Profesionales del CB Granada Covirán

Mucho se va a hablar en los próximos días, y esperemos que durante muchas semanas, sobre esa ‘gran familia’ que es el CB Granada-Covirán. Vaya por delante que, a la hora de hablar de familia en sentido amplio y metafórico, estoy muy condicionado por los Corleone, la Familia por antonomasia, cuyas ofertas resultaban tan difíciles de rechazar.

Equipacion Especial 60 Aniversario. Foto: Fundacion CB Granada / Fermin Rodriguez

A la vista del partido del pasado sábado, estoy convencido de que el equipo ascenderá a la ACB, pero mejor ser cautos, como Pin, y no caer en el efecto ‘Pulp Fiction’ que denunciaba el Sr. Lobo: autosatisfacernos lúbricamente antes de tiempo.

El CB Granada-Covirán es una gran familia, efectivamente. No hay más que ver los rostros de todas las personas que, rigurosamente ataviadas con chaqueta y corbata mientras los demás vamos en camiseta, ocupan su lugar en el banquillo y en la mesa de anotadores desde hace años y años. Todos ellos son felizmente los mismos.

Pero ojo con dejarnos llevar por el sentimentalismo facilón: por encima de todo, son unos PROFESIONALES como la copa de un pino. Lo que empezó como una quimera entre amigos, como un desafío que iba más allá de la lógica mercantil imperante en el deporte profesional, se ha convertido en uno de los proyectos más sólidos y mejor acabados de Granada. Óscar Fernández Arenas terminará dando charlas en escuelas de negocio. Y si no, al tiempo.

“Cuando llego a la oficina, todos estos ya se han visto mil vídeos de los jugadores”, me decía Óscar hace un par de veranos, mientras se negociaban los fichajes. Era un “todos estos” amplio e integrador, refiriéndose a los trabajadores del club, comprometidos con el equipo hasta el infinito y más allá.

El CB, por supuesto, ha pasado por malos momentos y se ha llevado algunas decepciones. Faltaría más. Tras cada derrota, siempre había voces que exigían cambios. ¡Hay que cambiar de pívot! ¡Hay que traer a fulanito! ¡Hay que traspasar a menganito, que ya está acabado! Y, un clásico: Pin no da la talla como entrenador. ¡Hay que tenerlos como melones para sostener semejante mamarrachada, cuando Pablo ha llevado al equipo a llamar a las puertas de la ACB!

Habrán reparado en que siempre que escribo CB Granada le añado el ‘Covirán’. Más que un patrocinio, es un binomio perfecto y así hay que destacarlo y reconocerlo. Porque los buenos proyectos y la mejor gestión, si no hay pasta de por medio, no pueden seguir creciendo.

Jesús Lens

Granada es un imán

Ahora que los tragabulos intentan convencernos de que con la vacuna nos meten una especie de imán que atrae a las cucharas de metal, dándole nueva vida al mítico Uri Geller, es buen momento para hablar de Granada como polo de atracción de personas de todo el mundo.

El  pasado miércoles, al terminar el partidazo del CB Granada Covirán, nos fuimos a celebrar la victoria al Monti, frente al Palacio de Deportes. Además de una nutrida y merecidamente eufórica representación de la familia Pin, por allí andaba Carlinhos de Cobos, uno de los exjugadores del equipo. La semana pasada, antes del partido, también nos encontramos a Alo Marín y Devin Wright tomando una birra. ¿Qué les da a los jugadores el presidente, Óscar Fernández Arenas, para que una vez fuera del equipo, vuelvan a Granada y regresen al Palacio con esa fidelidad y entusiasmo?

Todo el mundo quiere venir a Granada. Lo he escrito una y mil veces. A la gente le encanta volver y cualquier excusa es buena, de unos play offs de baloncesto a un festival cultural. Siempre que hablamos con escritores, dibujantes y cineastas para participar en Gravite o Granada Noir, se muestran encantados de venir a nuestra tierra. No hay que convencerles. Lo llevan de serie. Imagino que algo les daremos, también, Gustavo Gómez y yo. Pero no nos engañemos. El imán es Granada.

