REALIDAD

Aquí subo la columna de hoy viernes, de IDEAL, sobre la realidad.

 

«Los poetas y los cantantes son poco partidarios de las realidades previsibles, quizás porque nada es menos previsible que la realidad.» Seguramente, Luis García Montero escribió esta frase sin pensar que era premonitoria de lo que iba a ocurrir en el mundo de las finanzas y la economía, por lo general, poco afín a la poesía.

 

Qué caprichosa, la realidad. Estos meses, en cada ocasión que Solbes, ZP, Rajoy y demás gurús de la cosa pública hablan sobre previsiones, remedios, vaticinios y planes de salvamento de la economía, la realidad se encarga de demostrar que no deberíamos estar en manos de políticos, gestores o economistas, sino de poetas y cantantes, poco partidarios de las realidades previsibles.

 

Cada vez que las autoridades han pretendido tranquilizarnos sobre la dimensión de la crisis, un demoledor dato ha venido a cerrarles la boca de un puñetazo. El último, el del paro. Desbocado, galopante, arrasador. No es sólo que vamos camino de los tres millones de parados en España sino que, además, somos el país de la UE que más puestos de trabajo está perdiendo. A pasos agigantados. Si algo está poniendo de manifiesto esta crisis es que el modelo de crecimiento español está radicalmente agotado. Hemos estrangulado a la gallina de los ladrillos de oro y la teta de la vaca ya no da más cemento. Así que, a ser imaginativos tocan.

 

Cuando se habla de este tema, de la economía del siglo XXI, se invocan tres letras a modo de fórmula magistral o panacea universal: I+D+i y cuando arrecia el pesimismo, siempre sale alguien conjugando eso de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación para serenar a las masas. Aquí paz y después gloria.

 

Creo que la fórmula tiene tanto éxito y resulta tan tranquilizadora porque, por un lado, es irreprochable: nadie le puede poner un pero sin parecer un carca, un antiguo o un viejales obsoleto. Además, como aparenta ser algo tan técnico y específico, tendemos a pensar que la I+D+i siempre compete a los demás, a personas de bata blanca y gafas de intelectual. De esa forma, evadida nuevamente nuestra responsabilidad en esto de la crisis, podemos sentarnos a esperar… y a criticar.

 

Por ejemplo: ¿es razonable que la crisis haya supuesto un recorte de fondos de tal calibre que amenaza con truncar el Plan Nacional de Investigación y Desarrollo? O, quizá, el recorte está basado en algo más preocupante: según la Ministra del ramo, la evaluación de los resultados logrados hasta ahora en dicho sector no es muy positiva que digamos. O sea que mientras jugábamos a las casitas, no nos preocupábamos en exceso del éxito o el fracaso del mencionado Plan y ahora… pues no funciona.

 

 

No sé ustedes, pero a veces tengo la impresión de que mejor nos iría dejando el gobierno en manos de poetas, cantantes y artistas, tan reacios a aceptar la realidad como nuestros políticos, pero con mucho más talento y mejor gusto.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

MOTIVACIÓN

La columna del viernes de IDEAL, en clave crítico-deportiva. 

Estos días andamos en Málaga, jugando un torneo de baloncesto entre amigos de distintas cajas de ahorros, cuyas semifinales tenemos a las 12, contra nuestra bestia negra de Catalaunya. Y, la verdad, cuando suena el despertador a eso de las siete de la mañana, no hacemos sino preguntarnos eso de «pero qué necesidad tengo yo…»

 

Es lo mismo que se preguntan nuestros dos Álvaros. Uno se ha hecho un esguince y anda poniéndose hielo y cremas varias para poder jugar el próximo partido y el otro, a la espera de que le hagan una artroscopia, ha de vendarse los tobillos con apósitos compresores para poder aguantar medio tiempo sin que los pies se le descoyunten.

 

Y todo ello, por gusto, por afición. Como cuando nos levantamos los domingos a eso de las ocho de mañana, los amigos de Las Verdes y demás participantes en el Circuito de Fondo de la Diputación, para tomar la salida en carreras de diez o más kilómetros, en lugares como Baza, Almuñécar, Motril o Santa Fe.

 

Decenas, centenares de personas, atletas populares o baloncestistas aficionados que nos dejamos la piel practicando deporte de forma amateur, pero absolutamente comprometida con nuestros compañeros de equipos, peñas y, sobre todo, con nosotros mismos. Deportistas populares que, yendo más allá del meramente «hacer ejercicio» por mantenernos en forma, nos dejamos la piel en los entrenamientos, las pachangas o las distintas competiciones en que participamos.

