Turismo pateado

Vaya por delante que me parece muy bien lo del pase pernocta para la Alhambra y otros monumentos de la ciudad -no olvidemos este detalle- a precio especial para los viajeros que duerman dos o más noches en hoteles de Granada.

Pero lo que me preocupa, ahora, es el tremendo error de concepto y de comunicación en que están incurriendo los representantes de las administraciones, a quienes no se les cae el “turismo de calidad” de la boca.

Siempre me gustó una frase atribuida al maestro del periodismo gonzo, Hunter S. Thompson: “Los cerdos de hoy son los jamones de mañana”. O la panceta. Y estos días la tengo muy presente, recordando mi primer viaje al extranjero.

Tenía 19 años y me embarqué en un insensato periplo en autobús, junto mis amigos Jorge y Curro. Nos hicimos, del tirón, un Granada-Madrid-San Sebastián-París. Sólo tuvimos tiempo, en el Foro, para comernos un bocata, precisamente en el Museo del Jamón, mientras cambiábamos de autocar.

No les voy a contar todo lo que hicimos en la capital francesa durante aquellos vertiginosos cinco días. Pero nunca olvidaré aquel mediodía en que, escaseándonos los francos, decidimos comprar pan, vino y paté y almorzar en la orilla del Sena, prescindiendo de cafés o brasseries.

He vuelto a París, desde entonces, otro par de veces. En buena parte, por el recuerdo tan extraordinario que me dejó aquella primera visita, de joven. Pero les aseguro que, si durante aquel viaje, hubiera leído en Libération o Le Monde -uno puede no tener para comer en un coqueto restaurante, pero siempre ha de guardar algo suelto para comprar la prensa- alusiones continuas a las bondades del turismo de calidad y sospechando del turismo de bocadillo -o de paté-, me hubiera irritado bastante y, al cabo del tiempo, con más edad y más poder adquisitivo, hubiera preferido viajar a Londres, Roma o Berlín.

Ojito con tanta ínfula señorial y con tanta tontería de nuevos ricos. Que Andalucía es una de las comunidades más pobres de Europa y Granada, en concreto, marcha en los furgones de cola de nuestra comunidad. De acuerdo con los ratios económicos de nuestra sociedad, ¿cuántos “turistas de calidad” podríamos exportar al mundo?

Está muy bien atraer al turismo de alto poder adquisitivo, pero no se olviden que el turista pateado, el joven mochilero pateador o las familias numerosas, también existen.

Jesús Lens

Tráfico clandestino

—Las tengo. Por fin las he conseguido.

—¿Cuántas?

—Diez. Más, me ha resultado imposible. Pero creo que serán suficientes. Al menos, para quitaros el mono.

—Joder. Diez nada más… Aunque menos es nada, también es cierto. No está mal. Como dices, nos vienen de perlas, con esta ansiedad.

—Es cuestión de racionarlas y consumirlas poco a poco…

—Ya. Eso se dice muy fácil, pero luego, una vez que empiezas, a ver quién es el guapo que se controla. Y más, rodeado de esos locos.

—Y locas.

—Y locas, sí. Faltaría más. Que hay un montón de ellas, afortunadamente. ¿Y el precio?

—Del precio mejor no hablamos. Ni te cuento lo que me han costado.

—¿Entonces? ¿Cómo vamos a hacer?

—Quiero compartirlas con vosotros. Que no es lo mismo consumirlas en soledad que en buena compañía.

—Sí. Eso es cierto. Mejor cuanta más peña. Además que, de ti, nos podemos fiar. Lo realmente difícil es encontrar a gente dispuesta a jugársela de verdad, y no de boquilla. Que dándole al pico, la gente es muy valiente y arrojada. Pero luego, a la hora de la verdad, la mayoría se arruga y empieza a poner excusas.

—Conmigo, eso no va pasar…

—¡Faltaría más! Encima de que eres el suministrador del material… Si te parece, nosotros ponemos el lugar para la primera dosis. Hemos encontrado un sitio discreto y alejado de miradas curiosas.

—Eso es fundamental, pero no basta. Es necesario asegurarse de que resulta ilocalizable y que no podrán rastrearnos.

