A la derecha del CIS

Cuando conoció usted los resultados del CIS, ¿qué fue lo que más le sorprendió? ¿Qué interpretación hizo usted del sondeo? ¿Quién considera que pierde, más o menos? ¿Y ganar? ¿Gana alguien? Yo me pasé una hora leyendo diferentes opiniones sobre los vaticinios. Y, al final, no sabía qué pensar.

Por una parte, es verdad que el PP se desploma en los sondeos, pero no es menos cierto que ganaría las elecciones. Por otra, Ciudadanos escala posiciones, pero no llega a superar a los populares ni siquiera después del escándalo de la Cifuentes. Mientras que el PP se hunde y hace aguas, de acuerdo con algunas interpretaciones, hay otra mucha gente que se echa las manos a la cabeza, preguntándose qué demonios hace falta que pase para que caiga el PP.

Sobre Ciudadanos hay menos especulación: están de moda y su crecimiento es incuestionable. Pero, ¿es imparable ese ascenso o ya han tocado techo? Y, sobre todo, ¿hasta qué punto son confiables los sondeos del CIS? No olvidemos que, no hace tanto tiempo, Pablo Iglesias hubiera podido ser presidente del gobierno…

No cuestiono la credibilidad de las encuestas, ojo. Pero sí tengo la sensación de que, en esto de los sondeos, nos comportamos como en la barra del bar, donde siempre somos valientes, sueltos, arrojados y lenguaraces. Bocazas, incluso. Sin embargo, a la hora de depositar el sufragio en las urnas, parece que nos achantamos.

Otro dato incontrovertible: la derecha centralista está cerca de una mayoría absoluta que, junto con la derecha nacionalista, nos sitúa frente a una España muy, pero que muy conservadora. Porque el PSOE, con un 22% de intención de voto, cosecha peores resultados que los pronosticados por el CIS de enero de este año.

¿Y Unidos Podemos? Sin llegar al 20%. Pero sin bajar del 19%, que es otra forma de verlo. Si consideramos al PSOE de Pedro Sánchez como izquierda, el bloque progresista estaría en el entorno del 41%. Pero ya sabemos que a Iglesias, Sánchez no le parece lo suficientemente siniestro, hasta el punto de dejar gobernar a Rajoy, en su momento.

Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos. ¡Seré yo, Señor, seré yo?

Total, que no sé ustedes, pero yo no tengo tan claro ni que el PP se hunda ni que Rivera sea Macron-bis. Eso sí: la Moncloa y por el momento, al fondo y a la derecha. Muy a la derecha.

Jesús Lens

Lanjarón, pura Alpujarra

“Lanjarón no es solo la puerta de la Alpujarra o una larga calle longitudinal por la que pasaba la antigua carretera. Lanjarón no es solo el Balneario o el nombre de un agua mundialmente famosa. Lanjarón es todo eso… y mucho más”.

Amanda habla con torrencial pasión de Lanjarón mientras comemos pausadamente en la encantadora terraza del Hotel Alcadima, que su familia regenta desde hace décadas. Aunque el motivo de mi visita a Alcadima es gastronómico, la conversación con Amanda nos lleva por caminos insospechados, transitando de lo turístico y lo cultural a lo botánico, lo geológico y lo paisajístico. Me recomienda rutas de senderismo, me anima a descubrir el Valle de Lecrín y me desafía a perderme por las calles de Lanjarón, sin prisas.

Es cierto que siempre he venido con bullas a este pueblo. O que he pasado por él, sin detenerme.  La última vez, hace un año largo, cuando hice el Cañón Trail, tan arrebatadoramente hermoso, entre el río, las acequias y la Sierra; como duro y complicado, con aquellas curvas de herradura empedradas que me destrozaron un pie.

El equipo de gobierno de Lanjarón, joven y con empuje, organiza pruebas deportivas como el Trail o el circuito de bicicleta de montaña, para atraer a un público distinto a la localidad. O el Lanjarock, recién terminado.

Le hago caso a Amanda y camino por el pueblo, dejándome llevar. Asomo a la preciosa Placeta de Santa Ana, por ejemplo, y me deleito con el agua fresca de su fuente, tras leer los versos de Lorca que la decoran. Me asomo a los miradores del fondo de Lanjarón y subo por el sendero de Tello.

