Jazz acuático

Hoy en IDEAL, un clásico del verano que ya no es, felizmente, sobre conos, atascos y colapsos de tráfico. En este caso, es un clásico alegre, festivo… y musical.

Llegan los rigores del verano, los termómetros superan ampliamente los treinta grados… y es hora de meterle ritmo al cuerpo. En julio, durante el día, ardemos por el calor, siempre excesivo y desmedido en esta época del año. Pero es que, cuando cae la noche, seguimos abrasándonos. En este caso, gracias a la música.

 Jazz acuático Paquito

Menos mal que los dos grandes festivales granadinos de jazz se celebran al borde del agua, lo que nos permite controlar los ardores, rebajar la excitación y tranquilizar el nervio que nos provocan el totémico Jazz en la Costa de Almuñécar, que recupera su formato XXL; y el Jazz en el Lago de Atarfe, que este año nos trae a uno de los grandes genios de la música latina: Paquito D’Rivera.

Este verano, para abrir boca, el Jazz en la Costa propone el estreno de uno de esos maridajes musicales llamados a convertirse leyenda: el pianista gaditano Chano Domínguez, uno de los más versátiles y aclamados del mundo, se cita con la guitarra de Niño Josele, flamenco con amplitud de miras a quién el jazz no le resulta ajeno, como demostró en su maravilloso disco “Paz”, una reinterpretación de varios temas clásicos del pianista Bill Evans.

 Jazz en la costa Chano Josele

El alquimista que hará posible esta fusión es, por supuesto, Fernando Trueba, uno de esos tipos proteicos para los que no hay límites a la hora de afrontar nuevos desafíos artísticos, creativos y culturales. ¿Cómo olvidar aquella singular experiencia, Calle 54, un club extraordinario, un garito total tan excitante… que terminó muriendo de éxito?

Hace unos años decidí posponer mi Nochevieja durante 24 horas. Trabajé el 31 de diciembre, tomé unas cañas con los amigos, cené ligeramente y me acosté. Al día siguiente cogí un autobús para Madrid y a la caída de la tarde, tras recorrer el Paseo de La Habana, traspasé las puertas de Calle 54. Alterado. Muy alterado. Esa noche tocaba Paquito D’Rivera y aquella iba a ser mi auténtica fiesta de Navidad.

 jazz en la costa 2014

Quieren la casualidad, el destino, los hados o los dioses que los voluntariosos, polifacéticos y entregados organizadores del Jazz en el Lago traigan este año a Atarfe, como cabeza de cartel, al mítico saxofonista cubano, en su versión más latina, abrasadora y fiestera. Una ocasión de lujo para disfrutar de una de las grandes estrellas del jazz internacional. Porque el ambiente que se genera en los aledaños de la Ermita de los Tres Juanes durante las noches de jazz, no tiene nada que envidiar al de otras citas muy renombradas, nacional e internacionalmente.

 Jazz en el Lago 2014

Si te gusta el jazz, ya sabes de lo que hablo. Si no lo has probado, las citas de Almuñécar y de Atarfe son ideales para estrenarte. Y, por las mismas razones, si crees que el jazz no es tu estilo… vuelve a probar. Insiste. Repite. Porque, con una Milno fresquita en la mano, la música sabe mejor y la exposición genera adicción.

Jesús Lens

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En lo que estoy

No sé por qué no habíamos subido aún los vídeos de Jorge Rossy, grabados en directo en el Club Magic, hace un par de miércoles.

No podemos dejar de repetir que pertenecer a la Asociación de Jazz de Granada Ool Ya Koo es un lujazo.

Además, ya tenemos el programa del festival Jazz en la Costa, que vuelve a su formato XXL, con ocho conciertazos.

Estoy preparando mi participación en la sección cinéfila de “Mira que te diga”, de La Voz de Granada. Hablaremos de Godzilla, que veré en un rato. De “Desayuno con Diamantes”, que podremos ver en VOS el próximo jueves, en el Cinema 2000 de Neptuno. Hablaremos de Gordon Willis y de la iniciativa “El Valor del Cine”. Y, como decían los antiguos anuncios: de lo que surja.

Desayuno con diamantes

Estoy terminando de leer “Americanah”, que he alternado con “Once Anillos”, tras el maratón de presentaciones de la pasada Feria del Libro en la que, por cierto, he ganado un premio.

Estoy viendo la nueva temporada de “24” y la de “Mad Men”, películas como “César debe morir” o “La bicicleta verde”; me he dado una tregua con la NBA hasta que avancen las Finales de Conferencia, he terminado un artículo para IDEAL, mañana me voy a Sevilla, al Festival Territorios Sur y, llegados a este punto, aquí lo dejo.