—Lo sé, lo sé. Tranquilo. Está todo controlado: el lugar no tiene conexión a Internet. Además, dos del grupo se sacrificarán esa primera noche, metiendo todos nuestros móviles en una mochila con la que saldrán de juerga e irán poniendo fotos de cervezas, tapas y copas en nuestras redes sociales, dándole al Me gusta de unas y otras y retuiteando sin parar, desde los diferentes terminales.

—Genial. Pero no es suficiente. ¡Ni te imaginas cómo están las cosas ahí fuera! El lugar elegido, ni siquiera puede estar conectado a la red eléctrica. Será necesario un grupo electrógeno autónomo.

—¿En serio?

—Y tan en serio. Te garantizo que, en cuanto conectáramos el reproductor de dvd y pusiéramos una película de Woody Allen, saltarían todas las alarmas y los agentes de Moralistas sin Fronteras no tardarían ni quince minutos en caer como fieras sobre nosotros…

Jesús Lens

Empresariado

De los muchos parabienes y felicitaciones que recibió ayer Gerardo Cuerva en la sede territorial de Bankia en Andalucía, durante la celebración del 40 aniversario de la Confederación Granadina de Empresarios; el más elocuente, sincero y atronador vino dado por el aplauso espontáneo de las más de 400 personas que abarrotaban el salón de actos del Cubo.

40 aniversario de la CGE en Sede Territorial de Bankia en Granada

Fue un aplauso sincero, cálido y creciente que surgió porque sí. Porque tenía que surgir. Porque Gerardo se ha hecho merecedor de él. Y el discurso que pronunció inmediatamente después estuvo a la altura del aplauso.

El Milagro de Granada, lo tituló. Un milagro que sitúa a nuestra provincia, dentro de cuarenta años, en la vanguardia biosanitaria y científica, gracias al impulso del PTS y del acelerador de partículas. Una Granada en la vanguardia cultural e intelectual, gracias al trabajo de la UGR y a la proyección internacional de sus festivales y certámenes literarios, artísticos, teatrales, musicales y cinematográficos. Una Granada en la que residirían miles de personas foráneas, disfrutando de comarcas como las Alpujarras o el Valle de Lecrín o de la pujante Costa Tropical.

Mirar hacia delante. Sin olvidar las raíces ni la historia, por supuesto. Pero sin permitir, tampoco, que esas raíces nos impidan movernos, encadenándonos al suelo, o vernos inmovilizados por el peso de esa historia milenaria.

Gerardo Cuerva es un tipo conciliador con la rara virtud de llamar a las cosas por su nombre sin herir ni molestar a nadie. O haciéndolo solo lo justo. Será porque también es un tipo pragmático que, en sus razonamientos mentales, aplica el cada vez menos usado y tan añorado sentido común. De ahí el respeto y el cariño que le muestran los responsables políticos de unos y otros signos.

Me gustó mucho, igualmente, su apelación a esos “pequeños conformismos del pasado” que tanto daño han hecho a una sociedad granadina demasiado acostumbrada a tragar y a transigir. Y lo dice alguien que sabe lo que es negociar y ceder, pero sin rendirse ni bajar los brazos. Sin dejar de pelear.

Enhorabuena a los empresarios granadinos por 40 años de asociacionismo y fomento del emprendimiento. Y a Gerardo Cuerva por su reelección y por el estupendo equipo del que se ha rodeado para su siguiente mandato. Ojalá que siga siendo fructífero y contribuya a la materialización de ese Milagro de Granada, que celebraremos en 2058.

Jesús Lens

Always segureño

Me encanta. Puede sonar a peloteo, pero no lo es. Flipo con la iniciativa “Always segureño”, puesta en marcha por IDEAL y basada en la famosa Cow Parade creada en Suiza, en 1998, y posteriormente extendida y popularizada por todo el mundo, incluida España, con exposiciones en Vigo y en Madrid.

La cosa es sencilla, como propuesta. La ejecución es otro cantar. Treinta esculturas con la figura de un cordero, realizadas a tamaño natural y en fibra de vidrio por el afamado Miguel Moreno. En verano se les hizo entrega de las esculturas a treinta artistas afincados en Granada para que intervinieran sobre ellas, decorándolas a su gusto.

