ROKIA TRAORÉ

Ayer conseguí dar con uno de los Tesoros que buscaba, que tengo por ahí puestos, en la Margen Derecha.

Rokia Traoré.

Así arranca su novísimo “Tchamantché”.

 

Este “Dounia”, posiblemente, tiene todo lo bueno de Rokia.

Comienza misteriosamente, con una base rítmica importante de guitarra. De inmediato, su voz. Susurrante, un delicado mandinga, como si te hablara al oído. La puedes sentir muy, muy cerca de ti. Íntima.

“Sé ban ou yé wa.”

Y después, los juegos de voces. ¿Qué dicen? Da igual. La magia de la música es ésa. Transmitir sensaciones.

Sube un tono.


Y entran los fascinantes sonidos de más instrumentos de cuerda. Más guitarras. Y más percusiones. Y, dándose la mano tradición y modernidad, los sámplers se dejan escuchar por detrás.

Y Rokia alza la voz. Y se calienta. Y casi, casi grita.

“Fadjiri bé na télé fitiri bé na kalo.”

Y luego vuelve a bajar el tono.

Una canción sencilla, pero llena de matices y sugerencias. Hasta con su batería al final y sus samplers.

Y ésta, M´bifo, es una de mis canciones favoritas de Rokia:

«Kéle Mandi», tranquilita

Pero como final de fiesta, pongan bien alta esta gloriosa «Sara»:

Una maravilla de música. Sí. Ya lo decíamos. Estamos, estoy, enfermo de África.

Jesús Lens

ENFERMOS DE ÁFRICA

Para mis amigos, que vuelven enfermos de África.

Para que mis amigos vayan y enfermen de África.

Sí. Pocas veces una expresión tuvo tanto sentido. Porque volver enfermos de África no significa venir con la malaria o la fiebre amarilla. Sentirse enfermo de África no es abominar de los niños que se te acercan y te tocan, los hombres que quieren que les compres su arte o las mujeres que bromean sobre tu altura. El ruido, el caos, el contacto humano son inherentes a África, claro.

Y los espacios abiertos, los paisajes sin igual, las puestas de sol más espectaculares y los amaneceres más misteriosos.

No. Estar enfermo de África es, nada más haber venido, querer volver. Es echar de menos los rostros de la gente, el polvo de los caminos y la sencillez de una vida que, siendo como la nuestra, no se parece en nada. Estar enfermo de África es no entender qué demonios hacemos aquí cuando, en realidad, queremos estar allí.

Ayer me preguntaba María del Mar por cuál era el país, de todos los que conozco, al que más cariño le tengo. “El Malí”, respondí sin dudarlo. Porque el Malí fue el país que me envenenó de África. Porque esté durmiendo, corriendo, paseando o en la ducha, recurrentemente vuelvo al Malí.

Pero si el Malí es el síntoma más apreciable, la enfermedad se llama África. Hoy lo reconocía MagoMigue, en las páginas de IDEAL, cuando recordaba el subidón que le provocó hacer magia en Senegal. ¿Se acuerdan? Lo contábamos hace unos meses. Magia negra, por supuesto.

¿Y de Burkina? ¿Qué no decir de la maravillosa, deliciosa, única y necesaria Burkina? El país de los hombres íntegros…

Mis amigos Pepe y Panchi están en Kenia. Quiero que vuelvan. Les echo de menos. Cada día me mandan un SMS diciéndome por dónde andan. Quiero verles y que me cuenten. Que me cuenten la sabana, los grandes Parques y las cristalinas aguas del Índico. Que me cuenten Zanzíbar, por dónde navegaron en una silenciosa faluca de vela, llenándose los pulmones del aire más puro que imaginarse pueda.

Pero también quiero que vuelvan por una razón más egoísta: se llevaron mi bolsa de viaje consigo. A África. Conociéndoles, cuando lleguen querrán lavar el petate antes de dármelo. Pero eso no será así. Quiero coger esa bolsa y acariciarla, disfrutar del contacto con los restos de la tierra de los caminos perdidos de África, de Masai Mara, de la orilla del lago Turkana, de Naivasha o Nakuru.

Anoche, una amiga se indignaba volviendo a ver, en casa, “El jardinero fiel”. Porque una cosa es verla antes de estar en África y otra muy diferente, redescubrirla estando aún convaleciente de la enfermedad, teniendo en la retina imágenes de lugares que son exactamente como nos cuenta la película: vertederos del primer mundo. Me decía que no le indignan las imágenes de la película, ante las que estamos anestesiados, sino el haber visto con sus propios ojos que lo que muestra la película es tristemente real.

El pasado viernes ella me inyectó una buena dosis de moral, a través de la música. Hoy, no se yo si hago bien o no, pero le quiero dedicar esta dosis de nostalgia africana a través de la ventana que me resulta más próxima y accesible.

Va por ti, amiga mía. Y ya te contaré qué me gusta de cada uno de estos músicos…

La música es un arma de doble filo. Tiene la capacidad de elevarte a los altares… o de conducirte al infierno, sin paradas. Con mis mejores deseos, amiga africana.

Aunque mitiguemos los síntomas, ya para siempre enfermos de África…

Jesús Lens.

EL ASESINO DE BANCONI

Adivina, adivinanza.

