Como tú, como yo, ¿como nosotros?

Junto a la Fuente de las Batallas, en el corazón de la Feria del Libro, Anaya ha instalado una caseta educativa en la que están colgadas veinte grandes ilustraciones. ¿Las han visto? Porque no deben perdérselas.

Son ilustraciones de artistas tan reputados como Juan Miguel Aguilera, Raquel Aparicio, Sara Morante, Javier Olivares o Santiago Sequeiros, entre otros. Y hay una de nuestro Gabriel Hernández Walta, ganador de un premio Eisner por su extraordinario trabajo en ‘La Visión’.

En su ilustración, un chico llamado Máximo se mira en el espejo. La imagen reflejada, sin embargo, es la de Luz, la chica en la que se transforma durante unos días. Y no será fácil ser Luz, como nos cuenta Santiago García-Clairac, autor del cuento ‘Metamorfosis’.

Foto: Gustavo Gómez para Acento Comunicación

Porque cada una de esas ilustraciones lleva aparejado un relato. 20 relatos + 20 ilustraciones por la igualdad que conforman el libro juvenil ‘Como tú’, recientemente publicado por la editorial Anaya. Se trata de un proyecto ideado, coordinado e impulsado por esa bestia parda que es Fernando Marías, una de las más brillantes mentes pensantes con las que contamos en el espectro cultural español.

Así explica en el prólogo del libro el porqué de este trabajo: “La educación es la base de todas las cosas buenas y todas las cosas malas. Parece obvio, pero demasiadas veces se olvida. Una buena educación generará ecos positivos, de la misma manera que una educación descuidada, inadecuada o mala acabará antes o después por resultar nefasta. Lo demuestra la Historia y lo corrobora la vida cotidiana de nuestros días”.

Efectivamente, ‘Como tú. 20 relatos + 20 ilustraciones por la igualdad’ es un libro con contenido educativo y voluntad transformadora. Una colección de relatos e ilustraciones comprometidos con la igualdad y dirigidos a los lectores jóvenes. ¡Ahí es nada!

Continúa explicando Fernando Marías, sin paños calientes ni ambages: “La igualdad entre hombres y mujeres no existe en nuestra sociedad actual. Esa carencia inaceptable, de cuya realidad estamos convencidos, reclama soluciones apremiantes que deben abordarse desde los primeros pasos de la educación de las personas jóvenes. La igualdad se conseguirá en las aulas o no se conseguirá”.

La apuesta por Fernando Marías en este campo resulta encomiable. Hace dos años, el festival Granada Noir estrenó otro de sus proyectos: “Hnegra”, partiendo de un mismo formato, aunque dirigido al público adulto. Veintidós relatos y otras tantas ilustraciones escritos por diferentes autoras y con una sola premisa: un relato corto protagonizado por una mujer inmersa en una atmósfera negra y criminal que podía ser asesina o víctima, heroína o malvada, pero no agente de policía ni representante del aparato de justicia. Un proyecto que llevó aparejado un largo ciclo de películas, en AulaCine CajaGranada, con la colaboración de Cervezas Alhambra.

La combinación de disciplinas artísticas tan diferentes como complementarias hace que el proyecto ‘Como tú. 20 relatos + 20 ilustraciones por la igualdad’ tenga el potencial de llegar a más público, al resultar atractivo e interesante al lector.

Destaca en la publicación de Anaya, también, la variedad estilística y temática de los veinte relatos, algunos de ellos escritos por reconocidas personalidades del mundo de la narrativa juvenil. O por toda una ganadora del Premio de la Crítica de Poesía como Raquel Lanseros, cuyo ‘Origen’, ilustrado por su tocaya Raquel Lagartos, es un prodigio de sensibilidad y empatía hacia los Otros.

