Hemisferios cerebrales

A mí me ha salido en una proporción de 70/30.

Cerebro

¿Para qué lado crees tú?

De hecho, ¿por qué no haces este Test, que te llevará menos de un minuto, a ver qué te sale a ti?

Hemisferios Cerebrales

¿Te identificas con los resultados? ¿Crees en esa separación de hemisferios o consideras que estas ciencias son tan rigurosas como el tarot? Porque, ahora, una vez que hayas celebrado ser más o menos (des)cerebrado, ¡mira el número 3 de este artículo, que nos hace seguir Natalia a través del Facebook!

Cerebro hemisferios

Jesús Lens

En Twitter: @Jesus_Lens

Incomunicado

Cuando por razones de trabajo, estilo de vida, gustos y aficiones tienes que pasar casi las 24 del día on line, hablando, leyendo, escuchando, escribiendo, comentando, convenciendo, disuadiendo, discutiendo, tratando, consiguiendo, presentando y otros varios –andos y –endos que dejo a tu fértil imaginación; llega un momento en que tienes que parar.

Es así de sencillo.

Pero necesario.

Por eso, para este micropuente no concerté ninguna actividad, cita o encuentro. No compré entrada para ningún espectáculo (y eso que ha venido El Brujo con su “Odisea”) ni quedé con nadie para hacer cualquier cosa.

 Incomunicado el Brujo

El jueves por la tarde estaba tan, tan, tan hecho cisco y con tanto sueño acumulado que me metí en la cama a leer a las 4 de la tarde y solo salí, tras haber descabezado un par de sueños, para cenar y ver una película. Tumbado en el sofá. Antes de volver a la cama.

Y el resto del fin de semana, más o menos igual. Solo que saliendo a correr. Meta para noviembre: correr 250 kilómetros. Que no sé si es mucho, es poco o es regular. Pero que salen a unos 60 kilómetros semanales.

Me levanto, veo a mi quiosquero, Paquito, y me tomo los dos cafés con mi tostada en el Madero. Me despido, compro el pan y… ¡hasta mañana!

Que sí. Que están el Facebook, el Twitter, el Güasap; pero que no es lo mismo.

Veo un partidillo de la NBA, grabado, de la madrugada anterior, saltando los tiempos muertos y tal y miro cómo va mi equipo de la Fantasy. Por cierto, ¿tienes equipo? Que hemos hecho una Liga Privada, en la plataforma de NBA Plus. “Collejas”, se llama. Si quieres unirte, pídeme la clave. Pero te advierto que el nivel es… bueno. Como nuestro nivel jugando al baloncesto: cachondo. Muy cachondo. Con decir que uno de mis bases se llama Fournier y uno de mis pívots titulares lleva -3 puntos de valoración…

 Incomunicado Fantasy

En enlace, por si te gusta esa Gamificación del NBA, aquí.

Leo la prensa, claro. Por trabajo, por gusto, por obligación, por afición. Aprovecho para estudiar con detenimiento esos reportajes largos para los que nunca hay tiempo; las revistas, los Especiales y, sobre todo, los recortes que he ido haciendo estas semanas, que ya se acumulan, por falta de tiempo. Y aprovecho para tomar notas con ideas y bosquejos para futuros artículos, columnas o proyectos.

Veo una película. O dos. O tres. O alguna serie. Y leo. Y escribo. Y escucho música. Me pongo al día con reseñas de libros pendientes, algunos leídos en verano. Y avanzo con un par de proyectos que tengo entre manos. Repaso los suplementos culturales de estas semanas y trato de ordenar libros.

Me digo: “Esta tarde voy al cine”. Pero luego no me apetece salir. La vuelta del verano ha sido movida y me espera un noviembre brutal. Así que, como los osos; hiberno.

Y sigo leyendo. Y escuchando jazz. Y viendo otra película. Y escribiendo algún artículo. Y mirando las estadísticas de determinados jugadores de la NBA. Y organizado ideas, mails y archivos para uno de los proyectos. Y empezando a escribir para el otro. Y repasando las webs de referencia.