 

Desde hace unas semanas estamos viendo en las páginas del periódico el resultado del imaginativo y proceloso trabajo de los artistas, que la fibra de vidrio es un material difícil e interaccionar sobre la figura de un cordero no resulta fácil a la hora de conseguir un resultado atractivo y con sentido.

 

Lo mantengo desde tiempos inmemoriales: conocer el proceso creativo de los artistas hace que la contemplación de la obra terminada adquiera otra dimensión, yendo más allá de lo aparente. Saber qué llevó al artista a utilizar un determinado motivo decorativo, un color, una textura, una imagen… convierte la contemplación del arte en toda una aventura.

Desde el pasado fin de semana, un rebaño multicolor de alegres y simpáticos corderos pasta en Puerta Real. ¿Lo han visto? ¿Cuál es su favorito? A mí, gustándome la mayoría, hay tres que me dislocan especialmente. El de Jesús Conde, que lo ha llevado a su personal, reconocible y luminoso universo pictórico para recordar al cordero místico de los hermanos Van Eyck… y a una tradición gastronómica más cercana al Quijote que al McDonalds.

 

El trabajo de Sergio García y Lola Moral, con ese lobo azul de fauces abiertas sobre el lomo o la bicha que amenaza al indefenso corderillo, contándonos historias desde a piel del animal.

 

Y la genialidad, el hallazgo futurista de Rafael Peralbo, que ha liado su pieza en alambre, en homenaje al célebre cuento de Philip K. Dick “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” y del que surgió la película “Blade Runner”.

Disfruten de la exposición, paseando por la ciudad, y complétenla con la información de cada pieza, a través de esta web: Always Segureño. Y es que le tengo yo cariño y aprecio al cordero, como ya escribí en IDEAL, en esta columna sobre su valor.

 

Jesús Lens

Peste y virus

El virus que nos ocupa y nos preocupa estos días es el transmitido por Facebook a través de su Messenger, en forma de vídeo letal o falsa foto de perfil que clona cuentas y no sé cuántas otras maldades más.

Los otros virus, los de verdad, los de la gripe o la gastroenteritis que han dejado fuera de juego a miles de personas en las últimas semanas, nos inquietan mucho menos. Vienen con los fríos y ya se irán. Y al pobre agraciado con ellos, sopita, sofá y manta, que tampoco es para tanto.

 

Se cumplen 100 años de la Gran Gripe que asoló el mundo tras la I Guerra Mundial, aniquilando a más personas que el propio conflicto bélico. Se trató de unas de las pandemias más letales en la historia de la humanidad, llevándose por delante a una cantidad indeterminada de personas, entre  50 a 100 millones de muertos. Del 3% al 6% de la humanidad. Que se dice pronto.

 

Ahora, a la gripe no lo concedemos mucha importancia, más allá de las incomodidades que provoca o de las jornadas de trabajo perdidas que conlleva. A la gripe normal, que cuando llegan amenazas como la de la Gripe A, todo es alarma, caos y desinformación.

Se me venía todo esto a la cabeza viendo la magnífica serie “La peste”, con una Sevilla asolada por una epidemia en cuya propagación, la corrupción tuvo mucho que ver. ¡Ay, el virus de la corrupción! Esa sí que es una cepa potente y bien arraigada, capaz de mutar y de adaptarse al signo de los tiempos. (Más sobre la serie «La peste», aquí)

 

Gracias a los avances en medicina y al poder preventivo de las vacunas, gran parte de las enfermedades infecciosas han quedado reducidas a un mero recurso narrativo para poner en marcha una serie histórica. También pueden servir como metáfora. Por ejemplo, las proféticas palabras de un médico, en la serie de Alberto Rodríguez: “La auténtica peste es la ignorancia. Eso es lo que verdaderamente acabará con el hombre”.

Cuando escuché esa sentencia me acordé de los Antivacunas, un colectivo de miserables ignorantes que van de listillos, modernuquis y tope guays. Para mí, son la hez, lo peor de lo peor: una panda de privilegiados egoístas que, con su insensata actitud y amparados en una supuesta libertad individual, se pueden convertir en una amenaza para la salud pública.

 

Jesús Lens