Cambios disruptivos: ¡ojito!

Mi columna de hoy, en el periódico IDEAL. No sé cómo verás la cuestión y si estás o no muy de acuerdo… ¿Eres de cambios disruptivos o tiendes más al lampedusianismo del que “todo cambie para que todo siga (más o menos) igual?

Hay un momento en la película “Detour”, un clásico del cine negro norteamericano de los años 40 del pasado siglo, en que un personaje llama por teléfono a su novia, desde Nueva York a Los Ángeles. Utiliza una cabina y las imágenes, para mostrar lo importante, larga y complicada que es la llamada, muestran a las célebres operadoras, afanándose en meter y sacar las clavijas de conexión en inmensos paneles frente a ellas.

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Quiso la casualidad que viera esta película poco después de “10.000 kilómetros”, una de las candidatas a los Goya de este año, en que se cuenta la relación a distancia de un chaval de Barcelona con su pareja, que se ha mudado a Los Ángeles. Lo novedoso de la película es que todo su desarrollo está basado en los diálogos, las conversaciones, las broncas y discusiones que mantienen los dos únicos personajes… a través de las novísimas tecnologías de la comunicación. Así, ambos duermen junto a sus portátiles, acompañados por la imagen del otro en pantalla. Hablan por Skype, se comunican por Whatsapp, a través de Facebook, por correo electrónico… hasta un tutorial de cocina on line se hacen, a través de Internet, en vivo y en directo. ¡Un no parar de estar permanentemente comunicados!

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En unas decenas de años, todo lo referente a la comunicación ha ido sufriendo avances tan prodigiosos que podríamos trazar un larguísimo itinerario de hitos disruptivos, desde el primitivo telégrafo hasta los actuales (y tiranos) Smartphones. Ahora, cuando el Whatsapp se cae un par de horas, las Redes Sociales hierven de indignación. ¡El horror! ¡El horror!

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Así las cosas, nos hemos acostumbrado a tantos y a tan vertiginosos cambios tecnológicos que nuestra vida cotidiana se nos va quedando atrás, incapaz de proporcionarnos las satisfacciones que debería. Si los teléfonos y las televisiones cambian a tal velocidad, ¿por qué no deberíamos hacerlo nosotros, como personas y como sociedad?

Es entonces cuando empezamos a barajar la posibilidad y el anhelo de cambios disruptivos, también, en la realidad que nos rodea, en nuestro día a día. Solo que no debemos olvidar que esos grandes cambios, excitantes de por sí, además de provocar una brusca ruptura con lo anterior, conllevan la desaparición de costumbres, productos y servicios que eran de uso habitual en la sociedad.

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Y es que el cambio disruptivo nos hace considerar que todo lo anterior, lo viejo; no solo está desfasado, sino que también es inferior en cuanto a calidad, prestaciones y satisfacciones.

Leo que la plataforma Uber, una disruptiva pesadilla para los taxistas de las grandes ciudades del Primer Mundo, anda estos días muy preocupada por la irrupción de Google en el mercado de los vehículos sin conductor, controlados y conducidos por GPS y por control remoto. Sin que aún haya sido aceptada, utilizada y digerida por buena parte de la sociedad… ¡Uber empieza a estar obsoleta!

Ojito con determinados cambios disruptivos. Que sí. Que su mera anticipación nos excita y nos saca de la abulia y de los cansinos lugares comunes que nos rodean. Pero que, por su propia naturaleza, esos cambios no solo no tienen marcha atrás, sino que no tardan en ser superados por otros que no habíamos sido capaces de prever y anticipar.

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Jesús Lens

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De ser humano a integrista radical y asesino

Hoy publico en IDEAL este artículo que te pone en una pista literaria que, creo, te va a resultar muy interesante. Si es así y el libro te llama la atención, dímelo y hablamos.

¿Cómo se convierte, en tan poco tiempo, un repartidor de pizzas al que le gusta el rap en un asesino en masa que, armado con un kalashnikov, masacra fríamente a una docena de personas? ¿Qué poderosos mecanismos han de operar para que una chica que luce un bikini en una foto, mientras abraza a su pareja, aparezca poco después ataviada con un luctuoso burka, blandiendo amenazadoramente una ballesta?

 Burka

A lo largo de estos días vamos leyendo distintas informaciones y reportajes sobre las vidas de los hermanos Kouachi, Amedy Coulibaly y su pareja, Hayat Boumeddiene; tratando de encontrarle una explicación a sus crímenes.

Cada persona es un mundo, por supuesto. Y la trayectoria vital de cada individuo es distinta a la de los demás. Pero en el proceso de conversión al islamismo radical que desemboca en un ser humano matando y muriendo por Alá, Mahoma y el Corán hay una serie de pasos que el escritor Roger Mimó desgranó en su excepcional novela “Veintidós peldaños”, publicada por la editorial granadina Almed.

 Veintidós peldaños

La novela lleva como subtítulo “Memorias de un terrorista islamista” y los escalones referidos son todos y cada uno de los estadios por los que pasa un muchacho tan brutote como noble, nacido en una zona de Marruecos, hasta verse convertido en una bomba de relojería a punto de estallar.

