Dejamos nuestra columna del viernes de IDEAL, a ver qué os parece…
Cuando todo el mundo se aprestaba a saludar con parabienes el triunfo de “El orfanato” en la gala de los Goya, culminando con el reconocimiento artístico el masivo beneplácito que le otorgó el público, la Academia ha pegado un puñetazo encima de la mesa y ha premiado “La soledad”, de Jaime Rosales, una película que, paradójicamente, no ha sido vista por nadie que conozca. Y uno, a estas alturas de vida, ya va conociendo gente.
Cada vez que sale a colación el tema de la cinematografía patria (o europea, o asiática) no podemos hablar sino de tópicos y lugares comunes, ya que la mayor parte de ese cine, sencillamente, no se estrena y, por supuesto, no se ve. Puede ser que el público no responda, pero también debemos recordar ese sistema de colonización americano de la “contratación por lotes”: si un exhibidor quiere proyectar Spiderman o Harry Potter, también tiene que comprar y proyectar, obligatoriamente, otros tres, cinco o nueve bodrios yanquis que no interesan a nadie.
Con estos esquemas, vamos fomentando una espiral descendente y conformista en que cualquier cine que se aleje de lo convencional está abocado al fracaso. Brindamos con cava por el éxito de películas tan sólidas como “El orfanato” o “Los crímenes de Oxford”, pero es lamentable que otro cine español, aparte de la comedia chabacana, la guerra y posguerra civil o el drama social contemporáneo, no tenga cabida en nuestras pantallas. Ojalá que el triunfo de “La soledad”, un título tan expresivo y descriptivo del estado de nuestro cine, sirva para sacar de la invisibilidad a un puñado de películas y de cineastas que tienen mucho que contar. Jesús Lens Espinosa de los Monteros. |
Categoría: Cine
EN EL VALLE DE ELAH
Dos eran las razones fundamentales por las que tenía apuntada “En el valle de Elah” entre las películas imprescindibles para ver en el cine a lo largo de estas semanas. La primera, su director. Porque yo fui un gran defensor de aquella “Crash” que, como algunas tardes de toros, provocó división de opiniones en crítica y público. Sí. A mí sí me emocionó la oscarizada película de Paul Haggis que, además, ahora va a ser convertida en serie televisiva. Me gustó cómo trazaba los vínculos entre los personajes y cómo ligaba las diferentes historias, basadas en unas relaciones de causa-efecto muy mediatizadas por unas casualidades que jugaban un importante papel.
La segunda razón es que “En el valle de Elah” es la única película que nuestro querido, leído y respetado Carlos Boyero ha considerado como extraordinaria, sin peros ni matizaciones, desde que se ha instalado en El País. Que está el hombre como más pesimista, la verdad. Y allá que nos fuimos, Sacai y yo. A una de las salas más pequeñas de Neptuno. Coincidimos, martes a las 21.15, con otras veinte personas. Lo que no está mal. Y comienza la película. Y la angulosa cara de Tommy Lee Jones, más llena de arrugas que nunca, se apodera de la pantalla.
Pero, cuando termina el permiso de 72 horas y el chico sigue sin volver a la base, su padre, antiguo sargento de la policía militar, viaja hasta allí para saber qué ha pasado. Denuncia su desaparición y, a partir de ahí, inicia un descenso a los infiernos que nos recuerda, mucho, al de George C. Scott en “Hardcore. Un mundo oculto”.
La película es morosa y premiosa, sin estridencias. Como el carácter del padre, impresionante y terriblemente caracterizado por un Lee Jones que se adapta al papel como un guante. Sólo hay un momento en que, comprensiblemente, pierde los papeles. El contrapunto emotivo, sin embargo, lo pone el cortísimo papel de la madre, una Susan Sarandon más envejecida que nunca. Se desarrolla un conflicto de jurisdicciones, civil y militar, que introduce en escena a una policía joven y algo amargada, pesimista, pero aún no excesivamente maleada por la vida. Y ya están todos los protagonistas en pantalla, interactuando en una película que transmite una amargura y una desazón de lo más triste y pesarosa. A medida que los protagonistas van descubriendo la verdad de lo que pasó con el hijo de Tommy Lee Jones, a medida que éste va adquiriendo lucidez sobre la vida de su hijo, la película se va haciendo cada vez más ominosa y dura, espesa, densa. Siempre se ha dicho que la verdad jode, pero curte. La pregunta es, ¿necesitaba Tommy Lee, a las alturas de vida en que se encuentra, curtirse más aún? Por como termina la película, con el famoso y archicomentado fotograma de la bandera, está claro que sí.
