Con lo que me gusta usar el adjetivo ‘brutal’, ahora sería redundante, facilón y hasta cacofónico, así que me limitaré a decir que ‘The Brutalist’ es colosal y titánica. Desmesurada y mastodóntica en un sentido reverencial y admirativo de los términos. Gigantesca y apoteósica. Apabullante hasta dejarte noqueado.

Vaya por delante que no fuimos preparados a la sesión en VOS de las 12.45 al Kinepolis del Nevada. Como no llevábamos bocatas —espectadores más avispados iban bien pertrechados— tuvimos que repostar gusanitos a mitad de proyección. Ya saben ustedes que, cuando una película me interesa, voy a verla con los ojos cerrados, sin averiguar nada de ella. Desde que la proyectaron en el Festival de Venecia esperaba su estreno ansiosamente, sobre todo al saber que A24 apostó por ella con pasión y sin titubeos nada más verla. De ahí que el anuncio del principio de la proyección, avisando de un descanso, nos pillara con el pie cambiado.
Y es que ‘The Brutalist’ es tan grande que hasta tiene un intermedio de un cuarto de hora (exacto), dado que dura la nada desdeñable cantidad de 215 minutos o, lo que es lo mismo, tres horas y media largas. Pero no le sobra ni un segundo, no se angustien ustedes, que se les hará corta. Sean previsores, eso sí.

Filmada en VistaVisión, ver esta película en el cine es un espectáculo. ¡Qué barbaridad! En Venecia se llevó el León de Plata al Mejor Director. En los Globos de Oro fue una de las grandes triunfadores y está nominada a 10 Oscar, donde espero que arrase. De hecho, haré por volver a ver la ceremonia, tanto tiempo después.
‘The Brutalist’ es una película de las que ya no se hacen. Una homérica anomalía que ya le ha dado sentido al 2025 cinéfilo. Paro aquí, de momento, sin contarles nada más. Dejen lo que quiera que estén haciendo, vayan al cine y comentamos.
Jesús Lens
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