Gastrocafres en El Delirio

O, recordando las célebres enseñanzas de Barrio Sésamo, la diferencia entre el antes y el después.

 

Esto es antes.

Fabada

Esto es inmediatamente después.

Fabada Post

Y es que nos gusta comer. Por comer, claro. Cositas buenas, como esta fabada. Pero también nos gusta reunirnos en torno a una mesa y hablar, reír, criticar, referir, discutir, planear, soñar, debatir… Por ejemplo, a continuación el excepcional menú que pudimos disfrutar hace unos días en el estupendo restaurante mexicano El Delirio, cumpliendo con uno de los propósitos gastronómadas aquí anticipados, a principios de año. ¿Qué te parece el menú? Pues créeme: ¡Más bueno estaba!

COMENZAMOS

Degustación de un aperitivo para abrir boca.

 El Delirio chingón

SEGUIMOS CON ALGO FRESCO (para cada cuatro personas)

Ceviche de dorada con maridaje de cava

Ensalada templada de queso de cabra con salsa de mostaza y miel

A CALENTARNOS (plato individual)

 El Delirio Logo

Crema de elotes con crujiente de puerro (En México se le llama elote a la mazorca de maíz que todavía está en la planta)

NO PARAMOS (plato individual a elegir)

Abanico ibérico a la brasa flambeado con José Cuervo

Salmón a la parrilla acompañado de guacamole con granada.

 El Delirio

PARA UN DULCE FINAL (para cada cuatro personas)

Brownie con chocolate caliente, tarta de tres leches, nachos dulces y helado de chocolate con chile rojo caramelizado.

CAFE O INFUSIÓN

BEBIDAS HASTA COMENZAR LOS POSTRES

Vino tinto Rioja crianza, vino blanco de Rueda 100% verdejo, cerveza de barril, agua y refrescos.

Mola, ¿eh? ¡Salud y feliz semana!

Nosotros… ¡Seguimos!

Jesús Lens

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Bravas

Hace un par de días, la publicación de esta foto en Facebook, preguntando si eres más de Albóndigas o más de Croquetas, provocó un alud de respuestas. Y, aunque el de la Guerra Albóndigo-Croquetil tiene que dar más juego, ahora me quedo con algunas de las respuestas, que traían a primer plano esas bravas que asomaban por la parte de atrás de la foto.

 Albóndigas vs Croquetas

Que yo soy muy de Bravas, está acreditado en esta entrada y en la maravillosa revisión de la Leyenda de las Bravas que, en clave de western, dibujó Katha hace unos meses.

 Papas Bravas

En aquel post se habló, y mucho, de cuáles eran las mejores Bravas de Granada. Y como Reyes, mi Cuate y yo somos de lo más aplicado, hemos empezado este 2014 revisando algunas barras muy bravas.

Unas de las habituales, los miércoles, antes de ir a los conciertos de jazz del Club Magic, son las de La Maestranza.

 bravas maestranza

Las papas bravas estándar son una gozada. Las extra, están extraordinarias. Y las que nos pusieron un día, XXL, estaban de muerte. Casi, casi literalmente.

El pasado jueves nos asomamos a otro clásico. El Ávila. Reconozco que no terminaron de entusiasmarme. Pero me gustó el detalle del camarero cuando le dijimos que no picaban mucho: sacar ese tarro de picante peruano, muy, muy apreciable.

 Bravas Ávila

Es posible, solo posible, que el lunes nos pasemos por el San Remo ya que, debido a cuestiones laborales, estaremos por la zona.

Aunque el reto Gastronómada para la semana lo tenemos el miércoles a mediodía, cuando los Gastrocafres nos reunimos en uno de estos restaurantes, que ya decíamos que queríamos conocer este año: El Delirio.

Haciendo trabajo de campo y con el fin de cerrar un menú digno de la Hermandad, pasamos por allá hace unos días. Y la cosa promete. Mucho.

Ni que decir tiene que ya lo contaremos.

Y mientras… ¡seguimos!

Jesús Lens

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Experiencias gastronómicas

Tener un buen Community Manager es un privilegio. Tener a uno que sienta lo que cuenta. Que lo viva, lo disfrute y lo comparta. Que lo haga suyo.

¿Te acuerdas que, hace unas semanas, hablaba de estos propósitos Gastronómadas, para el 2014? Pues ha querido la suerte y la amistad que el año haya comenzado potente, por lo que a disfrutar de las mejores viandas se refiere. Y aunque pronto hablaré del incansable e incombustible Álvaro Arriaga, que nos agasajó hace unos días a base de bien en su increíble pecera, hoy quiero volver a ese Restaurante Damasqueros que no hace sino darnos alegrías.

