Votar contra el calor

La cuestión, hoy, es conocer los índices de abstención. Además de saber si Moreno Bonilla gobierna solo o en compañía de otros, claro. Lo de la supuesta sorpresa de la izquierda es más un deseo que una realidad. Aunque… ¿a quién perjudicaría en mayor medida una aplastante abstención? Además de al sistema en su conjunto, quiero decir.

Habernos convocado hoy a las urnas tiene un indudable efecto desmovilizador. Supongo, pues, que el PP habrá echado sus cuentas, contando con la mayor fidelidad de su electorado. Esta noche saldremos de dudas. Pero ojito con la abstención, insisto.  

Tengo curiosidad por asomarme al colegio electoral cerca del mediodía, a ver qué ambiente se respira. Menos mal que hoy empiezan a bajar las temperaturas. Si no, sería irrespirable.

El factor climático va a ser cada vez más importante en las citas electorales. De hecho, tengo claro que mi voto será contra el calor, de aquí en adelante. O, en positivo, a favor del partido que, de forma creíble, más árboles lleve en su programa electoral. ¿Han visto ustedes lo de los cientos de crías de vencejo caídas al suelo por la ola de calor en Sevilla y Córdoba? Pues eso. 

La emergencia climática ya condiciona nuestra vida. Por la conciencia ecológica, pero también por el parné. Calentar y enfriar nuestros hogares y lugares de trabajo cuesta un potosí. La calefacción y el aire acondicionado incrementarán el precio del café, la caña y la entrada del cine. Subir y bajar a la playa será cada vez más caro. Y en las calles no se puede estar. 

El calor es un factor a tener en cuenta en los índices de abstención de hoy, pero será clave en los programas electorales de los partidos en los próximos años. Ténganlo en cuenta, gurús y estrategas. 

Jesús Lens