¡Seguimos!

Jesús Lens

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Baloncesto & Jazz

A lo largo de varias semanas, he estado leyendo el libro de Phil Jackson, “Once anillos”, publicado por Roca Editorial. Jackson, el Máster Zen, también conocido como El Seños de los Anillos, es el entrenador más laureado de la historia del baloncesto. Pero antes fue jugador. Y ahora es presidente ejecutivo de una franquicia en reconstrucción: los Knicks de Nueva York.

 Once anillos Phil Knicks

El libro tiene muchas perlas, aplicables tanto al mundo del deporte como al de la empresa. O al del asociacionismo, sin ir más lejos. Colaboración, liderazgo y gestión de equipos son los conceptos básicos. Pero lo mejor de “Once Anillos” es su transversalidad.

 Once anillos

Por ejemplo, estos párrafos, que harán las delicias de mi Cuate Pepe, por razones obvias:

Siempre he tenido la sensación de que entre el baloncesto y la música existe una conexión intensa. Se trata de un juego de naturaleza intrínsecamente rítmica y requiere la misma clase de comunicación no verbal y generosa que presentan los mejores grupos pequeños de jazz.

 Once Anillos jazz

En cierta ocasión, John Coltrane tocaba en la banda de Miles Davis cuando se lanzó a un solo interminablemente largo que enfureció a Miles.

 

–         ¿Qué coño pasa? –preguntó Miles a gritos.  

–         Hermano, mi instrumento no dejó de sonar. Ha seguido tocando –respondió Coltrane.

–         En ese caso, suelta el puñetero instrumento.

 

Steve Lacy, que tocaba con Thelonious Monk, enumeró los consejos que Monk daba a los integrantes de su banda. Aquí tienes una selección de dichos consejos:

 Once anillos monk

–         El mero hecho de no ser batería no significa que no marques el ritmo.

–         ¡Deja de tocar esas notas extrañas, esas chorradas, e interpreta la melodía!

–         Ocúpate de que el batería suene bien.

–         No toques la parte del piano, para eso estoy yo.

–         No toques todas las notas (ni en todo momento); deja pasar algunas… Lo que no toques puede ser más importante que lo que interpretas.

–         Si te bamboleas, apura el ritmo un poco más.

–         Todo aquello que creas que no puede hacerse, alguien vendrá y lo hará. El genio es quién más se parece a sí mismo.

–         Tienes que comprenderlo para entenderlo, ¿lo has captado?

 Once anillos Thelonious

Lo que más aprecio de la lista de Monk es su mensaje elemental sobre la importancia de la conciencia, la colaboración y la definición de roles claros, cuestiones que se aplican al baloncesto tanto como al jazz.

Está claro, ¿no?

Lo dicho. “Once anillos”. Muy, muy recomendable.

Jesús Lens

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Vicent Macian en el Club Magic

Suelo grabar solo dos temas de cada concierto de los miércoles, en el Magic, pero el cuarteto de Vicent Macian tocó tanto y tan bien que no pude evitar grabar tres de ellos. Aquí los tenéis, todos seguidos. Y veréis que el ambiente de Club de Jazz de los de verdad, de los que exudan autenticidad, se refleja en la música que cada semana traemos a Granada los integrantes de la Asociación Ool Ya Koo.

¡Larga vida al jazz en vivo y a la música en directo!

Jesús Lens

Cotton Club: Más que un Club

Celebramos el Día Internacional del Jazz, desde ese Cine con Swing en que Cid & Lens estamos comprometidos, con una entrada imprescindible que esperamos os guste:

Algunos sitios nada más nombrarlos nos traen las más intrincadas elucubraciones. Sus nombres están asociados a personajes míticos, encuentros siniestros y sorprendentes, acontecimientos inolvidables, y, como es este el caso, a músicos inolvidables. Con el Cotton Club me pasa una cosa, cuando quiero encontrar una similitud con algo semejante por estas tierras pienso en los antiguos cafés cantantes madrileños o sevillanos dónde se reunía el mundo flamenco todo. Guardando las diferencias claro. Tampoco quiero decir con esto que los clubes de jazz sean las peñas flamencas de ahora, no sigan por ahí…

 Cotton Club

El Cotton Club estará para siempre asociado a la etapa del swing, al mundo de los gángsters, a las bing bands, y a la Ley Seca. Era el “Lugar Número Uno”. Allí dónde todo músico quería estar. Se cuenta que en cierta ocasión la big band de Fletcher Henderson fue rechazada y que en su lugar eligieron a la de Jimmie Lunceford. Curiosa historia porque la banda de Henderson fue la “primera big band”. El caso es que en Nueva York había otros locales, como el Connie’s, pero el Cotton Club era otra cosa. A ello contribuyeron seguramente el hecho de que su propietario fuera el gángster Owney Madden (Bob Hoskins en la película), que tuviera la sesión más golfa y sonada de la noche del domingo en Nueva York (las “Celebrities Nights”), y que se convirtiera en cita obligada para todo músico de jazz que pasara por la ciudad, ya fuera el Duque, el Conde, Bessie Smith, Cab Calloway, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, Billie Holiday, Nat King Cole,… ¿se imaginan?