’Como tú. 20 relatos + 20 ilustraciones por la igualdad’ también incluye historias que, a modo de fábula, transcurren en África, como en la propuesta de Ricardo Gómez, con ilustración de Alba Marina. Un originalísimo hilo de twitter es el relato de ‘Igual que tú, tiemblo’, de Ledicia Costas e interpretación gráfica de Nuria Díaz. Un hilo de twitter que incluye a sus trolls y a sus haters, como no podía ser de otra manera. La imagen de una chica atrapada en la pantalla rajada de un móvil es una inquietante forma de mostrar el daño que puede provocar el bullying a través de las redes sociales.

Presentación en Fundación Telefónica

Y está el que es, para mí, el relato más emocionante de todos: ‘La libertad de Penélope’ de Antonio Lozano e ilustración de Anu Jato. Fue lo último que escribió Antonio, nuestro Antonio, antes de fallecer. Se trata de una delicada pieza de orfebrería literaria en la que reinterpreta el mito de Penélope, la eterna tejedora y destejedora del sudario del rey Laertes. Una Penélope que se rebela a su destino, siempre esperando la vuelta de su esposo, Odiseo.

El miércoles hicimos un homenaje a Antonio Lozano en la Feria del Libro. Hablamos de su pasión por África y por los viajes. De su Tánger natal. De su activismo cultural y social. De su compromiso con la causa de los más débiles. De su sensibilidad con la inmigración. Y, por supuesto, de esta Penélope, liberada del peso de la historia.

Jesús Lens

El dolor de los demás y la autoficción Noir

Entra un WhatsApp:

—¿Has leído “El dolor de los demás”? Podríamos estar ante nuestra propia “A sangre fría”…

El remitente es, por supuesto, Fernando Marías, una de las personas más atentas a todo lo que ocurre en el mundillo cultural español. Sobre todo, en lo que tiene que ver con la innovación.

Escribo sobre la marcha a Librería Picasso, preguntando si lo tienen en la tienda. Su respuesta me anima a salir a escape en su busca: “nos queda solo uno”.

Empiezo la lectura esa misma tarde. Por la noche tengo que salir. Al día siguiente, lo he terminado. Y contacto con el autor, Miguel Ángel Hernández: “¿Te vendrías a Granada Noir, el próximo octubre?”

Ha sido el libro del verano. No sé en ventas, pero sí en cuanto a reseñas críticas y a referencias en todo tipo de revistas y publicaciones, literarias y no literarias. Y no me extraña. Porque “El dolor de los demás” es uno de esos fenómenos llamados a perdurar y a trascender. A crear escuela. A abrir caminos, ampliar miras y marcar territorios.

1995. Nochebuena. Huerta murciana. Un joven mata a su hermana después de haberla violado y, acto seguido, se suicida, tirándose por un barranco cuando los vecinos, de madrugada, andaban su busca. Es el mejor amigo de Miguel Ángel Hernández y su relación era afectuosa, cálida y cercana. Dado que los hechos están meridianamente claros y el quién lo hizo no admite discusión, la investigación oficial no tarda en cerrarse. Sin embargo, una pregunta sin respuesta se quedó flotando en el aire: ¿Por qué? Nunca llegó a entenderse ni a comprenderse el porqué lo hizo… más allá de la rumorología inherente a un caso de estas circunstancias.

Veinte años después, cuando el manto del olvido parece haber sepultado aquel crimen, Miguel Ángel Hernández vuelve a sus raíces, regresa a la huerta… y comienza a preguntar. Empieza así una investigación que le llevará a reverdecer años pretéritos, dando el pistoletazo de salida de un viaje en el tiempo de consecuencias imprevisibles.

¿Existen límites que no debe traspasar un escritor? ¿Hasta dónde es moralmente lícito remover dolorosos acontecimientos del pasado? Ahí es donde chocamos con el título de un libro tan inclasificable como imprescindible: “El dolor de los demás”.

En España, efectivamente, no estamos acostumbrados a la autoficción en la que la vida del autor se convierte en el material narrativo con el que confecciona su obra. De ahí la sorpresa provocada por Miguel Ángel Hernández: en cuanto empieza a bucear en los acontecimientos que rodearon la tragedia que destrozó a la familia de su mejor amigo, su propio pasado empieza a emerger. Y resultará imposible de contener.

