La columna de hoy de IDEAL nos ha salido juguetona, aunque de lo que hablamos no es de juegos, precisamente…
El pilla-pilla, un juego de antaño, era muy simple: uno se la quedaba y los demás chavales corrían, intentando escapar del perseguidor. Lo curioso era que, cuando estabas a punto de ser pillado, te quedaba un recurso fabuloso: encaramarte a una farola o subirte a un banco y gritar “¡casa!”
A medida que crecemos, más que olvidar los juegos, los adaptamos a las nuevas circunstancias, personales, sociales y laborales. El pilla-pilla, por ejemplo, sigue siendo uno de los juegos favoritos de un montón de gente, sólo que cambian las reglas: de lo que se trata no es de escapar sino de pillar un buen chollo en forma de lista electoral, asesoría, gerencia o comisión de servicios. Una vez que se entra en esa rueda y a nada que sean hábiles, los participantes en el juego manejan los puestos y los cargos igual que los niños hacen con los cromos: intercambiando las concejalías por asistencias técnicas o un Instituto de la Juventud por uno de la Mujer. Etcétera.
Por supuesto, si en algún momento de la partida los jugadores se sienten cansados o amenazados, les queda un recurso infalible: pedir “casa”. Y en Granada, al parecer, la casa, el reposo del guerrero, es la Diputación. Sería como el taller para los coches de F1. El repostaje.
Lo bueno que tiene la Diputación es que, en realidad, nadie sabe para qué sirve. Ni qué es. Ni cómo se entra en la misma. O se sale. Imaginemos que en este preciso momento llega un marciano, abduce al amable lector y le pregunta por las Diputaciones. ¿Qué le diría, sin tener una conexión de Internet a mano en la que hacer un Googling o una visita de urgencia a la Wikipedia?
¡Ojo! Que no estoy yo diciendo que las Diputaciones no sirvan para nada. Bien disfruto del Festival de Jazz o del Circuito de Fondo, por ejemplo, para hacer tan osada y peregrina aseveración. Pero, ¿no piensan ustedes que, en pleno siglo XXI y tras la revolución de los ordenadores e Internet, la división administrativa de España es abusiva y obsoleta?
Tenemos ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas, estado central y Unión Europea, con sus respectivas sedes, gerencias, concejalías, consejerías, ministerios, coches oficiales, plantillas, asesores, técnicos, presupuestos… e impuestos, claro.
Un maremágnum que puede llegar a convertir el protocolo en un sudoku irresoluble, un despelote incontrolable que genera un evidente despilfarro de dinero, esfuerzo y energías, convirtiendo la vida de los ciudadanos en un infierno burocrático repleto de duplicidades y triplicidades de instancias, ventanillas y funcionalidades. Sin olvidar los celos y envidias personales y departamentales que igualmente consumen y absorben tiempo, recursos y patrimonio.
Una pregunta, para terminar: en mitad de lo más crudo de la cruda crisis, ¿a quién no interesa que se plantee una revisión, a fondo, del obsoleto y disfuncional mapa político-administrativo de España?
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
Comentarios
6 respuestas a «PILLA PILLA»
Excelente Alter. La verdad descarnada, vergonzosa y sangrante de quienes les importa un rábano los asuntos de estado, autonomías o ayuntamientos, sino medrar, meter a los suyos, a cuantos más suyos mejor. Lo que decía el domingo Ideal sobre los enchufados es demoledor, pero es sólo la punta del iceberg y hasta tenemos ya los retoños de las castas que ya están ocupando los lugares de los papis y mamis, como bien me decías ayer «jovenes y suficientemente enchufados». O la barrabasada que quiere llevar a cabo la Junta que intenta blanquear por Decreto-Ley una administración paralela y enchufada mezclándola con la única que ha de existir: la profesional.
Valiente artículo de los que debería de haber muchos.
Excelente artículo. No tenemos idea de la reducción de gasto que implicaría dar a la Administración Pública una organización racional.
Buenísimo, Lens!
hace unas semanas, paseando a un amigo alemán licenciado en políticas por Toledo, me planteó, no sin cierto rubor por su ignorancia, que qué era eso de la Diputación Provincial, que para qué servía…
Al llegar a casa buscamos en Google, claro.
Bicos
Bien por tu artículo, con el que creo que has dado en el clavo de uno de los males que aqueja a esta sociedad. (Hoy la radio traia las quejas de camioneros por una ecotasa que se quiere imponer). El problema está extendido a niveles europeos (no sólo provinciales), y espero que seamos capaces de arreglar este desbarajuste de funcionarios, que todos cobran mensualmente pero ignoramos la efectividad y productividad de muchos ¿hasta cuando va a aguantar la población el mantener a tantos funcionarios en tantas y variadas instancias?
Quizá la crisis sirva para ello.
Mariola Aguilar debería saber que funcionarios hay de muchos tipos y que la mayoría de los que integran las diputaciones son eventuales y metidos a dedo por sus dirigentes, que son alcaldes y concejales de los municipios de la provincia. Es más, muchos de ellos han sido o siguen siendo alcaldes y concejales. En el caso de la Junta de Andalucía, de este tipo de funcionarios se estima que haya alrededor de 20.000 y ninguno de ellos ha hecho oposición alguna y su único mérito es pertenecer al PSOE o ser familiar de alguien que lo sea.
No debe de confundir, por tanto, a todos estos con los que honradamente ganan un puesto por la vía de la oposición, que además han visto cómo se les ha reducido el sueldo a pesar de no ser culpables de la crisis y poco a poco se les está quitando su carrera administrativa en beneficio de los enchufados (eventuales) que con el tiempo pasan a la condición de fijos.
Es fundamental conocer todo esto antes de meter a todos en el mismo saco.
La Universidad avanza, y la empresa, y la medicina. Hasta la Justicia. ¿Por qué la administración del Estado es la de los siglos XVIII y XIX? Con los añadidos autonómicos y europeos.
¿No sería hora de replantear este disparate, en los tiempos de Internet? Vengo de ver «La red social». 500 millones de usuarios. Estamos obsoletos y esa obsolescencia nos cuesta miles de millones de euros.
Hay que hacer algo.