 

Todo ello supone, además, robarle tiempo al tiempo y, sobre todo, al descanso, a la familia, a los amigos u a otras aficiones e inquietudes. Y, como decíamos, por puro gusto, costándonos el dinero en la mayor parte de los casos. Eso sí, cuando competimos, por lo general, peleamos, luchamos y sufrimos como auténticos profesionales.

 

Por eso resulta tan irritante escuchar que, en tiempos de crisis como los que vivimos, además de cobrar indecentes sueldos mil millonarios, a los jugadores del Real Madrid les van a dar una prima de ciento veinte mil euros si ganan siete partidos de fútbol consecutivos. Uno, que es merengón, veía el partido de Champions entre los suyos y un desconocido equipo bielorruso cuyo presupuesto de la temporada era diez veces menor que el sueldo de Raúl, y, la verdad, deseaba que los madridistas no ganaran.

 

Si a profesionales de una cosa tan trascendente como es el fútbol hay que motivarles con una prima de veinte millones de las antiguas pesetas para que hagan su trabajo es que algo huele a podrido en el sistema. Una cosa, y también sería muy de discutir, son los incentivos o las primas por conseguir títulos y otra muy distinta, que raya en lo vergonzante, es tener que primar a unos profesionales para que no hagan el ridículo en el desempeño de su trabajo. Precisamente porque nos gusta el deporte, lo practicamos y lo seguimos, ejemplos como los de este Real Madrid nos parecen tan tristes como indignos y lamentables.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

ALIATAR

La columna de hoy viernes, en IDEAL, en clave festiva, relajada y copera.

-Anoche me estuve tomando una copa en el Aliatar.
– ¿En el Aliatar? ¿En el bar de los bocadillos?

Este diálogo lo he mantenido, a lo largo de la semana, en varias ocasiones. Y he tenido que explicar que no. Que ese Aliatar sigue siendo el paraíso de los bocatas, gloria bendita servida entre panes tiernos y jugosos, pero que aún no se ha convertido en bar de copas.

– ¿Entonces? ¿El de los caracoles?
– No, hombre. El Aliatar. El Aliatar de toda la vida. ¡El cine!

Efectivamente, el edificio que albergara las únicas salas de exhibición cinematográfica alternativa de esta ciudad, con pelis en VOS o provenientes de países exóticos, ahora se ha convertido en un macro bar de copas de diseño, que empieza a ser muy frecuentado por los granadinos.

Reconozco que entré al Aliatar con una mezcla de sensaciones encontradas. Por un lado, la curiosidad de ver cómo había quedado el lugar, tras varios años cerrado. Por otro, la rabia y la pena por el hecho de que los locales tradicionales de nuestro centro más emblemático, como el Suizo o Los Manueles, sucumben al feroz apetito de la globalización más voraz y despersonalizada. ¿En qué se habría convertido “nuestro” Aliatar?

Siendo completamente honesto, aunque mi alma de cinéfilo se retuerza por dentro, debo confesar que me encantó, aunque fuera extraño pasar por la zona en que se situaba la garita de las palomitas y los refrescos y, en vez de encontrarte las butacas del cine, entrar a un espacio diáfano, enorme, minimalista, decorado con un gusto exquisito.

Al fondo de la estancia, donde estaba la gran pantalla de la Sala A del cine, hay un inmenso frontal blanco, sencillamente decorado con botellas de ginebra, repetidas hasta casi el infinito, como si de una litografía inacabable de Andy Warhol se tratara.

El personal, muy cualificado y profesional es, además, altamente amable y cortés. Y la música, en absoluto estridente (al menos los días de diario) un Chill-house embriagador, con sonidos brazilectros y toques de Nu-jazz, incluyendo temas de artistas que me enamoran, como Salif Keita. El DJ está en los antiguos palcos y, en lo que antes era la recepción de las salas B y C del cine, ahora hay un impactante espacio, de un blanco nuclear que llega a herir la vista, abierto al centro de Granada a través de una gran ventana estratégicamente situada.

Un bar de copas moderno, atractivo y muy agradable que, cuando desciende una inmensa pantalla del techo y empiezan a proyectarse sobre ella fotogramas en blanco y negro de películas clásicas, provoca una extraña sensación de dejá vu que, sinceramente, a estas alturas, aún no sé si me gusta… o me subleva.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

¡NO A LA P@RNOGRAFÍA INFANTIL!

