El juez de la horca

Yo también estoy cansado de todo lo que está ocurriendo en torno al Ayuntamiento de Granada, en una semana nefasta para la política local. Prometo que, desde mañana, en IDEAL, me volcaré en aspectos más lúdicos, alegres y festivos de nuestro entorno, pero hoy me siento obligado a volver sobre la situación de Paco Cuenca, al que dejábamos ayer con la soga al cuello en esta columna, tras la comparecencia de Luis Salvador y Sebastián Pérez ante los medios de comunicación, haciendo pública una entente cordial que veremos dónde desemboca. Y sobre ello va mi columna dominical de IDEAL.

¿Qué les ha parecido la actuación de los susodichos, poniendo al alcalde de Granada en la picota? Lo del PP tiene toda la lógica y el sentido: de cara al congreso del mes que viene, Sebastián Pérez se ha presentado como la única opción válida para retomar la alcaldía, dado el ascendiente que Torres Hurtado tiene sobre la candidatura de García Montero.

Pero, ¿y lo de Salvador? Por seguir en la misma clave de western de ayer, ¿no tienen la sensación de que se ha erigido en una especie de Roy Bean, conocido popularmente como el Juez de la Horca? En serio, Ciudadanos se lo tiene que hacer ver. Porque ya cansa su vigilante y exigente actitud… en contraste con su falta de compromiso y colaboración a la hora de sacar adelante proyectos de gobierno.

Más allá de poner y quitar alcaldes, deshojando la margarita entre la Rosa y la Gaviota, ¿qué ha hecho Ciudadanos en el consistorio granadino? Luis Salvador se queja de que Paco Cuenca va por libre, pero ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Porque exigir, Salvador exige mucho. Pero, ¿y colaborar?

En este punto, Paco Cuenca y su inmensa minoría tienen una baza a su favor: si Luis Salvador cumple su amenaza y vuelve a cambiar al alcalde de la ciudad, el tercero en poco más de media legislatura, su miopía a la hora de apostar por las personas a las que brinda su apoyo se convertirá en leyenda, hasta el punto de que será mejor que te mire una legión de tuertos a que lo haga Salvador.

Por contra, si termina indultando a Cuenca, su crédito y su credibilidad habrán perdido enteros. Otra vez. Y el sambenito de ser un “Quiero y no puedo” se le adosará a la espalda, como el monigote del Día de los Inocentes.

 

PD.- Podemos tacha de esperpento la comparecencia de Salvador-Sebastián y «sigue tendiendo la mano al PSOE». Lo malo es que ha pasado un año y las manos tendidas no parecen haber servido para nada.

Jesús Lens

Comienza la cuenta atrás

Ahora mismo, Paco Cuenca es un hombre subido a un caballo, con las manos atadas a la espalda y una cuerda anudada en torno a su cuello. Y es que ayer, en rueda de prensa, Luis Salvador y Sebastián Pérez le dejaron en tan crítica y elocuente posición, metafóricamente hablando. Así comienza mi columna en IDEAL, hoy.

Ustedes saben que yo, por encima de (casi) cualquier cosa, adoro el western. Y la comparecencia conjunta de los máximos responsables provinciales del PP y de Cs supuso el encendido de la mecha del cartucho de dinamita que sacará a Paco Cuenca de la alcaldía de Granada.

 

Ellos lo denominaron “aviso para navegantes”. Para mí, sin embargo, su comparecencia supone mucho más que un simple tirón de orejas. Fue la exposición pública de una operación que puede llevar a Rocío Díaz a la Plaza del Carmen como paso previo para el desembarco de Sebastián Pérez, tras las elecciones municipales de 2019. Y, me temo, poco margen de maniobra tiene el actual alcalde para revertir la situación. Porque la clave de todo este embrollo la vuelven a tener, una vez más, los juzgados.

Y es que, como Rocío Díaz evite salir salpicada de los diferentes sumarios en que se ha ramificado el Caso Nazarí, mucho tendrían que cambiar las cosas para que no acabara en la Plaza del Carmen. Al menos, así se desprende de las palabras –y de los silencios- tanto de Sebastián Pérez como de Luis Salvador.

