Subsuelo

Inquietante. Claustrofóbica. Desasosegante. Angustiosa. Excelente. Extraordinaria.

 Subsuelo portada

Creo que con esas seis palabras quedaría perfectamente resumida la última novela de Marcelo Luján, publicada en una de nuestras editoriales de cabecera: Salto de Página, y cuya novela anterior, “Moravia”, tanto me había gustado, como escribimos aquí.

“Subsuelo” comienza con una premonitoria cita de Lacan:

“Solo los idiotas creen en la realidad del mundo,

lo real es inmundo y hay que soportarlo”.

Una cita muy adecuada para poner al lector en situación de lo que se va a encontrar en las siguientes doscientas y poco páginas de un libro complejo, que exige atención y concentración en su lectura.

Hormigas.

¿Te acuerdas del arranque de “Terciopelo azul”, una de las grandes obras maestras de David Lynch? Pues “Subsuelo” tiene mucho de Blue velvet. Las hormigas, por ejemplo. Esas hormigas que, sin necesidad de convertirse en marabunta, parecen comérselo todo. O, al menos, invadirlo. Invadir, entre otras cosas, lo que podría ser un cachito del paraíso en la tierra.

 Subsuelo Marcelo luján

El paraíso entendido al modo de esa clase media para la que una parcela en el campo, un chalé, una barbacoa y una piscina son el equivalente al éxito social, a la consecución y materialización del Gran Sueño Español. El no va más.

Y en ese espacio, una noche de agosto, se encuentran tres matrimonios, compartiendo una velada de cena y copas que se alarga hasta bien entrada la madrugada. Y están sus hijos, dobles parejas de preciosos hermanos postadolescentes que pasan las horas con un ojo puesto en sus gráciles cuerpos y, el otro, en sus smartphones.

Hablan, tontean, rozan sus piernas, se insinúan, juguetean… hasta que se acaba el hielo. ¡Ay, el hielo! ¡Sin hielo no hay paraíso! Porque las copas, para que la fiesta continúe, precisan de cubitos de hielo.

 Moravia

Partiendo de ese escenario y de esos personajes, Marcelo Luján emplea constantes saltos en el tiempo, pespunteados por audaces recursos narrativos que espolean la curiosidad –y la perplejidad –del lector, cuando el autor le avanza lo que va a pasar, a través de súbitos e impactantes flashes que no tardan en desvanecerse.

Pero ese saber lo que va a pasar no resta un ápice de interés a la lectura. Porque, en realidad, el lector tampoco sabe a ciencia cierta lo que va a ocurrir. Es más bien una intuición. Una premonición. Y ahí radica lo mejor de la novela de Luján: con esas pistas, te involucra en el juego, te hace partícipe. Te arrastra y te mete dentro. Y, una vez enfangado, ya no puedes escapar…

“Subsuelo” es una novela terrible y perversa que dinamita los sueños de esa clase media española, media-alta, que todos sabemos que existe, pero que no suele ser sujeto narrativo. Una burguesía que, por ejemplo, ha sido cinematográficamente masacrada sin piedad, en Francia, por el más ácido y vitriólico Claude Chabrol. Y, en Alemania, por ese otro destroyer que es Michel Haneke.

“Subsuelo” es una novela que escuece. Que pica. Que jode. Una joya literaria que provoca sensaciones físicas en el lector. Una novela que te sacude, te abofetea y te vapulea. Una novela cuyo final corta la respiración y deja al lector con palpitaciones.

 Subsuelo luján

Una novela que exige esfuerzo al lector, pero que le recompensa con generosidad y con creces. Porque una cosa podemos asegurar: nunca olvidarás la lectura de “Subsuelo”.

Jesús Lens

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La mujer que no bajó del avión

Pensé en escribirle un privado al Facebook, para ver por dónde respiraba, dado que el comienzo de La mujer que no bajó del avión me estaba generando pesar, amargura y desasosiego. Y tampoco era mi intención alarmar a los amigos de Empar Fernández, preguntándole en público si estaba bien, que qué le pasaba y demás comentarios habituales en la red social.

La mujer que no bajó del avión

Después tuve la lucidez de pararme un poco y caer en la cuenta de que su última novela, publicada por la editorial Versátil, es eso: una novela. Ficción. Como los estados del Facebook, por otra parte.

Pero no divaguemos.

Volvamos a esa Barcelona del extrarradio a la que regresa Álex, tras haber pasado una mala racha en Roma. Otra mala racha, como no tardaremos en saber cuando se aloje en casa de su hermano, donde es recibido de mala gana por su cuñada, al verlo llegar cargado con dos petates.

Y es que, en el aeropuerto, su equipaje tardaba en salir. Y mientras lo esperaba, se fijó en una maleta dando vueltas, sola, en la cinta transportadora. Viéndola abandonada y sin nadie alrededor, sucumbió a la tentación, la recogió y se la llevó como si fuera suya, esperando encontrar algo de valor en su interior. Algo que le permitiera tirar adelante. Unos días, aunque fuera.

empar fernandez negra y criminal

Sin embargo, lo que se encontró dentro de la maleta fue una historia. La historia de una mujer. La historia de Sara. Una historia tan atractiva como terrible. Una historia que vincula el pasado con el presente. Y que afecta a muchas personas. Una historia que terminará por afectar a Álex, lógicamente.

Para saber cómo y por qué le afectó, date un salto a nuestra página hermana de Calibre 38, ¿vale?