 Incomunicado Round

O sea: lo de siempre. Pero a mi aire. Yo me marco los ritmos y los horarios. Yo soy yo y mi pereza. De hecho, es mi espalda la que, cansada, me pide salir a correr o cambiar el sofá por el sillón del despacho. Y colocar y ordenar los libros que voy leyendo y reseñando. Y buscar los que voy a necesitar en los próximos meses.

Y así van pasando las horas. Las mañanas, las tardes y las noches. Además, aprovecho para comer poco. Y beber mucho. Mucha. Agua. A litros. ¡Adelgazo y todo!

En fin.

Que estamos en noviembre. Que llevo recorridos los primeros 26 kilómetros de los 250 propuestos. Que este es el mes del jazz. Que el lunes me arrepentiré de no haber visto a El Brujo y que la próxima Alhambra Especial que me tome me sabrá a gloria.

 Incomunicado corre

Que es sábado. Noche. Y que aquí, sin parar y haciendo todas esas cosas que tanto me gustan y para las que, a veces, es imposible sacar un minuto a la semana… ¡seguimos!

Jesús Lens, (In)comunicado

En Twitter: @Jesus_Lens

Hacer para contar

A estas alturas, repetir la historia del torero que, tras acostarse con la estrella de cine yanqui, se acicala en vez de quedarse con ella en la cama; no tiene mucho sentido, ¿verdad?

En la edad de oro de las Redes Sociales, contar es más importante que nunca. Hasta el punto de que… ¿quién no ha hecho algo por el mero hecho de, después, ir a contarlo?

O Feisbukearlo.

O Tuitearlo.

Cuento, luego existo.

 narrar

A finales del pasado año, por ejemplo, decidí cometer una locura atlética, estando bastante fuera de forma por una fisura en una costilla.

En solidaridad con la huelga de hambre que Willy Uribe había iniciado para pedir el indulto a Reboredo, me comprometí a correr 25 kilómetros, una distancia que hacía mucho tiempo que no alcanzaba.

La idea era, por supuesto, hacer ruido bloguero y dar que hablar en las Redes, para conseguir firmas por el indulto a David.

O sea que fue una dosis de exhibicionismo impúdico… por una buena causa.

Y fue poco después que nos embarcamos en una Sesión Doble de cine, viendo seguidas “Lincoln” y “Django desencadenado”, en una memorable tarde de “Cinéfilos contra la Esclavitud”. Porque queríamos ver las pelis… y contarlo.

Confieso que he ido a conciertos, solo, para contarlos. Ojo, no para poder decir que estuve allí. Sino para contarlos.

 Narración

Yo, por encima de todo, soy un Cuentista. Y cuando le veo posibilidades narrativas a una historia, a un evento o a un acontecimiento… ¡me lanzo a él de cabeza! Porque tener una razón, una excusa o un motivo para contar es un regalo al que no se puede renunciar.

Es como el periodista que huele una noticia y que sigue su rastro hasta dar con la primicia, hasta encontrar la historia.

Como cuando te surge un chispazo y tienes la necesidad de convertirlo en un relato.

¿Y cuándo te sale una frase para el Twitter y te pasas de los 140 caracteres? ¡Uf! Hay que hacer milagros de condensación.

Contar, cada vez es más importante. Si no cuentas, ¡es que no cuentas! Eso sin entrar en el tremendo egoísmo de quiénes no comparten lo que descubren, lo que aprecian y lo que disfrutan.

Sé que hay gente remisa a compartir con “desconocidos” o en el mundo virtual esas cosas de su vida que pueden ser útiles e interesantes para todos. Pero esa gente no habría hecho posible la Wikipedia, por ejemplo. O que fenómenos como “Perdidos” y otras series traspasaran las fronteras de una pantalla de televisión.