No nos andemos con rodeos: vivimos en una ciudad cojonuda. La pena es que el ecosistema y el entorno no ayudan. Por desgracia, el peso político y social de Granada está a años luz de su historia, su patrimonio y su belleza. A nuestros munícipes se les llena la boca con promesas y palabrería, pero los hechos son los hechos: cada vez pintamos menos. Mientras los políticos se emborrachan de Capitalidad Cultural 2031, la cultura languidece en Granada. ¿Han visto lo que va a montar Málaga, ahora en materia literaria, con más de 50 autores de ambos lados del Atlántico? Mientras, aquí, somos incapaces de darle una mínima estructura económica, jurídica y organizativa a la Feria del Libro.

Todo es posible en Granada. Verbigracia, lo del alcalde. A la vez, todo es imposible. Todo son pegas, excusas y palos en las ruedas. Todo son roalillos y amiguismos. El famoso quítate tú para ponerme yo. No hay hoja de ruta alguna que, más allá de los discursos y las promesas vacuas, sirva para trazar un rumbo creíble. Con lo fácil que sería, a nada que le pusieran un poco, solo un poco, de empeño y profesionalidad.

Jesús Lens

Pasión por el Granada C.F.

Ayer, desde que salí a la calle, todo era rojiblanco. En el Zaidín había banderas colgadas de los balcones y, al llegar al kiosco, la portada de IDEAL supuso un chute de energía.

Estuve comiendo en María de la O y durante las Jornadas Gastronómicas de Cervezas Alhambra, de lo que se hablaba en las mesas era de fútbol y del Granada C.F., además de elogiar el soberbio menú diseñado por Chechu González y de comentar la contundencia de las cervezas negras recién presentadas en sociedad. (Lo cuento AQUÍ).

Aprovechando que estaba en mi antiguo barrio, en la Carretera de la Sierra, me acerqué al Asador Curro para reponer existencias de su extraordinario Vermú de Garaje. Quiso la casualidad que me encontrara con Curro y con su socio, Bubi Morenodávila, que el martes y miércoles de la semana que viene organizan unas jornadas gastronómicas con una pinta extraordinaria, de la mano de Royal Bliss. Como la cabra tira para el monte y soy bien facilón, sucumbí a la tentación de tomarme uno de los míticos gintonics de Curro en la terraza del Asador. ¿De qué se hablaba en las mesas colindantes? Del partido de anoche.

Ustedes lo saben bien. No soy futbolero. De hecho, a la hora de escribir estas notas, el partido ni siquiera está próximo a comenzar. Les confieso que no tengo pensado verlo. Mientras el Granada C.F. juega contra el Manchester United, yo estaré viendo una película. Creo. Lo mismo, al final, me animo a sintonizar alguna cadena que lo emita, si es de libre acceso. Pero ya les digo que, en principio, me resbala.

Y, sin embargo, me encanta que la ciudad hable de fútbol, respire fútbol y esté enfervorizada con el fútbol. Disfruto con la campaña del Granada C.F. y espero que consiga doblegar a los Diablos Rojos.

Hubo un tiempo en que sí era futbolero. Me encantaba la pasión que exudaba la Premier League y era fan del Manchester United, precisamente. ¡Lo que son las cosas! Mis referentes son Schmeichel, Cole, Ince, Giggs, Cantona, Scholes, Beckham… Cuando ahora leo que Solskjaer es el entrenador de los Red Devils, le recuerdo como jugador.

Se ha dicho y escrito hasta la saciedad: ¡quién nos iba a decir que veríamos al Granada C.F. jugar contra el Manchester United en partido oficial! Y en competición europea. Rectifico. Paso de películas. Veré el partido, ¡qué demonios!

Jesús Lens

Nadar, el nuevo correr

Nadar en el mar, en aguas abiertas, no tardará en ponerse tan de moda como los trails o carreras de montaña, ya lo verán. Y buena ‘culpa’ de que en Granada vaya a haber cada vez más voluntariosos nadadores marítimos la tendrán Dionisio Torre y Bart de Rooze, impulsores de la iniciativa Médula Swimming que, brazada a brazada, ya se han nadado toda la Costa Tropical de Granada y ahora andan, digo nada, a la conquista de la Costa del Sol malagueña.

