ÓSCAR 2009: PE, SÍ.

Ya están aquí. Las nominaciones a los Óscar. Ahora sí que empieza a terminarse el 2008. Después de los balances, los anuarios, los resúmenes y las listas; las nominaciones a los Óscar nos señalan la temperatura de la cartelera.

 

Una cartelera en que triunfan los espíritus más independientes… dentro de la industria, claro.

 

Aquí tienen la lista completa y pronto montamos una encuesta / porra ¿nos les parece? Para ver tráilers y demás, ésta es buena página. La que más suena es «Slumdog Millionaire».

 

Jesús Lens.

 

PD.- Color, glamour, diversión… que contrasta con esta foto de Gaza que dejamos esta mañana.

CUAVERSOS EXTRA «MY BLUEBERRY NIGHTS»

Entrega extra de Cuaversos y música. Ayer dejábamos a Norah Jones y a algún otro, pero esta canción de Cat Power me parece tan sensual, tan aterciopelada… que la dejé para una entrega propia de los Cuaversos, con su letra y la traducción ahí abajo.

 

¿Se nota que me ha impactado «My blueberry nights»?

 

Hay que verla de nuevo…

 

THE GREATEST

 

Once I wanted to be the greatest
No wind or waterfall could stall me
And then came the rush of the flood
Stars at night turned deep to dust

Melt me down
Into big black armour
Leave no trace
Of grace
Just in your honor
Lower me down
To culprit south
Make ‘em wash
A space in town
For the lead and the dregs of my bed
I’ve been sleeping
Lower me down
Pin me in
Secure the grounds
For the later parade

Once I wanted to be the greatest
Two fists of solid rock
With brains that could explain
Any feeling

Lower me down
Pin me in
Secure the grounds
For the lead and the dregs of my bed
I’ve been sleeping
For the later parade

Once I wanted to be the greatest
No wind or waterfall could stall me
And then came the rush of the flood
Stars of night turned deep to dust

 

LA MEJOR

 

Hubo un tiempo en que yo quería ser la mejor.
No había viento ni cascadas que pudieran detenerme.
Pero entonces llegaban las riadas.
Las estrellas, por la noche, se convierten en polvo.

Y me fundo
en un gran armadura negra.
Sin rastro alguno
de gracia,
tan sólo, en tu honor,
me voy
hacia el sur, culpable de mi existencia.
Obligándoles a dejar
un hueco en la ciudad
para todo lo bueno y lo malo que cabe en mi cama.
He estado durmiendo.
Bajarme de las nubes.
Sujetarme.
Asegurarlo todo,
para el desfile final.

Hubo un tiempo en que quería ser la mejor.
Dos duros puños de sólida roca
con cerebro suficiente para explicar
cualquier sentimiento.

Sujetarme.
Asegurarlo todo,
para el desfile final.
Para lo bueno y lo malo que cabe en mi cama.
He estado durmiendo
hasta el desfile final.

Hubo un tiempo en que yo quería ser la mejor.
No había viento ni cascadas que pudieran detenerme.
Pero entonces llegaban las riadas.
Las estrellas, por la noche, se convierten en polvo.

MY BLUEBERRY NIGHTS

En su subjetivo, personal y parcial resumen de lo mejor del año, mi gurú particular, Carlos Boyero, reseña lo siguiente: «No siendo fan incondicional del cine de Wong Kar Wai, me fascina el trasplante de sus obsesiones, de encuentros y desencuentros amorosos, de su inconfundible y poderosa estética que ha realizado al cine norteamericano con «My blueberry nights.»

 

Y, como (casi) siempre, no puedo sino coincidir al 100% con su apreciación. De hecho, entré en la sala cargado con un cierto resquemor. Otras películas del esteta cineasta chino me habían gustado mucho formalmente, pero habían terminado aburriéndome sobremanera. Así que…

 

Además, las críticas a su película americana, en general, no habían sido buenas. Nada buenas. Y eso que el guión viene firmado por él y por el grandioso escritor Lawrence Block, uno de mis novelistas negros y criminales más queridos y respetados. Y la banda sonora, compuesta por Ry Cooder, por lo que podíamos esperar un cierto aroma a «París, Texas», por supuesto. (Música e imágenes, pinchando en estos Cuaversos)

 

Y para mí que de ahí viene el problema con las malas críticas, precisamente. Por un lado, aún teniendo secuencias e imágenes de una belleza sin igual, «My blueberry nights» es, posiblemente, la menos esteticista de las películas de su autor, concediendo más importancia a los actores y a la historia que a la indudable potencia de la fotografía y el montaje. En este sentido, los muy modelnos se debieron quedar con un palmo de narices.