 Narrar

Pocas satisfacciones como que alguien te diga: “-Gracias por recomendar “Homeland”. La he visto y me ha encantado”. O “-¿Cómo te puede haber gustado la de Tarantino, si es una salvajada?”

Vivimos en un mundo global. Y la comunicación, por fortuna, se ha globalizado. Estar o no estar en las Redes es una opción, por supuesto. Como la es tener o no tener móvil. Como la fue poner o no poner teléfono. Como la es escribir una carta y mandarla por correo, franqueada, y esperar respuesta; o mandar un email.

A mí me gusta contar. ¿Y a ti?

Porque al final, todos somos como el torero que, cuando la actriz le preguntó que a dónde iba, él le contestó:

– A contarlo.

Porque no había Facebook, claro.

😉

Venga. Confiesa. ¿Qué has hecho alguna vez, sobre todo, para contarlo después?

¿Me sigues en Twitter? Jesus_Lens

A ver los 12 de abril de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012.

Escribo, luego hablo

Hace unos días decía que no iba a reseñar la última novela de Juan Madrid, “Los hombres mojados no temen la lluvia”, en buena parte, porque era una prolongación en papel del Juan Madrid persona, amigo, compañero, interlocutor.

Pero el no escribir una reseña de su novela no me impide que traslade a la pantalla algunas de las perlas de la rabiosa y, a la vez, reflexiva prosa de Juan.

Quiénes me conocen saben que hablo por los codos, que adolezco de una proverbial verborrea y, además, incansable.

 SONY DSC

Lo sé, lo siento y, a veces, he tratado de corregirlo.

Pero aquí aplica la fábula del escorpión y la rana.

Y entonces me encuentro con este párrafo de Juan, con esta reflexión que hace su protagonista, el abogado:

“Conozco a los escritores. Su trabajo se realiza en solitario, sin contacto con la gente. Por eso no pueden dejar de hablar cuando tienen auditorio. La escritura jamás podrá competir con su predecesora, la oralidad”.

¡Ahí está! ¡Ahí lo tienes! Ahí está la cuadratura del círculo. Ahí está la explicación.

¡Qué peso me he quitado de encima!

¡Escribo, luego hablo!

¡Gracias, Juan!

Y ahora, más en silencio, me puedes seguir en Twitter @Jesus_Lens

¿Y los 2 de marzo de 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012; qué blogueamos?

9 días más

Las autoridades recuerdan que el fin del mundo, según las teorías mayas, está fijado para el 21 de diciembre del corriente 2012, no para el 12-12-12, como algunos se empeñan en creer y propagar, sembrando la confusión entre la gente.

 

Es cierto que el comportamiento de los mercados, la Prima, los defraudadores, las SICAV, las agencias de calificación y los defraudadores de impuestos parecen haberse empeñado en que no lleguemos hasta el 21 y en hacer que todo el tinglado salte por aires antes de tiempo.

Por favor, insisten las autoridades: seamos razonables y racionales.

Todo está preparado y dispuesto para que el fin del mundo llegue el día 21. No cometan locuras ni hagan tonterías, pensando que la fecha señalada es la del 12. No hay ningún indicio racional, más allá de los acontecimientos en Grecia, que hagan prever el fatal desenlace para esa fecha.

Este resto arqueológico es claro indicio de los mayas sabían lo que se decían

Por tanto, seamos felices y disfrutemos. Si creías que el 12 era el día señalado, te acabas de encontrar con una prórroga de 9 días. Aprovéchala.

Eso sí. Lo de comprar lotería de Navidad, este año, se antoja realmente estúpido. Como todos los precedentes, por otra parte. Pero en esta ocasión, nunca será de tanta aplicación el viejo adagio de que la mejor lotería es el ahorro y la economía.

Sobre todo, si sobrevivimos al 21.

Recuerda. El final está cerca. El invierno ha llegado.

¡Arrepiéntete! (O no. Total… para lo que va a servir…) 😉

 

Jesús milenarista Lens

Ahora, a ver los 27 de noviembre de 2008, 2009, 2010 y 2011