Cuando Miguel Ángel regresa a investigar a la huerta, en 2015, ya estamos bien entrados en los años de la crisis económica y financiera que asoló España. Él es todo un profesor de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, con amplia experiencia investigadora y docente en Estados Unidos. El contraste con la España profunda, por tanto, va a ser enorme. Ahí radica otro de los puntos fuertes del libro.

Más contrastes: la sociedad española de hoy y la de entonces. Nacido en 1977, Miguel Ángel Hernández tuvo que hacer la migración del ciudadano analógico al digital. Y entre la España rural y autárquica de los años 80 del pasado siglo y la España comunitaria de hoy en día también hay un buen trecho. ¿O no tanto? En esencia, quiero decir…

¿Cómo cae la vuelta del profesor universitario a la huerta? Un profesor que, además, ya es escritor. Aunque sus libros están relacionados con la materia docente e investigadora en que se ha especializado: el arte y la estética. Y, más importante aún: ¿cómo se recibe entre los paisanos su intención de escribir sobre un tema tan escabroso? Item más: ¿cómo le acogen, más allá de su labor investigadora?

Y el otro tema esencial de “El dolor de los demás”: el punto de vista adoptado a la hora de interpretar los acontecimientos. Un punto de vista que está íntimamente relacionado con los afectos. Hasta ahora hemos hablado de Miguel Ángel Hernández y de la investigación emprendida para esclarecer los hechos que asolaron a la familia de su amigo. Una investigación que servirá, también, para sacar a flote recuerdos del pasado del propio autor, lo que nos permitirá conocerle y descubrirle. Sin embargo, ¿no echan de menos a otra persona en esta relación de hechos? ¿No falta un factor esencial en la ecuación?

A través de viejos programas de televisión y de fotos olvidadas, de las hemerotecas, las conversaciones y las entrevistas, Miguel Ángel Hernández teje un tupido mosaico en el que todos nos podemos encontrar reflejados. Es la clave de la buena autoficción: hablando de sí mismo y de sus circunstancias, el autor debe involucrar al lector, hacerle recordar cosas de su propia vida, invitarle a que se plantee preguntas, a que reflexione sobre el cuándo, el cómo y el porqué de determinados episodios… y sobre su trascendencia vital.

Y, por si se lo estaban preguntando: ¡SÍ! Miguel Ángel Hernández nos acompañará en la cuarta edición de Granada Noir y, con la colaboración de Cervezas Alhambra, mantendrá una conversación abierta al público con nuestro querido Fernando Marías, el martes 2 de octubre, en el Teatro CajaGranada. Una de esas citas obligatorias e imperdibles.

Jesús Lens

Frankenstein resuturado

A veces resulta imprescindible pararse en mitad del camino y darse la vuelta: ver de dónde venimos nos ayuda a comprender dónde nos encontramos y hacia dónde nos dirigimos. La sosegada y tranquila lectura de “Frankenstein resuturado” es, para los amantes del género fantástico y de ciencia ficción, una de esas necesarias pausas en el camino. Una vuelta a los orígenes. Un regreso a las fuentes de las que manan la creatividad, la imaginación y la pasión lectora.

Es básico, para empezar, recordar que Mary Shelley era una jovencita de apenas dieciocho años cuando escribió una de las novelas capitales de la historia de la literatura. ¡18 años nada más! Así lo explica la propia Mary en el prólogo del libro: “no es tan raro que, siendo hija de dos personas de distinguida celebridad literaria, pensase desde muy pronto en escribir”. Y es que, efectivamente, Mary era hija del filósofo político William Godwin y de la filósofa feminista Mary Wollstonecraft.

Pero centrémonos en “Frankenstein o el Moderno Prometeo”, una novela cuya génesis hay que situar en Suiza, en Villa Diodati, a orillas del lago Lemán, durante aquel año -1816- en que el verano nunca llegó, como ya tuvimos ocasión de contar en un entrega anterior de esta sección, hace un par de años.