 

Un runrún se ha instalado en los mentideros granadinos: el Ayuntamiento de la ciudad navega sin rumbo, no hay nadie fiable al timón de la nave, el alcalde no se moja en los temas importantes y está más por la foto que por la efectividad en la gestión.

 

Creo que es injusta esa catalogación, pero sí es verdad que, con el tema de la fusión hospitalaria, él mismo empezó a anudar la soga que le acaban de echar al cuello. Paco Cuenca está trabajando por una Granada diferente y más moderna, más abierta y tolerante. Pero, con la hucha vacía y las cuentas en números rojos, las buenas intenciones no sirven para nada.

Dedicado a J. L. Zurita 😉

 

De hecho, que la primera medida económicamente relevante de su gobierno, tras casi un año como alcalde, haya sido subir el precio del billete de autobús, es de locos, perjudicando directamente a las capas populares de la ciudadanía.

 

Jesús Lens

Banquillazo al Ayuntamiento de Granada

La palabra de la semana es “Presupuestos”, que buena se ha liado con los Presupuestos Generales del Estado y con el agravio entre comunidades autónomas.

Pero antes de entrar a fondo en dichas partidas, volvamos a reflexionar en clave local, que el Ayuntamiento de Granada ha confirmado que no tiene margen de maniobra y que procederá a prorrogar los presupuestos del 2015. Algo que debería provocar el sonrojo de TODOS los concejales de la actual Corporación municipal. Porque es un fracaso sin paliativos. Un fracaso colectivo que provoca vergüenza ajena y debería indignarnos a todos los granadinos, con independencia de querencias políticas, siglas, filias y fobias.

 

Mal el PSOE, que no ha sido capaz de sacar adelante un nuevo presupuesto, tras un año de gobierno. Igualmente mal Cs, IU y Vamos Granada, que deberían ir más allá de la retórica al uso y trabajar de una vez por todas  en beneficio de la ciudad, y no en salvar la cara. ¿De qué sirve apoyar el nombramiento de un alcalde si, después, no colaboran con él? ¿De qué sirve la nueva política de Cs y Vamos Granada, si dos años después de su entrada en el consistorio, seguimos teniendo el mismo presupuesto aprobado por el PP en 2015? ¿Para esto les han votado sus electores? ¿Para esta nada, sangrante, paralizante y ridícula?

Y luego están ellos: los muditos del PP cuya nefasta gestión económica, de la que tanto alardeaban, ha llevado a la ciudad a la bancarrota. A la espera de los resultados del cónclave provincial del PP granadino, más valdría que vayan buscando a personas con nuevas ideas y mejor talante, de cara a la confección de las listas electorales de dentro de dos años. Que los de ahora están más quemados que el motor del coche de Alonso.

 

En baloncesto, cuando el quinteto en cancha hace el ridículo, flojeando en defensa y mostrándose anárquico en ataque, el entrenador suele pegar un banquillazo y cambiar a los cinco jugadores a la vez. Es una medida desesperada, fruto del cabreo y la indignación, que debería resultar dolorosa y humillante para un profesional.

En esas estamos, ahora mismo, en Granada. Con ganas de pegarles un banquillazo a nuestros representantes políticos, incapaces de colaborar y consensuar un presupuesto, la herramienta más importante en el día a día de una ciudad y la más útil para los vecinos.

 

Jesús Lens

Desgraciados

Cuando un atentado terrorista sacude una ciudad europea, no tardan en aparecer una serie de personas que, con la sangre corriendo por las calles y la metralla incrustada en la carne de las víctimas, le ponen peros a la solidaridad afectiva que recorre las redes, con el tópico, manido y enervante argumento de que nadie habla de Siria, Afganistán o Irak, donde mueren personas cada día.

Que puede ser cierto, pero que una cosa no invalida la otra. Aunque tampoco he percibido un especial torrente sentimental ni de indignación popular tras los ataques con gas sarín en Siria, que estábamos mucho más preocupados con Espinar y sus Coca Colas y con la dimisión en diferido del presidente de Murcia.

