DAMASCO & LIBANO: PUNTO Y FINAL

Punto y final. Se acabo lo que se daba. Son las cinco y media de la tarde en Damasco, la noche ha caido y ya me retiro a mis cuarteles de invierno, a descansar unas horas dado que viajo de vuelta a Granada esta noche, via Estambul, en lo que sera un viaje largo y pesado que me devolvera a la capital nazari, con suerte, a eso de las 8 o las 9 de la noche de manana.

Hoy me he comportado cmo un egoista y al levantarme no conecte la tele ni me enganche a Internet para saber como iba la ofensiva israeli en Gaza. Queria ser un turista normal en la monumental capital de Siria. Y lo hice. Sali cuando el sol ya estaba alto. Antes estuve leyendo un buen rato en mi suite 307. Pero de esa lectura hablare mas adelante. Me eche a las calles con el objetivo de comprar tres o cuatro cosas lo mas rapido posible para, despues, poder deambular tranquilamente, sin tener que fijarme en escaparates o calcular los precios de las cosas.

Soy un pesimo comprador. Excepto de libros, peliculas o discos, mi pulsion compradora es nula. Veo dagas muy chulas, o lamparas, o atriles para mis libros. Pero me aturullo con los precios. Ademas, cuando me dicen que algo es antiguo, salgo despavorido ya que es la antesala de una clavada monumental. Por ejemplo, vi en un escaparate un libro con unas miniaturas muy coloristas. Entre a preguntar por el, lo estuve viendo (despues de mostrar interes por otras piezas, para despistar, consejo numero uno para comprar en los paraisos del regateo) y me gusto. Era una version corta de las Mil y Una Noches con dibujos muy vivos. Y pregunte el precio: «Dibujos hechos a mano. En Euros, 125» Me dio la risa y me fui, por supuesto, sin hacer una contraoferta, camino mas directo que hay a la perdicion cuando se trata de regatear. Segui mirando pashminas, cajitas, laminas y demas parafernalia y, en otra tienda, vi el mismo libro, convenientemente envejecido, para dotarle de un halito atractivo y misterioso.

-How much?

– My friend, handmade drawns. Very beautiful. For you… 300 euros.

-Only?

Y me fui descojonado de la risa. Total, que decidi no conmenzar a regatear hasta encontrar a algun vendedor con los cojones lo suficientemente gordos como para pedir, de entrada, 500 euros. Y, como no lo encontre… pues me quede sin mi libro.

Y, a partir de completar las compras, me dedique a dar el paseo mas tranquilo y relajado que recuerdo haber dado en mi vida. Sin horas, sin rumbo, me dedique a vagabundear por una ciudad que me tiene arrebatado el corazon, a la velocidad de los caracoles. Me asomaba en todos los rincones, me detenia en todas las esquinas y me deleitaba en cada balconada, en cada recodo, en cada curva. Ya dije, hace unos dias, que el Viejo Damasco esta a punto de desaparecer. Por eso, estos largos paseos resultan tan especiales. Esos callejones humedos y atiborrados de cables, esas vigas de madera vistas, esos balcones que chocan unos con otros…

Las puertas de madera, el cemento desportillado, las farolas de hace lustros, los carteles inunando las paredes… En un momento pase por un Museo de la Caligrafia Arabe. Fue un mal momento. Pero entre. A modo de recuerdo y homenaje. A quienes nos gusta escribir, nos encantaria tener una hermosa caligrafia. Me gustan los textos hermosamente escritos. Porque la caligrafia es un arte. Y la arabe, mas que ninguna, dado que es motivo principal de su decoracion. Pase un buen rato viendo inscripciones en piedra y en papel, textos historicos y manuscritos hermosamente decorados. La chica, muy maja, se conformo con coger un billete de dolar, al no tener cambio de mi billete de 1000 libras sirias. Muy simpatica, se reia cuando le saque todas las monedas que llevaba encima para que se cobrara. Al final, prefirio el dolar contante y sonante.

Segui mi camino. Escuchando las alocuciones de las mezquitas y las radios de las tiendas. O vislumbando las televisiones, monotematicas, por supuesto. Pero segui mi lento deambular, impregnandome del ambiente de la capital, del transito de sus gentes, de los vendedores de cafe, de los hornillos de carbon, de lo tes de medio dia, de los hornos de pan. Ora buscando recachas de sol, ora sumergiendome en los callejones mas oscuros. Damasco es una ciudad vieja, sabia, amable, feliz, que lleva sus achaques con la mayor dignidad.

Comi en mi restaurante favorito, el Leylas, los inevitables hummus y moutabel. Escribi en mi cuardeno, ordene las entradas y tickets recolectados estos dias y sali de nuevo, esta vez, a despedirme de Damasco. Espere a que cayera la noche y sonara la llamada a la oracion, por las cercanias del embriagador Mercado de las Especias, despues de haber paseado por la Llamada Via Recta, acordandome de mis amigos de viaje, que ya estaran en casita.

Y con el olor de las especias en la pituitaria, la vision de mi ultimo atardecer en Damasco y el embujador sonido de la voz de los muecines, repetido hasta la infinito, me voy al hogar. A mi hotel. A descansar unas horas. Pero esto ya se lo he contado verdad?

Y les dije que, en Damasco, me llamo Hesh al-Lens?

Entonces, nada mas me queda por decirles. Solo «adios» a Damasco. O, mejor dicho, hasta la vista. Porque espero volver. Y, a ser posible, antes de que desaparezca su esencia embriagadora. Algun voluntario para venir? Bueno, ya hablaremos tranquilamente, en los proximos dias.

Pasen buena tarde. Esero conectar desde Estambul, para amenizar la espera del trasbordo. Animense a dejar comentarios, que esta noche sea larga, triste y melancolica.

Les quiere Hesh al-Lens, dentro de poco reconvertido, de nuevo, en Jesus Lens.