Marías, Berlanga y el tiempo circular

Hoy se vuelve a completar un círculo. No sé cuántos van ya, pero estoy seguro de que no será el último. ¡Ni por aproximación! Nos salimos excepcionalmente de la dimensión negro-criminal que caracteriza esta sección para ingresar en lo gravitacional. Aunque la cosa tiene sus dosis de intriga. Sobre todo, si no creen ustedes en la casualidad. 

Empecemos por lo más inmediato. Esta tarde, el festival Gravite patrocinado por CaixaBank entrega al Cineclub Universitario de la UGR el III Memorial Fernando Marías, en el 75 aniversario de su fundación. Pocas instituciones como la dirigida por Juan de Dios Salas hacen una mejor labor didáctica y divulgativa en Granada.

Entregarle al Cineclub un reconocimiento que lleva el nombre de Fernando Marías tiene todo el sentido dado que el novelista, guionista y dramaturgo fue, ante todo, un gran cinéfilo. Nunca podré olvidar aquella vez que, compartiendo mis dudas y zozobras sobre el futuro profesional, me dijo una frase que llevo grabada a fuego: ganarás menos dinero, pero por mal que se pongan las cosas, siempre podrás volver a ver ‘El Padrino’. 

Volver a ver ‘El Padrino’ como sinónimo de dicha y felicidad, de no necesitar mucho más. ¡Qué razón tenía! Cuando nos veíamos, tras los primeros 30 segundos de conversación blanca y cortés, nos arrancábamos con la sempiterna pregunta: ¿Has visto…? Y se paraba el tiempo mientras hablábamos de cine horas y horas. 

En algunas ediciones de Granada Noir, el propio Marías compartió tertulia con Juan de Dios Salas al final de una proyección mientras el público tumbaba tercios de Cervezas Alhambra deslumbrado por su mutua sapiencia y elocuencia. Aquello era el equivalente fílmico a una final de Roland Garros. ¡Qué lujazo!

Por eso, cuando me tocó escribir el discurso de ingreso en la Academia de Buenas Letras de Granada, lo hice en segunda persona, tratando de invocar la presencia espectral de Fernando Marías en mi antigua Facultad de Derecho. Un discurso basado en uno de nuestros temas favoritos: las películas que nunca llegaron a filmarse, asunto en absoluto baladí que nos permitía fantasear largo y tendido. ¿Cómo habría sido el Napoleón de Kubrick? Seguro que muy diferente de ese apunte que estrenó Ridley Scott el año pasado, a la espera de que le dejen hacer un nuevo (y mejor) montaje.

¿Habría estado el ‘Jazz Blanco’ de Ellroy a la altura de ‘LA Confidencial’ o habría sido un fallido y nostálgico retro-ejercicio al estilo de ‘La dalia negra’? ¿Se le habría ido la pinza del todo a David Lynch con ‘Ronnie Rocket’, su proyecto más anhelado? ¿Podemos imaginar la versión de Víctor Erice de ‘El embrujo de Shanghai’, la novela de Marsé? Y así. 

En aquel discurso me centré en tres de las películas más grandes jamás filmadas: el Leningrado de Sergio Leone, el Nostromo de David Lean y la cuarta parte de los Leguineche de Luis García Berlanga. Porque el guion estaba escrito, pero no fue posible filmarla. Curiosamente, no guardo memoria de ninguna conversación con Fernando sobre Berlanga. Y bien que me arrepiento. ¡Maldición! 

Cuando hablamos con Juande para planificar la entrega del III Memorial Fernando Marías al Cineclub Universitario en día de proyección, sólo podía ser hoy. ¿Y saben qué película tenía programada? Nada más y nada menos que ‘Patrimonio nacional’, la segunda de la saga protagonizada por el Marqués de Leguineche y, para mí, la mejor de todas, aunque adore las tres. 

¿Ven ahora por qué les hablaba de cerrar un círculo? Acompáñennos esta noche a las 20.45 en el Espacio V Centenario de la UGR. Será muy bonito y emocionante. ¡Y hay cine gratis!

Jesús Lens

Alexis Ravelo, uno de los grandes

Se ha muerto Alexis Ravelo. Lo escribo y aún no me lo creo. Lo leí en un grupo de guasap, pero pensé que lo mismo no, que podía ser un error. Minutos después no cabía duda. Lo confirmaban las ediciones digitales de todos los periódicos. Un infarto. 50 años. Se me vino el mundo encima. Una cascada de recuerdos. El más reciente, allá por noviembre. 

El año pasado, Alexis iba a venir a Granada Noir. Su novela más reciente, ‘Los nombres prestados’, nos había cautivado y era una de las que íbamos a leer en nuestro Club de Lectura y Cine para comentarla después con el propio autor. A comienzos de noviembre me mandó un guasap. “Llámame cuando puedas, compañero”. No eran buenas noticias. Había tenido problemas de salud y cancelaba toda su agenda hasta final de año, incluida la presentación del libro en su propia tierra. 