 Damasqueros entrada

Cuando un buen amigo de Madrid, anterior compañero de andanzas profesionales, me dijo que venía a Granada, pero que solo disponía dos o tres horas libres a mediodía, decidí sorprender a su exigente y sibarita paladar en el local de Lola, uno de los referentes imprescindibles de la gastronomía granadina contemporánea.

Llegamos tarde. Pero los miércoles laborales son así. Salivamos al leer el menú de la semana y, ansiosos y expectantes, esperamos a que comenzara el espectáculo.

Porque una buena comida es todo un acontecimiento. Una experiencia. Colectiva. Total. Memorable.

 Damasqueros publicidad

Evidentemente, los platos son los grandes protagonistas de la función, pero los vinos, el ambiente, la cordialidad del personal de sala, la presentación, los colores, la cadencia del servicio, la información… todo eso tiene que estar cuidado con esmero y cariño para que una comida sea más, mucho más, que la mera ingesta de unos sabrosos alimentos bien cocinados.

Y la música, claro. La banda sonora. Un asunto para nada baladí.

Estábamos empezando la comida, poniéndonos al día de nuestras respectivas cuitas personales y profesionales, cuando empecé a escuchar el sonido de un bajo. No era un sonido cualquiera. Aquellos acordes eran de esos que forman parte de mi vida.

 Damasqueros plato

Y, de inmediato, la trompeta. El fraseo de Miles Davis, hablándonos al oído y susurrando su famoso “So what?”, que podríamos traducir a nuestro idioma como “¿Y qué?” o “¿Y qué pasa?”

Sí. Es cierto. Seguimos en crisis. Y las cosas ni son ni volverán a ser como antes. Pero… So what?

Pensé que aquello era casual, que alguien habría puesto algún recopilatorio de temas de jazz que abría con el clásico de Miles. Pero no. Porque el monumental y glorioso “A kind of blue” siguió sonando, completo, mientras nosotros hablábamos, reíamos, gesticulábamos… y comíamos.

Y es que… ¡qué comida, señores! ¡Qué privilegio! ¡Qué lujazo! No sería capaz de encontrar palabras, por ejemplo, para esa ensalada deconstruida con pescado, cuyo aroma te devuelve directamente al profundo azul del mar. O el bacalao, suave, suave. Y la carrillada…

 Damasqueros Lola Marín

¡Si es que solo los aperitivos ya son toda una explosión de sabor y ese licor final, con los pestiños, te deja el mejor sabor de boca posible!

Pero, claro, si a todo ello le unes que el mejor jazz no dejó de sonar ni un instante, la experiencia es mucho más intensa, el recuerdo es más profundo y el disfrute es mucho mayor.

Y, estarás pensando: ¿qué tiene que ver el Community Manager con todo esto? Pues que el responsable de Redes Sociales del Restaurante Damasqueros, que me sigue en Twitter, sabía que si era miércoles, tocaba jazz. Y tuvo la agilidad y el detallazo de pedir al personal de sala que pusieran semejante joya musical.

 Damasqueros Logo

¿Cómo no volver, recomendar y hablar maravillas de un negocio que tan claro lo tiene, a la hora de agasajar a un cliente de una forma tan sencilla, pero tan especial e inolvidable?

Ni que decir tiene que, cuando pueda y se dé nuevamente la ocasión, volveré a un restaurante que, además de referente gastronómico es referente en la gestión de redes orientada al cliente, al que trata como si fuera único.

¡Salud, compañeros! Y un millón de gracias por convertir una comida en una experiencia gastronómica total. Para seguirlos en Twitter: @RestDamasqueros

Jesús Lens

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Gastronómadas 2014

Aunque ahora llegan semanas de replegar velas y de “disfrutar” lo más crudo del crudo invierno atrincherados en casa, ascendiendo lentamente la cuesta de enero y su continuación en febrero, así como el falso llano de febrero, me apetece hablar de comidas.

Entre mis propósitos para el 2014 están, lógicamente, el volver a disfrutar del buen hacer y del saber estar de algunos de mis restaurantes favoritos.

Álvaro Arriaga, por supuesto. Dani, de este primer semestre no pasa que hagamos un maridaje de cervezas como está mandado. Y esa joya escondida en el Realejo que es el “Damasqueros”. Imprescindibles.

 Damasqueros

En Salobreña, tenemos que volver con más tiempo y mayor calma y sosiego a disfrutar del Tajine de Cordero que probamos hace unas noches y que nos dejó un inmejorable sabor de boca. Y al atún del Trasmallo también le debemos una visita.

Además, hay que perseverar en los sabores exóticos del japonés Zakuro y darle otra vuelta a La Moraga, aunque sea en versión barra, antes de ir a alguno de los conciertos del Club de Jazz malagueño.