Regreso por el Barrio Hondillo y voy disfrutando del contraste entre comercios tradicionales y otros de nuevo cuño, de “La Runa”, una tienda con nombre vikingo que vende hidromiel, a otra especializada en cervezas artesanales, pasando por la Rober Barbershop, tan molona que cualquiera diría que estamos en el Greenwich Village neoyorquino.

El contraste de gente, un lunes por la tarde, es igualmente interesante, desde los mayores que se asoman al río, a la altura del Museo del Agua, a montañeros de regreso de sus caminatas; ciclistas, hippies y chaveas que corren por las calles.

Me gusta Lanjarón. De hecho, ya me gustaba antes. Es solo que, hasta hoy, no he terminado de darme cuenta.

A esta escapada de 24 horas, le he sacado partido. Escribiendo sobre la embotelladora de Agua de Lanjarón para el suplemento económico Expectativas, de IDEAL (leer AQUí) y otro reportaje sobre el agua como elemento gastronómico, para el suplemento Gourmet (leer AQUÍ) Además, aproveché para conocer el restaurante Alcadima, como os contaba. Y le hice reseña para el Gourmet de una semana después (Leer AQUÍ)

¡Que no se diga que no amortizamos los viajes!

Jesús Lens

Ser río en Granada

Es una maldición, ser río en Granada. Lo escribía hace unos meses en este artículo y lo constato una vez más gracias a esa costumbre mía de hacer “recorticos” con los periódicos y guardar páginas y páginas con noticias, artículos, entrevistas y reportajes que, pienso, me pueden resultar de utilidad en el futuro.

Paso el fin de semana haciendo limpieza y despejando la habitación de mi casa, en el Zaidín, donde voy a instalar mi despacho profesional, ahora que soy autónomo. Y, entre los montones de papel amontonado he encontrado la página 7 del IDEAL del domingo 11 de septiembre de 2016.

“La antigua fábrica de cordeles se recuperará como base del nuevo paseo del Darro”, reza el titular. Y continúa la noticia: “Alhambra y Ayuntamiento arrancarán a final de año la rehabilitación de la galería de arcos y todo el interior, que se transformará en un recinto expositivo para la próxima primavera”.

Cualquier tiempo pasado fue mejor

Esa primavera debía de ser la de 2017, lógicamente. Y como no me suena ninguna noticia sobre la inauguración de ninguna fábrica de cordeles restaurada, tiro de Internet. Y nada. De nada. Nada… más allá de una noticia de La Vanguardia, muy cachonda, fechada un par de meses antes, el 31 de julio de 2016: la intervención en el Darro se hará por fases, para evitar el fiasco del Atrio.

Hace unos días salí a trotar con mi hermano, en un -vano- intento por tratar de ponerme en forma de cara a Las 2 Colinas. Aprovechamos las últimas lluvias para correr junto al cauce del río Monachil, que viene cargado de agua por primera vez en yo que sé cuántos años. Un disfrute. Un gustazo.

Quedamos para volver a salir, pronto, por el más habitual cauce del Genil, para completar el sentido del nombre “Zaidín”, ese brazo de agua, tierra entre dos ríos, que tan bien describiera Isidro Olgoso.

Lo siento por mi hermano, pero también tendremos que acercarnos al Darro, a ver cómo van todas esas maravillosas intervenciones rehabilitadoras que iban a devolvernos el río a los granadinos. Y a los turistas, por supuesto. No olvidemos a los turistas…

¡A la mierda el río, ya!

Cinco años trabajando en un libro titulado “Ríos de celuloide” me han hecho especialmente sensible a esos cursos de agua viva que, en Granada, tienen mala suerte: embalsados, embovedados, tapados, olvidados o abandonados; nuestros ríos son el perfecto paradigma de esa mala follá tan proverbialmente nuestra.

Jesús Lens

Ciudad de huesos

No recuerdo cuándo, pero sé que hace muchos, muchos años. Y lo sé porque en aquella columna jugué con el título de la novela de Michael Connelly que, entonces, era una novedad y justo la acababa de leer. Teniendo en cuenta que el libro se publicó en español en 2002… imaginen la de tiempo que ha pasado.