Si correr en montaña es una experiencia completamente diferente a hacerlo en llano, sea en pista o en entornos urbanos; cambiar el cloro de la piscina por el salitre del mar le da a la natación un sabor especial, sin que haya que tragar necesariamente agua para percibirlo. Y disfrutarlo.

Hace un par de días me hice a las aguas, pero en vez de dirigirme al Cabo Sacratif, lo hice en dirección al Camping Don Cactus: soplaba Levante y la prudencia invita, siempre, a comenzar nadando contra corriente. Así, cuando te encuentras cansado, volver resulta mucho más fácil. Me metí en el rompeolas de un puntal y me encontré en mitad de aguas más agitadas que turbulentas, con las olas zarandeándome y rompiéndome en la cara. Cambié el crol por la braza, para ver y respirar mejor… ¡y no era capaz de avanzar un metro! Opté por no empeñarme, floté un par de minutos a merced de las olas para descansar y enfilé la vuelta disfrutando de la visión de los fondos marinos.

Si correr es un deporte democrático para el que solo hacen falta unas zapatillas, nadar no le va a la zaga: un bañador, unas gafas sencillitas y ya. Sin presiones, sin angustias, sin bullas. Nadar en el mar es conectar con nuestro yo primigenio. Es aislarte del mundo y sumergirte en tus propios pensamientos. Permite asomarse a ese mundo submarino al que solemos dar la espalda. Y reflexionar sobre qué estamos haciendo con nuestros mares y océanos.

Todavía es verano. Este fin de semana, con prudencia, naden en el mar siendo conscientes del privilegio que supone. Y luego, a disfrutar de un pescado fresco.

Jesús Lens

Camino de Dürres, Albania

Todo comenzó con un tuit muy extraño de Chema Ruiz España, joven y talentoso periodista deportivo que, además, fue alumno mío en ESCO el curso pasado, sin que haya constancia de que lo segundo haya ido en demérito de lo primero.

Al ver una captura de pantalla con cuatro extrañas palabras, ‘vuelos baratos a Albania’, pensé que a Chema se le había ido la pinza, como si los rigores del ardiente verano granadino le hubieran fundido los plomos y quisiera poner tierra de por medio con la vuelta al cole y este temible septiembre, también conocido como ’septiemble’…

Cuando estaba a punto de preguntarle si se encontraba bien caí en la cuenta de que lo de Albania tenía que ver con el fútbol: al Granada C.F. le había tocado en suerte jugar con un equipo albanés, el Teuta Durrës, su primer partido europeo.

Albania. Puse a mis neuronas a trabajar. Capital: Tirana. Siempre me pareció inquietante una capital con ese nombre, hasta el punto de que no me imagino cómo sería una Albania de las autonomías… Entonces me acordé de Enver Hoxha, el severo dictador albanés aislacionista de extracción estalinista. ¿Y qué más? ¿Qué más sabía de Albania? Los intríngulis con Kosovo y, por mi afición al noir, algo sobre las mafias albanesas. Y una película, ‘Lamerica’, de Gianni Amelio, sobre el éxodo albanés hacia Italia. Pero nada más.

Busco en Google algo de información sobre Durrës, la ciudad costera y portuaria donde el Granada C.F. debuta en Europa. Resulta ser el enclave más antiguo del país y el segundo en importancia, detrás de Tirana. De fundación griega, acumula 2600 años de azarosa historia y se ha convertido en símbolo del nacionalismo albanés. Leo que fueron colonos griegos de Corcira los fundadores de la ciudad. Y me acuerdo de ‘El mal de Corcira’, la novela más reciente de Lorenzo Silva.

A partir de ahí, las mil y una tribulaciones de Durrës son las tribulaciones de una Europa que siempre nos ha quedado demasiado lejos, geográfica y emocionalmente. Una Europa tensionada por la cercanía del Imperio Otomano y que confluye en esos Balcanes tan complejos y turbulentos.

Una hora después de empezada la lectura de diferentes páginas de internet, sigo enganchado a Dürres, flipando con su ciudad antigua, la Torre Veneciana y la Aldea Real, los vinos y su anfiteatro. De hecho, estoy por preguntarle a Chema que cómo va su búsqueda de vuelos baratos…

Jesús Lens