Y como novedades, tengo muchas ganas de probar dos restaurantes granadinos. Uno está en la capital, es mexicano, se llama “El Delirio” y me gusta su decoración y presentación.

 El Delirio

El otro está en mitad del valle de Lecrín. Éste requiere mayor parafernalia ya que se trata de un sorprendente Thai Restaurant, que solo abre los fines de semana.

Que hay mucha más oferta, por supuesto, pero que tirando de memoria gustativa, ésta es la que ahora mismo tengo presente.

 Thai Elephant

Dicho lo cual, ¿alguna recomendación por tu parte? ¿Algún garito realmente imperdible en el que comer, sentados, con mesa, silla y mantel? De bares, raciones y tapas hablamos otro día.

Jesús Lens, el Gastronómada hambriento.

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La Moraga, experiencia total

Ir a La Moraga de Málaga es una experiencia sensorial total.

Pero empecemos por el principio.

¿Os acordáis de los artículos que hemos ido escribiendo sobre el Fusión de Salobreña, en los últimos meses?

Pues ahora, el Fusión es La Moraga Jazz Club y se ha trasladado a Málaga. No voy a disimular ni negaré que el cierre del Fusión fue un palo para mí, algo doloroso y desolador. Porque Salobreña, sin Paco y Concha, no es la misma. Y las noches de esos sábados en las que nos refugiábamos en el Templo del Jazz de la Costa Granadina, dándonos igual si el mundo se terminaba, afuera; son imborrables.

 La Moraga Jazz Club

Pero no irrepetibles.

Porque nada más traspasar las puertas de La Moraga Jazz Club y ver a Paco y a Concha tras la larga barra… ¡nos sentimos como en casa! En la casa del jazz. El vello erizado te dice que sí. Que lo han conseguido. Que el espíritu del Fusión sigue vivito y coleando en un local más grande y mejor acondicionado, con un gran escenario y una acústica excepcional.

 La Moraga Paco Carmona

Vestida de fuertes rojo y negro, La Moraga no tardará en convertirse en el Club de Jazz de referencia en Andalucía, tanto por la personalidad de Paco y de Concha como por la del tercer artífice de la puesta en marcha de esta iniciativa, Sergio, el inventor del Soho malagueño, un curtido activista cultural con amplia experiencia y noble prestancia.

Y por la propia ciudad que lo alberga, Málaga, la auténtica y verdadera capital cultural de la Andalucía del siglo XXI, le duela a quién le duela.

Pero esa es otra historia.

Por el escenario de La Moraga ya está empezando a pasar lo más granado de la escena jazzística andaluza del momento. Músicos como Ernesto Aurignac, Eneko Alberdi, Lito o Guillermo Morente ya han tocado allí. Y eso que la singladura no ha hecho sino comenzar.

 La Moraga jazz

Pero La Moraga es más que jazz, unos excelentes combinados y el calor de Concha y Paco. ¿No recuerdas que ya hablamos de ella, de La Moraga, hace ahora… dos años? ¡No! ¡Tres años, ya! ¡Cómo pasa el tiempo!

Pero, claro, esta Moraga de ahora ya no es la de antaño. La de Dani García, que ahora está popularizando otra marca: Manzanilla.

La Moraga, ahora, es La Moraga de Antonio Martín y, entre otros lugares, tiene restaurante abierto en la Plaza de la Malagueta, a pie de playa y junto a ese puerto malacitano donde, dentro de no mucho, el Museo Pompidou abrirá su primera sede fuera de Francia.

 La Moraga Menú

No es el mismo restaurante. Ni el mismo concepto. Pero el disfrute gastronómico es idéntico, aunque más clásico y tradicional, con una carta repleta de sugerentes platos del Mediterráneo.

Pescado frito, extraordinario. Y pescados de roca, como el pargo, cuyos lomos son un puro deleite para el paladar, además de componer un impactante mosaico de colores sobre el plato. Y el atún de almadraba, fileteado, acompañado por ese wasabi que quita el hipo y te arranca hasta las lágrimas.

¡Si es que desde que pruebas esas aceitunas con las que te reciben en La Moraga, rugosas, gruesas y añejas; ya sabes que vas a disfrutar de una experiencia gastronómica de primer orden! Por cierto, imperial el entrante de verduras al wok con esos tallarines orientales que me dislocan.

Es decir: cocina glocal. Globalizada, pero con productos locales.

 La Moraga

Ahora bien, la gustosa experiencia no se termina al pagar la cuenta en el restaurante, después del postre. Porque ahora, tras la cena, es imperativo y obligatorio recorrer los diez metros que hay entre La Moraga Restaurante y La Moraga Club de Jazz. Pero eso ya lo saben ustedes, ¿verdad?…

Jesús Lens

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