 

Pero tampoco estamos ante una película fácil o complaciente. De hecho, cuando terminó su proyección, dos chicas de unos diecibastantes años proclamaron a voz en grito que la peli era un bodrio, que no contaba nada, que no tenía historia y que era un aburrimiento.

 

Pobres.

 

Que no cuenta nada la película. ¡Ay!

 

En un momento, Jeremy, interpretado por un atractivísimo Jude Law, explica cómo fracasó su relación con una chica: «Pasaron cosas. Pasó el futuro. Pasó la vida». ¿Se puede decir más con menos palabras? Es, quizá, la gran característica del cine de Wong Kar Way: decir lo máximo posible con las mínimas palabras. Por eso, las imágenes de los labios de Norah Jones, con restos de tarta, resultan tan explícitas, tan sensuales, tan atractivas, tan mágicas, tan sugerentes.

 

¿Que le falta Lógica?

 

¿Qué lógica puede haber en una historia de amor fou? ¿Cómo no creer en la fuga, en la huída del personaje de Norah Jones? ¿Cómo no emocionarse con esos personajes con los que entabla relación en el camino, del policía alcohólico a la jugadora de dulce sonrisa?

 

Sí. «My blueberry nights» fascina, hipnotiza y conquista a cualquier espectador con un mínimo de sensibilidad. Al menos, a cualquiera que haya sufrido en sus carnes el desamor, la soledad y el abandono. Y puede que no sea una película redonda o perfecta, que haya algún bajón en el ritmo y que, en algún momento, resulte redundante. ¿Y? Estamos ante una fantástica road movie que, de bar en bar, de cafetería en cafetería, de tugurio en tugurio; muestra bocados de realidad y suspiros de poesía, belleza, inocencia y esperanza. La esperanza que hay en los ojos de Jeremy o en la sonrisa del personaje interpretado por la cada vez más adorable Natalie Portman.

 

Sí. Me ha gustado «My blueberry nights». Mucho. ¿Se nota?

 

Lo mejor: que la he visto en el momento oportuno. Y Natalie Portman. Un fetiche. Una fijación, desde «León el Profesional».

 

Lo peor: Algún tiempo muerto que se hace demasiado largo.

 

Valoración: 8

Jesús Lens      

GLOBOS DE ORO

Esta madrugada se acaban de conceder los Globos de Oro. Los vencedores se pueden consultar a través de este listado. Los grandes triunfadores: Danny Boyle y su prometedora Slumdog Millonaire y «Vicky Cristina Barcelona», de Woody Allen (aunque ni Pe ni Ja han ganado los premios para los que estaban nominados) También ha ido bien para los grandiosos Mickey Rourke y Heath Ledger además de Kate Winslet, que se ha llevado dos premios. La fabulosa «Wall E» en animación y «Mad men» en televisión.

La gran triunfadora es un fresco de corte dickensiano sobre la India y Bombay que, como podéis ver en el trailer adjunto, tiene una pinta extraordinaria, ¿verdad?

SCARFACE: EL PRECIO DEL PODER

Se cumplen veinticinco años de «El precio del poder», una película que, con el paso del tiempo, ha ido engrandeciendo su memoria, convirtiéndose en uno de los iconos culturales para buena parte de una juventud que, en el personaje de Tony Montana, encuentra un modelo, un ideal, al considerarlo como un rebelde que desafía a todo y a todos y que pelea con uñas y dientes por conseguir las riquezas y el poder de los que se considera merecedor.

 

Lo podemos ver, sin ir más lejos, en la película italiana «Gomorra», en la que los jóvenes aspirantes a delincuentes se deleitaban representado el papel de Al Pacino, recitando algunas de las frases más famosas de «El precio del poder». O, por ejemplo, con la edición en el año 2003 del álbum «Música Inspirada por Scarface». Se trata de un álbum recopilatorio de diversos artistas de hip-hop, directamente inspirados por distintos aspectos de la película.