¿Hay religión en la conversión del protagonista de la novela? Sí, claro. Pero mucha menos de la que el lector pueda imaginar. Y, desde luego, de un tipo diferente a la que podríamos pensar. Porque, para que un chaval normal y corriente decida convertirse en un asesino en masa, la religión tiene que venir acompañada de más cosas. De muchas más cosas.

De una situación económica complicada, por ejemplo. De un entorno familiar que tampoco es fácil. De una sociedad y un ambiente opresivos. De unas expectativas demasiado altas. De una realidad más dura aún. De los sueños que se rompen. De los sueños robados. De los sueños que, al final, se convierten en pesadillas.

 Islam radical

No es igual la situación en Marruecos que en París, por supuesto. Como no lo es en Nigeria, Irak, Arabia Saudí, Argelia, Siria o Egipto. Pero los mecanismos de captación y convencimiento que describe “Veintidós peldaños” pueden ser perfectamente extrapolables.

Hablamos de un libro con enjundia, escrito por un viajero nato, residente en Marruecos desde hace años. Mimó es un buen conocedor del Islam. Tanto que decidió profesarlo, también desde hace tiempo. Lo que no le impide describir la aberración que supone el integrismo radical, el fanatismo y la sinrazón de los terroristas.

 Roger Mimó

Hablamos de un libro adictivo, en fin, que se lee a una velocidad vertiginosa. Una vez que el lector pase las primeras páginas y suba el primer peldaño, ya no podrá dejar de ascender hasta alcanzar el veintidós, el más alto y definitivo. Sin hacer un alto en el camino, sin buscar un rellano en el que coger aliento.

Jesús Lens

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2015 serán 365 momentos

No me acuerdo de la primera vez que utilicé dicha expresión, pero cada día estoy más convencido de su certeza: la vida son momentos. La vida no son años, meses, semanas ni días. La vida son momentos. Lo demás, es tiempo muerto.

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Ya os he presentado uno de mis planes para el 2015: volver a ver 25 películas que, alguna vez, fueron importantes para mí. ¡Seguro que ese proyecto me va a deparar Momentos! Muchos, intensos. La mayoría, buenos. Algunos, seguramente que decepcionantes.

Pero Momentos, al fin y al cabo.

Y de eso va el segundo proyecto para el 2015 (*): de elegir un Momento de cada día y compartirlo. No tiene que ser, por supuesto, nada especial ni espectacular. Una película, una charla, una tapa, una lectura, un artículo, una visión, un vistazo, un sueño, una idea, un encuentro, un desencuentro…

Momentos.

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Estas cosas, que parecen sencillas, luego se convierten en muy complicadas. En obligaciones que cuesta trabajo, tiempo y esfuerzo ir cumplimentando.

¡Por eso son propósitos, planes y proyectos!

Porque luego, es posible que no se materialicen en nada. O se queden incompletos. O, peor aún, es posible que terminen resultando aburridos, decepcionantes, cansinos, reiterativos…

No lo sé.

La celebración diaria de alguien vinculado con el cine empezó por gustarme un montón, pero luego me vine abajo. Y es otro tema que me gustaría recuperar.

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Pero no nos pasemos. De momento, vamos a quedarnos con los Momentos del Día.

Y a ver por dónde nos llevan.

(*) El primero de los proyectos es volver a ver 25 películas, que están aquí detalladas, y hablar de ello. Contarlo, o sea.

Jesús Lens

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¿Estará 2015 a la altura?

Lo normal, cuando llegan los últimos días del año, su noche más larga y el sorteo de la Lotería de Navidad, es pararse y mirar atrás, con o sin ira. Detenerse y reflexionar sobre el año que se nos va. Hacer las listas con lo mejor de los últimos 365 días, para ayudar a fijarlo en la memoria y el recuerdo: los mejores libros, las mejores películas, los conciertos más interesantes… y otras listas más mundanas, pero igualmente importantes: las mejores tapas, las mejores carreras, las mejores visitas…

2015

Sin embargo y llegados a este punto, el cuerpo no me pide hacer nada de todo ello. El cuerpo, lo que me pide, es saltar de cabeza al 2015 y sumergirme entre las afiladas hojas de su calendario. Y no porque crea, como Rajoy, que la Crisis ya es historia, ni mucho menos. De hecho, los próximos doce meses me inspiran respeto. Y temor. Un temor reverencial. Pero, como si estuviéramos a punto de subirnos en una montaña rusa, de lo que no cabe la menor duda es que van a resultar doce meses repletos de adrenalina, velocidad y vértigo.

 

2015 va a ser un año brutal.

 

Comenzando por la doble y apasionante cita electoral: en clave municipal, antes de verano; y en clave general, antes de las próximas Navidades. Siguiendo por la cuestión de las infraestructuras que, por fin, van a situar a Granada en el mapa ferroviario y automovilístico de este país. 2015 debe ser el año en que el Parque Tecnológico de la Salud se llene de vida y en el que el Centro Lorca abra sus puertas para convertirse en lugar lorquiano de referencia. En 2015 veremos en qué se traduce la designación de Granada como Ciudad de la Literatura de la UNESCO y, por fin, llegará la famosa Universiada, que nos permitirá disfrutar del hipnótico curling, en vivo y en directo.