 Cotton Club Hoskins

Pero el Cotton Club fue ante todo hijo de su época, y como toda época tiene su final, el Cotton desaparecería, hijo de su tiempo, con ella; fue en 1940, veinte años después de que su primer propietario, el boxeador Jack Johnson, abriera sus puertas. ¡Ahí es na! La brillantina, el jolgorio, el “famoseo”, y ¡ay! el glamur, la canalla noche del jazz de NY, que lo seguiría siendo por cierto, pero con otro aire, dieron pasó a otro tipo de música y de ambiente. Ni mejor, ni peor. Otro. El be-bop traía nuevas ideas al jazz, y el Minton’s, su templo, nada tenía que ver con el “club del algodón”. El escritor Leonard Feather (The Jazz Years) lo deja claro, el Cotton Club “propiedad de la mafia representaba un Harlem para blancos”; el be bop, en contraste, era una música de músicos esencialmente negros que querían romper con el pasado; y sigue Feather, por si alguien no tiene clara la diferencia: “De una manera más significativa, supe que el Cotton Club admitía a negros sólo como músicos. Con la excepción de alguna celebridad ocasional, que era aceptada a regañadientes (nadie se atrevió a insultar a un Bojangles Robinson que portaba una pistola negándole una mesa), los negros no eran bienvenidos como clientes. Saber esto significaba que yo no estaba cómodo allí. Consecuentemente, y quizás alocadamente, incluso atendiendo a su interés social, nunca vi el interior del club”.

 Cotton Club BSO

Quién si conoció bien el Cotton Club, de primera mano, no fue otro que un buen amigo de Leonard Feather, el gran Duke Ellington, quién me imagino se llevaría más de un secreto a la tumba; antes, sin embargo, nos dejó algunos recuerdos de su paso por el mítico local:

“La noche del domingo era la gran noche del Cotton Club. Estuviesen actuando en uno u otro local, todas las grandes estrellas neoyorquinas que se encontraran en la ciudad se acercaban al Cotton Club a saludar al público. Harlem tenía una fama excelente por aquellos días, y su atmósfera resultaba pintoresca a más no poder. Se trataba de un lugar de visita obligada, como Chinatown lo era en San Francisco.

El Cotton Club se hizo famoso a escala nacional por nuestras retransmisiones radiofónicas de costa a costa, que tenían lugar casi todas las noches. A los artistas se les pagaban elevados salarios, y los precios para los clientes, también eran elevados. La sala contaba con doce bailarines y ocho coristas, guapísimas todas. ¡Qué bien iban vestidas! Uno ya no ve esa clase de chicas en los escenarios.

 Cotton Ellington

Durante los años de la Prohibición, siempre era posible comprarle buen whisky a “alguien” en el Cotton Club. Por entonces vendía lo que llamaban Chicken Cock. Venía en una botella que estaba dentro de una lata, y la lata estaba sellada (…). Las incidencias de la era de los gangsters no eran conveniente materia de conversación. La gente a veces me preguntaba si conocía personalmente a fulano o mengano.

 

– No, qué va – decía yo –, no lo he visto en la vida.

 

Pero sí que les conocía a todos, y cuando empecé a tocar en el Cotton Club, las cosas ya se habían salido de madre”.

BSO (Geffen Records, 1984):

The Mooche (Duke Ellington/Irving Mills), Cotton Club Stomp 2 (Duke Ellington), Drop me Off in Harlem (Duke Ellington), Creole Love Call (Duke Ellington), Ring Dem Bells (Duke Ellington/Irving Mills), East. St. Louis Toodle (Duke Ellington), Truckin’ (Rube Bloom), Ill Wind (Harold Arlen), Cotton Club Stomp 1 (Duke Ellington), Mood Indigo (Duke Ellington/Irving Mills), Minnie the Moocher (Cab Calloway/Irving Mills), Cooper Colored Gal (J. Fred Coots), Dixie Kidnaps Vera (Al Woodbury), The Depression Hits/Best Beats Sadman (Al Woodbury/John Barry), Daybreak Express Medley (Duke Ellington)

Productor musical: John Barry.