Asoma el verano su patita por el calendario y, junto al Tour de Francia, el Mundial de fútbol, las alertas por incendios forestales y las recomendaciones de echarnos crema protectora para tomar el sol; llegará una nueva temporada de “La Búsqueda”.

No. No se trata de una serie de Netflix ni de un programa de Telerrealidad. Se trata de una nueva entrega de La Búsqueda de los Huesos del Poeta.

Que nadie se ofenda, por favor. O sí. Como vean. Pero es que, dándole la razón a Moreno Bonilla, esto es un enredo permanente: ahora es la Junta de Andalucía la que se muestra abierta a una investigación sobre su paradero. Pero desde el rigor, eso sí.

No sé sin con eso del rigor, el vicepresidente y consejero de Memoria Democrática, Manuel Jiménez Barrios, quiere decir que las continuas, sucesivas e infructuosas búsquedas de toooooodos estos años atrás, realizadas por los unos, por los otros y hasta por los de(l) más allá; se han hecho a tontas y a locas.

Insisto, espero que nadie se ofenda por mi tono sarcástico. Entiendo que el hecho de que siga habiendo miles de personas asesinadas y enterradas en las cunetas de las carreteras, sin identificar, es doloroso y lacerante. Pero en el tema de la búsqueda de los huesos de Lorca, y dado que su familia ha dicho que lo dejen estar, hay mucho de interesado postureo.

Si supiera dibujar, haría una viñeta convirtiendo a Lorca en un simpático zombi que caminara por los alrededores de Víznar, amenazando con devorar a sus buscadores mientras les grita “¡Dejadme en paz de una maldita vez y pasad el verano leyendo mi poesía y mis obras de teatro… Pesaos, que sois unos PESAOS!”

Jesús Lens

Granada Film Commission

Hace unos días y a instancias de Ciudadanos, la Diputación acordó impulsar la creación de la oficina “Granada Film Commission”, de la que formarán parte las áreas de Cultura y el Patronato Provincial de Turismo, junto a todas las instituciones, para facilitar el trabajo a empresas y profesionales del sector audiovisual; tal y como leíamos en IDEAL.

Esta iniciativa se enmarca dentro del Pacto Provincial de la Industria y destaca “la relevancia de la industria cultural audiovisual y cinematográfica para el desarrollo socioeconómico de la provincia”, planteando la elaboración de un catálogo de escenarios de rodaje que esté a disposición de productoras españolas y extranjeras y que incluya las localizaciones significativas de la provincia, así como la configuración de un marco de promoción de todos los profesionales culturales de las líneas auxiliares de la industria del cine en la provincia de Granada.

He hecho un vil copia/pega de la información publicada porque refleja, a la perfección, qué es y qué sentido tiene una Film Commission: aunar lo cultural con lo turístico, lo económico y lo industrial. Algo que, a una provincia como Granada, le sienta tan bien como la tapa a una cerveza, la nieve a nuestra Sierra y un nuevo entrenador a nuestro equipo de fútbol.

Estamos de enhorabuena y debemos felicitarnos, por tanto. Pero también debemos recordar que nada de esto es nuevo y que, como a tantas otras citas, llegamos tarde. Lo que resulta especialmente doloroso si recordamos que, en esta materia, fuimos pioneros.

Corría el 2010 cuando se montó la primera Film Commission en Granada, con el objetivo de traer rodajes a nuestra provincia. Entonces llegaron las elecciones municipales, en 2011, y el PP accedió al gobierno de la Diputación, con Sebastián Pérez como presidente y José Antonio González, alcalde de Guadix, como diputado de Cultura.

En septiembre de 2011, el visionario -y afortunadamente efímero- diputado liquidó la Film Commission con la peregrina excusa de que el cine no era cultura. ¡Y olé! Entonces llegaron Sevilla y la Andalucía FC. Y, por ejemplo, “Juego de Tronos”, no se filmó en Granada, sino en los Reales Alcázares. Casualmente.

Ahora, en 2018, se vuelve a pensar en la importancia de tener una Film Commission en la provincia. Insisto: ¡me alegro todo! Pero no deja de darme rabia pensar en el tiempo perdido, sin magdalenas de por medio.

Jesús Lens