 

«Scarface», como se titula originalmente, parte de un guión de Oliver Stone y fue dirigida por Brian de Palma a comienzos de los años ochenta. Un rodaje tempestuoso que tuvo que trasladarse de Florida a Los Ángeles por la contestación que el proyecto tuvo desde el principio en la comunidad cubana de Miami, dada la negativa visión que de la misma ofrecía la película.

 

Veinticinco años después, «El precio del poder» sigue siendo el más efectista, grandioso e impactante filme sobre el narcotráfico que jamás se haya rodado, hasta el punto de que en los mercadillos más punteros de Londres se venden todos los días centenares de camisetas con la efigie de Tony Montana e, impresas, las leyendas más famosas de la película: «En este mundo, lo único que da órdenes son los cojones. ¿Tú tienes?», «En este mundo sólo tengo mi palabra y mis pelotas, y no las rompo por nadie» o «Querer joderme a mí es querer joder al mejor».

 

Protagonizada por un Al Pacino gloriosamente pasado de vueltas, no en vano «El precio del poder» acumula hasta 218 utilizaciones de la palabra «fuck», este homenaje a Howard Hawks y Ben Hetch supuso la actualización de la figura de Al Capone, Scarface, cara cortada; otro mítico traficante de sustancias ilegales, alcohol en este caso, y cuya biografía filmada también fue muy polémica al considerarse que «ofrecía una visión negativa de la carrera empresarial americana».  

 

Tony Montana es un delincuente cubano que, tras ser expulsado de la isla por Castro en el famoso barco Mariel, se afinca en Miami, donde, gracias a ese valor casi suicida que tanto se le alaba, comienza a prosperar entre narcotraficantes y delincuentes. Las conexiones entre éstos y los políticos, banqueros y policías del momento quedan perfectamente puestas de manifiesto en una película a todas luces exagerada, desmedida y excesiva, pero igualmente apoteósica, memorable y singular.

 

En este sentido, cuando la película fue calificada con una X en Estados Unidos (exclusivamente para mayores de 18 años por tener contenidos bastante fuertes) los productores organizaron un pase para un grupo de expertos, incluidos algunos oficiales reales de estupefacientes, que terminarían señalando que la película es un retrato exacto de la vida real en el submundo de drogas y que debía ser vista ampliamente, por lo que finalmente se estrenó sin la polémica X, convirtiéndose en un éxito de taquilla.

 

De hecho, Oliver Stone contó con el asesoramiento de la DEA, la agencia antidroga norteamericana, a la hora de escribir el guión de la película y una de las secuencias más salvajes de «El precio del poder», la de la motosierra, está estrictamente basada en unos hechos reales acontecidos en Miami, cuando unos traficantes que estaban vendiendo cocaína en grandes cantidades mataron a otro traficante y mutilaron su cuerpo, incinerándolo en el mismo apartamento en que se encontraban, para robarle el dinero que llevaba.

 

En unos tiempos en que lo políticamente correcto aún no existía, «Scarface» se erigió como una excelente epopeya que, con sus defectos, no se dejaba contaminar por esa insidiosa y casposa moralina que después se hizo tan popular en el Hollywood de fin de siglo. Tony Montana moría al final de la película, cierto, pero no por el famoso «el crimen siempre paga», sino porque era la manera de subir, directamente, al Olimpo de los Malos, para sentarse a la derecha de los Al Capone, Bonny & Clyde o John Dillinger que tan buenos ratos nos depararon… en la oscuridad de las salas de cine. 

 

La edición especial editada en DVD, en dos discos cargados de extras, nos devuelve lo mejor de un Miami vicioso y las entrevistas al productor, director y actores principales, sirven para contextualizar una película mítica de la que, veinticinco años después, siguen hablando maravillas los raperos yanquis más en boga.

 

Estéticamente rompedora y con una exquisita banda sonora de Giorgio Moroder, realizada con sintetizadores y que está a la altura de los poderosos fotogramas que ilustraba musicalmente, «El precio del poder» no ha perdido un ápice de su fuerza y de su magnetismo. Michelle Pfeiffer nunca estuvo más hermosa que aquí y, ni Maria Elisabeth Mastrantonio o Steve Bauer han vuelto a lucir palmito con tanta fuerza y energía, por lo que no debe extrañarnos que el pasado mes de junio, el American Film Institute la eligiese como la décima mejor película de gángsteres de la historia.

 

«El precio del poder» o la satisfacción del exceso. Feliz cumpleaños.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.