Si soy un adicto al género negro y soy capaz de matar por un buen crimen literario,


Si soy un enganchado al continente africano y pienso que alguna vez viviré allá,

Si amo al Malí por encima de (casi) todos los países,

Si Bamako me parece la capital más turbia, corrupta, atrayente y sugerente de todo el mundo…

El escritor maliense con Antonio Lozano, escritor, agitador cultural y, sobre todo, amigo.

¿Qué puede suponerme la publicación por parte de Almuzara de esta “El asesino de Banconi”, una novela negra escrita por Moussa Konaté, un autor maliense, que acontece en Bamako, la capital del Malí?

KAPUSCINSKI: LAS MIRADAS DE ÁFRICA

Hoy, en IDEAL, hacemos crónica de Cines del Sur: Kapuscinski busca encontrar al otro, descubrir a las personas, a través de su mirada.

El periodista, escritor y humanista Ryszard Kapuscinski es uno de los protagonistas, in memoriam, de la segunda edición de Cines del Sur. El festival granadino ha querido hacer un merecido y necesario homenaje a unas de las personalidades más sinceras y honestas de la historia del periodismo moderno, un hombre íntegro con una mirada limpia, tierna y emotiva hacia todas las personas con que se fue cruzando en sus decenas de años de viajes por los países más pobres del mundo.

África es, posiblemente, el continente que con más fuerza cautivó al polaco y, por eso, Cines del Sur nos presenta una magistral exposición de fotografías que, bajo el título de “Ryszard Kapuscinski. África en la mirada”, ha sido brillantemente comisariada por Mariano Maresca.

A través de estas sugerentes imágenes, el periodista nos muestra rostros, miradas y expresiones de algunas de esas personas anónimas con quiénes se encontró a lo largo de los años en que vivió en África. Su objetivo: el encuentro con el otro, el descubrimiento de los seres humanos. Por eso, la gran protagonista de esta exposición es la mirada que nos devuelven esas personas sin nombre, pero de enorme entereza y gran dignidad. Miradas alegres, tristes, pícaras, airadas, enfebrecidas, orgullosas, rendidas. Miradas que cuentan historias. Miradas que transmiten sensaciones. Miradas que provocan la curiosidad del espectador, le generan incertidumbres, le suscitan dudas, le despiertan interés.


Exactamente igual que ocurre con la película “Viaje imperfecto”, realizada por el propio Kapuscinski junto al director Haile Gerima, en la que se cuenta el viaje que ambos emprendieron entre las ciudades etíopes de Gondar y Adis Abeba, a la caída del régimen comunista.


La película-documental fue presentada por Mariano Maresca y por Taysir Alouny, periodista de la cadena Al Jazzera. Hablando sobre el trabajo de los corresponsales de prensa, Maresca recordaba el título de un libro mítico del escritor polaco: “Los cínicos no sirven para este oficio”. Alouny no podía sino sonreír, recordando a ciertos compañeros de profesión a los que el consejo les habría venido muy bien. Porque, en la guerra, sostuvieron ambos presentadores, la primera víctima es siempre la verdad. “Sobre todo desde que las superpotencias decidieron matar al mensajero”, ironizó Alouny, quién recordó a algunos compañeros suyos, asesinados impunemente en Afganistán e Irak y a otro, detenido en Guantánamo durante siete años.


En su película, Kapuscinski y Gerima van deteniendo el coche en que viajan en diversos lugares, buscando el encuentro con personas distintas. Primero, un grupo de jóvenes de las montañas que, para ir a clase, han de caminar durante dos horas. Y, aún así, fían todo su futuro a la educación.

«Ébano», la mejor lectura para enamorarse de África.

Después, los autores de la película se detienen en una población, para hablar con algunas personas cuyos familiares fueron secuestrados, vejados, torturados y asesinados por el régimen del Terror Rojo de Mengistu. Las familias, con lágrimas en los ojos y la voz quebrada, cuentan cómo perdieron a hermanos e hijos y cómo después, por fin, pudieron darles un entierro digno.

En el tercer bloque temático de “El viaje imperfecto”, los directores hablan del trágico legado de la Guerra Fría en África y se hacen una pregunta: ¿puede el futuro romper con el pasado? Profesores e intelectuales tratan de dar una respuesta que, por lo general, es negativa. No es fácil romper con un pasado que ha provocado muerte, sembrado odio y quebrado la confianza de millones de personas.

Y, por eso, al presente le cuesta tanto trabajo abrirse camino entre sus rescoldos. Porque, como señala una de las entrevistadas, una clarividente chica de treinta años, la paz no es sólo acabar con la guerra, sino terminar con el hambre, la pobreza, las enfermedades y la desigualdad.

De todo ello nos ha dejado Kapuscinski un inmejorable ejemplo, en un imprescindible legado literario, fotográfico y documental que Cines del Sur hace muy bien en recuperar y reivindicar.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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SENEGAL, TAN LEJOS, TAN CERCA. IMÁGENES DE LA GLOBALIZACIÓN

Repasando las fotos que vamos a mandar para la exposición del Festival del Sur de Agüimes, sobre nuestro viaje a Senegal, me quedo con cinco imágenes sobre un Senegal que está tan cerca y tan lejos. Fútbol, cayucos, rap, anotaciones sobre los pupitres… El mundo, grande, pero pequeño. Una serie para unir a la de Ser mujer en África, Niños del Senegal y la Niña de la Mella.

Fotos Senegal: Jesús Lens & Sacai.

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