Tenía que bajar el ritmo por prescripción facultativa y se iba a centrar únicamente en su escritura y en la preparación del festival Aridane Criminal. Lo había creado en 2021 y hace unos días que ha terminado su exitosa tercera edición. Pero él ya había decidido dejarlo para centrarse en la escritura. Aquella tarde hablamos mucho rato. Demasiados viajes y una agenda imposible. Demasiada tensión. La gestión cultural, que tantos y tan buenos ratos nos depara, también es muy cabrona y exigente. Lo que no se ve. Lo que nadie sabe. Las noches de insomnio. Los contratiempos. Los silencios. Los enfados. El cómo saldrá todo. 

Quedamos emplazados para más adelante. Cuando encartara. Donde fuera. En Granada o en Canarias, para ir también a Agüimes y ver a la gente de Antonio Lozano, otro de los nuestros que también se fue demasiado pronto. Se nos ha ido Alexis Ravelo. Hace ahora un año que nos dejaba Fernando Marías. Después fue Domingo Villar. ¿Qué está pasando?

No quiero que esta nota sea nada más que necrológica. Hablemos de los libros de Alexis. De ese western noir del que les hablaba antes, ‘Los nombres prestados’, repleto de descarnada poesía y en el que se hacía elogio de la redención, el perdón y las segundas oportunidades. O de aquel libro sobre la corrupción del que les hablé en agosto de 2021. Así comenzaba aquella reseña: “El título de la novela de Alexis Ravelo es ‘Un tío con una bolsa en la cabeza’ y la publica la editorial Siruela en su colección Policíaca. Yo le habría puesto, aunque fuera como subtítulo, ‘Manual práctico de corrupción contemporánea’. Además, si fuera responsable de un partido político, sea del color que sea, se lo regalaría a todos los miembros que ingresaran en las Juventudes y/o Nuevas Generaciones y, al mes, organizaría un club de lectura con ellos para asegurarme de que lo han entendido e interiorizado”. (Leer AQUÍ la reseña completa).

Y así seguía: “Alexis Ravelo, libra por libra uno de los mejores escritores de género negro de nuestro país, nos vuelve a noquear con una novela que no hace ni una maldita concesión y que golpea fuerte y duro en la cabeza. Una novela que llama al pan, pan y al corrupto, corrupto; sin ambages ni disimulos”.

Porque también había escrito ‘La estrategia del pequinés’, cuyo décimo aniversario se celebra ahora con una nueva reedición de aquella joya, ganadora del Premio Hammett de Semana Negra y de la que tanto y tan bueno escribimos, antes y después de su adaptación cinematográfica. (Leer AQUÍ). Y esa otra maravilla que es ‘La ceguera del cangrejo’, que reseñamos AQUÍ. Se nos ha ido Alexis. Nos quedan el recuerdo de su sonrisa franca, su chispeante sentido del humor, su bonhomía y sus libros. Siempre los libros. Descansa en paz, Alexis. 

Jesús Lens

Grandes temas del cine negro

Este año paso de listas, que cada vez me parecen más tontas, y para cerrar el 2022 negro criminal les recomiendo un libro muy especial: ‘Grandes temas del cine negro’, publicado en la colección Cult Movies de la editorial Dolmen.

Se trata de un libro colectivo y tiene una particularidad que lo hace singular, razón por la que he esperado hasta hoy para reseñarlo: incluye un texto de nuestro querido y añorado Fernando Marías, uno de los últimos que escribió. 

Coordinado por Xavi J. Prunera, Quim Casals, Lluís Nasarre y Sintu Amat, ‘Grandes temas del cine negro’ recopila 31 artículos temáticos escritos por entusiastas del noir y sospechosos habituales como Juan Laborda Barceló, Javier Márquez Sánchez, Álex Martín Escribá o un servidor, entre otros. 

Un libro que analiza con detenimiento y profundidad tanto temas universales que hacen referencia a la condición humana y que están en la raíz del noir (la violencia, la corrupción, la figura de la femme fatale, el detective privado…) como otros relativos al contexto histórico en que nació y se desarrolló el género, de la Prohibición y la Gran Depresión a la Guerra Fría. 

Días sin huella o el infierno del alcohol

Así las cosas, Javier Márquez se despacha a gusto con el tema del alcohol, elemento recurrente en el noir. En ‘Días sin huella’ (los capítulos llevan el título de una película alusiva al asunto que tratan) habla sobre la “gasolina moral” de la que siguen tirando los héroes y los villanos del género. Juan Laborda escribe sobre la traición, incluyendo las que perpetramos contra nosotros mismos, y Álex Martín diserta sobre los orígenes literarios del policial en otra pieza imprescindible. Hay capítulos dedicados a la violencia, el juego y la música. O al falso culpable, en el que me centré yo, tema que me apasiona particularmente y sobre el que ya volveremos. 

