Por fin llegó el Buscón

Hoy es el día, soñado y anhelado durante tanto tiempo. Hoy, por fin, se pone a la venta en las librerías de toda España el Buscón de Guarnido, forma reduccionista de describir el que va a ser el tebeo del año, pero así nos entendemos.

¡Menudo mes de noviembre llevamos! El pasado fin de semana se estrenaba ‘El irlandés’, la que para mí es LA película del siglo XXI, y hoy tenemos a nuestro alcance ‘El Buscón en las Indias’, una obra maestra absoluta y descomunal en la que el titánico trabajo de Juanjo Guarnido a los pinceles es majestuoso, siempre al servicio de una historia que, palabrita, les dejará con la boca abierta.

No quiero contarles nada sobre el argumento, para que se enfrenten a la historia de forma libre y desprejuiciada. Tan sólo les copio lo que reza en la señorial portada en tapa dura del magistral tebeo editado por Norma: ‘una segunda parte de la Historia de la vida del pícaro llamado don Pablos de Segovia, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños; inspirada en la primera, tal y como en su tiempo la narrara don Francisco Gómez de Quevedo y Villegas, caballero de la Orden de Santiago y señor de Juan Abad’.

Esta continuación del Buscón es portentosa, mágica y espectacular, insisto. El derroche de imaginación del que Guarnido y Ayroles hacen en el tebeo lo convierten en un hito histórico que se convertirá en referencial. No me extraña que, como nos contaba ayer José Enrique Cabrero en ESTA pieza literario-periodística, esté vendiendo 9.000 ejemplares a la semana en Francia, donde ha sido aclamado por la crítica y el público.

Se trata de un tebeo que debería estar en las bibliotecas de los institutos de nuestro país, compendio de todas las artes, elevadas a su máxima potencia. Hay literatura, pintura, arquitectura y escultura. Se escucha la música, se huele la podredumbre y hasta se puede saborear la comida. Hay historia, por supuesto. Hay filosofía, reflexión y sentidos homenajes a diversos personajes y secuencias de la mejor historia del cine. Y hay una sorpresa final que, insisto, les descolgará la mandíbula.

Yo que ustedes, me haría con un ejemplar de la primera edición, que trae una lámina de regalo y no tardará en cotizar alto en el mercado. Termino con un consejo: apunten en sus agendas el 7 de diciembre, fecha en la que Juanjo vuelve a Granada para presentar esta genialidad. ¡Imperdible!

Jesús Lens

De infamias, balas y hongos

Hoy les quiero hablar de tres de mis lecturas más recientes, muy diferentes entre sí aunque sean bien negras y bien criminales. Comencemos por la ‘Infamia’ de Ledicia Costas, autora gallega con un amplio bagaje en literatura infantil y juvenil, cuyo Premio Nacional ganó hace unos años, y que da el salto a la novela negra con una historia corta, seca y contundente.

La trama arranca con la llegada de Emma Cruz a un pequeño pueblo llamado Merlo, lo suficientemente cercano a la Facultad de Derecho donde va a impartir clases, pero lo necesariamente aislado como para tratar de retirarse del mundanal ruido, buscando ordenar sus ideas… y sus sentimientos.

Merlo la recibe como todos los pueblos pequeños, con una mezcla de suspicacia y curiosidad acrecentada por la celebración un triste aniversario: los 25 años de la desaparición de dos niñas, las hermanas Giraud, de 6 y 13 años de edad. Una desaparición que quedó sin resolver, para escarnio y dolor de una comunidad que todavía no ha superado el trauma.

A partir de aquí, ‘Infamia’, publicada por la editorial Destino, desgrana una historia dura y descarnada en la que, más allá de las culpabilidades y la resolución del misterio, la autora se centra en las motivaciones y, sobre todo, en las consecuencias de la ejecución de actos violentos en el seno de una comunidad pequeña donde todo el mundo se conoce. Una novela de denuncia de una sociedad machista y homófoba que nos confronta con nuestras propias contradicciones, sean por acción o por omisión.

La escritora navarra Susana Rodríguez Lezaun cambia de registro en ‘Una bala con mi nombre’, publicada por Harper Collins Ibérica, y nos traslada a Massachusetts, en la Costa Este de los Estados Unidos, donde conoceremos a Zoe Bennett, una seria restauradora del Museo de Bellas Artes de Boston que se ve sumergida en un torbellino de acción y misterio.

‘Una bala con mi nombre’ es una novela que gustará a los amantes de las tramas con robos de piezas artísticas de valor singular y a los aficionados a las historias de amor fou, loco y tempestuoso. Una novela que se lee a la velocidad del rayo y que resulta de lo más entretenida.