—“Cada uno de nosotros escribirá una historia de fantasmas”— exclamó Lord Byron. Y todos los presentes en aquella mítica reunión accedieron a hacerlo. “Yo me esforcé en pensar una historia… que hablase de los misteriosos miedos de la naturaleza humana, y despertase verdadero espanto; que hiciera que al lector le aterrase mirar a su alrededor, que le helase la sangre y acelerase los latidos de su corazón”, sigue escribiendo Mary Shelley en el prólogo de “Frankenstein o el moderno Prometeo”.

Y aquí estamos, 200 años después de la publicación de la primera edición de uno de los clásicos por excelencia de la literatura de ciencia ficción, en plena celebración colectiva de la novela de Mary Shelley, tal y como Fernando Marías ha descrito el proyecto “Frankenstein resuturado”. Un proyecto que parte de una pregunta que se hace la incansable y portentosa mente creativa de Marías: “¿Cuál habría sido el periplo de la criatura de Frankenstein si hubiera vivido las veinte décadas transcurridas desde su nacimiento oficial en 1818 hasta hoy?”

El resultado da forma a un ambicioso y monumental proyecto basado “en el anhelo y la invención”. Para empezar, un libro publicado por Alrevés, editorial cómplice y sustentadora de algunas de las iniciativas más vanguardistas e interesantes del panorama de la cultura española contemporánea, como el proyecto Hnegra del pasado año, estrenado en la tercera edición del festival Granada Noir, patrocinado por Cervezas Alhambra, y con el que este “Frankenstein resuturado” comparte filosofía.

Porque a una nueva traducción de la novela de Mary Shelley, realizada por Lorenzo Luengo, que la ha adaptado al lector contemporáneo, siguen 21 propuestas creativas que vuelven a combinar la literatura con la ilustración. 21 relatos y su correspondiente representación gráfica, con la Criatura de Frankenstein transitando a lo largo de otras tantas décadas: las que van de 1818 hasta hoy.

Un auténtico viaje en el tiempo que comienzan Julio César Iglesias al teclado y Raquel Lagartos a los pinceles y que culminan la poesía de Raquel Lanseros y el dramatismo gráfico de Sequeiros, seguido su poema de un sorprendente epílogo de Aixa de la Cruz y Carlos Spottorno.

Resulta imposible nombrar a la pléyade de cuentistas y dibujantes con que cuenta “Franskenstein resuturado”, de Juan Ramón Biedma, Elia Barceló o la granadina Clara Peñalver a Premios Nacional del Cómic como Elena Odriozola o Javier Olivares. Hay maestros consagrados del relato corto, como Matías Candeira, o del terror y la ciencia ficción, como Juan Miguel Aguilera o Ismael Martínez Biurrun.

Pero es que “Frankenstein resuturado” también es música, que Josete Ordóñez y Rosa Masip han compuesto una hermosa canción, partiendo de esa poética “Europa” de Raquel Lanseros. Y es una magna y sorprendente exposición que ahora mismo se puede disfrutar en el Corte Inglés de Preciados, en Madrid.

Como escribe Fernando Marías, “dicen que Frankenstein es una cumbre del terror, que inventó la ciencia ficción, que acuñó preguntas imposibles de contestar y que cambió la historia de la literatura. Sin refutar ninguna de esas ideas, también cabe sentirla como la mejor novela sobre la soledad humana que se haya escrito. No sabemos, ni nos importa, si Mary Shelley cambió el mundo. Pero sí sabemos que nos cambió a nosotros”.

Lo dicho. Hagan un alto en el camino y vuelvan la vista atrás. Retrocedan 200 años en el tiempo y sumérjanse, de nuevo, en la historia de Frankenstein. Y, a partir de ahí, inicien un fascinante viaje en el tiempo, hasta el 2018… y más allá.

Jesús Lens

¿Qué es ser una heroína, hoy?

Esa es la pregunta a la que responderán, a lo largo del próximo fin de semana, las escritoras de género negro que Granada Noir ha convocado en el Cuarto Real de Santo Domingo, dentro del proyecto Hnegra.