Una película fría, dura y espesa. Sin acción. Sin sangre. Sin sentimentalismos. Una investigación que transcurre de forma serena, científica, metódica, hasta que la verdad se abre paso. Un bocado de realidad que muerde las tripas del espectador. Un trago de hiel para quienes aún creen que algo positivo puede salir de la invasión de Irak. Una película tan dura como necesaria.
Lo mejor: los actores y sus pétreas expresiones. La aparente falta de emoción de cada uno de sus fotogramas. Lo peor: la innecesaria historia de la mujer y el perro. No aporta nada y distrae la atención. Valoración: **** |
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MONSTRUOSO
No sé cómo se traducirá “Cloverfield” en castellano, pero a mí me suena como a nombre pijo de familia bien. Y tampoco sé si el amable lector habrá visto trailers de la película, si sabe de qué va o si lo ignora todo sobre ella.
Para quiénes no saben nada sobre “Monstruoso”, que es como se ha estrenado la última película de JJ Abrams en España, sólo les diremos dos cosas: vayan a ver la película. Mejor hoy que mañana. Porque es del referido JJ Abrams, alias, “Perdidos”. ¿Es necesario un mejor aval? Pues hala. A dejar de leer y a volar al cine, que, aunque no me gusta reventar películas, será inevitable que en las siguientes líneas caiga algo sobre el contenido de esta excitante, amena y, por momentos, acojonante película. Si has decidido seguir aquí es, o bien porque ya has visto la película, o bien porque no piensas verla o, quizá, porque ya sabes más o menos de qué va y no te importa llegar hasta el final de estas líneas. Vale. Y con Oriente Medio y esa guerra sinsentido en la que los soldados parecen no saber contra quién luchan ni por qué. ¿Nueva York? ¿Bagdad? ¿Vietnam? Casi da lo mismo. Y está, por supuesto, la ineludible referencia a la gran Alien, huelga explicar el porqué. Pero la mejor interpretación de todas, la dio Sacai, al salir del cine, y creo que Jorge convendrá conmigo en que puede ser radicalmente cierta: el protagonista real de la película es… ¡¡¡el EURIBOR!!!, que se ha desbocado y va arrasando, uno tras otro, los edificios que no han podido hacer frente a sus hipotecas, acosando a los morosos que huyen por las calles. Además, contra los malos pagadores más recalcitrantes, EURIBOR manda una versión posmoderna del Cobrador del Frac, dotado de unos afilados argumentos que resultan incontestables a cualquier mortal. Y así ha sido. El “Bad robot” con que terminaba cada episodio de “Lost”, da en “Monstruoso” el banderazo de salida a una película espectacular, en que el punto de vista lo es todo. Y, sabio como es Abrams, hace que sus protagonistas salgan a balcones, suban a azoteas, bajen a las calles, vean la televisión, se metan bajo tierra, salten por los aires… y decenas de escorzos que nos permiten obtener una visión parcial, fragmentada y complementaria de la historia y de su protagonista. Porque en apenas 75 minutos, Abrams te pone los pelos de punta a través de una película sorprendente, distinta, enigmática e inteligente que, a buen seguro, en un segundo visionado se nos caerá hecha añicos, pero que, mientras la veíamos por primera vez (y en una estupenda proyección digital), nos tuvo imantados a la pantalla, fascinados por esa cámara loca que tan desasosegante resulta. Lo mejor: el ejercicio del punto de vista. Una cuestión moral, en esta película. Lo peor: decir que la cámara te marea sería ir contra la afirmación anterior así que… poco, más bien nada. Valoración: **** Jesús Lens Espinosa de los Monteros. |