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Pero más allá de puntuales acontecimientos, me asomo al principio de 2015 como a uno de esos años en los que todo vuelve a empezar. Uno de esos años fundacionales a los que se llega como se llega a la taquilla del cine cuando te han prometido una película importante: no sabes si el filme que está por empezar terminará siendo decepcionante, demasiado parecido a otros muchos ya vistos anteriormente; o si nos traerá algo realmente  diferente, sorprendente y desconocido.

 

Por no saber, ni si quiera sabemos si el guion de 2015 viene en clave de comedia o de drama. O si, de acuerdo con los vaticinios de algunos agoreros, será una película de puro terror, repleta de pesadillas, psicópatas y desmembramientos.

Momento

2014 ya es historia. Una historia que sirve como trampolín de lanzamiento a un 2015 que sí puede ser histórico. Han sido muchos años escuchando aquello de que no era una época de cambios, sino un cambio de época. Hasta ahora, ese cambio ha sido un bluff. Lo que ahora está por ver es si 2015 termina estando a la altura de las expectativas. La respuesta, en un año. Aproximadamente.

 

Jesús Lens

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¿Por qué no hay ninguna Estrella Michelín en Granada?

Hoy publico en IDEAL un artículo que, ya en Facebook, ha generado un interesante hilo de comentarios. 

Se esperaba con impaciencia, hace unos días, la llegada de la famosa Guía Michelín del 2015. El hecho de que se presentara en Marbella hacía abrigar la esperanza de que cayera una lluvia de Estrellas por toda Andalucía. Al final, la cosa no fue para tanto y la más sonada resultó ser la segunda estrella para Aponiente, el restaurante gaditano que ha hecho del plancton uno de sus ingredientes de referencia.

¿Y en Granada? En Granada, nada. Como en años anteriores. Lo único que hace la Guía Michelín es “recomendar” determinados restaurantes locales: Ruta del Veleta, Arriaga, Puesto 43, Damasqueros, Las Tinajas, Oriza, Marquilla y La Leñera. Pero Estrellas, ninguna.

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¿Es normal que nuestra ciudad, que vive del y por el turismo, no tenga ningún restaurante digno de una Estrella Michelín? A mí me parece de lo más preocupante. Y desconcertante. Vaya por delante que no estoy muy ducho en las cuestiones de la alta cocina. De hecho, pertenecer a una Peña que se denomina Los Gastrocafres ya le dará al lector una idea aproximada de mi catadura festivo-alimenticia, ciertamente maximalista y tirando a bruta.

 Gastrocafres Logo

No me vanaglorio de ello, pero mis capacidades para detectar taninos y retrogustos no están ni educadas ni desarrolladas, lo que no quiere decir que no me guste gozar de una buena comida o de un buen vino, de vez en cuando (AQUÍ, por ejemplo). En ese sentido disfruto, sobre todo, en los espacios que estimulan mi creatividad. Me gustan los menús que se salen de lo convencional, que me sorprenden. Platos que, además de a lo gustativo, apelan a lo cromático, a lo estético, a lo sensual. Recetas que me cuentan historias. Evocadores bocados que me hacen viajar a otros lugares, a otros tiempos, a otras dimensiones.

Y, en ese sentido, creo que en Granada tenemos buenos restaurantes. ¿Qué les falta, pues, para conseguir las ansiadas Estrellas? Porque, aunque haya quien reniegue de rankings, clasificaciones y distinciones; estar en la Guía Michelín es bueno para los restaurantes seleccionados y, por extensión, para las ciudades que los acogen: hay muchos Gastronómadas que deciden el destino de sus viajes en función de la calidad de sus restaurantes. Y, hoy por hoy, la Guía Michelín sigue siendo su Biblia.

 Damasqueros Atún

Granada es tierra de tapas. De platos alpujarreños y de sartenás de papas. De bocatas y caracoles. De espetos. Pero en Granada también hay cocina moderna. Y contemporánea. Una cocina que se sale de lo trillado y nos conduce a lo desconocido. ¿Conocemos los granadinos esa cocina? ¿La compartimos? ¿La difundimos y exhibimos por el mundo? No es barata, ciertamente. Pero tampoco es tan cara como pudiera parecer.  Y creo que es importante descubrir que, gastronómicamente hablando, en Granada también hay vida más allá de los espaguetis a la boloñesa y de las puntas de solomillo a la pimienta.

Aquí, por ejemplo, hablamos un poco más de mis Experiencias Gastronómicas. Y si quieren conocer un poco mejor a los Gastronómadas… aquí pasamos por un momento delirante, en el restaurante mexicano que, con ese nombre, triunfa en Granada. Y algo de mis queridos Álvaro Arriaga y Dani Castro, por supuesto.

Jesús Lens

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