parte de la comunidad griega en la ciudad-puente entre Oriente y Occidente, entre Asia y Europa.

Y, por supuesto, a la corrupción y aprovechamiento que algunos hicieron de la necesidad, la caída en desgracia y la miseria de los otros. Aprenderemos lo difícil y duro que es sentirse en minoría frente a una mayoría que te juzga y sojuzga, tanto por lo que haces como por lo que callas. Y todo ello, dando vueltas por una ciudad mágica, enorme, desmesurada, mítica y homérica como es Estambul, de la mano de un poli que nos cae bien desde que sabemos que, cuando alguien le llama por teléfono a primera hora de la mañana, ya le ha amargado el día, poniéndole de mal humor.

En fin. Que si lees «Muerte en Estambul» y sigues manteniendo que la novela negra no te interesa, no te gusta o te deja indiferente… te invito a una caña y a un donner kebab en la calle Elvira. Dicho queda.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA SOLEDAD DE PATRICIA

No sé si alguien se leyó las dos páginas de ayer con el discurso de Juan Luis Cebrián sobre la prensa, su futuro y el papel de los periodistas.

Sin duda, para saber qué es y qué debe ser el buen periodismo, es mucho más interesante leerse «La soledad de Patricia», de Carles Quílez, publicada por RBA Serie Negra. La reseña la tenemos AQUÍ, en el Blog de Novelpol. Pero anticipamos un par de párrafos de la misma…

Las relaciones entre la prensa, la policía y las instancias judiciales, la obsesión por el trabajo, la soledad insondable de los mejores profesionales y los contubernios que siguen dándose entre las altas jerarquías de nuestra sociedad son los protagonistas de una historia adictiva que va subiendo de ritmo hasta llegar a un final espídico en el que, en el mejor estilo de Larson y nuestra añorada Lisbeth, no puedes dejar la lectura hasta saber cómo termina la historia.

 

Y todo ello, claro, basado en hechos reales. Porque sigue habiendo espías, asesinos a sueldo, sicarios, sujetos corruptos y necios contumaces pululando por nuestro entorno moderno, europeo y sofisticado. Y la prensa tiene un papel determinante en destapar esas corruptelas inherentes al sistema, que dijera Esperanza Aguirre. Lo mejor de «La soledad de Patricia» es, sin duda, el canto a la prensa libre y lo decisiva que resulta como ese cuarto poder que sirva de contrapeso a unas instituciones con tendencias netamente corruptoras y corruptibles…