Igualmente publicada por Harper Collins Ibérica, nos llega ‘Bajo cero’ un thriller desternillante en el que un posible fin del mundo se da la mano con una panda de protagonistas a cada cuál más loco y zumbado.

El autor de la novela es David Koepp, reconocido guionista de películas tan famosas de la historia del cine como ‘Parque Jurásico’, ‘Misión: Imposible’, ‘La guerra de los mundos’ o una de las últimas obras maestras del Brian De Palma más noir, ‘Carlito’s Way’, estrenada en España con el título de ‘Atrapado por su pasado’ y en la que Al Pacino hace una de las grandes interpretaciones de su carrera.

Con más de 30 guiones a sus espaldas, Koepp escribe ‘Bajo cero’ imprimiéndole un indudable ritmo cinematográfico, a través de capítulos que funcionan como las secuencias de una película y en las que el lector visualiza imágenes a un ritmo vertiginoso.

La novela parte de un hecho inquietante: la aparición de un misterioso hongo en una remota localidad australiana donde cayeron los restos de cierta basura espacial. Se trata de un organismo inteligente con una proverbial capacidad mutante y con una letal capacidad destructora de cualquier forma de vida que se le ponga a tiro.

Tres miembros de un equipo especializado del Pentágono acuden a Australia y consiguen encapsular al hongo. Lo depositan en unas instalaciones del gobierno perfectamente adecuadas para albergar y estudiar este tipo de fenomenologías y siguen con su vida. Hasta que, varios años después, ya jubilado, Robert Diaz recibe una llamada de teléfono a altas horas de la madrugada…

Las 300 páginas de ‘Bajo cero’ son adrenalina pura. Una vez que empiezas a leerlas, buscas cualquier excusa para no hacer lo que quiera que debas hacer con tal de seguir leyendo. La acción se sucede entre el terror bacteriano y apocalíptico y el humor más desopilante. Hay referencias a mil y una películas y a series de televisión tan populares como las de zombis. Pero sin que la novela sea de zombis. Ustedes me entienden. Además, los protagonistas son enormes perdedores que, sobre el papel, lo tienen todo en contra. Y, sin embargo…

‘Infamia’, ‘Una bala con mi nombre’ y ‘Bajo cero’ son tres novelas muy diferentes entre sí que demuestran la enorme versatilidad y variedad de un género negro que no se agota nunca. Desde las historias de denuncia más asfixiantes a una desprejuiciada novela sobre atracos protagonizada por un personaje tan improbable como encantador, pasando por una ácida crítica a un mundo que no cree en la emergencia climática que nos amenaza con llevarnos por delante, que precariza a su juventud y que deja en manos de cualquier chupatintas cuestiones tan importantes como la de la seguridad nacional. E internacional. Y global.

Jesús Lens

Movimientos espiados

Avanzaba el cortejo bajo la lluvia, todo el mundo tapado con abrigo oscuro y, sobre sus cabezas, paraguas negros. Discurría su lento caminar por un bosque que, les confieso, no conocía. Y eso que se encuentra en el corazón de la Granada más histórica y monumental: el Carmen de los Mártires.

“Parece la Santa Compaña” pensé para mis adentros, como si me encontrara caminando por el maravilloso bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez, llevado al cine por José Luis Cuerda en una de sus mejores películas.

Caía un chirimiri constante que al diseñador Andreu Carulla no parecía molestarle en absoluto. Y eso que la mañana había amanecido soleada y radiante. Fría, pero despejada. A mediodía, sin embargo, el cielo dijo de encapotarse y allí nos tenían, paseando por el bosque y disfrutando de las 31 torres confeccionadas con piezas de barro cocido que, repartidas por el entorno, están inspiradas en las columnas del Patio de los Leones de Granada.

La instalación se llama ‘El bosque’, sencillamente, y es una muestra más del compromiso de Cervezas Alhambra con la creación cultural. En este caso, pertenece a la plataforma crear / sin / prisa, cuya filosofía es crear experiencias únicas que hibridan el diseño contemporáneo con la artesanía.

Disfruté mucho de la propuesta, además, porque estos días se está haciendo un censo con datos de movilidad por parte del INE, que está rastreando nuestros móviles. A mí, si les digo la verdad, que sigan mi rastro a través de un satélite me hace ilusión. Así que me he aplicado a fondo para resultarle interesante al espía de turno.

Durante los días que dura el seguimiento he pasado de caminar por Sevilla como un loco a recorrer la A-92 y subir a un bosque desconocido de la Alhambra cuyos intersticios no conoce ni el Google Maps. Hoy jueves, apenas termine de dar mi clase en ESCO y haga un par de gestiones por el centro, voy a recorrer el Zaidín y sus tiendas gourmet. Que, como Teruel, el Zaidín también existe y así deben reconocerlo los satélites espías de nuestros movimientos cotidianos.

