Volver

No he encontrado el cuento del que hablaba ayer, al volver a casa. Pero debía ser algo aproximado a esto… Me dicen que lo mismo hay que leerlo un par de veces para entenderlo. Pero, como es cortito, no pasa nada.

A ver si os gusta.

PD.- Ni que decir tiene que, como banda sonora, le pega la célebre canción de la frente marchita…

Más difícil sería no volver.

Más difícil sería enfrentarse a las lágrimas y a la desesperación de María, a la estupefacción de Loren y Andrés, a la ira de Don Andrés y a los insultos de Doña Rosa.

Más complicado sería sostener la mirada de desprecio de las amigas comunes y la de conmiseración, en los amigos. Y las explicaciones a los jefes, en el trabajo. Las recriminaciones, las murmuraciones, los reproches, los comadreos.

Por eso no se quedaba con ella y, a la caída de la tarde, siempre acababa cogiendo el tren de cercanías, de vuelta a casa.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

De vuelta. De nuevo

No sé la razón, pero de un tiempo a esta parte, suelo comentar más las vueltas que las idas. Los recuerdos de los viajes que los planes. Las vivencias que las intenciones.

Esta última ha sido una microescapada brevísima y laboral, aunque con tiempo para escuchar al magnífico Antonio Serrano en ese templo que es el Café Central. ¡Qué nos gustó!

Aún así, lo comentamos: hemos vuelto.

Y me acuerdo de un cuento que escribí y que he perdido, que no encuentro. Sobre las idas y las venidas.

Y me acuerdo de ese cuento perdido al leer esta frase de Jack London:

“Me convertí en vagabundo…, en fin, porque es simplemente más fácil irse que quedarse”.

Por esta vez, hemos vuelto.

Buenas noches. Buenos días.

Jesús vueltista Lens.

Fortino Sámano

Queridos Habibis, el tipo de esta imagen, sobre el que hemos hablado estos días y sobre el que habéis elucubrado, se llama Fortino Sámano y, si seguís la secuencia de imágenes, no hará falta que os explique más.

Miguel lo dijo y también Verónica y Alberto, cuyos comentarios me tomé la libertad de borrar para seguir dejando la incógnita e invitaros a participar. ¡Enhorabuena por dar con la verdad y gracias por dejarme “censuraros”!

Las fotos son de Agustín Víctor Casasola, uno de los primeros fotógrafos documentalistas mexicanos, cuya lente retrató buena parte de los episodios de la Revolución Mexicana.

Sámano, por su parte, llegó a esa tapia a los treinta años, después de haber sido lugarteniente de Zapata y de haber estado involucrado en un asunto de falsificación de moneda.

O quizá no.

Porque poco más se sabe de él.

Pero ahí queda su actitud desafiante ante la muerte. Ni lloroso o quejumbroso ni enrabietado o iracundo. Esa mueca que mezcla indiferencia, desprecio y un poquito de asco. Una cara que viene a decir, aproximadamente, algo así como: “¡Que os den!”

Y punto.

Una foto que, desde que la vi, me ayuda a relativizar y a tomarme las cosas con calma. Cuando todo parece ir mal, recuerdo a Fortino y procuro poner la misma cara, aunque sin cigarrillo.

¡Eso es lo que hay!

Jesús Fortinista Lens.