Ustedes lo saben. Me gusta, soy un mordido de la novela más negra y criminal, oscura, violenta y comprometida. Asomarse a los abismos más abyectos del ser humano a través de las páginas de un libro es una forma cómoda y sencilla, poco peligrosa, de intentar comprender a esos monstruos, esos Golem que corrompen nuestras sociedades: la corrupción, la violencia, la falta de ética y moral…


Uno de los temas que más me han afectado y que siempre me han puesto los pelos como escarpias es el de la corrupción y la violencia ejercida contra los menores. Y la novela negra, por supuesto, ha tratado ese tema.

Un día empecé a reseñar diversos títulos que hablan sobre la violencia contra las personas más indefensas de nuestra sociedad. Y lo que iba a ser un reportaje de dos o tres páginas, fue creciendo y creciendo hasta terminar convertido en un documento de catorce páginas al que no he sabido qué utilidad dar.


Por ahí lo tengo, guardado en las tripas de algún ordenador.

Sí recuerdo dos cosas sobre el mismo.

La primera, que estaba dedicado a Alicia Núñez Castillo y al resto de trabajadores del Servicio de Protección de Menores de Granada, con todo el respeto y la admiración por su trabajo.

La segunda, que estaba encabezado por estas dos citas, de Alfred de Vigny y Antonio Machado, respectivamente:

“Las personas fuertes crean sus acontecimientos;
las débiles sufren lo que les impone el destino.”

“Enamoróse de una tierna niña,
subiósele el amor a la cabeza
como el zumo dorado de la viña
y despertó su natural fiereza.”


Y hoy, Día Universal del Niño, me acordé de todo ello y tenía ganas de comentarlo con ustedes.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

¿PODRÁ OBAMA? PARTE II

Terminaba la primera parte de este artículo sobre Obama con una pregunta: “¿Contará Obama con tantos apoyos y complicidades?”

Ser presidente del país más poderoso del mundo, además de la lógica responsabilidad inherente al cargo, debe arrostrar un efecto colateral muy difícil de digerir: la inmensa soledad del líder. Las representaciones gráficas de una estructura de poder siempre son piramidales y, en el vértice del triángulo, está la figura solitaria del jefe.


Por muchos asesores que tenga, por mucho que su Gabinete sea el mejor formado, preparado y comprometido, al final, Obama estará solo. Y las decisiones que tome le competerán y le comprometerán a él y sólo a él. Personalmente. Porque él ha prometido cambiar el mundo y a él se le va a exigir que lo cumpla. A él solito.


Y el reto, por supuesto, no es pequeño. ¿Has leído ustedes todas las cosas que se están escribiendo estos días? Parece que un nuevo Mesías se haya hecho carne, presto a ocupar la Casa Blanca. A título de ejemplo, Peter Singer, Catedrático de Bioética de Princetown señala que “el presidente electo debe hacer cambios en Guantánamo, Irak, África y el medio ambiente.” Ahí es nada. Para Lluís Bassets, “El futuro presidente no tiene tiempo que perder ni se puede permitir error alguno”.

El propio Obama parece tenerlo claro: “Mientras disfrutamos esta noche, sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de nuestras vidas: dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiero desde hace un siglo.”


Y, sin embargo, creo que equivoca cuando supone que la gente se va a movilizar: “Así que hagamos un llamamiento a un nuevo espíritu patriótico, responsable, en que cada uno eche una mano y trabaje más y se preocupe no sólo de uno mismo sino también del otro”.

Con resonancias al mítico discurso de Kennedy: “conciudadanos del mundo: preguntad, no qué pueden hacer por vosotros los Estados Unidos de América, sino qué podremos hacer juntos por la libertad del hombre”, creo que la historia se ha encargado de demostrar que no. En la fiesta y la celebración, todos somos uno. Pero, a la hora de trabajar, estamos solos. Y a la hora de exigir responsabilidades, siempre miramos hacia arriba. Y arriba, arriba del todo, en lo más alto y completamente solo, está Barack Hussein Obama.

Y, sin embargo, no podemos sospechar que el presidente electo de USA es un cándido. Me gusta una frase de su autobiografía “Los sueños de mi padre”, brillantemente editada por la editorial granadina Almed: “Lo que más me choca cuando pienso en la historia de mi familia es su inocencia constantemente puesta a prueba, una inocencia inimaginable incluso a los ojos de un niño.”

Ojalá que Obama haga bueno el sentido de su nombre. En árabe, la palabra Baraka significa “bendición divina” y, en general, tener baraka es sinónimo de suerte y buena fortuna. Pues eso. Que la mejor Baraka acompañe a Obama.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros..

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