Pero hoy toca despedir al 2022 negro-criminal invocando una vez más a Fernando Marías, al que siempre tendremos presente en nuestra vida como cinéfilos, lectores y creadores. Por ejemplo, en Gravite, el festival patrocinado por CaixaBank, cuya quinta edición se celebrará el próximo febrero y en el que hemos creado el Memorial que lleva su nombre. Fernando Marías, un gran amigo, un gran escritor y un gran cinéfilo. 

Resulta paradójico que la entrada escrita por Fernando para ‘Grandes temas del cine negro’ esté dedicada a la soledad. Se titula ‘En un lugar solitario’ y arranca así: “Sin el sentimiento de soledad el ser humano no existiría. El cine tampoco, mucho menos el cine negro”.

Su texto, en el que convoca a esos espectros que tanto le gustaban a Fernando y con los que ahora estará compartiendo apasionadas conversaciones por ahí arriba, se centra en ‘La ley del hampa’, una película “adelantada a todas las demás y, vista hoy, todavía una maravillosa cumbre del cine negro”. La dirigió Josef von Sternberg en 1927 y, como está en Filmin, aprovecharemos para verla como un nuevo, cálido y emocionado homenaje a Marías.

“¿De qué hablamos cuando hablamos de soledad?”, se pregunta Fernando. Se responde a sí mismo citando la segunda acepción de la RAE: “pesar y melancolía que se sienten por la muerte, ausencia, o pérdida de alguien o de algo”. Por eso, en su texto habla de algunas de las muertes más solitarias de la historia del cine negro, lo que confiere a su lectura un aura especial.

Por cierto que, al final de cada texto, su autor se retrata con un Top 10 de sus películas policíacas favoritas. ¡Una maravillosa guía! Salud y feliz entrada al año lector y cinéfilo 2023, solos o, preferiblemente, en compañía de otros. 

Jesús Lens

   

Inmortal Fernando Marías, siempre

Amaba a Fernando Marías antes incluso de saber quién era Fernando Marías. Le amaba y le admiraba desde que leí ‘El niño de los coroneles’ y, deslumbrado, comprendí que se podía ganar el Nadal con el tipo de novela que a mí me gustaba: moderna, metaliteraria y metacinematográfica, desbordando imaginación y conocimiento de la historia para fabular con ella.

¡Quién me iba a decir entonces que Fernando Marías terminaría siendo uno de mis mejores amigos, persona capital en mi vida, maestro, cómplice y guía en tantas y tantas aventuras! Si leen ustedes todo lo que se está escribiendo de un autor esencial de la literatura española de las últimas décadas, verán que su obra es necesaria e imperecedera. Pero yo quiero destacar su faceta de catalizador y agitador cultural, la de creador de proyectos que nos electrizan, activan y conectan.

Las ideas de Fernando Marías eran generosas y participativas, integradoras y comprometidas. Involucraban a decenas de personas y fructificaban en libros que tenían vida propia, larga y fecunda. Cuentos y relatos que saltaban del papel a las mesas de los festivales, a los escenarios de los teatros, a los micrófonos de la radio, a las paredes de museos y galerías, a las barras de los bares, cafés, clubes y garitos. Desde que escribió ‘Esta noche moriré’, Fernando se reinventaba todos y cada uno de los días.

Conversar con Fernando era vibrar y trascender el aquí y el ahora para habitar en una realidad paralela hecha de western y noir, de aventuras y viajes sin fin. De centauros del desierto y grupos salvajes, padrinos, gángsteres, barcos y piratas. En la pasada edición de Granada Noir le encontré cansado. Su mirada limpia y su sonrisa cómplice eran las mismas, eso sí. Y su entusiasmo. Quiso la casualidad que, la primera noche, ambos nos presentáramos a cenar vistiendo una camiseta de Pulp Fiction. Nuestra vida está hecha de detalles tan tontos, tan reveladores.

Llevo con orgullo ser Hijo de Mary Shelley, como ser hijo de Maria Julia y Jesús. El sábado, en BCNegra, hablaba de la fuerza del destino con Carlos Bassas, convocados por Carlos Zanón en torno a la figura del Edipo de Sófocles. A Fernando le habría encantado esa mesa. ¿Llegó a ver la exposición de Kubrick? Nunca hablamos de Kubrick, por cierto. Al menos, no en profundidad. Siempre presentó mis libros, desde aquel remoto y maravilloso ‘Hasta donde el cine nos lleve’, escrito a cuatro manos con mi querido Fran J. Ortiz; presentado en la librería Estudio en escarlata. Y escribió los prólogos de los siguientes aunque había jurado no hacerlo nunca más. Siempre excesivo y generoso. Siempre amigo.

