Crimen de barrio

El Rincón Oscuro de hoy vuelve su mirada al crimen más cercano, al que nos espera al volver la esquina de cualquier calle de nuestro barrio…

Cuando hablamos de novela policíaca, tendemos a imaginar tramas muy elaboradas, argumentos complejos e investigaciones procelosas. Sobre todo, desde la irrupción de series como CSI. Nos gusta pensar en mafias, escuchas, genética, drones, ordenadores encriptados y teléfonos de una generación que aún no somos capaces de vislumbrar.

Drones

Y de todo eso hay, por supuesto. Pero también existe una tipología delictiva mucho más cercana y próxima, apegada a las calles de nuestra ciudad. Una modalidad de crimen para cuya resolución, los investigadores no han de embutirse en un aparatoso traje blanco de plástico… Y no porque se trate de delitos poco importantes, ni mucho menos.

Policía Científica

Para resolver este crimen callejero, los buenos detectives han de aplicar, además de la lógica y el sentido común, técnicas de perro viejo y experimentado: ganarse a los vecinos cotillas y al camarero del bar con ganas de pegar la hebra, espolear a los familiares para que larguen por esa boquita, respirar el ambiente laboral en que se desenvuelven los implicados en cualquier asunto turbio, etcétera.

Y la buena novela negra sabe cómo contar este tipo de delincuencia que no es ni de cuello blanco ni de altos vuelos, sino de mono de trabajo, vaqueros gastados y chupa de cuero.

En España, el padre, precursor y maestro fue el añorado Francisco González Ledesma, el Jefe de la Banda. Y su personaje por antonomasia; el honesto, desastrado y pertinaz inspector Méndez, ocupa uno de los puestos de honor en el pódium de nuestros afectos literarios. Novelas como “Las calles de nuestros padres”, “Crónica sentimental en rojo”, “El pecado o algo parecido” o “Una novela de barrio” son la mejor prueba de que la novela negra es el género realista por excelencia… y también de que el crimen puede esconderse a la vuelta de la esquina.

Francisco González Ledesma pistola

Afortunadamente, el testigo de FGL ha sido tomado por muchos jóvenes y excelentes novelistas que, sobre todo en estos años de la Crisis, están poniendo el acento en las personas más perjudicadas por la misma.

Aunque hay más autores, hoy vamos a centrarnos solo en dos: el canario Alexis Ravelo, ganador del Premio Hammett del 2014 con su estupenda, dura y contundente novela “La estrategia del pequinés” y el barcelonés afincado en Pamplona, Carlos Bassas del Rey. Y es que los dos autores publican en la inquieta editorial Alrevés, una de las más interesantes del actual panorama noir.

En su más reciente historia policíaca, “Las flores no sangran”, Alexis Ravelo parte de una historia real acaecida en las Islas para construir una novela larga, elaborada y de cocción lenta, protagonizada por un buen número de personajes. Y es que un mal día, a un grupo de artistas del timo se les ocurrió la infeliz idea de organizar un secuestro exprés. ¡En las Canarias, un secuestro exprés!

Alexis Ravelo

No. Aquello no podía salir bien. Máxime, cuando la idea era extorsionar a uno de esos próceres de la sociedad con conexiones en la política, en los medios de comunicación de las Islas… y en otros estamentos menos edificantes, pero no menos contundentes a la hora de pasar y cobrar facturas. “Las flores no sangran” es una novela muy trabajada que representa un importante tour de force literario por la cantidad de personajes, voces y recursos literarios que atesora.

Por su parte, Carlos Bassas se ha inventado una ciudad, Ofidia, que podría ser cualquiera de nuestras ciudades de provincias. Y a un personaje, el inspector Heródoto Corominas que, a pesar de su singular nombre, podría ser cualquiera de nuestros vecinos.

Carlos Bassas del Rey

Su más reciente novela, “Siempre pagan los mismos”, cuenta una historia de barrio en la que la víctima y los sospechosos comparten las calles, los bares en los que desayunan y las tiendas en las que compran. Porque, en la vida real, no es tanto lo que separa a víctimas y verdugos…

Carlos bassas negra y criminal

Y una particularidad que forma parte del ADN narrativo de Carlos Bassas: desde que empiezas a leer la novela, no importa tanto el quién hizo qué, sino el porqué. No le interesa tanto que el lector descubra quién es el asesino cuanto que le queden claras las razones que llevan a los personajes a actuar como actúan.

Y es que ahí suele radicar, siempre, el quid de la cuestión.

Jesús Lens

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Ir a las librerías

Buenos días. Hoy, en la edición impresa de IDEAL, además de El Rincón Oscuro, publico este artículo propuesta. A ver qué te parece.

Hoy, casi todo se puede comprar a través de Internet. Ustedes ya lo saben. Y saben cómo hacerlo: un portal de compra, dos o tres clics, una tarjeta de crédito y a esperar cómodamente sentados en casita a que llegue el mensajero con el paquete de turno.

Librería El Roto

Sin embargo, hay objetos, bienes y servicios cuya búsqueda y adquisición debería ser algo más que una fría compra a distancia. Por ejemplo, ¿cómo va a ser lo mismo hacerse con unas cervezas y beberlas en casa -solo o en compañía de otros- que compartir unas cañas con los amigos, en el bar de toda la vida?

Pues con los libros pasa lo mismo: hojear las novedades, repasar las baldas de tu género favorito, buscar un título concreto entre los distintos anaqueles y charlar con un librero que conozca y disfrute con su oficio; es un placer.

Un placer que ya no puede ser más
Un placer que ya no puede ser más

Sin embargo, para disfrutar de este tipo de experiencia y más allá de las absorbentes redes sociales, hay que visitar una librería. Físicamente. Y Granada, para eso -como para tantas otras cosas- es un lujo, que nuestra provincia todavía atesora varias y buenas librerías. Todavía, insisto, aunque no debemos confiarnos, que el cadáver de la Atlántida todavía está caliente. Así que, tratemos de apoyar a nuestros libreros de una manera útil y práctica: comprándoles libros.

Es cierto que este consejo es redundante para los buenos aficionados, fieles usuarios de librerías y bibliotecas. Sin embargo, se me ocurre una idea para conseguir nuevos adeptos: regalar un libro a alguien, pero en vez de entregárselo en mano, dejárselo en la propia librería para que vaya a recogerlo.

Librería 1616 Books de Salobreña
Librería 1616 Books de Salobreña

Es cierto que puede resultar incómodo en estos tiempos tan acelerados que vivimos. También es verdad que siempre nos gusta ver la cara de una persona cuando abre nuestro regalo, pero… ¿y si hacemos la prueba? ¿Se anima usted, querido lector? Y es que, para regalar un libro no es necesario esperar a una ocasión especial ni gastar demasiado dinero. Además, siempre hay una librería que pillará de paso al afortunado destinatario de nuestro obsequio.

Librería Picasso

Una vez en la librería, ese amigo, además de animarse a comprar algún libro adicional, podría seguir el ejemplo y dejar pagado su obsequio para algún otro colega y, de esta manera tan sencilla, iríamos construyendo una cadena que no cuesta ni mucho dinero ni mucho esfuerzo, que no perjudica a nadie, nos enriquece a todos y, además, nos sirve de estímulo para salir a callejear.

¡Ahí es nada!

Jesús Lens

Twitter Lens