Lo mismo ocurre con la reiterada utilización de Venezuela, Cuba, Arabia Saudí o Irán en mil y un debates ideológicos que, la mayor parte de las veces, no conducen a ningún sitio, al estar viciados de partida. En realidad, a la mayoría de los que se arrojan Venezuela a la cara, los venezolanos les importan una higa, utilizando al país sudamericano como argumento para sus tesis y antítesis.

 

Por eso, y cada vez que aparezca alguno de esos polémicos países en una conversación, les propongo que piensen en la siguiente lista: República Centroafricana, Burundi, Congo, Liberia, Níger, Malawi, Mozambique, Guinea, Eritrea y Guinea-Bissau.

 

Ahora mismo son, según la ONU, los diez países más pobres del mundo. Circunstancia que puede cambiar en cualquier momento, por supuesto. Diez países africanos… alguno de los cuales, es posible que ni supiéramos que existe. De hecho, he tratado de situarlos en un mapa mudo de África y no he dado ni una.

 

Hambre, enfermedades, colapso social, conflictos armados, explotación infantil, violencia sistémica, corrupción, pobreza generalizada… todas las penurias que ustedes sean capaces de imaginar –y algunas que nos resultan inimaginables- asolan a decenas de países de los que no se habla. Cientos de miles de personas agonizando en silencio.

Así que, por favor: la próxima vez que un atentado terrorista sacuda el corazón de Europa –algo que, por desgracia, volverá a ocurrir- díganle lo que puede hacer con su demagogia a esa gente tan equidistante, soberbia, fría, analítica, cerebral y desapasionada. Que puestos a ignorar tragedias e injusticias, los ciudadanos de República Centroafricana, Burundi, Congo, Liberia, Níger, Malawi, Mozambique, Guinea, Eritrea y Guinea-Bissau tendrían mucho que decir.

 

Jesús Lens

De almas, diablos y contratos Noir

Estaba tomándome una Alhambra Roja, paladeándola despacio mientras degustaba una inenarrable tapa de sangre frita, cuando se sentó frente a mí. No lo había visto entrar al bar, aunque estaba sentado junto a la puerta. Tampoco le conocía. Pero eso no le impidió sentarse a mi mesa y preguntarme si yo era el Jesús Lens que escribía “El Rincón Oscuro” de IDEAL, todos los miércoles.

Le contesté que sí, removiéndome en mi asiento. Reconozco que me incomoda que la gente me pregunte por mis artículos, libros y columnas, pero va en el sueldo. Supongo.

 

—¿El Lens que escribió hace un par de semanas sobre Robert Johnson, el Club de los 27 y la venta del alma al diablo? Lee AQUÍ, esa entrega.

 

Estuve a punto de echarme a reír.

 

—Mira chaval, creo que llegas tarde. En concreto, veinte años. Que en junio me caen los 47 palos. ¿No soy un poco mayor para venderle mi alma a Satanás y tú, para andarte con estas pollaícas?

No sonrió. Ni movió un músculo de la cara. Y más risa me dio, claro, verlo ahí plantado, impertérrito, tan serio y sin descomponer el gesto.

 

El caso es que era un tipo interesante y bien parecido con un corte de pelo cool, pero nada estrambótico. Ropa moderna, pero en absoluto estridente. Perfectamente afeitado, apenas lucía unas incipientes patas de gallo. Le eché treinta años, bien cuidados y mejor aprovechados.

 

Reconozco que ya llevaba un par de birras encima, por lo que la situación me puso de buen humor. —Venga va. Hazme una oferta que no pueda rechazar, asegúrame el Pulitzer o, en su caso, que mi primera novela negra vaya a vender tanto como las nórdicas. Pero rapidito, que mi Cuate Pepe está a punto de llegar y nos vamos al Magic, a escuchar jazz.

 

—Imagino que esto es lo que llaman la malafollá granaína, ¿no? —me preguntó el tipo con un cierto deje de decepción—. ¿O es su forma de ser simpático, gracioso y amigable? Creía que estos temas le interesaban realmente, pero si no es así…

 

Dejé de reír y pedí dos cervezas más. Y empezó a contarme. Que lo de Robert Johnson firmando un contrato con el Diablo en un cruce de caminos, por supuesto, jamás ocurrió. Que, como las historias de la Biblia -y la mayoría de todas las buenas historias- no es más que una alegoría.