Jesús Lens

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Las flores no sangran

Ya está en la calle.

La nueva novela de Alexis Ravelo.

Las flores no sangran, publicada por ese lujazo de editorial, negra y criminal, que es Alrevés, cuyo catálogo está reuniendo a buena parte de lo mejor de lo más nuevo de un género que, estos años, está viviendo una edad dorada en España. Porque los clásicos siguen en una forma excelente y, a la vez, una estupenda nueva hornada de talento policíaco-literario empieza a descollar y a consolidarse en lo más alto.

 Las flores no sangran

Y, entre ellos, Alexis Ravelo, por supuesto.

El nombre de este escritor canario, sobre todo tras la consecución del Premio Hammett de Semana Negra de Gijón, está en boca de todos. Sus últimas novelas, La estrategia del pequinés ,  La última tumba y la maravillosamente bastarda El viento y la sangre, han cosechado los parabienes y los elogios de los más exigentes lectores negro-criminales, por su excelente mezcla de intriga policíaca, violencia y denuncia social; tres de las patas fundamentales en las que se asienta el género.

Y con la llegada del 2015, aparece en las librerías Las flores no sangran, una novela larga, elaborada y de cocción lenta. Una novela trabajada que representa un importante tour de force literario, por la cantidad de personajes, voces y recursos literarios que atesora.

(Sigue leyendo la reseña en nuestra web hermana Calibre 38)

Jesús Lens

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Secretos del Arenal

¡Qué alegría me dio, allá por el mes de junio, cuando leí en las redes sociales que Félix G. Modroño se había alzado con el Ateneo de Sevilla de este año!

Foto: Silvia Romera
Foto: Silvia Romera

 

Alegría de las grandes. Por dos razones. La primera, personal: desde que nos conocimos hace unos años, en Semana Negra, siempre hubo simpatía entre ambos. Por cuestiones literarias, profesionales, por formas de entender la vida, por compartir una importante querencia por Salobreña…

Y la segunda razón es que su anterior novela, “La ciudad de los ojos tristes”, me había encantado. Una novela histórica trufada de policíaca. Una historia de amor con una protagonista fundamental: la ciudad de Bilbao. Un libro mestizo, que tocaba géneros diversos, pero que en absoluto era un pastiche.

 secretos del arenal

Así que, cuando Félix me dijo que venía a Granada y a Salobreña a presentar la novela, le dije que estaría con él en la librería 1616 Books, el sábado por la tarde, con Antonio, el Librero Loco; y los muchos y buenos amigos de la localidad costera granadina.

Había un problema: aún no había leído el libro. Y no es que quedara mucho tiempo para la presentación. Unos días, apenas.

En otra situación, con otro autor; me habría zafado de la propuesta. Con Félix no. Por amistad, claro. Pero, sobre todo, por confianza. Confianza en que su novela, aunque se acercaba a las 400 páginas, me iba a resultar fácil de leer.

 Félix Modroño

Y esto, querido Félix, no es demérito alguno, que no por estar escrita de una forma ágil y asequible al lector, una novela es menos novela. De hecho, desconfío de los autores que complican innecesariamente sus narraciones. O que las barroquizan sin necesidad, como si en vez de estar escribiendo una historia, estuvieran espesando la salsa de algún guiso de insípido de por sí.

Y, efectivamente, la lectura de “Secretos del Arenal” fue un placer. Y un disfrute. En primer lugar, porque me encontré con dos novelas en vez de con una. Literalmente. Porque Félix G. Modroño introduce una historia que acontece en la Sevilla de los años 40 del pasado siglo en mitad de una trama actual.

Y la fórmula funciona.

Los saltos espacio temporales consiguen transportarte a dos ciudades diferentes, en épocas muy distintas. ¿O no tanto? Porque las dos historias que cuenta Félix son trágicas. Y en ambas, el papel de la mujer es muy importante. Hasta el punto de que la protagonista de la novela es una de ellas. Una chica de carácter fuerte y muy alejada de cualquier arquetipo al uso.

 Secretos del arenal portada

Silvia inicia su relación con Mateo. Una relación en la que el mundo del vino está muy presente. Pero hay un recuerdo, un fantasma que no deja de acosarla: el de su hermana, violada, asesinada y mutilada. Por alguien que no ha sido detenido. Aún.

Y, mientras, en Sevilla, los falangistas conspiran contra Franco. Porque, en los primeros cuarenta, los equilibrios de poder entre los ganadores de la Guerra (in)Civil aún eran muy inestables. Y las conspiraciones estaban al orden del día. Y de la noche. Y en ese universo turbio y violento, los más salvajes y desalmados son los que más tienen que ganar. Y los que menos tienen que perder.

Foto: José Hernández Lechuga. El Cuate.
Foto: José Hernández Lechuga. El Cuate.

 

A un ritmo endiablado, la novela avanza sin dar tregua al lector. Y las dos historias atrapan de tal manera que, cuando una se interrumpe para dar paso a la otra; ganas dan de saltarse el capítulo que toque para seguir descubriendo los avatares de unos y otros.

Pero no.

Seamos disciplinados y pongámonos en manos de un autor experimentado que nos llevará, con el pulso firme, hasta a última página. Y será entonces y solo entonces cuando podamos respirar tranquilos, con la satisfacción de haber disfrutado una gran novela, tan bien documentada como mejor escrita.

Jesús Lens

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