Era complicado no saber nada sobre la última película de Clint Eastwood antes de verla, dado que cuenta una historia basada en hechos reales y muy, muy cercanos en el tiempo, de forma que el estreno de la cinta fue cubierto no solo por las revistas de cine y las secciones de cultura de los medios, sino por las de Internacional, Sociología y hasta en Tribunales.
Era complicado no encontrarte con Clint y su Francotirador en suplementos dominicales, revistas de la más diversa temática, tertulias de radio y televisión, columnas periodísticas, etcétera. Máxime cuando la película se convirtió en un arrollador éxito de taquilla en Estados Unidos y amasó un buen puñado de candidaturas a los Óscar.
Aun así, conseguí llegar bastante virgen a la sala de cine, sin prejuicios ni ideas preconcebidas. ¿Y una vez vista?
Frío. Mucho frío. Aburrimiento no. Pero un frío cercano a lo gélido, sí. Y todavía no sé si era o no era el objetivo de Clint, transmitir al espectador esa sensación de desapego, de distanciamiento. Tampoco tengo claro que la mía sea una sensación compartida por el resto de espectadores.
(Si quieres seguir leyendo mis impresiones sobre la película, date un salto mi Espacio Lensanity, en la web de Cinema 2000)
Jesús Lens
Comentarios
Una respuesta a «El francotirador»
Muy de acuerdo contigo en todo lo referente a la contención con la que está hecha y a la separación entre esos dos mundos que se plasman.
Mi visión de la película la puedes leer aquí: http://criticateca.blogspot.com.es/2015/03/el-francotirador.html