—Ya imagino. La cultura popular es así. Convierte en historia lo que no es más que una vieja leyenda. Como dijo John Ford en “El hombre que mató a…”

 

—Y, sin embargo, sí es cierto vendió su alma a Satanás —me dijo igualmente serio aquel tipo, cortando de raíz mis alardes cinéfilos.

 

Cuando intenté darle la réplica, me hizo callar. Y siguió contando.

 

—Quizá, el cruce de caminos al que hace referencia la historia sí existió. ¿Quién nos asegura que no era un garito que, en mitad de ningún sitio, acogía a los borrachos de cuatro condados, y de ahí su nombre, “Crossroads”?

 

No sabía si aquello era una pregunta retórica, una suposición o, sencillamente, aquel individuo me quería decir algo. Por si acaso, le dejé continuar.

 

—¿Y si el demonio al que Jonhson vendió su alma era, en realidad, un empresario de la industria musical que descubrió el talento de aquel bluesman y le hizo firmar el contrato de su vida? ¿Y si aquel contrato fue lo que permitió que su música empezara a sonar en las emisoras de radio y de ahí su fulgurante éxito?

 

Apuré mi cerveza de un trago largo y le pedí otra a Pablo, el camarero. Mi interlocutor llevaba la suya por mitad. Opté por seguir sin decir nada, escuchando.

—Sé lo que está pensando. Lo de su temprana y trágica muerte, a los 27 años. Pero… ¿y si llegó un momento en que Robert Johnson empezó a ser demasiado conocido, complicándosele la vida? ¿No pudo ocurrir que, sencillamente, se hartara de todo aquello y decidiera desaparecer, simulando su muerte para que le dejaran en paz? ¿Y si aquel mismo empresario le ayudó en el empeño, alumbrando de esa manera una leyenda que lo convertiría en inmortal, pero manteniéndolo alejado las sevicias de la fama? ¿Y si, además, con su muerte prematura en la cima de su carrera, tanto el empresario como el artista se aseguraban el éxito de su música, por siempre jamás?

 

—De esa manera, siempre podría aparecer una nueva grabación inédita, descubierta casualmente en algún ignoto estudio del sur de los Estados Unidos o en el cajón de un escritorio arrumbado en la casa de algún familiar…

 

—Efectivamente. Un negocio redondo. Pero vayamos un paso más allá. ¿Y si, dado su éxito, aquella iniciativa fue imitada posteriormente por otros artistas, dando lugar al mítico Club de los 27?

 

“¡Joder! ¡Pues claro!”, pensé para mis adentros. “Vive deprisa, finge tu muerte joven y, además de un bonito cadáver, dejarás una lucrativa leyenda a tus espaldas…”. Pero aquello, de ser cierto, requería de una enorme infraestructura. Que no es lo mismo simular una muerte en los años 30 o 60 del pasado siglo que en el hiperconectado siglo XXI. ¿Sería posible que estuvieran vivos, de verdad, Janis Joplin, Jim Morrison o Kurt Cobain? ¿Se habría operado el rostro Ami Winehouse y estaría llevando una apacible vida en el trópico, ajena al Brexit?

Cuando levanté la vista, no había nadie frente a mí. Quedaban los restos de una cerveza, violentamente roja. Y bajo el vaso, una tarjeta. No tenía dirección, correo electrónico ni teléfono de contacto. Solo un nombre: La Corporación.

 

(En El Rincón Oscuro ya hemos hablado antes de La Corporación, por si quieres conocer un poco más sobre esa siniestra organización. Por ejemplo, cuando aparecieron unas grabaciones inéditas de Enrique Morente. Léelo AQUÍ.

 

Y en este relato, en Moon Magazine, ya se avanzaba la posibilidad de que todo esto estuviera ocurriendo, desde hace tiempo, y no solo con músicos… Que París bien vale una tumba.

 

Jesús Lens