Que si nos volvíamos o nos quedábamos a dormir, nos preguntaba el cocinero Juan Carlos García al despedirnos de la monumental cena, en todos lo sentidos, que disfrutamos en ese templo, igualmente en todos los sentidos, que es Restaurante Vandelvira, de la que les hablaré en el Gourmet del viernes.

“Nos quedamos, nos quedamos”. Es cierto que Baeza está relativamente cerca de Granada y permite ir y venir en el día, pero a mí me encanta pernoctar. Y como pasé la Semana Santa haciendo turismo interior, encerrado en mi casa recolocando libros, hemos aprovechado estos días de Cruces para poner pies en polvorosa.
Al llegar a Baeza, el viernes a media mañana, su zona monumental estaba petada. Pero sólo en la parte más famosa, por donde pasan los free tours. Lo demás, prácticamente vacío, incluyendo esos callejones tan misteriosos y enigmáticos por los que esperas cruzarte con Alatriste. De hecho, por la noche, después de cenar, volvimos a pasear por allí, que no había un alma.

De pernoctar me gustan tres cosas. La primera, el gustazo de cenar y beber sin mesura ni preocupación alguna por tener que coger el coche, como hemos comentado. La segunda, disfrutar de algún espectáculo: concierto, teatro, etc. Y la tercera, pasear de noche por la ciudad o el pueblo en que te encuentras. Es como hacer un 2×1, que la experiencia resulta siempre excitante. Por el juego de luces y sombras. Por la iluminación, cuando es acertada y no una horterada. Y, sobre todo, por el vacío, el silencio, el abandono y la soledad. Eso no tiene precio. Pocos placeres como el de esas caminatas nocturnas en las que resuenan tus pasos en el empedrado y lo único que se oye es el murmullo del agua de las fuentes y algún ladrido lejano. Un puro deleite.

Y luego está la vida de hotel. Cada vez me gustan más los pequeños hoteles boutique. Con encanto, que se decía antes. En Baeza hemos dormido en el gótico Palacio de los Salcedo, del siglo XVI, y no les digo qué placer.

Que la ventana de tu habitación tenga un triple arco y que al salir a la calle te apetezca fotografiarla de lo cuqui que es… una experiencia que vale mucho más de lo que cuesta.

Todo esto me lleva a plantearme lo de las pernoctaciones en Granada, tema al que hay que darle una vuelta. O dos.
Jesús Lens
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