Aunque ya estaba malito, seguíamos tramando sin descanso: hay que celebrar el centenario de Arthur Penn y proyectar ‘Bonnie and Clyde’ en pantalla grande, para disfrutar de la esplendorosa Faye Dunaway. Releo sus wasaps, recordándome los aniversarios de ‘Deliverance’ y ‘La huída’. Y, por supuesto, de ‘El Padrino’. Sus guiones, sus adaptaciones para el teatro, sus proyectos para el público infantil y juvenil…

Dicen que ha muerto Fernando Marías, pero no es cierto: Fernando Marías, I Viajero en el Tiempo de Gravite, estará siempre ahí, acompañándonos en todo lo que hagamos. Buen viaje, maestro, cómplice y amigo.

Jesús Lens

Nuevos formatos de lectura Noir

No sé si me pilló blandito, pero me emocioné con uno de los relatos de ‘Algunos cuentos completos’ de Domingo Villar, publicados por Siruela con los linograbados de Carlos Baonza.

Que Domingo me perdone, pero me dejé llevar por un arrebato, fotografié el cuento con el móvil y lo mandé al grupo Uno de los nuestros, el Club de Lectura de Granada Noir. ‘Mabel y el cine sonoro’ es un prodigio de sensibilidad, una reivindicación de la narración oral como una de las Bellas Artes.

Un rato después de cometida la fechoría, hablando con Fernando Marías sobre audiolibros, Storytel y los podcast, pensaba en cómo la vida es circular. Ahora es tendencia que nos cuenten las historias. Lo que se lleva es leer de oído. Colocarnos un auricular y dejar que el propio autor nos lea su obra. Sobre todo en el caso de la autoficción, adquiere unos tintes muy íntimos y diferenciales.

Cada vez escucho más podcast. El culpable de esta nueva adicción fue José Antonio Pérez Ledo, que me enganchó con ‘El gran apagón’. Estos meses escuché ‘Guerra 3’ y ahora estoy con ‘Biotopía’. El siguiente escalón que espero subir son los podcast periodísticos que José Ángel Esteban está implementando a través de Vocento, en colaboración con Podimo.

Cuando hablamos de nuevos formatos de lectura pensamos en tecnología. De hecho, los efectos sonoros de los podcast son algo prodigioso, hasta el punto de que muchas veces me tengo que quitar los auriculares para saber si las sirenas, disparos o explosiones; el ruido del tráfico o las conversaciones susurradas que se escuchan de fondo son ficción o está a punto de atropellarme un camión.

Pero también hay nuevas formas de lectura más introspectivas en las que el autor te lee su obra sin mayores artificios, como si te estuviera contando su vida directamente a ti. Algo de eso tuvo la presentación de ‘Arde este libro’, de Fernando Marías, al calor de unas Cervezas Alhambra bien frías. Fue una confesión íntima sobre un pasado trágico que solo ahora empieza a cerrarse, gracias a la publicación de un libro extraordinario que duele, emociona y trastorna en cada una de sus páginas.

Así ocurrió, también, en el Teatrillo del hotel Alhambra Palace el pasado sábado. Domingo Villar y Alejandro Pedregosa charlaban de Cunqueiro y el mar, las sirenas y el vino de Ribeiro, cuando el gallego comenzó a leer uno de esos cuentos que “pretenden celebrar la vida y la amistad… narraciones orales sin otra intención que celebrar la risa compartida”.

Leyó el relato más negro, el dedicado a Michael ‘Chico’ Cruz. Al terminar, no había ojo sin su correspondiente lágrima entre el respetable. Después leyó ‘El Santo de Bella Unión’ y todo fueron risas. Y firmas de libros, que la librería Picasso se quedó sin existencias.

Con ‘Algunos cuentos completos’, Siruela ha publicado un libro de artista en el que los linograbados de Carlos Baonza resultan imprescindibles. No se entienden los cuentos sin las ilustraciones. Ni viceversa. Como en el jazz, mientras Domingo leía sus cuentos a amigos y familiares, Carlos dibujaba dejándose llevar. Apuntes del natural, frescos y espontáneos, que la técnica del linograbado no permite correcciones.

Le pregunté a Domingo por su futuro como cuentista y me dijo que este libro surgió por la imposibilidad de juntarse durante la pandemia y de compartir esos ratos de intimidad donde surgía la magia de la interacción entre narración y el dibujo. Así pues, salvo que alguien vuelva a comerse un pangolín y armar la mundial, no volveremos a tener más relatos íntimos y festejadores de Domingo Villar. ‘Algunos cuentos completos’ se convierte, por tanto, en un libro más valioso aún, en pieza de coleccionista. ¡No lo dejen escapar!

Jesús Lens