De infamias, balas y hongos

Hoy les quiero hablar de tres de mis lecturas más recientes, muy diferentes entre sí aunque sean bien negras y bien criminales. Comencemos por la ‘Infamia’ de Ledicia Costas, autora gallega con un amplio bagaje en literatura infantil y juvenil, cuyo Premio Nacional ganó hace unos años, y que da el salto a la novela negra con una historia corta, seca y contundente.

La trama arranca con la llegada de Emma Cruz a un pequeño pueblo llamado Merlo, lo suficientemente cercano a la Facultad de Derecho donde va a impartir clases, pero lo necesariamente aislado como para tratar de retirarse del mundanal ruido, buscando ordenar sus ideas… y sus sentimientos.

Merlo la recibe como todos los pueblos pequeños, con una mezcla de suspicacia y curiosidad acrecentada por la celebración un triste aniversario: los 25 años de la desaparición de dos niñas, las hermanas Giraud, de 6 y 13 años de edad. Una desaparición que quedó sin resolver, para escarnio y dolor de una comunidad que todavía no ha superado el trauma.

A partir de aquí, ‘Infamia’, publicada por la editorial Destino, desgrana una historia dura y descarnada en la que, más allá de las culpabilidades y la resolución del misterio, la autora se centra en las motivaciones y, sobre todo, en las consecuencias de la ejecución de actos violentos en el seno de una comunidad pequeña donde todo el mundo se conoce. Una novela de denuncia de una sociedad machista y homófoba que nos confronta con nuestras propias contradicciones, sean por acción o por omisión.

La escritora navarra Susana Rodríguez Lezaun cambia de registro en ‘Una bala con mi nombre’, publicada por Harper Collins Ibérica, y nos traslada a Massachusetts, en la Costa Este de los Estados Unidos, donde conoceremos a Zoe Bennett, una seria restauradora del Museo de Bellas Artes de Boston que se ve sumergida en un torbellino de acción y misterio.

‘Una bala con mi nombre’ es una novela que gustará a los amantes de las tramas con robos de piezas artísticas de valor singular y a los aficionados a las historias de amor fou, loco y tempestuoso. Una novela que se lee a la velocidad del rayo y que resulta de lo más entretenida.

Igualmente publicada por Harper Collins Ibérica, nos llega ‘Bajo cero’ un thriller desternillante en el que un posible fin del mundo se da la mano con una panda de protagonistas a cada cuál más loco y zumbado.

El autor de la novela es David Koepp, reconocido guionista de películas tan famosas de la historia del cine como ‘Parque Jurásico’, ‘Misión: Imposible’, ‘La guerra de los mundos’ o una de las últimas obras maestras del Brian De Palma más noir, ‘Carlito’s Way’, estrenada en España con el título de ‘Atrapado por su pasado’ y en la que Al Pacino hace una de las grandes interpretaciones de su carrera.

Con más de 30 guiones a sus espaldas, Koepp escribe ‘Bajo cero’ imprimiéndole un indudable ritmo cinematográfico, a través de capítulos que funcionan como las secuencias de una película y en las que el lector visualiza imágenes a un ritmo vertiginoso.

La novela parte de un hecho inquietante: la aparición de un misterioso hongo en una remota localidad australiana donde cayeron los restos de cierta basura espacial. Se trata de un organismo inteligente con una proverbial capacidad mutante y con una letal capacidad destructora de cualquier forma de vida que se le ponga a tiro.

Tres miembros de un equipo especializado del Pentágono acuden a Australia y consiguen encapsular al hongo. Lo depositan en unas instalaciones del gobierno perfectamente adecuadas para albergar y estudiar este tipo de fenomenologías y siguen con su vida. Hasta que, varios años después, ya jubilado, Robert Diaz recibe una llamada de teléfono a altas horas de la madrugada…

Las 300 páginas de ‘Bajo cero’ son adrenalina pura. Una vez que empiezas a leerlas, buscas cualquier excusa para no hacer lo que quiera que debas hacer con tal de seguir leyendo. La acción se sucede entre el terror bacteriano y apocalíptico y el humor más desopilante. Hay referencias a mil y una películas y a series de televisión tan populares como las de zombis. Pero sin que la novela sea de zombis. Ustedes me entienden. Además, los protagonistas son enormes perdedores que, sobre el papel, lo tienen todo en contra. Y, sin embargo…

‘Infamia’, ‘Una bala con mi nombre’ y ‘Bajo cero’ son tres novelas muy diferentes entre sí que demuestran la enorme versatilidad y variedad de un género negro que no se agota nunca. Desde las historias de denuncia más asfixiantes a una desprejuiciada novela sobre atracos protagonizada por un personaje tan improbable como encantador, pasando por una ácida crítica a un mundo que no cree en la emergencia climática que nos amenaza con llevarnos por delante, que precariza a su juventud y que deja en manos de cualquier chupatintas cuestiones tan importantes como la de la seguridad nacional. E internacional. Y global.

Jesús Lens

Movimientos espiados

Avanzaba el cortejo bajo la lluvia, todo el mundo tapado con abrigo oscuro y, sobre sus cabezas, paraguas negros. Discurría su lento caminar por un bosque que, les confieso, no conocía. Y eso que se encuentra en el corazón de la Granada más histórica y monumental: el Carmen de los Mártires.

“Parece la Santa Compaña” pensé para mis adentros, como si me encontrara caminando por el maravilloso bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez, llevado al cine por José Luis Cuerda en una de sus mejores películas.

Caía un chirimiri constante que al diseñador Andreu Carulla no parecía molestarle en absoluto. Y eso que la mañana había amanecido soleada y radiante. Fría, pero despejada. A mediodía, sin embargo, el cielo dijo de encapotarse y allí nos tenían, paseando por el bosque y disfrutando de las 31 torres confeccionadas con piezas de barro cocido que, repartidas por el entorno, están inspiradas en las columnas del Patio de los Leones de Granada.

La instalación se llama ‘El bosque’, sencillamente, y es una muestra más del compromiso de Cervezas Alhambra con la creación cultural. En este caso, pertenece a la plataforma crear / sin / prisa, cuya filosofía es crear experiencias únicas que hibridan el diseño contemporáneo con la artesanía.

Disfruté mucho de la propuesta, además, porque estos días se está haciendo un censo con datos de movilidad por parte del INE, que está rastreando nuestros móviles. A mí, si les digo la verdad, que sigan mi rastro a través de un satélite me hace ilusión. Así que me he aplicado a fondo para resultarle interesante al espía de turno.

Durante los días que dura el seguimiento he pasado de caminar por Sevilla como un loco a recorrer la A-92 y subir a un bosque desconocido de la Alhambra cuyos intersticios no conoce ni el Google Maps. Hoy jueves, apenas termine de dar mi clase en ESCO y haga un par de gestiones por el centro, voy a recorrer el Zaidín y sus tiendas gourmet. Que, como Teruel, el Zaidín también existe y así deben reconocerlo los satélites espías de nuestros movimientos cotidianos.

Jesús Lens