BANGKOK 8

Cuando escribí la reseña de esta novela, nunca se me ocurrió pensar que David Carradine la iba a poner de tanta actualidad.

 

«Bangkok 8», una impresionante novela de John Burdett sobre una trama criminal en una de las ciudades más corruptas del mundo, y en la que la industria del sexo tiene mucha, pero que mucha importancia. Imposible sustraerse al influjo de los viajes. ESTO publicábamos el domingo y ahora… lean, lean.

 

Resulta de lo más ilustrativo leer las páginas que Burdett dedica al Barrio Rojo de Patpong después de haberte dado una vuelta por sus calles oscuras y haber recibido innumerables ofertas para presenciar los célebres y sórdidos «Ping pong shows» o «Banana shows» o para disfrutar de un sensual masaje tailandés, con o sin final feliz . Y es que la facturación anual de la industria del sexo es casi el doble del presupuesto anual del gobierno tailandés, ahí es nada.

 

Y luego están, por supuesto, los transexuales, los célebres katoy, no en vano, en Tailandia se encuentran las más prestigiosas clínicas especializadas en cambio de sexo. Porque nada es eterno y todo es susceptible de mutar, como Sonchai se encargará de descubrir en su atípica, pero impecable y magistralmente narrada investigación.

 

La reseña completa la tienen en la estupenda página Revista de Jazz, que podéis consultar siguiendo el enlace señalado.

 

Espero que os guste.

 

Jesús Lens.

 

PD.- ¿Ven como la novela negra y criminal camina a lomos de una realidad que siempre tiende a superar cualquier ficción?

CUBA: PASEO FOTOGRÁFICO POR EL BARRIO

Volvamos a viajar. Si ayer hablábamos del Tailandia, hoy queremos regresar a Cuba. ¿Recuerdan el paseo qie dimos por el Barrio, de Santa Clara, de la mano de Lorenzo y Rebeca? Lo pueden repasar en este enlace, antes de ver las fotos que tienen aquí debajo, todas de El Barrio. Las leyendas de cada una, situando el cursor sobre la foto. Espero que a todos los lectores de las novelas de Lorenzo les sirvan para contextualizar las historias de Leo Martín. A los demás… que les animen a leerlas.

TAILANDIA: PASAPORTE ASIÁTICO

Tailandia, puerta de Asia, con su combinación de budismo, mercados, playas y delicias orientales, atrae a millones de personas cada año.

 

 

Tailandia es uno de los destinos turísticos de moda en el Extremo Oriente. Más abierta que la hermética China y más accesible que las misteriosas Vietnam o Birmania, la posibilidad de coger un vuelo directo y sin escalas entre Madrid y Bangkok hace que Tailandia sea una de las opciones más apetecibles para los viajeros que quieren descubrir el exotismo de los países asiáticos, sumergiéndose en una cultura que nos resulta bastante ajena y desconocida.

 

Así comienza el reportaje que, bien aderezado con algunas de las fotos que hicimos durante nuestro más reciente viaje a Tailandia, publicamos hoy domingo en IDEAL y que, como siempre consiguen hacer los compañeros de maquetación del periódico, ha quedado espectacularmente impreso. A través del diseño de la doble página, las palabras escritas quedan felizmente ennoblecidas.

 

Saben ustedes que, tras la vuelta de Tailandia, me ha costado mucho escribir sobre este viaje. Y que, en caliente, escribíamos cosas tan contradictoria como ESTAS. Quiero agradecer especialmente a José Guerrero este reportaje, por invitarme, convencerme y casi obligarme a escribirlo.

 

Ahora, ustedes tienen la palabra. ¿Les gusta?

 

Para leerlo íntegramente y ver las fotos, sigan a través de este PASAPORTE ASIÁTICO.

 

Jesús Lens.

 

PD.- A través de ESTE ENLACE, más fotos de Tailandia.     

LAS CENIZAS DE BAGDAD (Y UNA CITA PARA SU AGENDA)

Permítanme que haga una reseña distinta, diferente y a contracorriente de esta estupenda y portentosa novela de Antonio Lozano, un autor al que ya conocen ustedes bien no sólo por las novelas que ha escrito y que hemos reseñado habitualmente en esta bitácora, sino también porque es un buen amigo con el que hemos tenido ocasión de compartir viajes, tragos, charlas, confidencias, proyectos y sueños.