Jesús Lens

Repensar Granada

Lo ha vuelto a decir, otra vez, el alcalde Granada. A Luis Salvador, me refiero, por si a alguien le cupiese alguna duda. “Una oportunidad para repensar la ciudad”, señaló al hablar sobre el 2031 y la candidatura a la Capitalidad Europea de la Cultura.

Digo que lo ha vuelto a decir porque, en su momento, ya lo expresó así el anterior alcalde granadino, Paco Cuenca. La pena es que, inmediatamente después, el consistorio encabezado por los socialistas se desentendió del tema.

Luis Salvador ha hecho bandera del 2031 desde el día en que tomó posesión del cargo. Lástima que, desde entonces, hayamos perdido un par de festivales de cine y otro de títeres por el camino. Y el de fotografía. El Festival Internacional de Jazz ha quedado reducido a su mínima expresión y el Premio García Lorca de Poesía viene con más calma que las obras del AVE barato a Sevilla.

Está bien repensar la Granada cultural que queremos en el 2031, pero a este paso, lo mismo nos encontramos con la de 1950.

Menos mal que Pilar Aranda, la rectora magnífica de nuestra UGR, ejerce como tal y apela a cosas tan sensatas como establecer una nueva dimensión en la relación entre ciudad y universidad, creando el neologismo ‘Universidad ciudadana’, sobre el que debemos reflexionar mucho y bien.

El concepto apela a la tradicional generación y transmisión del conocimiento, pero unido a la proyección social de la actividad universitaria más allá del ámbito económico, tecnológico, cultural o divulgativo.

Confieso que, escuchadas en boca de otro, dudaría del valor de esas palabras. Las consideraría una declaración de principios. Un brindis al sol. Que vengan de Pilar Aranda, sin embargo, les confiere un valor especial.

La UGR es el gran agente cultural de la Granada del siglo XXI. Hay que destacar y reivindicar, sobre todo, el titánico trabajo que hace La Madraza, el Centro de Cultura Contemporánea que dirige Ricardo Anguita. Cine, música, arte, cómic, literatura, conferencias… todas las disciplinas artísticas encuentran espacio en una programación que es para quitarse el sombrero. Formas de creer, de verdad, en el 2031.

Jesús Lens

El taxi imposible

Resultó desagradable, molesto e incordiante, pero me gustó comprobar que en todos lados cuecen habas. Por ejemplo, con los taxis. Teníamos entradas para ver ‘El irlandés’, la obra maestra de Scorsese, en un cine de Sevilla. Me hubiera gustado verla en el Megarama de Granada, pero como estos días estamos fuera, compré las localidades para la sesión de las 20 horas del domingo, lo que nos permitía hacer turismo en la maravillosa ciudad hispalense antes de despedir la semana por la puerta grande.

Me quedé sorprendido al comprobar que teníamos que trasponer a un centro comercial de Sevilla Este, más allá de la mítica Avenida Kansas City. Preocupados, le preguntamos al taxista por la vuelta, pero nos dijo que no habría problema. Que saliéramos a la rotondilla y que, si no pasaban taxis, llamáramos a la centralita.

Como la película es larga, sin siquiera tomar una caña durante la que comentar la conmoción provocada por la sublime obra de arte que acabábamos de disfrutar, nos lanzamos en busca de la rotondilla… por la que no pasaba taxi alguno. En la parada de autobús aneja, otra pareja de ‘irlandeses’ esperaba el último servicio del 27. Un servicio que debía llegar y que, por supuesto, no llegó.

Llamamos a tele-taxi los unos y a radio-taxi los otros. Y nada. Que no había coches disponibles. Que había mucha demanda. ¿En domingo? ¿A las 23.30 de la noche? ¡Vamos anda! Entonces empezó a llover.

Tras más de una hora de vana, desesperante e infructuosa espera, vi lo que parecía un taxi deteniéndose al otro lado de la vía. Crucé los cuatro carriles a la velocidad de Usain Bolt y respiré aliviado al comprobar que se bajaban unos pasajeros y que el coche quedaba libre. Temiendo que saliera a escape, me puse delante de él, que el conductor no se fiaba de mi cara de enajenado, y no me aparté hasta que mis compañeros subieron a bordo.

Luego, en la habitación del hotel y tras una ducha caliente, lo echábamos a risas. Jajajá. Que nunca podremos olvidar, jajajá, el estreno sevillano de ‘El irlandés’. Jajajá.

Jesús Lens