Un proyecto que, tras su presentación y puesta de largo en Granada, viajará a Aragón antes de continuar su periplo por una larga ruta de festivales dedicados al género negro. Porque el proyecto Hnegra es una iniciativa de mucho calado y largo alcance de la que no dejaremos de oír en los próximos meses.

 

Hnegra es un proyecto multidisciplinar con varios componentes fundamentales que se complementan y retroalimentan entre sí. Es, para empezar, un libro de cuentos. Pero también es una exposición de ilustraciones. Y ambas iniciativas serán estrenadas en Granada el próximo viernes, 29 de septiembre.

A partir de ahí, Hnegra irá adoptando diferentes formas. En Granada, por ejemplo, tendrá mucha visibilidad y protagonismo en los bares, gracias al patrocinio de Cervezas Alhambra, que permitirá disfrutar de encuentros y charlas con autoras de género negro en diversos garitos de la ciudad, disfrutando de una cerveza bien fría y de una tapa especial, diseñada al efecto.

 

Pero… ¿qué es Hnegra exactamente? Empecemos hablando del libro. Tal y como explica Fernando Marías, impulsor de un proyecto materializado gracias a la editorial Alrevés y a Ámbito Cultural El Corte Inglés: “hemos pedido a 22 autoras, nombres clave de la novela negra actual de nuestra literatura, pero también escritoras de otros ámbitos, además de dramaturgas, cineastas, periodistas, directoras de escena, actrices y poetas; que escriban un relato breve de atmósfera negra protagonizado por una mujer, que puede ser heroína o villana, justiciera o criminal, víctima o verdugo; la única condición era que su protagonista no fuera representante de la ley con placa y pistola. Posteriormente, convocamos a 22 ilustradores para que adaptaran los relatos”.

El libro Hnegra, una auténtica joya hermosamente editada, se compone de los 22 relatos y de sus correspondientes 22 adaptaciones en forma de ilustración. Y resulta una gozada comprobar cómo ha interpretado en clave visual, cada ilustrador, a la heroína que le ha tocado en suerte. Sobre ese tema también habrá una mesa redonda en Granada Noir, en la que participarán ilustradores como Javier Olivares, Premio Nacional del Cómic, Enrique Bonet, Santiago Sequeiros o Maite López.

 

Pero volvamos a la pregunta central: ¿Qué es ser una heroína, hoy? Le hemos preguntado a tres reconocidas autoras de género negro, que estarán en Granada Noir y cuyos relatos forman parte de Hnegra.

 

Para Berna González Harbour, “heroína en realidad es la superwoman que hoy logra trabajar, tener vida, amar y querer y disfrutar todo a la vez manteniendo el tipo. Desde un punto de vista literario es una construcción compleja: seguimos aferrados a dos tipos de modelos atávicos y clichés: Una es la mujer de escote, poco cerebro y muchas curvas como estímulo de las investigaciones; y otro es las investigadoras incipientes que muestran inteligencia pero aún no pueden exhibir borracheras o debilidades tan profundas como las de los hombres “Marlowe”. A la mujer se le exige siempre más, también en el protagonismo heroico sin desbarrar porque si desbarran, algo se desencaja en el esquema. Tenemos mucho que asimilar literariamente también para convivir con ellos sin necesidad de ser una (aparentemente) inofensiva Miss Marple”. Interesante planteamiento que nos invita a pensar en la novela del futuro protagonizada por mujeres.

Para Empar Fernández, “una heroína negra no necesita superpoderes, pero sí ingenio, valor y recursos. Tiene clarísimo que debe exigir que la respeten y se siente muy orgullosa de ser una mujer”.

 

Por su parte, Nieves Abarca, considera que “en la vida normal la heroína que gusta es la mujer 10: trabaja, hace las cosas de casa, se cuida y cuida a los niños sin descascarillarse la manicura… Pero en el «mundo noir», los papeles se cambian: la heroína puede ser tanto la malvada asesina sin escrúpulos como la abnegada policía que ofrece su vida por los débiles. Lo mismo que han sido siempre los hombres, protagonistas de su vida y de su historia, villanos o héroes. En el mundo noir todos somos iguales ante la literatura”.