 

La editorial Almuzara acaba de publicar su última novela, «Las cenizas de Bagdad», que les recomiendo vívida y fervorosamente.

 

En primer lugar, porque como ocurre en todas las novelas de Antonio, los protagonistas son esas personas vapuleadas por la vida cuya existencia es dura, difícil y complicada. Pero no se resignan. Son orgullosos, fuertes y con carácter. Personas para las que la dignidad está por encima de cualquier otra cosa.

 

El protagonista de «Las cenizas de Bagdad» es Walid, militante del partido comunista de Irak que, no siendo del agrado del régimen baazista de Sadam, será torturado en una de sus cárceles para, después, iniciar un largo y doloroso periplo que le llevará a Irán, Marruecos y, finalmente, España.

 

Si habéis leído «Harraga» y «Donde mueren los ríos» ya sabréis que Antonio Lozano narra, como nadie, el desgarro y el drama que supone tener que emigrar por obligación. Sea huyendo del hambre, la miseria y la falta de oportunidades o sea, como este caso, exiliándose por culpa de las creencias políticas; la pesadilla de la emigración tiene en Antonio a su más sensible y reconocible cronista.

 

«Las cenizas de Bagdad» cuenta, además, con otro interesante aval, en el que quiero incidir especialmente: está basada en hechos reales. Y cuando utilizo esa muletilla, no me refiero a que el autor ha investigado algún aspecto de la historia y ha rastreado por Internet algunos datos. No. En este caso, Walid existe. Es una persona real. De carne y hueso. De hecho, se llama Waleed Saleh y vive en Madrid.

 

Así las cosas… ¿habrá sabido captar Antonio, realmente, la esencia de la historia de Waleed? ¿Habrá exagerado? ¿Se habrá quedado corto? ¿Hasta que punto ha sido capaz de reflejar, en su novela, los miedos, las ambiciones, las esperanzas y el sufrimiento de Waleed?

 

Pues, amigos, el día 24 de junio, miércoles, en el Teatro Isidoro Máiquez del Nuevo Centro Cultural de CajaGRANADA, dentro del que va ser apasionante I Encuentro de Literatura de Viajes, dirigido por Pedro Enríquez, tendremos la ocasión, tan singular como especial, de escuchar al autor de la novela y al protagonista real de la misma, sentados en la misma mesa.

 

Hace unos días ya les avisaba para que se reservaran esa fecha en su agenda. ¿Se acuerdan? Pues vuelvo a reiterar ese llamamiento. A las 19.30 horas, un servidor tendrá el inmenso placer y el orgullo de charlar con Antonio Lozano y con Waleed Saleh sobre «El viaje de la inmigración» y las relaciones entre la literatura y la vida, el exilio y el viaje por obligación para la supervivencia.

 

Pero no se vayan todavía, que aún hay más.

 

Después de nuestra charla, Javier Reverte, uno de los maestros de la literatura de viajes españoles, nos hablará sobre «Literatura de viajes. Conocimiento y descubrimiento».

 

En serio, ¿se lo van a perder? Seguro que no. Pocas veces tendremos una oportunidad como ésta para conocer, de cerca, las relaciones más íntimas entre la realidad y la ficción.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.         

REBECA Y LORENZO, PRÍNCIPES DE SANTA CLARA

Nada más volver de nuestro viaje, escribí estas notas, de actualidad: Cuba en la encrucijada. Pero había, hay, más, mucho más por escribir. Empezamos.

 

Hay países a los que, una vez visitados, piensas que jamás volverás. A otros, no te importaría regresar. Sin embargo hay algunos, muy pocos, que te atrapan irremisiblemente y a los que sabes que, con total seguridad, acabarás volviendo.

 

Cuba es uno de ellos.

 

Y lo es, sobre todo, por la calidad humana de sus nativos. Por su cariño, su gracia, su arte, su forma de entender la vida y de acoger al extranjero. Personas que se convierten en amigos. Rostros amables y sonrientes, francos, que te hacen sentir como en casa.

 

Por eso, cuando pensaba en cómo escribir sobre mi viaje a Cuba, lo tuve claro: había que contar a la gente. En otras crónicas viajeras he puesto el acento en los monumentos, en los paisajes, en las maravillas naturales… en Cuba, la clave es el factor humano. Las personas.

