Contagios, alarma y excepción

Coincide la ponencia sobre el decreto del estado de alarma, declarado parcialmente inconstitucional, con el pifostio judicial que se está liando en diferentes comunidades autónomas acerca de posibles toques de queda. De fondo, una quinta ola de la pandemia, algo sobre lo que jamás pensé que iba a escribir. (Me acuerdo ahora de este paseo por la Granada confinada, la Semana Santa del año pasado, para contarlo en IDEAL)

Le pusimos tantas velas a Santa Vacuna que nos olvidamos de todo lo demás: prevención, no juntarse demasiado, dejar que corra el aire, mascarillas en los interiores… el sentido común en tiempos de pandemia, que brilla por su ausencia. Será por la fatiga y el cansancio, por el tedio o por la falsa sensación de confianza. Serán la inconsciencia y la temeridad de la juventud, divino tesoro. Será el ansia por recuperar la vieja normalidad, sin haber terminado de hacernos a la nueva. Será, será.

El Constitucional ha fallado que el confinamiento estricto habría requerido del estado de excepción. Sin embargo, adoptar dicha medida es largo y proceloso, justo lo contrario de lo que requería la situación. Nos encontramos ante uno de esos momentos kafkianos que obligarán al Gobierno a adoptar medidas legislativas, con lo poco que le gusta. Porque si en algo están de acuerdo los expertos es en que habrá nuevas pandemias. Y en un futuro no muy lejano.

Kafkiano es, también, que haya jueces que autoricen los toques de queda en Valencia y Cataluña, pero no en Canarias. O que el gobierno andaluz, repitiendo errores del pasado, se dé golpes en el pecho por el cariz que está tomando la situación a la vez que amplía los horarios de las terrazas. Coherencia que se llama.

Más datos: el 72% de los ingresados en las ucis andaluzas son negacionistas de las vacunas de entre 50 y 60 años. Estos no son jóvenes e imberbes millennials, ¿eh? No son los hijos de la LOGSE. Estos hicieron la venerada EGB. Aunque, a la vista está, no les aplicó en demasía.

Hace unas semanas, Macarena Olona publicó la típica foto poniéndose la inyección y le cayó la del pulpo, con decenas de voxeros antivacunas escandalizados por la traición de su lideresa. Y como también hay izquierdistas y muy izquierdistas temerosos del 5G y el chip controlador, sería revelador conocer el espectro ideológico de los ocupantes de las ucis hospitalarias.

Si no fuera por las vacunas, con los actuales índices de contagios volveríamos a estar en confinamiento estricto. O no. Que a saber lo dirían el Constitucional y la oposición, siempre tan constructiva.

Jesús Lens