Me surge una interrogante al leer los planteamientos de tres autoras como Berna, Empar y Nieves: ¿puede la literatura contribuir a cambiar la realidad? O, al menos, la percepción que tenemos de la realidad…

 

En ese sentido Granada Noir y AulaCine CAJAGRANADA han diseñado un ciclo de diez películas que, de forma paralela al proyecto Hnegra, invita a los espectadores a reflexionar sobre el papel de la mujer en el cine policíaco norteamericano a lo largo de la historia.

Así, la mujer ha pasado de ser la compañera sentimental del protagonista o la pérfida mujer fatal que lo arrastra a la perdición, en el cine de los años 30 a 60 del pasado siglo, a ser un personaje con individualidad propia cuyas aristas y perfiles resultan mucho más completos y creíbles en películas significativas de los 70 y los 80.

 

Por fin, el cambio de siglo ha permitido que veamos películas en las que la mujer es la heroína indiscutible del cine negro más moderno y atractivo, en igualdad de condiciones a los personajes masculinos, tal y como defendían Berna González Harbour, Empar Fernández y Nieves Abarca.

Para quienes sostenemos que el cine, la literatura y el arte en general son  poderosas herramientas para la transformación social, proyectos como Hnegra son esenciales, al permitirnos reflexionar sobre la realidad del momento en que vivimos a partir de un pasado compartido. Y todo ello con el fin último de trabajar y pelear por la consecución de una sociedad más justa e igualitaria en el futuro más inmediato.

 

Jesús Lens

Fascistas, pero de verdad

Muchas de las cosas que sé, me las enseñó Andrés Sopeña. Y no necesariamente en sus maravillosas clases de Derecho Internacional Privado. Aunque también.

Muchas de las cosas que sé, y de las que he ido aprendiendo por mi cuenta, se las debo a una de las mentes más lúcidas que he tenido la fortuna de conocer.

 

Si han venido a alguna de mis charlas y presentaciones me lo habrán oído más de una vez: soy lo que soy y hago lo que hago gracias a personalidades proteicas como las de Andrés Sopeña, Jesús Conde, mi añorado Manolo Villar, Cristina Macía, Paco Ignacio Taibo II o Fernando Marías. Personas que me han enseñado a ver la vida de otra forma, a ir más allá, a mezclar, combinar, hilar, evolucionar y osar.

Andaría yo por mi primera veintena cuando asistí a un curso de verano. Junto al maestro Berlanga, participaba Andrés Sopeña. Y, en un par de prodigiosas horas de charla, desmontó y volvió a montar el western como género cinematográfico, desarbolando su épica y su mítica para devolvernos la historia, tal y como ocurrió.

 

Al terminar aquellas dos horas de magia y alquimia, Sopeña nos advertía que el nuevo fascismo no llegaría con botas, porras, guerreras y bigotes; mostrándose agresivo, visible y fácilmente perceptible. Que, gracias al cine, a la televisión y a los medios de comunicación de masas, el fascismo volvería camuflado de otra cosa. Y nos impelía a formarnos y a estar atentos para aprender a detectarlo y a combatirlo.

 

Asisto desde el domingo a un debate muy interesante sobre si Alternativa para Alemania, esa AfD que entra en el Bundestag, es o no es extrema derecha. En un momento en que insultos como facha o fascista se aplican a personas como Joan Manuel Serrat, hay que ser muy cuidadosos con el uso de según qué apelativos.

No nos lo van a poner tan fácil, para reconocerlos…

Pero todo lo que leo sobre AfD, apesta a fascismo. A extrema derecha. A racismo. A xenofobia. Con un toque pulcro y moderno. Con un discurso muy bien trabajado e hilvanado sobre la grandeza de Alemania, pero repleto de esos peros tan delatadores, al estilo del célebre “yo no soy racista, pero a mí los musulmanes…”.

 

Así, cuando estos días lean o escuchen a gente que se define como demócrata, pero que reconoce que la AfD tiene su parte de razón, ¡desconfíen!

 

Jesús Lens