 

Y hablando del factor humano de Cuba, en la cabeza de una relación de las personas con que se cruzaron nuestros caminos en nuestra estancia en la Perla del Caribe, en lo más alto de un imposible Top Ten de personas chévere de la Isla estarían, por supuesto, Rebeca Murga y Lorenzo Lunar, los Príncipes de Santa Clara.

 

Estábamos sentados en la terraza de un bar del Bulevar, Panchy, Pepe, Álvaro y yo, los inmejorables compañeros de este viaje, tomando unas cervezas con Lorenzo y Rebeca. O unas deliciosas y heladas aguas con gas Ciego Montero, ya no me acuerdo. El camarero nos preguntó si sabíamos con quién compartíamos mesa. Y le comentó a Lorenzo que le había gustado mucho su libro:

 

–         Y lo que más me gusta es que todo lo que cuenta es sincero. Es real.

 

Que a un autor cubano de novela negra le digan eso (el camarero se refería a «Que en vez de infierno encuentres gloria», la primera novela de la saga del policía Leo Martín) tiene, necesariamente, que llenarle de orgullo.

 

Relato ese encuentro como podría relatar otros muchos, decenas, de los que Rebeca y Lorenzo tuvieron a lo largo de los tres días que compartimos con ellos en Santa Clara. No sólo es que sean conocidos y reconocidos. Y respetados. Y admirados. Es que, por encima de todo, son queridos.

 

Son queridos, por supuesto, por los camareros y los clientes de los muchos bares, restaurantes, garitos, posadas, casas de comidas, terrazas y hasta antros que frecuentan, que los escritores de novela negra han de estar en contacto con la realidad, pero también por sus vecinos, sus compañeros de trabajo, los alumnos de sus talleres, los tenderos y la mitad de los transeúntes de la ciudad.

 

Y por los residentes del Barrio.

 

El Barrio. Ese Barrio que es un monstruo. El Barrio que nos viene roncando los cojones desde hace tantos años. Vosotros sabéis a qué me refiero, ¿verdad?

 

Pasear con Rebeca y Lorenzo por el Barrio, darle forma visual a algunos de los paisajes de sus novelas, reconocer la terminal de Ómnibus por la que transitara Leo o el descampado en que fue enterrada la cabeza de aquel famoso caballo descuartizado, pasear por el puente sobre el río de la ciudad que vio nacer al Cuco Mondongo o ver los totíes del Parque Vidal… todo ello es un privilegio del que hemos sido felices testigos, momentos que, como buenos lectores, nunca podremos olvidar.

 

Como inolvidable resulta conocer la casa natal del propio Lorenzo en el Barrio, a su vecina, tía y segunda madre, que nos invita a un goloso café. Y ver cómo todos los vecinos gritan a su paso un animoso, feliz y orgulloso»¡Hey Loreeenso!», no en vano, como le definiría el Corto, un santero de Santa Clara, Lorenzo es Internacional. ¡Y miembro de la UNIA! Y eso, en el Barrio, pesa mucho. 

 

Había llovido esa tarde. A raudales. Una auténtica tromba de agua. Por eso, buena parte de los vecinos del Barrio estaban encerrados en sus casas, aunque con las puertas y las ventanas abiertas, que hacía calor. Se escuchaban las radios y las teles encendidas, bien altas. A la caída de la tarde, sin embargo, se empiezan a ver algunas mesas en las calles, y a la peña, jugando al dominó mientras bebe ron. O calambuco.

 

Paseando, volvemos al Parque Vidal, y nos tomamos una buena cerveza en la terraza de La Toscana, donde tocarán los Gímez en un rato. Pero esa noche no los escucharemos. Tenemos cita para cenar en el Amanecer de Roger, famoso por preparar los mejores mojitos de Cuba y, por extensión, del mundo entero. Y la noche la remataríamos, cómo no, en El Mejunje.

 

Pero todo ello da para otras historias. Porque si los protagonistas absolutos de nuestro viaje a Cuba han sido Lorenzo y Rebeca, quiénes nos acompañaron desde Cienfuegos, muchos otros han sido los actores secundarios que han contribuido a que, a nuestro regreso, Panchy, Pepe, Álvaro y yo nos mostráramos tristes y apesadumbrados, nostalgiosos y deseosos de volver a una Isla absolutamente mágica e hipnótica.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros