Con Marruecos en la mirada

Dado que nada cambia en Granada y PP y Ciudadanos siguen sin tener a bien echar pie a tierra para contarnos qué hay de lo suyo, cambiemos el rumbo y apuntemos al sur, concretamente a Marruecos, ese país tan cercano y a la vez tan lejano.

El presidente de la Junta de Andalucía ha tenido el tino de ir a Marruecos en su primer viaje institucional al extranjero y, además de hablar de cuestiones económicas y sociales, con la inmigración como uno de los temas fundamentales que ha tratado en sus reuniones bilaterales, se ha hecho acompañar por la fundación Tres Culturas como embajadora cultural, despejando de esa manera cualquier duda sobre su futuro.

En el ansia recortadora del gobierno autonómico, impelido a poner coto al entramado de fundaciones y empresas públicas, agencias, organismos, observatorios y demás entes de lo que se ha dado en llamar la ‘administración paralela’ de la Junta, corríamos el riesgo de que pagaran justos por pecadores y se pusiera en cuestión el cometido y el trabajo de instituciones tan importantes como la fundación Tres Culturas.

Insistamos en ello, a pique de resultar cansinos: la cultura no es un lujo. Ni es una unidad de gasto. La cultura bien entendida, además de ser una inversión y un motor de desarrollo de la economía andaluza, debería utilizarse como una herramienta estratégica en la diplomacia y en las relaciones internacionales. Y si el Instituto Cervantes es el mascarón de proa de dicha política idiomático-cultural; la fundación Tres Culturas cumple la misma función desde Andalucía, vinculando a España y Europa con el mundo árabe, Israel y Palestina.

En Granada, la fundación Tres Culturas deja su huella a lo largo de todo el año, colaborando con diferentes iniciativas culturales, pero resulta particularmente visible en la Feria del Libro, cuando organizan los coloquios ‘Voces del Mediterráneo’, en el marco del Tres Festival. Una ocasión de oro para descubrir a autores diferentes a los habituales, de los que nos abren los ojos a otras realidades tan ajenas como imprescindibles.

Jesús Lens